- Las víctimas de violación tardan en reconstruirse, en recuperar su autoestima
- El síndrome de indefensión aprendida naturaliza socialmente los abusos
Soledad Jarquín Edgar
SemMéxico, Cd. de México, 23 de febrero, 2021.- ¿Por qué tardan tanto en denunciar las víctimas de violencia sexual? Pregunta con un dejo de incredulidad un entrevistador en su programa. La respuesta, para las especialistas, está directamente relacionada con el síndrome de indefensión aprendida, con la respuesta estigmatizante de la sociedad, con el impacto de un trauma brutal no sólo sexual, físico sino también psico-ecomocional del que es difícil reconstruirse y como sociedad la tarea es poner a las víctimas en el centro de todo.
La violación sexual es un hecho invasivo, traumático y complejo en la vida de las mujeres, que muchas personas no entienden, dice la psicoterapeuta con experiencia en atención a víctimas de violencia de género, Beatriz Ramírez Caballero. A su vez Ita Bico Cruz López, de la Defensoría de Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca, explica que restaurar la dignidad de las mujeres pasa por dar una vuelta de tuerca a la estigmatización que sobre la violencia sexual sigue existiendo en la sociedad patriarcal.
Beatriz Ramírez Caballero señala que las víctimas desarrollan el síndrome de indefensión aprendida, es decir, “hagan lo que hagan no pasa nada”, porque el agresor tiene el control y el poder, y va a ejercer el poder en contra de la víctima, se naturaliza el abuso.
Por ejemplo, cita el caso de las mujeres que viven violencia sexual por parte de sus parejas. Ellas se esforzarán por evitar la violencia (cocinarán mejor, limpiarán bien la casa, evitarán engordar…), pero evitar la violencia no depende de lo que ellas hagan, digan o sientan, la violencia es responsabilidad del agresor.
El síndrome nos muestra que aprenden a no defenderse, creen que no tiene sentido, idea que se acrecienta cuando el victimario es una persona con algún tipo de poder, más allá del hecho de ser hombre.
Por otro lado, las víctimas de violencia sexual y/o violación sexual se enfrentan al estrés postraumático por la violencia física y sexual, pero también enfrentan una serie de frases –insultos y amenazas- además de actitudes que demeritan su autoestima, es violencia que merma sus capacidades.
Esta violencia, explica Ramírez Caballero, hace “un trabajo de gota sobre la piedra” generando incertidumbre respecto al futuro de las víctimas, estrés, cansancio, falta o exceso de apetito, depresión, lo mismo que el sueño que puede ser excesivo o falta de éste… frente todo ello, las mujeres consideran que no vale la pena hacer nada, que van a fracasar en sus denuncias y, si a eso se le agrega que muchas veces las autoridades ponen en duda su credibilidad, pasas de víctima a delincuente.
Explicó que esas son las razones por las que muchas mujeres callan, en otras ocasiones hablan 20 años después. Algunas reaccionan cuando sus victimarios, esposos o familiares cercanos, atentan contra sus hijas lo que puede suceder muchos años después.
Una vuelta de tuerca
A su vez, Ita Bico Cruz López, defensora especializada en Equidad de Género y Atención a Mujeres Víctimas de Violencia de la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO), señala que las mujeres se enfrentan a un hecho traumático que invade su esfera psicosexual de forma violenta, por lo que las víctimas tardan en reconfigurar su espacio.
Las teóricas feministas, cita, han nombrado esta violencia como pedagogía de la violencia que nos enseña al resto de las mujeres que hechos como ese nos pueden pasar y “hay una carga sobre la vulneración del cuerpo de las mujeres” y cuando el agresor es un hombre público con poder las mujeres enfrentan un temor exacerbado.
Sin embargo, plantea Cruz López es tiempo de dar una vuelta de tuerca al contexto social que envuelve la violencia sexual para poner en el centro a las víctimas, no solo para resarcir derechos sino ponerla en el centro como persona, en su dignidad.
Las víctimas son vulnerables, muchas veces han sido amenazadas, el victimario conoce a su familia, el temor para ellas es extremo, aunado a ello, hay culpa porque también se les ha culpabilizado por no detener al agresor, por vestirse de una determinada forma, por andar en lugares determinados a horas “no propias”, por eso no salen y lo dicen de manera inmediata, por eso no denuncian.
Hay en la sociedad una cultura patriarcal que estigmatiza a las mujeres, se les cuestiona su dignidad, su credibilidad, se les humilla y todo eso contribuye y aumenta el temor de la denuncia, donde recordó ellas inician un largo camino que muchas veces comienza cuando las víctimas han restituido su espacio, su salud.
La agresión sexual es un hecho traumático que impacta la vida de las víctimas que deben pasar por un proceso restaurador de su salud y de su confianza, “si no creemos en las víctimas en quienes vamos a creer”, dice la psicóloga, que sostiene que como sociedad debemos restituirla su dignidad a esas mujeres.
Datos:
Síndrome de indefensión aprendida un síntoma psíquico y emocional que se presenta en quienes, sometidos reiteradamente a situaciones abusivas o agresivas, adquieren la sensación de que no hay defensa posible y se someten dócil y mansamente a la repetición del maltrato.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos considera que la violación sexual puede constituir tortura…tiene consecuencias físicas, emocionales y psicológicas devastadoras…