PRESTIGIO, ROBO Y JUSTICIA

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Vida y Lectura 

Marcela Eternod Arámburu

SemMéxico, Aguacalientes, 31 de julio, 2021.- Quizá los premios más prestigiados del mundo (independientemente de que sus fondos se deben en gran parte a que el sueco, Alfred Bernhard Nobel, capitalizó uno de sus más mortíferos inventos: la dinamita) son los Premios Nobel.

Estos reconocimientos que pasan por un supuestamente muy cuidadoso esquema de selección por parte de la Fundación Nobel (el proceso para el premio Nobel de literatura se describe puntualmente en el libro de Kjell Espmark), se otorgan en seis grandes disciplinas: física, química, medicina, literatura y paz (las cinco originales), y el de economía (agregado en 1968).

Al parecer entre los científicos, considerando los enormes esfuerzos que hacen para que se les conceda, sigue siendo el máximo reconocimiento de su inteligencia, brillantez, inventiva y esfuerzo, y -por supuesto- va acompañado de un nada despreciable cheque (en 2020 cada premio fue de 1 116 000 dólares).
Lo anterior, tal vez ayude a entender por qué algunas personas estarían dispuestas a hacer cualquier cosa, solo para poder aparecer en las listas -iniciales, intermedias, pero sobre todo finales- como fuertes candidatos al Nobel, solo con estar listado o listada entre los finalistas se adquiere un enorme prestigio, ni se diga si se es merecedor del premio.

Independientemente de que muchos de los premios han sido cuestionados por muy variopintas razones, hoy sabemos que algunos de los galardonados -al menos- debían de haber compartido el premio con sus colegas mujeres y que lo que hicieron, perverso patriarcado, fue invisibilizarlas y apropiarse de su trabajo, inteligencia, esfuerzo y de su posición en el mundo: ser mujeres.

Este es el caso de una química británica, apasionada y discutidora, trabajadora hasta la extenuación que murió, con apenas 37 años, indignada y furiosa por cómo se le había tratado, por cómo se le excluyó, marginó y etiquetó como “loca histérica”. Se trata de Rosalind Elsie Franklin.
En el libro de Adela Muñoz Páez “SABIAS La cara oculta de la Ciencia” (Debate, 2019) se presenta un amplio conjunto de mujeres cuyas aportaciones científicas han sido comprobadas, verificadas, validadas, pero sobre todo desenterradas. A pesar de ser brevísimas reseñas, dan pistas muy interesantes que conducen a lecturas complementarias.

En el caso de Rosalind Franklin, como si fuera título de novela policiaca, Adela Muñoz alude a la foto robada de la estructura del ADN que logró tomar la Doctora Franklin y siguiendo esa pista se llega a un mar de información sobre ella que lleva a la conclusión de que sus colegas de la universidad con la complicidad de sus superiores le robaron no solo una foto, sino todo su trabajo, sus datos, los resultados de su investigación incluyendo los que aún no habían sido publicados, sus diagramas, sus borradores y las ideas por explorar o desarrollar. Con toda esa base de evidencia empírica y con las interpretaciones -aunque inacabas- que Franklin tuvo que entregar al ser acusada de envidiosa, díscola e indisciplinada, fue con lo que los machistas ladrones de Watson, Crick y Wilkins presentaron los trabajos que pocos años después serían reconocidos con el Premio Nobel.

Rosalind Franklin no solo fue robada y despojada, fue marginada, rechazada y constantemente vituperada por esa comunidad científica tan arrogante y masculina que fiel a las enseñanzas de Rousseau consideraba a mediados del siglo pasado que la mujer tenía como único papel en la vida hacerle agradable la vida a los hombres.

No será hoy ya tiempo que la Fundación Nobel reconozca sus equivocaciones y asuma la verdad simple y llana del plagio, aceptando la sencilla pero ineludible verdad de los hechos y elaboré una lista de todas aquellas invisibles, empezando por Rosalind Franklin, que no figuraron por la absurda razón de ser solamente mujeres.

Dos biografías de obligada lectura: Rosalind Franklin La teoría científica que desveló la estructura del ADN de RBA y el de Brenda Maddox Rosalind Franklin The dark lady of DNA, profundizan en este tema.

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A partir de este domingo 2 de marzo ofrecemos: una retrospectiva, a 50 años de la primera conferencia mundial de la mujer que se celebró en México, de los 30 años de la IV Conferencia Mundial de la Mujer, Beijing 1995 y todo lo que sucede y está sucediendo alrededor del 8M.


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