Trabajo doméstico infantil en comunidades indígenas es violencia contra las niñas

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Elda Montiel

SemMéxico, Ciudad de México, 16 de junio 2022.- Un estudio sobre trabajo doméstico infantil en comunidades indígenas destacó los testimonios de niñas de preescolar y primaria en el municipio de Acaxochitlán, Hidalgo, que reafirma que las niñas indígenas viven condiciones de desigualdad y violencia donde tienen que compaginar labores domésticas con tareas escolares y subordinación a los varones, incluso a los hermanos pequeños que aprenden a exigir y a violentar.

“De repente mi hermano cuando llega de la escuela dice: ay, dame de comer, si no te pego, cuando no lo obedezco me pega”. (niña de primaria en Santiago Tepepa).

La doctora Rosa Elena Durán González especialista en educación, derechos humanos y comunidades indígenas señaló que en el estudio se identificaron tres tipos de violencias recurrentes y relacionadas entre sí: trabajo doméstico infantil, violencia física y psicológica, en la familia, escuela y comunidad.

Afirmó que el trabajo infantil doméstico de las niñas en comunidades indígenas es un problema social, cultural, económico y político, porque no se visibiliza. Su permisividad y naturaleza impide el derecho a toda niña de la comunidad al descanso, juego, estudio, esparcimiento y libre participación en la vida cultura.

Día Mundial contra trabajo infantil

La doctora egresada de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo e investigadora nivel 1 del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y miembro activo de cinco redes de trabajos comunitarios indígenas presento la conferencia “El trabajo doméstico es trabajo infantil: situación de niñas en comunidades indígenas”, en conmemoración del Dia Mundial contra el trabajo infantil, en el Museo de la Mujer, el pasado 12 de junio.

Este año, a nivel mundial, se hizo un llamado a la protección social universal para poner fin al trabajo infantil. Se estima que en el mundo hay 160 millones de niñas y niños en situación de trabajo infantil, lo que representa uno de cada diez. Algunos de ellos con tan solo cinco años de edad.

En México, el trabajo infantil está prohibido, las leyes son claras y contundentes. La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en el artículo 123 A-III (2019) menciona la prohibición de trabajo a menos de 15 años.  y solo para niñas y niños entre 16 a 18 años pueden laborar en jornadas menor a seis horas.

Sin embargo, a nivel nacional son 3.3 millones de niñas y niños que trabajan, de los cuales, 1.3 millones son niñas y dos millones son niños, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI, 2019) del INEGI. La mayor tasa infantil se concentra en Oaxaca, Chiapas y Puebla.

En este sentido, Rosa Elena Durán González delimitó la situación de las niñas en condiciones de trabajo infantil a nivel nacional: de los 1.3 millones de niñas de 5 a 17 años que trabajan, 496 mil 25 niñas están en riesgo de salud. Sólo en quehaceres domésticos en condiciones no adecuadas se encuentran 69 mil 115 niñas.

En ocupación no permitida y en quehaceres domésticas en condiciones no adecuadas hay 86 mil 51 niñas. De un millón 272 mil 191 niñas que trabajan y acuden a la escuela 130 mil 404 de entre 5 y 9 años. 476 mil 678 niñas tienen entre 10 y 14 años. Y 665 mil109 niñas tienen de entre 15 y 17 años. Solo 952 mil 38 asisten a la escuela y 320 mil 153 no.

Las niñas que no asisten a la escuela por trabajo son 45 mil 171 y por realizar quehaceres domésticos en su hogar, 71 mil 28. También, no asisten por otras razones, como inseguridad, discriminación y distancia de la escuela 36 mil 25 niñas. Por falta de recursos económicos 130 mil 743. Por embarazo, matrimonio o unión y motivos familiares: 122 mil 938 niñas de entre 5 y 17 años.

Por trabajo doméstico remunerado 58 por ciento recibe hasta un salario mínimo, 38 por ciento más de uno hasta dos salarios mínimos, y  cuatro por ciento más de dos hasta tres salarios mínimos.

Trabajo infantil en comunidades indígenas

Hablar de trabajo infantil en comunidades indígena es sinónimo de supervivencia económica en contextos familiares, donde la prioridad es la subsistencia familia que es permitida por los ingresos precarios, es un trabajo informal, expone la doctora Rosa Elena Durán González.

Vemos, dijo, que las niñas están en situación de migración. Migran a la ciudad al trabajo doméstico con familias receptoras, el padre administra el dinero y regresan al pueblo en periodos de vacaciones o en fiestas patronales. Se vulnera su derecho a educación y salud. “Las niñas son extremadamente vulnerables podemos decir que es una migración coercitiva y violenta, ya que a las sustraen del núcleo familiar y comunitario”.

El trabajo doméstico infantil es un problema político, económico y social

El trabajo doméstico infantil es un problema político porque no se visibiliza, es económico porque es un trabajo no remunerado, es cultural porque se reproduce a través de roles, y es social porque se naturaliza. Esto permite que se violenten el derechos al descanso, estudio, participación en la vida pública, afirmó la doctora .

En las dinámicas familiares en el contexto rural las niñas están en mayor vulnerabilidad por ser receptoras pasivas de la violencia y omisiones de sus derechos, precisó la especialista. En la línea hegemónica familiar rural e indígena, la atención está centrada en el varón, en su papel de proveedor, después en los niños y por última instancia están las niñas.

La infancia tiene dos rostros: los derechos a una crianza afectiva, necesidades subsistencia, alimentación, vivienda, educación afectiva emocionales, y el de la desigualdad, supeditado a condiciones socioeconómicas, clase, etnia, género, de acuerdo a UNICEF, 2018.

La violencia va con el trabajo doméstico

La violencia física prevalece en el entorno familiar y principalmente deriva de los conflictos entre los padres, donde se hace patente la dominación del hombre contra las mujeres, a través de insultos, gritos y golpes; violencia que se encuentra normalizada.

Las niñas dieron testimonio de la violencia doméstica donde se hace patente la dominación del hombre hacia la mujer, a los niños desde los más pequeños aprenden a exigir y a violentar.

Hay privilegios para los varones para que estudien y realicen tareas escolares. Existe una marcada subordinación de las personas del sexo femenino a los varones; no solamente el padre aparece como figura de autoridad ante la esposa e hijos. A los hermanos varones también se les da la facultad para ordenar y solicitar servicios a sus hermanas o sobrinas.

“Cuando no está mi mama y mi tío llega de trabajar le preparo de comer para que coma y luego ya me voy a la escuela”. (Niña de primaria, San Mateo, 2017).

El trabajo doméstico es trabajo infantil

La doctora explicó que el estudio se realizó en cinco comunidades:  San Pedro Tlalchichilco, cabecera municipal; San Mateo Reyes; Santa Ana Tzacuala y Santiago Tepepa de Hidalgo, con el apoyo de la presidencia municipal de Acaxochitlán, y la Instancia de la Mujer Acaxochitlán que financio el proyecto.

Con un enfoque en los derechos humanos, a la educación, salud y a una vida libre de violencia -señaló la investigadora- se utilizó una metodología diversificada por los diversos rangos de edad de las niñas, en el que se cuidó la identidad de las niñas y el respeto a su privacidad y confidencialidad.

Con asistencia de madres de familias se eligió la escuela, en cada comunidad, como espacio con grupos focales en “primaria alta”, niñas de cuarto a sexto grado y de “primaria baja” de primero a tercero, y para niñas en preescolares con técnicas proyectivas con láminas y asistente de lengua indígena de la comunidad.

La condición socioeconómica de las niñas es de pobreza, aunque no extrema, hablantes de lengua indígena, se pudo identificar que 19 por ciento de las niñas de preescolar hablaban lengua náhuatl y en primaria era el 58 por ciento de las niñas de primaria que hablaban náhuatl.

El reporte de Beijing, capitulo La niña, establece: Las niñas suelen ser consideradas inferiores y se les enseña ponerse siempre en último lugar, con lo que se les quita su propia dignidad. En los estudios feministas el trabajo doméstico y de cuidados se visibiliza como gratuito y en las niñas es considerado trabajo infantil.

Las niñas afirman que su rutina está determinada por las actividades del hogar. En caso de no cumplir con ello, son regañadas o golpeadas por sus familiares. El sometimiento y dominación de las niñas es ejercida por la madre, tías y hermanas y también por la dominación de los hombres en la escala más alta: el padre, los hermanos, los tíos, incluso los hermanos más pequeños ejercen esta dominación. 

En el entorno familiar hay elementos particulares que visibiliza roles y estereotipos de género que se reproducen en la casa de manera reiterada. Las niñas reconocen que son actividades injustas que ellas sean más pequeñas y tienen la responsabilidad de atender.

Refieren: “Las niñas se pusieron a trabajar y los niños se quedaron en sus sillas viendo la tele. Cuando se levantan dicen que aún tienen hambre y las niñas están dándoles de comer a los caballos, pollitos, chivos, borregos y cochinitos” (Santiago de Tepepa).

(Suspiro largo) “La niña está poniendo la lumbre para comer” (Los Reyes).

“La van a regañar y le van a pegar porque no quiere poner la lumbre. Chilla, chilla y come, su papá la regaña porque comió (…) se sienten mal porque les pegan, no juegan con nosotras”. (San Mateo).

“ (…) todos los quehaceres, lavar los trastes, lavo la ropa. Yo también lavo. Tender las camas. Barrer. Yo lavo la ropa de mi papa nómas, los pantalones les echo jabón, los tallo, los enjuago y ya los tiendo. (Santa Ana Tzacuala).

“…yo acomodo la ropa cuando la dejan tirada, parecemos sus chachas, tengo un hermanito que deja tirados sus carros, su balón, sus zapatos tirados. (San Mateo).

Casi todas las niñas con excepción de dos, afirmaron que realizan labores domésticas, cuidado de los hermanos e incluso asistir a la madre enferma.

Una mínima luz de esperanza, el cambio de roles

La doctora Rosa Elena Duran González reflexiono que se pudo identificar, “aunque mínimamente y es una luz de esperanza”, un cambio paulatino de roles en que las niñas expresaron que todos los integrantes, incluidos los papas y los hermanos apoyan con las actividades domésticas y se da la distribución equitativa de las actividades en casa.

Se permite una democratización del trabajo doméstico, ya que se correlaciona con el cambio de roles de las mujeres hacia la participación en el ámbito público, es decir, su inserción al campo laboral de acuerdo a las  teoricas, según expuso la doctora Durán González. “De forma muy paulatina, pero se está dando el cambio”, dijo.

“Mi mama reparte el quehacer, dice tu lava los trastes y tú la ropa, y la otra cuando termine de barrer, escombra abajo. (cabecera municipal de Acaxochistlan, 20

La investigadora aseguró que las niñas tienen en sus madres y abuelas a sus principales y más cercanas cuidadoras, quienes deberían además de enseñarles la realización de los trabajos domésticos cuidarlas en su igualdad de derechos, no obstante, la condición desigual en su condición de madres, esposas o abuelas.

Lo que permite reflexionar que son las madres las que pueden posibilitar ese cambio. Tienen la posibilidad de generar ese cambio que haya una distribución equitativa del trabajo doméstico y también pueden cuidar para una distribución de los espacios de juego y ejercicio de los derechos de las niñas y niños.

La doctora consideró que la situación puede transformarse a través de las redes comunitarias en articulación con la academia, sector social, el Sistema Nacional, de Protección de Niñas y Niños y Adolescentes (SIPINNA).

Finalmente, dijo la doctora Rosa Elena Durán González que “Cargar a las niñas de trabajo doméstico y de cuidado es como robarles su infancia y su proyecto de vida”.

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