Los maternajes con hijas e hijos, con alguna sintomatología diagnosticada como el autismo no son una tarea fácil ya que se requieren cuidados especializados
Norma G. Escamilla Barrientos
SemMéxico, Ciudad de México, 11 de mayo, 2024.- La maternidad vista desde el amor romántico se vive como la culminación del amor entre una pareja, y se asume como el acto biológico de gestar, parir y criar, dicho concepto es adoptado por los roles y estereotipos tradicionales, considerándolo como el deber ser de las mujeres. Sin embargo, el ser madre desde la perspectiva feminista es conceptualizado como maternaje, concepto construido desde del empoderamiento de las mujeres, el cual es una elección y no una imposición.
Desde el maternaje se intenta visibilizar las diversas experiencias de ejercer las maternidades, el crecimiento personal y la transformación social. En este espectro podemos ubicar maternajes en pareja, monoparental, heterosexual, y LGBTIQ+, entre otros. Sumada a esta diversidad, los maternajes con hijas, hijos e hijes, con alguna sintomatología diagnosticada como el autismo, la hiperactividad, el déficit de atención y la epilepsia, no son una tarea fácil ya que se requieren cuidados especializados, un mayor tiempo en su acompañamiento, una madre bastante sostenida para no quebrarse, y por supuesto, una serie de condiciones de infraestructura e institucionales, para no hacerlo sola.
Al respecto, Gabriela de 57 años con una hije diagnosticada desde los seis años, comenta que al enterarse sintió mucha tristeza y ansiedad, ya que en esa época no se hablaba tanto de la hiperactividad y del déficit de atención “sentía una mezcla de sentimientos, tristeza y preocupación, de lo que fuera a pasarle, porque ya sabes que el mundo no está hecho para las diferencias…sentí frustración de no poder hacer nada, para quitarle esa condición que le va a dificultar muchas cosas”.
De igual forma, Verónica de 53 años, ahora viuda y con un hijo de 16 años diagnosticado con autismo, comenta que al enterarse del diagnóstico sintió un alivio y al mismo tiempo angustia “no pensé tanto en mí, sino en él, qué iba a ser en un futuro, cómo iba a vivir en este mundo, en esta sociedad”.
En ambos casos coinciden que fueron pasando etapas y cuando llegaron a la aceptación “se pusieron manos a la obra” Gabriela comenta “después de la aceptación, viene el empujón, y me dije, vamos a ver cómo le podemos hacer, poniendo toda la carne en el azadón para sacarla adelante, de la mejor manera”, de igual forma, Verónica comenta “yo sabía que requería de mi atención total, y aunque mi esposo también se dedicó a él, realmente somos las mujeres quienes nos volcamos más en este tipo de cosas, hay sus excepciones, pero como cuidadoras casi siempre somos nosotras las que estamos”.
Ellas coinciden en que si bien, al principio no fue fácil, los aprendizajes han sido muchos, Verónica nos comparte los suyos “te enseñan un montón de cosas, que son diferentes, pero son capaces de seguir. El mundo es hostil con todos nosotros, pero más con estos chicos de características diferentes, pero son muy fuertes y a veces tienen una fortaleza que una no tiene”, para Gabriela los aprendizajes que ubica son “la solidaridad con otras madres que pasaban por lo mismo que tú, a no tirar la toalla, aprendí a quererla tal como es, a aceptar las diferencias, a ser más inclusiva, ya lo era, pero cuando te toca vivirlo es diferente”.
Ambas mujeres viven en España, donde la seguridad social les ha permitido contar con programas y becas, aun así, el camino no ha sido fácil. Han logrado en sus entornos, la visibilidad de su hijo e hije, una sensibilización en la perspectiva de los diagnósticos, y sentirse parte de una sociedad que va aprendiendo a vivir en la diferencia, lo cual para las nuevas generaciones será contar con una sociedad menos discriminatoria.
Finalmente, algunas recomendaciones que hacen a otras mujeres que viven lo mismo son:
• Dejarse guiar por los profesionales en lo técnico, la información y el acompañamiento.
• Al inicio buscar varias opiniones para tener un diagnóstico certero.
• Fiarse de su instinto, al detectar ciertos comportamientos y conductas, que son reveladoras, “hay que dejar florecer ese instinto”.
• Tener paciencia y no crearse expectativas.
• Con respecto a la escuela, si tú corazón te dice que no está funcionando búscale otro entorno mejor, no lo pienses mucho, porque puede sufrir bullying.
• De pronto es importante dejar de escuchar todo lo que te dicen, porque todo mundo opina, te aconseja y tú como madre puedes actuar de manera informada porque le conoces mejor.
• Contar con un espacio de acompañamiento para ti como madre.
• No quieras hacer todo sola, ayúdate de tu red familiar y de amigos.
*Columna que comparte con La Cadera de Eva