Textura Violeta| Ilusión y rutina

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 Drina Ergueta

SemMéxico,  La Paz-Bolivia,  16 de agosto,  2024- No se trata de términos antónimos, aunque tienen cierta relación en ese sentido. La ilusión es generalmente algo excepcional o novedoso que da expectativas de felicidad, por ejemplo: la participación de Héctor Garibay en las Olimpiadas 2024; en tanto que la rutina es algo habitual, monótono y que no afecta emotivamente, así sea una gran decepción ya repetitiva o que incluso algo que puede ser un delito y causar un daño enorme a personas concretas y a la sociedad en general, como son los feminicidios que parece que se toman como el pan de cada día. Ilusión y rutina en las noticias.

El efecto Garibay ha sido impresionante por la ilusión causada en todo un país como Bolivia que nunca ganó una medalla olímpica y que siempre que participó en esta competición internacional lo hizo de manera penosa, reflejo fundamentalmente de su disminuido desarrollo económico y de la poca atención que se da al deporte en general. Esta vez había una oportunidad, de los cuatro deportistas que asistieron a París uno especialmente tenía grandes posibilidades y participaba en una sola prueba: en la maratón de 42 kilómetros que encabezó los primeros diez, con todos los corazones bolivianos latiendo al unísono y banderas nacionales agitadas en todo el recorrido, para llegar finalmente en una posición bastante rezagada.

¿Decepción? No. No importa el lugar, podía haber sido una medalla, la primera; pero la ilusión se agradece y más porque todo el país sabe las condiciones en las que este atleta se entrena, con ningún o muy poco apoyo. Mientras en otros países el deporte profesional recibe un sueldo, en Bolivia sólo quien tiene las necesidades básicas cubiertas puede dedicarse de lleno a ello. Gran parte de la población se ve reflejada en el esfuerzo de Garibay y se identifica con su origen humilde y en la lucha de cada día para tener un plato de comida y un techo, por eso ilusiona su sola participación en la competencia.

Decepción es otra cosa, es que un hombre que amas te golpee, que un hombre por el que votaste resulta que agrede a su esposa como, al parecer, es el caso del expresidente argentino Alberto Fernández ¿Quién dijo que no había machistas violentos en los espacios supuestamente progresistas de la política? Los hay y están en todos los ámbitos, esferas y tendencias políticas porque, pese a que la violencia machista está penada en gran parte de los países, en el día a día de muchas personas, especialmente varones, está naturalizada y, por debajo, aceptada y hasta protegida.

Hay tanta violencia de parte de los hombres hacia las mujeres que ya es rutina leer en los diarios o ver en la televisión noticias e informes semestrales y anuales del número de mujeres que han sido asesinadas por sus parejas. Remarco que son hombres porque son ellos los que deben modificar y hacer que sus similares modifiquen socialmente su actitud y visión de la relación con las mujeres.

Hace pocos días el fiscal general Juan Lanchipa informó (Opinión 11/08/24) que en lo que va del año se registraron 54 feminicidios en Bolivia, hay 54 hombres asesinos identificados en un 90% que tienen que pasar 30 años en prisión. También se informó que se registraron 21.821 casos de violencia doméstica. Hay que remarcar que en gran parte de estos casos la violencia la ejercen los varones hacia sus parejas, hijas e hijos.

La Alcaldía de La Paz informó (La Razón 11/08/24) que en tres años se atendieron 1.767 casos de violaciones sexuales en la ciudad, cifra que incluye a mujeres y también a niñas y niños. Al igual que los feminicidios: noticias terribles, insoportables, escandalosas y, también, rutinarias.

En suma, hay acciones puntuales que ilusionan y que pueden movilizar a todo un país, pese a que no tienen gran trascendencia en la vida de las personas; mientas que hay acciones rutinarias negativas y dramáticas para la sociedad que por no ser novedad ya no generan, al parecer, ningún efecto.

Estas acciones negativas no pueden integrarse como rutina, no se puede permitir. La sanción social tiene, a veces, un peso mayor a la legal y por ello el rechazo a los feminicidios debe ser contundente, generalizado y más porfiado. La sociedad puede modificar comportamientos dañinos, así como puede motivar el surgimiento de ilusiones, mantenerlas, ponerlas en valor aplaudiendo y agradeciendo a quien, alguna ilusión, nos otorga. Es que la ilusión alimenta, renueva y limpia los ojos e ilumina sonrisas

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