Ana Alicia Osorio/Testigo Púrpura
SemMéxico/ Testigo Púrpura, 29 de septiembre, 2021.-La cumbia feminazi sonó y los pañuelos verdes se agitaron a su ritmo. El escenario era el viaducto de Xalapa, un lugar emblemático, bajo los ojos de la primera alcaldesa del estado y junto a los nombres de las hermanas asesinadas por ser mujeres. Allí fue el sitio donde se celebró- protestó en el Día de la Acción Global por un aborto legal y seguro.
El ánimo fue de fiesta: en el estado de Veracruz el aborto es legal hasta las 12 semanas; pero también de protesta: falta que el gobierno garantice ese derecho y lo practique en todos los hospitales.
Desde unas horas antes, las mujeres con sus pañuelos verdes se reunieron en el monumento a la madre.
La petición de todas era clara: “dejen los edificios y los monumentos, nosotras tenemos las calles y tenemos las leyes”. A esos edificios los cuidaban las decenas y decenas de policías que desplegó la Secretaría de Seguridad Pública.
Mientras la ‘virgen del misoprostol’ se paseaba. A ella, según repetían una y otra vez por al altavoz, se le podía dar misoprostol o dinero para comprar y hacer un banco, para que las mujeres que lo necesiten puedan acceder a él escribiendo a Morras Organizadas Xalapa.
Caminaron sonriendo, gritando, cantando; pero el momento en que las trabajadoras de un restaurante salieron a regalarles aguas con un gran letrero con el que no dejaban lugar a dudas del apoyo, los coros se oyeron aún más. Unas se aplaudieron a otras.
Faltaban solo unos cuantos metros hasta el viaducto, donde la energía se multiplicó. El mural feminista pintado por universitarias dio ánimos, un mural donde se plasma el ser mujer, veracruzanas en la historia y nombres de víctimas de feminicidio.
Entonces algunas organizadoras pidieron llevar las lonas a cada uno de los lados. El viaducto, por unas horas, sería suyo. Esa vialidad principal para atravesar el centro de Xalapa sería, por esas horas, el sitio desde donde se escuchaba la batalla que aún no acaba. Para que ninguna mujer vuelva a vivir un aborto inseguro o clandestino. Allí, escogieron para recordar que la lucha sigue en pie y las luchadoras son ellas.
Pronto salieron los pulmones, el bote de pintura, los esténciles, todo lo necesario para intervenir la obra.
“Lo construimos todas”, dijeron, y así sus manos fueron pintadas de verde para plasmarlas sobre la pared. Así lentamente fueron brotando los nombres de los agresores que pronto retacaron esa pared. Inclusive al finalizar la actividad una tímida joven que no había participado, llegó animada para poner el nombre de su agresor de la secundaria. Así fue como se dieron fuerzas.
Pero no todo era malo. Había razones para celebrar: en Veracruz es ley. Por eso alrededor de un poco de fuego bailaron. “Somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar” replicaron una y otra vez.
Después fue la música la que sonó y el ritmo cargó las baterías de quienes ya se habían cansado, para pararse a bailar. Desde canciones feministas hasta algunas muy populares, todo era válido.
Otras más aprovecharon para vender lo que habían llevado como panes, calcomanías, lo que fuera para ayudarse un poco. Algunas optaron por el trueque. Otras por repartir información sobre aborto u ofrecerse para ser acompañantes. Hubo de todo.
“Acá hay un celular”, “A quien se le perdió un celular, está acá”, pronto sonó en el altavoz. Eso pareció ser la confirmación de que estaban en un espacio seguro. Un espacio donde las niñas y niños fueron cuidados por la comunidad o donde sin conocerse una se ayudaba a otra.
Al final todas salieron juntas y se organizaron en grupos para cuidarse. El viaducto quedó libre al tránsito, pero con el recordatorio: el aborto es ley, pero aún hay pendientes por cubrir.
