#8M2022| El movimiento feminista vuelve a llenar las calles de Madrid

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Redacción

SemMéxico/AmecoPress, Madrid, 9 de marzo, 2022.-  Las calles se llenaron, otra vez. Dos años de pandemia, intentos de criminalización, mucho cansancio y convocatorias que se duplicaron añadiendo, como poco, cierto clima de confusión: nada de eso impidió que miles de mujeres y también hombres se movilizaran para conmemorar el 8 de marzo. Las convocatorias han estado también muy marcadas por la invasión rusa de Ucrania y el reclamo de paz. Más allá de las manifestaciones, el movimiento feminista ha logrado convertir el 8 de marzo en un día importante, por sus reivindicaciones, por su historia, por un caudal de significado que empapa lo cotidiano, lo interpersonal y lo público.

Lupe se levantó pronto y muy contenta esta mañana, se acordó de su hermana, ya fallecida, y llamó a su sobrino, del que no sabía nada hace tiempo, pero esta vez no le regañó ni protestó: con una alegría contagiosa le dijo que iba a participar en una carrera de mujeres que organizaba el Ayuntamiento de Fuenlabrada y que, después, se irían a comer juntas, más de cuarenta mozas, a celebrar el 8 de marzo. Lupe es una “moza” de 78 años, ha trabajado toda su vida como empleada de hogar y por primera vez no ha dejado la comida preparada en casa. Seguramente Lupe no haya leído el argumentario de la Comisión 8M de Madrid, ni ninguno de los manifiestos con los que grupos e instituciones reivindican el Día Internacional de las Mujeres.

El sobrino de Lupe se llama Arturo. A sus 53 años, es el “cuidador oficial” de la familia: cuando los niños y niñas enferman y no pueden ir al cole, su trabajo como autónomo le permite ocuparse, y también juega con ellas y ellos cuando madres y padres van al cine o participan en proyectos sociales. A Arturo le preguntan pocas veces si tiene hijos y rara vez por qué no. A su pareja, Eva, se lo preguntan mucho más. Son los “mandatos de género”, explican las expertas. Arturo conoce el argumentario de la Comisión 8M porque Eva le habla de ello y también de las iniciativas y de las disputas feministas.

Eva salió a la calle para ir a trabajar esta mañana soleada en Madrid. Había escuchado el eco de la conversación entre tía y sobrino y supo que su sonido mostraba un sentimiento que el feminismo había logrado contagiar: la alegría de saberse unida a otras mujeres y el orgullo, también, de ser mujer y de celebrar el 8 de marzo.

Arturo y Eva estuvieron a las 7 en la manifestación. Cantaron, agitaron pancartas y saltaron junto a decenas de miles de personas que han salido a las calles para reivindicar un mundo sin violencias machistas, donde hombres y mujeres, todas las mujeres, tengan los mismos derechos y oportunidades.

Manifestaciones

En Madrid, la manifestación de la Comisión 8M, que organiza desde hace 40 años la convocatoria, fue desde Atocha a Colón, con el lema ‘Derechos para todas, todos los días’. Según la Delegación del Gobierno, fueron 50.000 asistentes, las convocantes suben la cifra a 100.000. Lo cierto es que en la medida que la marcha se acercaba al escenario, la participación aumentaba, no solo en número, también en adhesión y creatividad. Este año, a las batucadas, cánticos y pancartas, se ha incorporado un nuevo himno, con su baile: el Ay Mamá de Rigoberta Bandini.

María y Virginia son asiduas a la manifestación del 8M. Acuden con su hija, Candela, y con amigos, amigas y familiares. “Me gusta mucho la creatividad de estas marchas”, comparte María. Y es que las pancartas y los mensajes de los colectivos feministas siempre sorprenden.

Cerca, Xan, que forma parte del colectivo trans, expone que “no se entiende que desde el feminismo se sostenga que las personas trans no formen parte del movimiento”, refiriéndose a una de las batallas más duras que se ha producido en los últimos años en el seno del Feminismo y que se esgrime como uno de los motivos que ha provocado ruptura en las convocatorias. Así lo defienden desde la Comisión 8M en las declaraciones a los medios momentos antes de dar comienzo la marcha: “las personas trans siempre han formado parte del movimiento y ningún derecho que se conceda a las personas trans va en detrimento del resto de mujeres”.

El manifiesto de la Comisión 8M reivindica la diversidad de las mujeres y apela también a lo que llaman “grito global” que el Feminismo viene planteando. Ambas características son visibles en el recorrido y explícitas en el escenario: hablan trabajadoras de hogar, migrantes, jóvenes, mayores….recuerdan las recientes victorias de las mujeres en Colombia y en Argentina por el derecho al aborto y, tras el grito de “no a la guerra”, recuerdan que apoyan a las mujeres ucranianas que sufren las consecuencias de la invasión, pero también a las mujeres rusas que están ofreciendo resistencia al uso de la violencia….y a las saharauis, a las sirias…… “Hemos venido a cambiar el sistema”, insisten.

En Gran Vía, también a las 7 de la tarde, partía otra marcha con el lema “El Feminismo es abolicionista”, que, con una participación de 3.000 personas según la Delegación de Gobierno y 10.000 según las convocantes, finalizó en Plaza de España. Las organizadoras se muestran satisfechas por la participación de las jóvenes: “el relevo está asegurado”, expresan.

Esta marcha que defiende el abolicionismo de la prostitución, de la pornografía, del género y de los vientres de alquiler, es la “única marcha feminista”, según las convocantes. “La opresión histórica de una mayoría no es una identidad”, aseguran.

Feminismo intergeneracional en las calles

La participación intergeneracional en las manifestaciones del 8M viene expresándose de manera contundente desde 2018, cuando se organizó la Huelga Feminista que vino a demostrar que si paraban las mujeres paraba el mundo. Ayer, jóvenes y no tan jóvenes volvieron a ir de la mano en las calles y plazas de pueblos y ciudades.

Había ganas de verse, de moverse y de compartir. Han sido años en los que la jornada del 8M se convirtió en un grito multitudinario y reivindicativo tras varias semanas en las que el feminismo lograba una victoria mayor: que se hablara de que la violencia y la desigualdad entre mujeres y hombres debían ser cuestionadas. El cambio cultural está en marcha, pero había necesidad de coincidir en las calles. Eso se logró.

Fotos AmecoPress

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