Alma Vidrio
SemMéxico/LaCostillaRota, Ciudad de México, 17 de septiembre, 2022.-A lo largo de la Historia la mujer ha sido considerada un accesorio y un actor secundario, y los siglos XVIII y XIX no fueron la excepción.
En la Nueva España, los criollos de alcurnia y recursos económicos y propiedades eran quienes sobresalían en la sociedad novohispana. Siempre se habla del padre y de los próceres de la patria y a ellos se les reconoce que su carácter, trabajo, ideología y sacrificio lograron que independencia de la Nueva España de la Corona Española.
Sin embargo, es probable que la emancipación hubiera tomado varios años más si no se hubiera tenido el apoyo mujeres indígenas, mestizas, criolla que, de acuerdo con sus posibilidades, participaron en la guerra de Independencia como, espías, propagandistas, estrategas, enfermeras, cocineras, en trabajos de logística, dirigentes de grupos armados y, además, aportaron dinero de sus fortunas heredadas.
En los primeros años de la escuela primaria, nos enseñan que la mujer más relevante de la Guerra de Independencia fue Josefa Ortiz de Domínguez. No obstante, hubo otras heroínas que protagonizaron el movimiento armado y tuvieron una actuación muy destacada, que aceptaron participar y apoyar ya fuera por necesidad, convicción, amor y/o comprensión del significado y la importancia de la emancipación de España.
A continuación, se presentan algunos pasajes de la vida de tres de Heroínas que no son muy conocidos, pero nos ayudan a entender la razón de su proceder a apoyar la guerra de Independencia y demostrar su inteligencia, valor, compromiso y valentía; las generaciones que las hemos precedidos debemos sentirnos orgullosas de ellas y seguir su ejemplo para ocupar el lugar que nos corresponde en todos los ámbitos de la sociedad de nuestro país.
María (¿de la Natividad?) Crescencia Josefa Ortiz Girón
Josefa nació en Valladolid, la actual ciudad de Morelia, en 1768. Era morisca porque hija de una mulata y de un capitán español del ejército de clase alta, por lo padeció de discriminación y racismo. Quedó huérfana muy joven, así que su hermana María la inscribió en el Colegio de San Ignacio de Loyola donde aprendió a leer, escribir y nociones básicas de matemáticas, además de bordar, coser y cocinar, que era lo que se consideraba debía aprender una señorita de su clase social. El Colegio estaba fuera del control del clero y sus enseñanzas, de manera que la educación que impartía difundía las ideas de la Ilustración que llegaban de Europa.
Josefa tenía 17 años cuando conoció a Miguel Domínguez, uno de los benefactores del Colegio y futuro Corregidor de Querétaro, que tenía una esposa enferma y dos hijas. La relación entre Josefa y Miguel se hizo tan cercana que, en cuanto él enviudó, se casaron a escondidas porque ya tenían una hija de un año y ella tenía 8 meses de embarazo de su segundo hijo; ella tenía 21 años, él 43 y tuvieron un total de 14 hijos.
Ya en Querétaro, Josefa organizaba y atendía las tertulias literarias que se hacían en su casa, como le correspondían como esposa del Corregidor, donde conoció y se relacionó con militares, políticos, abogados, sacerdotes, artistas e intelectuales que habían adoptado las ideas y valores de la Ilustración provenientes de Europa y de la Revolución Francesa.
Fue en esas reuniones donde conoció al capitán Ignacio María José de Allende y Uznaga, criollo de buena familia, militar de carrera, hábil en la caballería, el toreo y la charrería, que había enviudado y tenía varios hijos fuera del matrimonio.
Muy pronto se comenzaron a entender muy bien y, con el pretexto de pretender a la hija quinceañera, Ignacio tenía libre acceso a la casa de los Domínguez. La gente de los alrededores se dio cuenta de las constantes visitas de Ignacio y las “malas lenguas” le avisaron a Miguel lo que estaba ocurriendo en su casa y, cuando se hartó del escándalo y burlas, encerró a Josefa en una habitación de la casa.
Cuando la Corregidora se enteró que los realistas habían descubierto la conspiración, golpeó el piso y la pared del cuarto donde estaba para llamar la atención de Ignacio Pérez –el Jinete de la Conjura-, que la estaba custodiando y era el alcaide de la cárcel real de la ciudad, para entregarle un mensaje a Ignacio donde le avisaba que las autoridades los buscaban a él, a Miguel Hidalgo y a los insurgentes. En ese momento, Josefa se convirtió en Heroína de la guerra de Independencia; pero su urgencia por avisar a los insurgentes no fue sólo para evitar que se frustrara el movimiento armado, sino también por el temor de que Ignacio fuera aprehendido y fusilado. En septiembre de 1810, Josefa tenía tres meses de embarazo.
Las autoridades detuvieron a los Domínguez bajo sospecha de apoyar a la insurgencia. A la Corregidora la encerraron en el Convento de Santa Clara, en Querétaro, donde años después vivió una monja que fue hija de Ignacio, pero jamás se dio a conocer quien fue su madre.
María Manuela Antonia Basilia Rojas Taboada Camargo
Manuela nació en 1786 en Comonfort, Guanajuato. Su familia era adinerada que tenía buenas relaciones con los gobernantes del virreinato de la Nueva España. Fue la esposa de Mariano Abasolo, que también provenía de una familia de hacendados y de buena posición social, y fue uno de los generales del cura Hidalgo.
Manuela pasó a la Historia por haber acompañado a su marido durante la guerra y, además, cuando éste fue capturado, fue a la comandancia de las Provincias Internas para rogar clemenciación el argumento de que su esposo había salvado la vida de todos los españoles que pudo, cuando la orden de Hidalgo era la de apresarlos y asesinarlos.
Manuela fue una mujer valiente que hizo lo que nadie atrevió: cuestionar y enfrentar a Hidalgo por faltar haberle mentido; primero porque ella le dio su fortuna con tal de que no se llevara a Mariano a pelear contra las tropas de Calleja y el cura no cumplió; pero también porque le había prometido que se intentaría una independencia pacífica y, por el contrario, el movimiento se había tornado sangriento por instrucciones del mismo Don Miguel, que dio la orden de apresar y asesinar a todos los españoles que se encontraran y apropiarse de sus bienes inmuebles y económicos.
Allende le confió a los Abasolo su intención para envenenar a Hidalgo porque su autoritarismo y crueldad estaban arrastrándola causa independentista al desastre; Manuela inmediatamente ofreció ayudar. El plan se llevaría a cabo mientras siguieran en Guadalajara, donde estaban después de haber derrotado algunas tropas realistas. No obstante, no pudieron concretarlo porque sus espías les avisaron que el ejército de Calleja ya estaba en San Juan de los Lagos, así que tuvieron que huir.
Semanas después, cuando Allende ya le había quitado a Don Miguel el control de lo que quedaba del ejército independentista y estaban cerca de Baján, Chihuahua, Manuela, a quien el cura evitaba desde que la había traicionado, le avisó que acababa de enterarse que las topas de Calleja los emboscarían al día siguiente, pero él no quiso escucharla. Ella se puso furiosa y fue entonces que lo confrontó para hacerlo responsable de todos los españoles inocentes que había mandado asesinar al poco tiempo de haber iniciado la independencia; por haber mandado a miles de indígenas a morir porque no permitió que se les enseñara ningún tipo de disciplina; por haber huido a Aguascalientes y abandonar a Allende y a su esposo en Guanajuato peleando con el ejército de Calleja; por nombrarse “alteza serenísima”, lo que mostraba que en realidad era un hombre soberbio, vanidoso y cobarde que había denigrado y humillado a todos a su alrededor.
Al día siguiente Calleja capturó a los caudillos insurgentes Hidalgo, Allende, Abasolo, Aldama, Jiménez y a quienes los acompañaban.
Manuela intercedió para que Mariano fuera perdonado, así que su castigo fue el exilio y en 1815 fue enviado a España. Ella le dio al capitán del barco las joyas que le quedaban para que la dejara acompañarlo, quien murió en Cádiz en 1816. Después de enterrarlo, por un tiempo pidió limosna para poder regresar a México.
Nuestra Heroína murió en San Miguel de Allende en 1845.
María Ignacia Javiera Rafaela Agustina Feliciana Rodríguez de Velasco de Osorio Barda y Bello Pereyra
Ignacia, que pasó a la Historia como “La Güera Rodríguez”, nació en la Ciudad de México en 1778. Sus padres eran criollos que habían acumulado una gran fortuna y tenían varias haciendas, así que era parte de la aristocracia de la Nueva España.
El escritor Guillermo Barba describió a La Güera como tres mujeres en una: era María Ignacia Rodríguez de Velasco, la gran dama de alcurnia que se codeaba con marqueses, condes y virreyes; era La Güera, de la que hablaba todo el mundo, de sus amantes y acciones; y era María, nombre con el que formaba sus documentos secretos.
No se apegaba a las costumbres de la época porque su inteligencia, belleza y fortaleza de carácter rompían con el estereotipo de la mujer novohispana. No existen pinturas de ella, pero se cree el escultor Manuel Tolsá se inspiró en su rostro para esculpir “la Dolorosa”, la escultura de la virgen que se encuentra en el templo católico de La Profesa, del Centro Histórico de la Ciudad de México.
Relatos de la época la describen como una mujer alegre, simpática y que siempre estaba en reuniones con personas prominentes de la sociedad; se le consideraba “seductora” por estar cerca del mundo de los hombres, y “frívola” por la creencia de que seducía a insurgentes, virreyes y a personajes famosos que llegaran a la ciudad.
En 1792 se casó con un militar con quien tuvo cuatro hijos, de quien consiguió separarse después de denunciarlo por intento de asesinato; su marido dijo que ella había cometido adulterio con tres curas, entre los que estaban su compadre, el sacerdote José Mariano Beristaín. Ignacia se casó dos veces más y tuvo un quinto hijo.
En 1809 se dio el primer escándalo de La Güera cuando denunció que había un complot de “europeos” (españoles) que querían envenenar al virrey Francisco Javier Lizama y Beaumont, lo que le salvó la vida. El segundo escándalo fue en 1811, cuando el inquisidor Juan Sáenz de Mañozca la denunció por adulterio y alterar el orden público para favorecer a los insurgentes; en su defensa, ella lo acusó de tener doble moral y de ser homosexual. Como castigo por este caso, el virrey la mandó exilar a Querétaro, pero regresó a la Ciudad de México poco tiempo después.
Después de todos los relatos y la información que se han reunido sobre ella, bien podría decirse que Ignacia es la Madre de la Patria ya que su apoyo en todos los aspectos, incluyendo el económico, fue fundamental para poder continuar con la guerra contra los realistas.
En 1810, Juan Garrido, un tambor mayor del ejército y espía, acusó la acusó de “dar dinero para la revolución” que encabezaba Miguel Hidalgo. Además, durante la guerra permitió que sus propiedades se usaran como escondites para quien lo necesitara, y también para que se guardara armamento. No se sabe si al inicio del conflicto su apoyo a la insurgencia era sincero, o si lo hizo porque los rebeldes ya estaban en algunas de sus haciendas. Lo que es un hecho es que, a partir de 1811, apoyó con todas sus fuerzas la causa independentista y, en muchos casos, hizo de espía.
Ignacia tuvo tres relaciones que sobresalieron: A los 16 años conoció al naturalista alemán, el barón Alexander von Humboldt, con quien tuvo una amistad que duró varios años. Se dice que tuvieron una relación amorosa, pero la correspondencia entre el él y varias de sus amistades revela que el alemán era homosexual.
La segunda fue con Simón Bolívar; cuando se conocieron ella tenía 20 años y él 16. Simón estudió en España cuando las ideas de la Ilustración y la revolución francesa ya se habían esparcido por todo el continente, así que es probable que haya influido en la ideología liberal y de libertad de La Güera. Tuvieron una aventura que duró la semana y media que el venezolano estuvo de paso en la Ciudad de México y, después de que partió a Caracas, jamás se volvieron a ver.
La tercera fue con Agustín de Iturbide, con quien tuvo una relación amorosa que duró varios años. Se cree que fue ella quien lo persuadió para que se convirtiera en el libertador del futuro nuevo país, y que además lo ayudó en la redacción del “Plan de Iguala”, el antecedente para consumar la independencia. Sin embargo, esta relación acabó mal porque Iturbide cortejó a su hija Antonia, pero también porque cuando se sintió traicionada cuando se nombró Agustín I e instauró el Imperio Mexicano en lugar de la república por la que se había luchado durante 10 años.
Los relatos sobre la entrada triunfal del Ejército Trigarante a la ciudad de México, cuentan que “En un acto arrojado de amor, Agustín de Iturbide desvió la ruta prevista para pasar frente al balcón donde La Güera Rodríguez, m{as bella que nunca, lo esperaba, Iturbide detuvo la marcha en la esquina de las calles de Plateros (ahora Madero) y el Corredor de Regina (ahora Isabel la Católica), se quitó el sombrero, le entregó una rosa y dedicó su honor en ese momento inolvidable de la Historia de México”.
Al final de su vida es posible que Ignacia estuviera inválida porque su en certificado de defunción se establece que estaba “paralítica”. Falleció en 1850 en la Ciudad de México y sobrevivió a sus padres, sus dos hermanas, dos maridos y cinco de sus siete hijos.
Otras mujeres inteligentes y valientes que participaron en la gesta independentista son:
Altagracia Mercado, la” Heroína de Huichapan”, que financió la creación de un batallón que ella misma dirigió y venció al ejército realista en diversas ocasiones.
Manuela Medina, indígena que viajó 482 km para conocer a Morelos, formó un batallón para combatir al lado del Generalísimo e hizo habló con todos quienes estaban a su alrededor para convencerlos de romper con el sometimiento de varios siglos.
María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador es considerada la primera periodista de México y estuvo presente en las batallas que pudo para documentar todo lo que acontecía. Fue esposa de Andrés Quintana Roo.
Dos frases distinguen a esta gran mujer. La primera “No sólo el amor es el móvil de las acciones de las mujeres”. La segunda “Y en este punto he obrado con total independencia y sin atender que las opiniones que han tenido las personas que he estimado”.
María Gertrudis Teodora Bocanegra Lazo Mendoza, la “Heroína de Pátzcuaro”, apoyó al movimiento con sus ideas liberales aprendidas de la Ilustración, y con recursos económicos. Cuando los realistas la capturaron, la interrogaron y torturaron; para que delatara a los independentistas que conocía, pero no lo hizo y, por ello, fue fusilada en Pátzcuaro en 1817.
Mariana Rodríguez del Toro Lazarín organizó el primer grupo que conspiró contra el gobierno en cuanto se enteró que Hidalgo había sido detenido en Chihuahua, e ideó un plan para aprehender al virrey Francisco Javier Lizama y Beaumont. Un conocido la delató y estuvo presa casi 10 años; falleció en 1821, debido a encarcelamiento prolongado.
María Luisa Martínez de García Rojas ayudó a los insurgentes en Michoacán, su estado natal, con alimentos, insumos de todo tipo y también fungió como espía para darle a los independentistas toda la información que consiguiera. La detuvieron en tres ocasiones hasta fue fusilada en 1817.
Antes de morir dijo lo siguiente: “¿Por qué tan obstinada persecución contra mí? Tengo derecho a hacer cuanto pueda en favor de mi patria, porque soy mexicana. No creo cometer ninguna falta con mi conducta, sino cumplir con mi deber”.
Las Mujeres de Pénjamo fueron un grupo de mujeres que mandó detener Agustín de Iturbide en noviembre de 1814. Se les acusó realizar actividades rebeldes y apoyar la guerra de independencia. Ellas fueron María Regina Barrón, Casilda Rico, María Josefa, Rico, María de Jesús López, Rafaela González, María Manuela Suastro, Petra Arellano, Manuela Gutiérrez, Luisa Lozano, Francisca Uribe y María Bribiesca.
Fuentes:
• “Además de las famosas, la independencia de México la hicieron muchas otras mujeres” por Michel Olguín Lacunza para UNAM Global, 7 de septiembre de 2021.
• “Josefa Ortiz de Domínguez Heroína del Movimiento de Independencia de México” por Laureana Wrightt de Keinhans para Noticias de la CNDH México.
• “Amores Mexicanos” de José Manuel Villalpando, Editorial Planeta, 1998.
• “Ignacio Allende, capitán orgullosamente leal a sus ideales…”. Blog de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
• “La Insurrecta” de Guillermo Barba, Editorial Planeta/Martínez Roca, 2020.
• Félix Calleja informa de la captura de caudillos insurgentes” de Doralicia Carmona para Memoria Política de México, 8 de abril de 2022.
• “La Conspiradora” de Guillermo Barba, Editorial Planeta, 2019.
• “La Güera Rodríguez, ¿la mujer que independizó México?”, México Desconocido / Historia
• “Todo es historia/La Güera Rodríguez” por Humberto López-Torres para El Sol de Tlaxcala, 27 de octubre de 2019.
• “¿Alexander von Humboldt, gay?” Por Florence Thomas para El Tiempo, 21 de junio de 2011.
• “Conversación sobre la Güera Rodríguez, en Vindictas”, UNAM Global, 7 de agosto de 2021.
• “Septiembre: consumación de la Independencia”, El Colegio de Puebla.
• “La Güera Rodríguez: la construcción de una leyenda” por Silvia Marina Arrom para SciElo, Historia mexicana, octubre/diciembre 2019.
• “Entre hombres te veas: las mujeres de Pénjamo y la revolución de Independencia” por María José Garrido Asperó para el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, 2003.
• “Participaron indígenas, criollas, mestizas; cada una lo hizo de acuerdo a sus posibilidades” por Michel Olguín Lacuzna para UNAM Global, 7 de septiembre de 2021.
• “No sólo fueron Josefa Ortiz y Leona Vicario: ellas también tuvieron un rol destacado en la Independencia”, El Financiero Bloomberg, 14 de septiembre de 2021. Foto vía Pinterest