Marcela Eternod Arámburu
SemMéxico, 25 de octubre, 2021.- Desde el feminismo, se ha emprendido un esfuerzo colectivo para hacer visibles a las mujeres en todas las esferas, contextos y sucesos. Uno de estos esfuerzos se encuentra en la novela de Jennifer Chiaverini que se publicó en 2019 con el título de “Resistance Women”, traducida al español en 2021 como “Las mujeres de la orquesta roja”.
La novela se promociona como una historia sobre el coraje, entendido como valentía, de las personas comunes y corrientes, y se enmarca en la denominada narrativa histórica al estar basada en hechos reales, pero novelados con todas las libertades que ello otorga.
La temporalidad de la novela abarca de mediados de 1929 a principios de 1946, poco más de tres miserables lustros que marcaron al mundo occidental de una manera innegable e indeleble. La historia narrada complementa otros esfuerzos que han develado la participación de las mujeres en la resistencia francesa o la contribución de las británicas en múltiples tareas bélicas; sin olvidar a los cientos de mujeres que protagonizaron hazañas de resistencia.
Las protagonistas, cuatro mujeres que lograron montar una sólida red de información y diversas células político-sociales de oposición, ante el surgimiento y consolidación de uno de esos inexplicables embrujos que registra la historia: el nazismo.
Mildred, logra coordinar las acciones para informar a los países extranjeros sobre lo que está pasando en Alemania evadiendo los filtros impuestos por los nazis. Greta, establece fuertes lazos con la comunidad cultural y artística berlinesa, logra identificar a muchos opositores al régimen para formar parte de esa red, pasar información censurada y rescatar a presos políticos. Sara, estudiante, judía y privilegiada, da cuenta de todo lo que se va perdiendo conforme avanza el nazismo y participa en intrigas inteligentes. Marta, hija del embajador estadounidense en Alemania, inconsciente al inicio, se transforma en una pieza de la resistencia.
En las largas descripciones de los aconteceres cotidianos de un Berlín transformado en la capital ideológica del nazismo, no pueden dejar de verse algunos paralelismos con la situación actual de nuestro mundo globalizado: el crecimiento de los autoritarismos, el incremento de los partidos radicales de derecha, el populismo como esperanza de transformación o la obcecación en la ignorancia.
Destaca el hecho de que los contextos novelados en “Las mujeres de la orquesta roja” están ampliamente documentados. La manera como se narran los Juegos Olímpicos de 1936 son verídicas, las victorias norteamericanas, la exclusión de los corredores judíos, la humillación de los atletas alemanes ante un corredor negro y muchos más detalles se hilan con el estupor, la incredulidad o la ceguera ante lo que sucede.
La historia sobre la obligatoriedad de leer el libro escrito por Hitler cuando estuvo en prisión, “Mi lucha”, es sorprendente; e increíble el hecho de no ver en las más de 700 páginas de la versión original la virulencia del odio, desprecio, discriminación, incoherencia, falsedad y locura que clamaban venganza y destrucción.
Al estar las cuatro protagonistas inmersas en el ambiente cultural y artístico, el periodismo, la intelectualidad y los espacios universitarios, a los que se agrega el mundo de la diplomacia, la economía y las finanzas, las historias personales muestran las tragedias gremiales producto de las insólitas transformaciones que en solo tres años logró el nacionalsocialismo.
Lo que sucedió con el sistema educativo alemán entre 1933 y 1939 tuvo enormes consecuencias. Al ser la educación nodal para el Tercer Reich, se modificó de raíz desde el Gymnasium (educación básica) hasta el Abitur (equivalente a la preparatoria), para a la vez incidir en todas las universidades, politécnicos, tecnológicos e instituciones de educación superior con la idea de armonizar la educación con la ideología nazi.
En escasos seis años, con tenaz voluntad, se logró una transformación total eliminando cualquier oposición, erradicando las libertades y aniquilando cualquier idea contraria a la transparencia del nazismo. Literatura, ciencia, periodismo, teatro, música, pintura, arquitectura, cultura, historia, ética, estética, sociología, todo debía ser profundamente nacionalsocialista.
Y aquí cabe recordar el ensayo de Steven P. Remy (2016) sobre la tristemente célebre Universidad de Heidelberg que encabezó —inmersa en la ideología nazi— el magno proyecto de depuración y purificación racial, y la transformación cultural de Alemania.
Sin ser una novela de claro oscuros, se concluye que millones de mujeres (al igual que de hombres) abrazaron el “glorioso” horizonte nacionalista. Imaginen a las mujeres arias fervorosamente dedicadas a las tres k: kinder, kirche, küche (niños, cocina, iglesia).
Por eso la novela, no exenta de clichés, estereotipos, sensiblerías, cobardías, ambigüedades, confusiones, francas estupideces y errores, rescata esa temerosa valentía, esa voluntad de enfrentar al poder, de oponerse a la irracionalidad, esa necesidad de vencer miedos y temores reales para resistir ante la fuerza bruta y la ceguera e ignorancia colectiva. Y es ahí donde está el corazón del argumento.
Finalmente los años de guerra y sus muchas aristas son el catalizador para correr más riesgos y ampliar las esferas de resistencia. El desenlace, de lo más previsible, es que la red se descubre y la tragedia acecha a las protagonistas y sus círculos.
Pero como sabemos que fue lo que pasó con la gran transformación hitleriana y el resultado de la guerra, el tránsito por ese oscurísimo túnel es necesario para poder, con resiliencia, empezar de nuevo y reconstruir con los escombros, titánica tarea donde las mujeres son indispensables.
En suma, un conjunto de lecciones para enfrentar a un poder que se desquicia y a la insensatez colectiva que lo permite o lo tolera con ese perverso silencio cómplice y amnésico. Por mi raza, hablará el espíritu.