Para la titular del Inbal, la obra es una caja de sorpresas, de hallazgos y de misterios
Redacción
SemMéxico, Ciudad de México, 22 de mayo, 2024.- La Secretaría de Cultura federal y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) presentaron el libro Senderos de vida, de Flor Garduño, edición que en 264 páginas reúne más de 180 imágenes captadas por la fotógrafa mexicana durante 45 años de trayectoria, muchas de las cuales habían permanecido en la oscuridad de lo inédito, en sus archivos.
Publicado por Ediciones Tecolote, el libro se presentó en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, donde se informó que el volumen contiene 114 imágenes que forman parte de la exposición del mismo nombre que se exhibe actualmente en el Museo del Palacio de Bellas Artes –hasta el próximo 2 de junio–, sin ser precisamente el catálogo de la muestra.
Senderos de vida es una joya editorial, porque es una obra largamente cuidada, comentó la directora general del Inbal, Lucina Jiménez López, al presentar el libro de la fotógrafa mexicana Flor Garduño la tarde del lunes 20 de mayo en la Sala Manuel M. Ponce.
Ante un público expectante, el cual se dio cita para conocer más acerca a la artista, cuya trayectoria ha dejado un camino abierto a muchas otras generaciones que hoy en día vienen y ven en tu obra la certeza de que hay muchos caminos abiertos para la fotografía en un país como México.
La titular del Inbal comentó que los libros nos pueden definir en lo que somos y en lo que podemos ser. Y este libro en realidad es una caja de sorpresas, de hallazgos y de misterios que están construidos por todos los caminos por donde Flor ha transitado.
Compartió con el público asistente que el libro se presenta en el marco de la exposición que lleva el mismo título, por lo cual reiteró que no es un catálogo de exposición. Y eso es algo que hay que subrayar, porque el libro es muchísimo más amplio, tanto en su concepto como en su contenido, como en la intención de la propia exposición, aunque la exposición, por supuesto, está contenida en el volumen.
Al acto asistieron los especialistas Alejandro Castellanos, director del Centro de la Imagen, y de Ery Cámara, quienes hicieron los comentarios al texto, con la moderación de la coordinadora nacional de Artes Visuales del Inbal, Lluvia Sepúlveda Jiménez
Asimismo, la directora general agradeció a nombre del Inbal el privilegio de explorar su obra, acompañada de su guía, de su espíritu, de esa manera que tienes de construir tu propio lenguaje. Una obra hecha no solo con la mirada, la sensibilidad y una formación intelectual muy fuerte, sino, además poniendo el cuerpo.
Al declararse admiradora de Flor Garduño, Lucina Jiménez consideró a Flor Garduño una viajera y una exploradora permanente de lo humano, de lo natural, de lo social, de lo ritual–, ella va generando escrituras: con las luces, con las sombras, con las líneas, con esas imágenes oníricas que caracterizan su perspectiva.
Finalmente, la titular del Inbal recordó los meses de trabajo con la artista para realizar la exposición y el libro, porque con ello ha dejado una huella dentro de esta institución: Tu paso por aquí, dijo, ha significado también aprendizaje en muchos sentidos, capacidad de diálogo y, sobre todo, un camino abierto a muchas otras generaciones.
Conmovida por los discursos, la fotógrafa Flor Garduño agradeció en su momento “a quienes me han acompañado en estos senderos de vida: a mis hijos, a quienes han trabajado en este proyecto, tanto de la exposición como del libro”. Ha sido –aseguró— un camino difícil y ahora que se han logrado ambas, me siento la mujer más feliz, porque después de tantas luchas internas para hacerlos, finalmente se logró y por eso estoy muy agradecida con el Inbal y sus colaboradores, porque se necesita tener pasión para lograr un producto de esta calidad”.
Y remató: “Quiero agradecer, pero también invitarlos a que vean la exposición. Realmente es maravilloso que un autor como yo pueda realizar lo que tiene en su corazón, porque es difícil hacerlo, pero si se tiene tenacidad, pues se logra. Mientras yo, ojalá tenga la tenacidad de hacer otros libros”.
El libro Flor Garduño. Senderos de vida recupera fotografías captadas por la artista de la lente durante 45 años de trayectoria, muchas de las cuales habían permanecido en lo inédito de su amplio archivo y ahora, con el libro y la exposición, por primera vez salen a la luz hallazgos realizados por ella misma en su archivo personal y fotografías recientes cuyos senderos coinciden sorprendentemente.
Se trata de una ventana a la mirada única de la fotógrafa, que captura sus inicios, sus exploraciones por diferentes rincones del mundo y las vivencias que han moldeado su perspectiva artística. En siete capítulos el lector se convierte en testigo del legado de una época, de costumbres, de mitos y arquetipos que unen a los seres humanos, y con ello esta artesana de la imagen generosamente obsequia su don para contar historias visuales con gran sensibilidad y dejando una marca indeleble en la fotografía de México y del mundo.
Además de las 180 imágenes de Flor Garduño, el libro contiene un texto introductorio de la propia artista de la lente, un prólogo escrito por Tereza Siza y un epílogo firmado por Sandra Cisneros, además de textos escritos especialmente por los especialistas Graciela De Oliveira, José de Santiago Silva, Mario Botta, Guido Magnaguagno, Emma Cecilia García Krinsky y José María Espinasa Yllades.
Al moderar los comentarios de los especialistas, Lluvia Sepúlveda consideró que la presentación del libro es un evento muy especial, por la presencia de la autora y por los comentarios de Alejandro Castellanos y Ery C+amara, quienes “nos convocan a celebrar la vida y obra de la maestra Flor Garduño, una de las más grandes fotógrafas de nuestro país.
En su oportunidad. Alejandro Castellanos opinó que “cada libro de Flor Garduño es todo un acontecimiento” y destacó su amistad con la autora, desde hace varios años, como una gran experiencia de conocimientos, de aprendizajes y de amistad.
Luego mencionó: “En la generación de artistas en activo a partir de los años setenta, destaca la obra de Flor Garduño por su originalidad y sus alcances, por su tesón, por consolidar una visión propia del mundo que si en sus inicios podía vincularse con la de sus maestros y antecesores –Manuel Álvarez Bravo, Kati Horna, Mariana Yampolsky– con el tiempo fue afirmando su originalidad como puede verse en plenitud en la exposición y en el volumen Senderos de vida, un libro definitivo para mirar su obra de manera integral, pieza por pieza.
En ambos proyectos, es posible mirar la unidad de su visión y a la vez la subjetividad de ésta en cada imagen publicada. Lejos de influencia o tendencias, o mejor dicho, absolutamente madura, la obra que presenta Flor en esta exposición y este libro configura un destilado de experiencias, un resumen donde la visión poética, el ensueño, la sensualidad, la sutileza, la contemplación, el silencio y el tiempo, sedimentan y perfilan un conjunto que nos lleva de sorpresa en sorpresa.
Por su parte, Ery Camara, quien es curador de la exposición, comentó: “Yo diría que mi relación con Flor Garduño parte de una profunda amistad, de exposiciones que hicimos juntos y luego de las conversaciones que hemos sostenido sobre su oficio de fotógrafa.
De ahí también mi admiración por el rigor que ella siempre ha manifestado en su trabajo. Es una artista que se exige mucho y ahora se ha apoyado con los avances de la tecnología. Pero creo que su formación y sus antecedentes consolidan una carrera y abren un campo muy grande de exploración y de intervenciones que podemos apreciar en su obra.
Y apuntó: Senderos… es apenas una revisión y no una retrospectiva; es una revisión de cuatro décadas de trabajo y lo que me gusta de todo ello es lo que me dijo un día: con Álvarez Bravo aprendí el compromiso y el rigor, y con Kati Horna la emocionalidad, la ensoñación. “La combinación de estos valores estéticos hace que converjan en su obra tanto lo poético y lo pictórico”.
Para concluir, el curador señaló: “En el caso de Flor Garduño se ha despejado el discurso suyo de múltiples influencias para contener lo esencial que caracteriza su fotografía, y eso se aprecia en su exposición aquí en el Palacio de Bellas Artes. Hay ahí una diversidad de temas y también ese respeto a la imagen que se va a tomar y ese grado de sorpresa como el gusto por la construcción del instante”. …