Cuba: Mujeres afrodescendientes al centro de las desigualdades y la transformación social

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Lirians Gordillo

SemMéxico/SEMlac, La Habana, Cuba, 25 de julio del 2022.- Ser mujer negra en Cuba tiene múltiples significados; ellas enfrentan prejuicios e inequidades sociales profundas y a la vez protagonizan el activismo antirracista.

Las raíces históricas de esas desigualdades, sus expresiones actuales y las alternativas para superarlas estuvieron en el centro de los análisis del Coloquio sobre Mujeres Afrodescendientes celebrado en La Habana el 22 de julio.

El evento formó parte de la primera Jornada Cubana de Articulación Afrofeminista, realizada en la capital del 18 al 25 de julio, como parte de las celebraciones por el Día Internacional de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora.

En el Coloquio, varias ponentes resaltaron la contribución de las mujeres afrodescendientes a la historia, la cultura y las ciencias nacionales en su rol de mambisas, intelectuales, maestras, activistas e internacionalistas.

Gisela Arandia, periodista e investigadora cubana, ensalzó a las mujeres esclavizadas, quienes, a pesar del dolor, la separación, el abuso físico y psicológico, «tuvieron el tesón de sumarse a la estrategia de liberación, el cimarronaje, el palenque e incluso protagonizar tareas de mayor envergadura».

Hacer justicia histórica, conocer el pasado de sus ancestras para comprender el lugar que ocupan las mujeres negras y mestizas, resulta un objetivo común de afrofeministas cubanas.

«Hoy día algunos traumas legendarios no se han superado totalmente porque forman parte de un conflicto todavía latente en la memoria colectiva, donde el peso del racismo y la discriminación racial también duele y humilla a las generaciones actuales», afirma Arandia.

Pese a las políticas de igualdad desarrolladas por el gobierno cubano desde la pasada década de los sesenta, la vida cotidiana y estudios científicos demuestran la pervivencia de inequidades sociales causadas por el racismo y el machismo en Cuba.

La intersección entre género y raza genera las mayores desigualdades en la nación caribeña, afirman cientistas sociales.

La académica cubana María del Carmen Zabala presentó desventajas específicas que impactan a negras y mulatas en el país, resultados que aparecen en el libro Análisis interseccional del contexto cubano 2008-2018, publicado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y Publicaciones Acuario, en 2020.

Según el texto, las desigualdades que genera la intersección del racismo y el patriarcado afecta la salud y el bienestar, con impacto en la mortalidad, la calidad de vida y la fecundidad adolescente.

Al respecto, la médica e investigadora Silvia Isabel Martínez Calvo presentó conclusiones de un análisis de 25 publicaciones científicas sobre salud, que incluían entre sus palabras claves género, mujeres y color de la piel. La sistematización muestra evidencias de la desventaja de la mujer negra y mestiza en la esperanza de vida, entre pacientes con VIH/Sida y que padecen tuberculosis.

En el ámbito de la educación, varios estudios han mostrado la feminización y el blanqueamiento de las universidades cubanas. En cuanto al empleo, es mayor la presencia de mujeres negras y mestizas en el trabajo informal y el trabajo no remunerado; existen para ellas menos oportunidades en el sector cuentapropista y vivir en territorios empobrecidos o con menor desarrollo les limita las ofertas del mercado laboral y la disponibilidad de recursos materiales, capital humano y social.

Zabala explicó que, de manera general, el cruce entre género y raza se asocia con bajos niveles de escolaridad y calificación profesional, limitado capital cultural de las familias, ruralidad, condiciones de pobreza y su trasmisión intergeneracional, jefatura de hogares monoparentales o familias extensas con alto grado de dependencia y bajo capital económico y cultural.

«Estas desigualdades y desventajas vinculadas al género y el color de la piel son reforzadas a partir de varias dimensiones, como: espacio, territorio, edad, generación, clase, condición de migrante, características familiares, condiciones de vida, discapacidad, orientación sexual y otras. Una misma persona puede padecer discriminación y desventajas por más de una característica», detalló la experta.

La profesora universitaria Martha Celia Rodríguez Martínez dio cuerpo a ese complejo listado de desventajas sociales vivenciados por mujeres racializadas, muchas de ellas madres solteras, con parejas o hijos en régimen penitenciario, migrantes a las que la precariedad las ha empujado al sector informal.

«En Mantilla, barrio donde crecí, a esas mujeres a las que muchos con desprecio llaman negras revendedoras, casi nunca les eran suficientes los ingresos que percibían por su actividad para respaldar una economía que les ofreciese una vida segura o cómoda, por lo que las ganancias que recibían casi siempre solo les alcanzaban para satisfacer las necesidades del día a día», reflexionó Rodríguez Martínez al presentar su ponencia «Negras revendoras. Otra cara de la exclusión social en Cuba».

El viaje a un futuro sin opresión

Ni la opresión ni la lucha son ajenas a las mujeres negras y mestizas. A las estrategias de sobrevivencia y emancipación históricas hoy se suman iniciativas, activismos, proyectos, investigaciones y programas que exigen resultados en la vida cotidiana de la gente.

Felicitas López, investigadora del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), cree urgente llevar la educación integral a favor de una cultura antirracista a escuelas, comunidades, familias y emprendimientos económicos. Otra de las estrategias es el empoderamiento individual y colectivo.

«Debemos estar, ocupar los espacios que nos corresponden; prepararnos también para ennegrecer la academia y para exigir nuestros derechos de una manera ajustada a las normas del país. Debemos seguir luchando y seguir uniéndonos», insistió López.

Según las activistas y académicas, existe un escenario complejo que recrudece las desigualdades y, a la vez, la aprobación de nuevas normas y programas gubernamentales expresa la voluntad política del gobierno y crea un marco más favorable para abordar las causas estructurales del racismo y la discriminación racial.

La Constitución de la República, aprobada por referendo en 2019; el decreto presidencia de 2021 que puso en vigor el Programa Nacional para el adelanto de las Mujeres (PAM) y el Programa Nacional contra el racismo y la discriminación racial de 2019 son recursos gubernamentales para la lucha contra la opresión de raza y género que marcan, según activistas y especialistas, un importante paso de avance.

Sin embargo, se reproducen miradas esencialistas y son necesarios enfoques interseccionales.

Paula Haydée Guillarón Carrillo, editora de la revista Temas, opina que si bien la dirección del país ha tenido como prioridad política la igualdad de género y el empoderamiento femenino, lo ha hecho desde un enfoque generalmente esencialista y las cuestiones específicas de mujeres racializadas tienden a diluirse.

«Por ejemplo, el PAM solo hace referencia al color de la piel en dos momentos: para referirse a la necesidad de incorporar estadísticamente esta variable en los análisis correspondientes e indicar la promoción de cursos de postgrado y maestría para incluir el tema racial», alerta Guillarón Carrillo.

Siguiendo el análisis político y jurídico, la abogada Alina Herrera Fuentes recalcó que las normas jurídicas son tecnologías de género que pueden visibilizar e invisibilizar experiencias, identidades y también opresiones.

«En la ley de Ejecución Penal se habla solamente en dos ocasiones del color de la piel y el género, para reforzar el principio de igualdad. ¿Cómo se van a ejecutar estos principios? Porque la población penal es racializada, incluso la población penal femenina, y esa Ley de Ejecución Penal tiene que tener un compromiso con esa persona que se extrae de la sociedad», ejemplificó Herrera Fuentes.

Activistas y académicas cubanas coinciden en que, desde la interseccionalidad y los feminismos negros, se pueden aportar miradas y experiencias que problematicen el diseño e implementación de las normas, que aporten a la actualización y renovación de la política social cubana.

Entre las propuestas para el futuro inmediato, las participantes incluyeron la implementación de políticas afirmativas o de identidad adecuada al contexto cubano y los territorios; debatir sobre la pertinencia de leyes integrales contra la discriminación y apostar por la articulación, la unidad, el diálogo y la confraternización.

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