Se delinea una política exterior feminista en La Haya, México sede en 2024, pero, activistas alertan no se avanza con discursos

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 Dixie Edith/enviada especial

SemMéxico/Semlac, La Haya, Países Bajos, 6 de noviembre .- Comprender la diversidad, sobre todo en las comunidades, es esencial para eliminar estereotipos de género y normas culturales que impiden el pleno ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, coincidieron panelistas y participantes de la Conferencia sobre la configuración de la política exterior feminista, celebrada los días 1 y 2 de noviembre en los Países Bajos.

La pregunta esencial es cómo podemos alterar las normas de desarrollo convencionales, desmantelando el patriarcado e involucrando éticamente a las comunidades como catalizadores del cambio, aseveró Tumie Komanyane, líder de programas en Frontline AIDS, una asociación global de organizaciones que impulsan proyectos comunitarios relacionados con la prevención del VIH/sida en los países en desarrollo.
Para Komanyane, cualquier análisis debe pasar por apurar procesos de apoyo técnico y financiación para formar líderes jóvenes, que sean luego protagonistas de iniciativas efectivas de cambio, construidas sobre bases feministas.

Komanyane moderó la sesión «Hacer el desarrollo de manera diferente: desmantelar las normas de género nocivas para poner fin a las desigualdades de género» que reunió de manera presencial y virtual a activistas por la salud, los derechos sexuales y reproductivos y la prevención del VIH/sida, que trabajan fundamentalmente en el continente africano.

Ante la pregunta ¿qué se debe hacer diferente para eliminar los obstáculos en el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos?, panelistas expusieron ideas y experiencias de sus espacios particulares de actuación que podrían globalizarse a otros países y regiones.


«Para mí, como joven que representa a otros jóvenes y a comunidades lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI+), es realmente una cuestión de si nuestros gobiernos, nuestras sociedades, nuestros espacios públicos realmente entienden esa conversación sobre el acceso y disfrute de derechos sexuales y reproductivos como derechos humanos», reflexionó Natasha Chama, activista de We Belong África, una iniciativa regional apoyada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud).

Nuestro programa está diseñado para ayudar a las entidades estatales del África subsahariana a ser cada vez más responsables, receptivas e inclusivas hacia las personas LGBTI+ y las poblaciones jóvenes, pero muchas veces no hay total comprensión de la vulnerabilidad y diversidad que hay, incluso, al interior de estos grupos, agregó Chama.

Con ella coincidió la filósofa Jacqueline Utamuriza-Nzisabira, asesora regional africana sobre VIH, Género y Protección Social de ONU Mujeres, quien consideró que lo primero es evaluar la diversidad de vulnerabilidades a que se enfrentan estas poblaciones, que no son las mismas ni a nivel de país, ni a nivel de comunidad.

«Hoy estábamos escuchando acerca de las vulnerabilidades de alguien que es niña o mujer en Siria. Las nuestras son diferentes, aunque en ambos lugares tenemos desplazados internos, por ejemplo», reflexionó Utamuriza-Nzisabira.

«Estamos de acuerdo en que lo esencial tiene que ver con la igualdad, con la equidad. Pero ese discurso no significa lo mismo en todos los casos», agregó.

Uno de los elementos de consenso de la sesión de trabajo fue la necesidad de tener en cuenta esta diversidad a la hora de construir políticas que muchas veces se importan de otras realidades o contextos y chocan con las normas socioculturales de los países donde se implementan.

En el marco de la II Conferencia Internacional sobre Política Exterior Feminista, celebrada en La Haya, Países Bajos, el 1 y 2 de noviembre, la delegación de México recibió la sede de su tercera edición, a realizarse en 2024. México fue el primer país del sur global en adoptar una Política Exterior Feminista (PEF) al reconocer la necesidad de acelerar los esfuerzos hacia la igualdad de género.


Panelistas reconocieron también que, en un momento en que existe gran inseguridad en muchos países y un auge de movimientos antiderechos, construir el desarrollo de manera diferente requiere buscar la raíz de las discriminaciones para modificarla y no importar soluciones hechas.

«Nuestros países seguimos siendo el objeto del desarrollo para quienes apoyan económicamente, no el socio de desarrollo y una de las primeras cosas que se necesita es re entender esas dinámicas», dijo a SEMlac Ximena Arguello, consultora e investigadora para América Latina en el Estudio Global sobre el impacto del covid-19 en organizaciones e individuos LGBTQ+.

«Muchas veces las organizaciones terminan apoyando proyectos que no resuenan para nada en los lugares donde realmente está el problema, porque ese problema no se ha comprendido o porque las dinámicas de apoyo al desarrollo tienen que ver también con una competitividad tremenda para el acceso a recursos y, muchas veces, se pierde lo realimente importante», agregó Arguello.


A juicio del panel, un buen camino para el cambio es identificar líderes comunitarios jóvenes, que comprendan la situación e impulsen nuevas soluciones.

«Tenemos que cambiar la conversación de hoy a una donde que tenga en cuenta a las personas LGBTI, a los jóvenes. Porque la narrativa generalizadora que existe nos está limitando en términos de acceso, reconocimiento y visibilidad de esas poblaciones», apuntó Chama.


Estamos en un momento en que se puede abrir otra oportunidad. Podemos tener diferentes etiquetas, programas y políticas, pero nuestro objetivo final debe ser que todas las personas, independientemente de su raza, su género o su cultura, disfruten al máximo de sus derechos humanos, valoró Utamuriza-Nzisabira.

Cooperación: El exceso de burocratismo es un obstáculo para el desarrollo

Superar los modelos de cooperación tradicionales y buscar modalidades de financiamiento más flexibles y eficientes para las organizaciones de la sociedad civil, fueron reclamos de panelistas y participantes de la Conferencia sobre configuración de la política exterior feminista, celebrada esta semana en La Haya, Países Bajos.

«El activismo feminista sigue siendo la forma de trabajo menos reconocida y compensada en la actualidad. Nos encanta glorificar el sufrimiento de las activistas sobre el terreno, sin realmente apoyarlas», dijo Anisha Chungh, directora ejecutiva de Women’s Fund Asia, un fondo con sede en Sri Lanka y Australia que apoya a grupos y colectivos liderados por mujeres, niñas y personas trans e intersexuales, en más de 18 países.

«Cuando hablo de apoyo me refiero a los recursos, a la financiación. Quiero decir que el dinero es un punto crítico», precisó Chugh, una de las mujeres designadas como embajadora de la Conferencia de La Haya.

Para garantizar que se puedan alcanzar los objetivos de la política exterior feminista es necesario un cambio en las modalidades de financiación, coincidieron panelistas durante la sesión de trabajo dedicada al financiamiento de organizaciones de derechos de las mujeres y movimientos feministas.

En ese sentido, Happy Mwende Kinyili, codirectora ejecutiva de Mama Cash, uno de los fondos internacionales más antiguos entre los que canalizan apoyo financiero para la agenda de género, valoró la necesidad de que los bancos y las organizaciones donantes flexibilicen el control sobre los recursos.

Las organizaciones de la sociedad civil, y sobre todo aquellas que promueven los derechos humanos, trabajan bajo fuego, en condiciones muy difíciles y, muchas veces, con riesgo para la vida de las activistas. En ese contexto, el exceso de burocratismo es un serio obstáculo al desarrollo, se reconoció en la Conferencia.

«¿Por qué se exige rendición de cuentas cuando los fondos se destinan a personas negras para sobrevivir, pero no cuando se destinan al ejército y causan daño a estas comunidades?», se preguntó Mwende.

Para ella, un desafío esencial es reflexionar sobre los problemas de confianza y los sesgos profundamente arraigados y colonialistas en los mecanismos de financiación para el desarrollo.


El debate no es nuevo y se ha intensificado con el agravamiento de la situación económica global. En noviembre de 2022, durante la XV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe en Buenos Aires, Argentina, uno de los eventos paralelos abordó precisamente las políticas de cooperación para el desarrollo.

El enfoque feminista cuestiona las estructuras de poder, incluida la del financiamiento y de los programas de cooperación tradicionales para avanzar hacia el logro de los objetivos de la Agenda 2030 y la Agenda Regional de Género, comentó entonces Ana Güezmes, directora de la División de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).


Sin embargo, a nivel global, mujeres, jóvenes y niñas se ven afectadas de forma desproporcionada por las consecuencias directas e indirectas de la crisis prolongada derivada de la pandemia de covid-19 y por el agravamiento de la situación económica y social del mundo, apuntó, por su parte, José Manuel Salazar, secretario ejecutivo de la Cepal.


Un año después, la situación ha cambiado poco. «En casi todo el mundo se está produciendo un incremento significativo de los costos de servicios esenciales como transporte, combustibles, agua… que son empleados, en primer lugar, por las mujeres, por lo que el tema de la financiación al desarrollo ocupa un lugar esencial en la agenda», ratificó Mwende en el encuentro de los Países Bajos.

«Las organizaciones feministas estamos listas para recibir financiamiento y hacerlos funcionar, pero tiene que ser sobre la base de la confianza», insistió.


Una parte de la solución tiene que ver con la manera de medir el cambio que se espera y con entender que la desigualdad de género es estructural, está profundamente arraigada en la cultura y, por tanto, quienes controlan los recursos deben tener una idea más realista de lo que se puede transformar en el corto plazo, trascendió en el encuentro.


Mientras ese cambio llega, para Mónica Alemán, directora del Programa Internacional para el trabajo de Justicia de Género, Racial y Étnica en la Fundación Ford, uno de los principales desafíos es que las organizaciones tengan los recursos necesarios para cumplir los requisitos que demandan los donantes y las legislaciones de los países donde operan.


«Hoy la ley que regula a las ONG dice algo y mañana puede decir otra cosa, y las organizaciones de la sociedad civil están invirtiendo gran cantidad de tiempo y recursos en lograr cumplir con esas normas», explicó a SEMlac.


En su opinión, la Fundación Ford ha hecho dos cosas para apoyarlas en ese camino: flexibilizar el monitoreo de los recursos y que los indicadores del cambio los establezcan las propias organizaciones con las que trabajan.


«Somos mucho más flexibles que otros donantes en lo que significa un indicador de éxito. Más que demostrarnos que cien niñas no salieron embarazadas, aunque claro que eso también es importante, nos interesa el proceso que llevan como organización en busca de disminuir el embarazo adolescente, por poner un ejemplo», detalló Alemán.


«Puede ser que no llegaste a la totalidad del objetivo, pero lograste dar un paso, dos, tres pasos; eso es importante para nosotros», insistió.

Política exterior feminista: sin paz no habrá desarrollo

Escuchar a las organizaciones y activistas que trabajan en el terreno, establecer alianzas en igualdad de condiciones e intervenir en espacios donde persisten poderes consagrados que reproducen el patriarcado estuvieron entre los consensos de la Conferencia sobre la configuración de la política exterior feminista, celebrada en La Haya, Países Bajos, el 1 y 2 de noviembre.


La cita reunió a representantes gubernamentales, de la sociedad civil, movimientos feministas, fundaciones, sector privado y organismos internacionales, para dialogar sobre los avances y retos hacia la consolidación de políticas exteriores feministas como mecanismos para avanzar en la agenda de igualdad de género.

«Para contar con políticas feministas es necesario que los números se conviertan en personas reales», dijo Natalia Karbowska, directora de desarrollo estratégico del Fondo de Mujeres de Ucrania, una de las participantes identificada como embajadora de la Conferencia.

Hay que hacer que las voces de las mujeres se escuchen y empoderarlas; ese empoderamiento se traduce en recursos, en financiación. Y hay que defender las luchas de las mujeres como movimiento político, «porque parece que seguimos pidiendo permiso al patriarcado para avanzar», afirmó Karbowska durante la primera jornada de trabajo.
Hay que escuchar a las mujeres porque ellas saben lo que es mejor y cómo hacerlo; «nada puede hacerse sin nosotras», precisó, por su parte, Laila Ait Baali, directora de la Plataforma Holandesa de Género WO=MEN.

La Conferencia de La Haya estuvo precedida por un segmento ministerial durante la Semana de Alto Nivel del 78º período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, efectuado en septiembre, en Nueva York, que reconoció la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, en toda su diversidad, como esenciales para implementar la Plataforma de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Mujer de Beijing.


Ese encuentro reconoció la necesidad de que los países adopten enfoques feministas, interseccionales y transformadores de género en sus políticas exteriores, en estrecha cooperación con la sociedad civil y los movimientos feministas.

Pero también llamó a promover, proteger y cumplir los derechos humanos, la paz y la seguridad en todo el mundo, en el camino de lograr avances sustantivos en la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible.

En ese camino, en La Haya se abogó por ampliar la red de países que buscan activamente construir una política exterior feminista y se llamó la atención sobre la necesidad de financiación adicional para las organizaciones y movimientos que trabajan por los derechos de las mujeres.


Las activistas y representantes de organizaciones de derechos humanos reunidas en los Países Bajos alertaron acerca de la brecha entre un discurso ambicioso y una implementación fragmentada y contradictoria de la agenda de género.

Es necesario ir más allá de utilizar el feminismo como una simple etiqueta y trabajar para realmente acabar con la desigualdad, alertó Laxman Belbase, codirector de la Alianza MenEngage.
Urge establecer alianzas partiendo de la base de que la igualdad es aplicable a todas y todos. Para hacer avanzar la agenda, hay que poner en práctica lo que se predica, agregó Belbase.
Diseñar políticas exteriores feministas supone múltiples retos, entre los cuales se encuentra un escenario internacional definido cada vez más por concepciones tradicionales de la seguridad o del interés nacional, que influyen en las prioridades y decisiones de la acción exterior de los Estados.

Sin paz y seguridad no habrá desarrollo

La primera sesión plenaria de la cita de La Haya, dedicada a las mujeres, la paz y la seguridad, abordó los principales impactos de conflictos armados sobre la vida y el empoderamiento de las mujeres.
Sin embargo, durante las dos jornadas de la cita, el llamamiento a un cese al fuego incondicional en Palestina y a parar las represalias contra civiles, mujeres y niños fue tema recurrente por parte de panelistas y participantes.

«Tengo mucho miedo de que se esté asesinando civiles en Palestina, bajo el pretexto de la autodefensa. Tenemos que volver a las causas principales de ese conflicto, que no es de ahora. La crisis en Gaza no es humanitaria solamente, es política. Queremos justicia; solo justicia», dijo visiblemente emocionada la doctora María Al-Abdeh, directora ejecutiva de Women Now For Development, la mayor organización siria de derechos de las mujeres.

Al-Abdeh llamó también a visibilizar la voz de las mujeres en los conflictos y a denunciar con fuerza sus impactos y la violencia que de ellos se deriva.
La agenda de paz y seguridad es muy frágil actualmente y se necesita voluntad política para impulsarla, coincidieron panelistas y participantes.

Hacen falta mecanismos de seguimiento y una evaluación de riesgo que tenga en cuenta a las mujeres no sólo como víctimas, sino también como parte de la solución, como actoras claves del cambio, valoró, por su parte, Madina Mahboobi, directora ejecutiva de Vision Development, una organización con sede en Kabul que promueve la educación de las niñas, el empoderamiento de las mujeres, el desarrollo económico y los derechos humanos en Afganistán.

*dixiedith@gmail.com

El Dato

México será sede de la III Conferencia Internacional sobre Política Exterior Feminista 2024.La Conferencia de La Haya estuvo precedida por el segmento ministerial efectuado el 20 de septiembre pasado en Nueva York, en el contexto de la semana de alto nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el que la secretaria de Relaciones Exteriores, Alicia Bárcena Ibarra, se refirió a la prioridad que otorga a la implementación efectiva de una Política Exterior Feminista como un instrumento transformador para la igualdad. La celebración de la próxima Conferencia sobre Política Exterior Feminista se llevará a cabo a la luz del compromiso renovado con una PEF que fortalezca un enfoque transversal para su ejecución en todas las políticas y aspectos de la diplomacia mexicana.

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