Escrito por Eulalia Lledó. Doctora en Filología Románica. La Independent
Dos películas que hacen pensar cómo relatará el cine las desigualdades actuales.
Por una coincidencia felicísima (además del advenimiento de la vacuna), se puede ver en pantallas de cines I Am Woman de la directora australiana Unjoo Moon (Australia, 2019), sobre la vida y la obra de la cantante, actriz y compositora Helen Reddy (1941-2020) —el filme hace especial énfasis en la canción homónima, escrita en 1971, que da título al film— y The Glorias de Julie Taymor (EE.UU., 2020), sobre la prominente periodista, activista y feminista Gloria Steinem (1934). Dos eslabones de una larga y hermosa cadena.
Soy mujer
La primera es un biópic que salta de canción en canción, de éxito en éxito (y algunas miserias) de la primera australiana que ganó un Grammy (1973). Reddy, tras conseguir un contrato para grabar un disco en Nueva York (tenía trampa y no se realizó), se desplaza allí con su hija de tres años, una maleta y doscientos treinta dólares. A pesar del fiasco, decide quedarse en la ciudad y hacer carrera como cantante. Allí conoce a la legendaria periodista de rock Lillian Roxon; otro personaje de cuidado, autora, entre otros hitos, de una enciclopedia del rock and roll. La esencial amistad con Roxon le infundió confianza en sí misma y le inspiró la emblemática canción «I Am Woman», que rápidamente se convierte en un himno y anima a generaciones de mujeres a luchar por sus derechos. No por casualidad, en 2005 escribió un libro titulado The woman I am.
Ni «señora de», ni señorita
The Glorias, de expresivo título, puesto que tanto se refiere gozosamente a las muchas mujeres que lucharon para escapar de un destino fangoso presentado como inevitable, como a las mujeres en las que se fue transformando Gloria Steinem a lo largo de los años. Se remonta a su infancia, la sigue durante la adolescencia y el fundamental viaje que hizo de muy joven a la India, se detiene en la pletórica madurez, hasta llegar a la fecunda vejez.
Muestra cómo se convierte en una pieza indispensable del movimiento por los derechos de las mujeres en los años sesenta (rebelión contra el yugo patriarcal, lucha por el derecho al aborto, contra la segregación racial, la explotación laboral…), siempre desde la transversalidad y el antibelicismo. Enfatiza la fundación de la uteral y emblemática revista Ms. y la histórica Conferencia Nacional de las Mujeres de 1977.
Película menos convencional que I Am Woman (sin que ello sea una crítica a ninguna de las dos), juega con los flashback y las cuatro actrices que encarnan las edades de la mujer comparten pantalla e incluso se interpelan entre sí dentro del autobús que simboliza el largo viaje de Steinem; no por casualidad uno de sus últimos libros se llama My Life on the Road (2015), hay traducción al castellano. En algunos momentos se aparta de la realidad en fugas inspiradas en otros filmes; por ejemplo, cuando en una dura e impertinente entrevista comparece el tornado de El mago de Oz, o el revoloteo de las siempre simpáticas y simbólicas brujas.
Del ayer al ahora
Aunque una parte de la crítica cuestiona algunos aspectos, son, a mi entender, dos magníficas películas. Tengo que decir que mi opinión no pretende tener una brizna de objetividad: me cae literalmente la baba cuando veo filmes dedicados a las glorias del feminismo o tan euforizantes como estos dos.
Además son exquisitamente sutiles. En I Am Woman hay, por ejemplo, una pincelada de una frecuente estrategia masculina: separar a las mujeres de sus amigas; siempre en la base de los malos tratos. The Glorias, aunque siempre va a lo esencial sin desviarse un ápice, remarca el hermanamiento de las mujeres más allá de razas y procedencias; o, con una simple imagen, hasta qué punto está extendido el aborto.
Dos películas que hacen pensar cómo relatará el cine las desigualdades actuales, cómo mostrará los «pequeños detalles» de la opresión y de la subordinación. Por ejemplo, qué equivalencia establecerá entre aquel periodista que, por ser hombre, pide (exige) a Gloria Steinem que le sirva un café y actitudes actuales (si es que eso ya no pasa) parecidas. Por ejemplo, de qué modo explicará la brecha salarial actual; en el film, un prepotente, intimidatorio y bronco dueño de un bar, como si fuera algo natural, espeta a Helen Reddy (a cargo de una hija, no lo olvidemos), cuando ella apunta que cobra menos que los músicos que la acompañan, que es porque ellos tienen que alimentar a una familia. Por ejemplo, las entrevistas a las que se tuvieron que someter ambas y las de ahora.
Tiempo después y gracias a ellas, las yanquis lo han tenido más fácil para no perder el apellido cuando se casan; una gran parte de mujeres pueden tener una Visa sin pedir permiso a nadie.
Intersecciones
Se puede aventurar que más de una vez Helen Reddy leyó Ms. y Gloria Steinem tarareó «I Am Woman», aparte de ello, coincidieron en más de una ocasión. Así lo atestiguan documentos de la época. Hay un emocionante momento que comparten físicamente lejos. Fue durante la Marcha de las mujeres en Washington, al día siguiente de la toma de posesión de Donald Trump en enero del 2017. En el mismo momento que Steinem desgrana un sentido parlamento en Washington, era una de las oradoras, Reddy canta el legendario «I Am Woman» en los Ángeles, merece la pena volver a escucharloy disfrutar de la tan despreciada edad tardía y sin complejos.
Ahora que se puede, vale la pena volver al cine. Para terminar el año o para empezar uno nuevo. Sobre todo, para que los cines dejen de ser un escenario inhóspito y algo aterrador digno de El resplandor: estos inacabables pasillos, esas escaleras llenas de recovecos, especialmente cuando sales del cine, especialmente si eres de las que se quedan, leales, hasta que los créditos de las películas se acaban.
Sea como sea, y ya sé que el año pasado por estos días decíamos lo mismo, y mira tú, que el próximo año sea lo más benigno posible.
Publicado en Huffington