Cuba: Defender el legado africano desde las ciencias

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Lisandra Fariñas*
SemMéxico/Semlac, La Habana, Cuba, 31 de julio, 2023Estudios genéticos en Cuba muestran que 39 por ciento de los hombres y mujeres del país descienden de una mujer africana. Dato que, en opinión de la doctora Beatriz Marcheco Teruel, directora del Centro Nacional de Genética Médica, habla también de la deuda que aún tenemos como país con ese legado.


«Casi uno de cada dos cubanos, entre 270 y 500 años atrás, tiene una mujer africana en su línea materna», explicó la especialista durante la presentación de la investigación que, por tres lustros, unió a varias instituciones científicas cubanas y extranjeras en el análisis de la composición genética de alrededor de 10.000 personas de la nación caribeña.
Sin embargo, en el último Censo de Población y Viviendas (2012) sólo 9,3 por ciento de las personas encuestadas se declarara como negro y 26,6 mestizo; un hecho que varios investigadores leen como una expresión velada de racismo.


La genética, no obstante, nos ofrece una población cubana más diversa, donde están presentes 105 de los 110 tonos de piel que hasta hoy están comprobados científicamente a nivel internacional.

El estudio del genoma cubano por dentro

La indagación nació por la preocupación de un equipo de neurólogos que veían que a las consultas por demencia acudían más personas de piel blanca que mestizas y negras, de manera que surgió la pregunta de si existía algún tipo de relación desde el punto de vista genético, relató la doctora Marcheco Teruel.


Las técnicas modernas nos permiten interrogar a nuestros genes sobre la historia que nos precede, comentó la experta durante el taller «Legado africano de la mujer cubana: lecciones aprendidas desde el estudio del Genoma Cubano», efectuado en la Universidad de La Habana, en el contexto del Día de la Mujer Afrodescendiente (25 de julio) y de la II Jornada de Articulación Afrofeminista.


Cada uno de nosotros es el resultado de 23 cromosomas de nuestra madre e igual número de nuestro padre, detalló. Este es el ADN nuclear, pero existe también el ADN mitocondrial, el cual solo lo recibimos de nuestras madres, dijo la genetista.
Ello posibilita, agregó, que todos tengamos una especie de cuño que nos conecta con nuestras madres por generaciones y que se pueda rastrear el llamado linaje mitocondrial, para ubicar nuestros orígenes en determinadas zonas geográficas. De igual modo ocurre con el cromosoma Y, presente en los hombres, apuntó.


«Los datos promedio de la mezcla genética de los cubanos, tomados a partir del estudio de alrededor de 10.000 personas, nos permiten decir que somos aproximadamente 70,3 por ciento de origen europeo; 20,2 por ciento de origen africano; 8,1 por ciento amerindio (que pertenece a uno de los pueblos que habitaba el continente americano con anterioridad a la llegada de los europeos) y 1,3 por ciento asiático», precisó la experta.
Esto no es homogéneo en todo el país, del mismo modo en que se dieron los procesos históricos a lo largo de la geografía nacional, añadió la genetista.


Los genes europeos predominan en las regiones occidental y central, mientras que las contribuciones africanas están más representadas en el oriente de la isla. En tanto, los genes asiáticos y amerindios igualmente coinciden con una mayor presencia en el oriente y centro del país, acotó Marcheco Teruel.


En cuanto a las contribuciones de África, los cubanos se relacionan con poblaciones de Ghana, Costa de Marfil, Mali, Burkina Faso, así como del Congo y Angola, coincidiendo con los flujos de la trata de los cerca de 980.000 africanos esclavizados que trajeron a la isla.


De forma general, puntualizó la doctora, los linajes mitocondriales de las personas que participaron en el estudio nos llevan a que 39 por ciento de los cubanos tenemos en nuestros orígenes una mujer africana; 35 por ciento una mujer amerindia y solo 26 por ciento una mujer europea.


En el caso específico de los hombres, 17,7 por ciento de los cubanos desciende de un padre africano y 81 por ciento procede de un hombre europeo.


Estos resultados, señaló Marcheco, fueron avalados por los historiadores que participaron en la indagación, quienes argumentaron que en los primeros dos siglos de la conquista no vinieron prácticamente mujeres a Cuba; luego, el porcentaje de las que llegaron desde Europa fue muy inferior al de los hombres.


Además, permitió comprobar que contrario a lo que se pensaba, sí quedó la herencia del pasado amerindio de la isla, donde hubo un genocidio de la población nativa durante la conquista, pero sus habitantes no llegaron al exterminio.


Demuestra, sobre todo, que tenemos una deuda con el conocimiento y la visibilización de ese legado africano y también del legado amerindio, subrayó.

Más allá de la genética

«Entonces, los puntos de partida de los grupos de población por color de la piel no son los mismos», enfatizó la especialista, para quien queda un largo camino por recorrer, aun cuando la política del país es igualar las oportunidades de acceso a los beneficios. «No todos salimos del mismo lugar», subrayó.


Francisco Pichón, coordinador residente de las Naciones Unidas en Cuba, recordó que estudios recientes de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) revelan que las personas negras y mestizas están menos representadas entre quienes acceden a la educación superior, a puestos de dirección, a ocupaciones de mayores ingresos…; pero son mayoría en viviendas improvisadas, en la población en situación de vulnerabilidad y en el trabajo informal, ejemplificó.


Realmente, somos mestizos y la lógica dictaría que por tanto no seríamos racistas, pero la lógica no es pragmática y en Cuba sí existe un culto al blanqueamiento, a la europeización, consideró el doctor Rolando Renzoli, vicepresidente de la comisión Aponte de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Es un tema sobre el cual trabaja el Programa Nacional contra el Racismo y la discriminación, añadió.


Para la epidemióloga Rosaida Ochoa, la sociedad cubana necesita que se le hable de estos temas, no con discursos vacíos, sino desde la cultura y la salud, dos ámbitos que llegan muy bien a la población en todos sus estratos, abundó. Resalta que, desde las investigaciones en el campo de la salud en la isla, todavía el color de la piel no es una variable importante, aun cuando las estadísticas de mortalidad contienen alertas sobre como enferma y muere esta población, dijo.


Al respecto, la doctora Silvia Martínez Calvo refirió que un estudio realizado en una población de 398 mujeres fallecidas (blancas, negras y mestizas) en 2019, en La Habana Vieja, reveló la elevada tasa de mujeres negras que murieron por las cuatro primeras causas de defunción en el país: enfermedades del corazón, tumores malignos, enfermedades cerebrovasculares, e influenza y neumonía. «El problema comienza por cómo viven las mujeres negras en Cuba», remarcó.


Hay que romper el miedo a declarar la situación que tiene la población cubana por su color de la piel, afirmó la doctora Patricia Varona. La epidemióloga comentó indicadores que arrojó la Encuesta Nacional de Salud (2020), donde las mujeres negras están por encima de las blancas en cuestiones como el consumo de alcohol, obesidad, fecundidad adolescente, hijos prematuros y bajo peso al nacer.


La activista e investigadora Gisela Arandia alertó sobre el peligro de hablar del mestizaje, sin aludir a los elementos sociales que condicionan la vida de las personas. Somos genéticamente mestizos, pero desde la hispanidad se ha formado un modelo político del mestizaje, que emplea esa idea para conducir al pensamiento de que no hay necesidad de luchar contra el racismo.


Activistas celebran sus raíces afro desde el arte y la felicidad
Desde la diversidad, con el arte, la música, la poesía y el baile como herramientas de descolonización y lucha contra la discriminación racial, mujeres afrodescendientes y activistas celebraron el Día de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora, que se conmemora cada 25 de julio.


Integrantes de la Cátedra Nelson Mandela del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS) y de la Red Internacional de Voces Afrofeministas (Rivas) se reunieron en la víspera de esa fecha, en la sede de Uranga’s Colecciones, un proyecto de desarrollo local dedicado a la literatura y al trabajo comunitario con niños en La Habana Vieja. Allí festejaron por las raíces afro que nos unen y levantaron la voz por los derechos de las mujeres negras.


La Cátedra Nelson Mandela es una red académica dedicada a la formación, investigación, difusión de conocimientos y activismo en la lucha antirracial.
Para la investigadora Paula Haydée Guillarón Carrillo, integrante de la cátedra, es necesario reconocer la presencia, diversidad e importancia social de las mujeres afrodescendientes, que a menudo son invisibilizadas en los discursos políticos y los medios de comunicación.


«Tenemos que celebrarnos desde la cubanía y nuestras afrodescendencias, porque incluso dentro del mundo afro somos muy heterogéneas», dijo la también integrante de la cátedra Mandela.


Que esta celebración haya surgido desde lo que ellas han querido es esencial, consideró Afibola Sifunola, poeta y también slammer o participante en recitales competitivos de poesía hablada. Aunque todavía la fecha no se conmemore en toda la dimensión que se necesita, hacerlo en espacios comprometidos con la lucha antirracista es un paso importante, sostuvo.


Sifunola, quien es una de las fundadoras del proyecto de activismo afrofeminista Nosotrxs, dijo a SEMlac que cree en la palabra, «en su fuerza para empoderar a las personas y lograr que estas se identifiquen con lo que se está diciendo», algo que ha constatado en sus 18 años como activista.


«De tanto que se habló, de tanto que se puso la palabra para que en algún momento nosotras tuviéramos esta festividad, ahora lo hemos logrado», dijo la artista y agregó que es vital tener «un espacio para festejarnos».


«Todavía hay mucha opresión, mucho racismo, mucha misoginia, todavía hay muchos feminicidios, pero tenemos que tener momentos como este de felicidad; momentos en que nos disfrutemos, en que nos riamos», consideró.


Lucila Inzua Brindis, activista de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora, defiende la articulación y la unión de fuerzas y conocimientos para fortalecerse en la lucha antirracista.


En su opinión, cuando se articulan diferentes perspectivas y experiencias, se enriquece el movimiento y se pueden lograr cambios significativos.


«No somos seres separados, sino que juntas somos más fuertes y nuestras voces se vuelven más poderosas», sostuvo Inzua Brindis y agregó que la diversidad de expresiones artísticas, como el canto, el islam y la poesía, confieren a la jornada una energía vital.
«El arte es fundamental en la vida, ya que brinda alegría, espiritualidad y promueve la felicidad. La felicidad es una forma de manifestarse e impulsar el cambio y el crecimiento personal», precisó.


A juicio de Hildelisa Leal Díaz, educadora popular y activista barrial, la diversidad y la inclusión en los proyectos comunitarios son importantes también en activismo afrofeminista.


«Es fundamental reunir diferentes perspectivas e intereses para crear una comunidad unida. El respeto a la diversidad es un proceso de asimilación, aceptación y amor», destacó.


Subrayó la necesidad de que las generaciones mayores acepten y abracen la diversidad para allanar el camino a las generaciones futuras y consideró que para ello es indispensable incluir voces jóvenes y perspectivas diversas en los proyectos comunitarios.


Para Felicitas López Sotolongo, uno de los principales desafíos que enfrentan las mujeres afrodescendientes es asegurar la continuidad del proceso de formación de capacidades, para que puedan empoderarse en la sociedad y tener acceso a conocimientos claves que les permitan ejercer sus derechos y participar en todos los ámbitos sociales.


«Otra gran lucha es la lucha antirracista y la defensa de las conquistas sociales obtenidas hasta ahora», dijo López, quien sostuvo que continuar avanzando hacia una sociedad más equitativa y justa pasa por eliminar toda forma de discriminación.
En esa batalla contra el racismo, descolonizar desde la cultura es una herramienta poderosa, dijo Guillarón Carrillo.

Violencias machistas y racistas, más allá de las máscaras
Las violencias contra las mujeres negras pueden expresarse desde el maltrato físico más cruento hasta la marginación más solapada. Felicitas López lo sabe por su activismo afrofeminista, como investigadora y también como mujer negra atravesada por otras intersecciones.


Para esta especialista del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), el conocimiento y las redes de apoyo entre las mujeres racializadas son vitales para la defensa de sus derechos y contra las violencias machistas y racistas.

¿Cómo el racismo y las desigualdades recrudecen las violencias machistas?
Las violencias machistas son resultado de la cultura patriarcal, en la cual el hombre (proveedor) asume la posición de poder sobre la mujer. Esta posición, aclaro, la ubica en situación subalterna dentro y fuera del hogar y trae consecuencias negativas, porque ella es considerada «sujeto dependiente» del hombre y, por lo tanto, en sus relaciones sociales logra menor protagonismo y visibilidad, sin ir más allá de las tareas tradicionales domésticas y de cuidados, en las que ha sido colocada.


El racismo incide de manera directa en la percepción del rol que pueden desempeñar las mujeres en la sociedad. Existen evidencias de los frenos que impiden a las mujeres racializadas avanzar y ocupar espacios en los diferentes ámbitos, pese a sus conocimientos y habilidades para el desempeño.


Aún quedan por identificar y eliminar brechas de género y por color de la piel que se acrecientan por las desigualdades sociales y, a raíz de esas brechas, gana espacio la violencia machista.


No me estoy refiriendo, solamente, a la violencia física; hay otras maneras de ejercer la violencia machista contra las mujeres negras como, por ejemplo, aquellas que cuestionan o subvaloran el mérito y la capacidad de las mujeres para ejercer determinado puesto de trabajo; también está la exclusión e invisibilización de sus aportes y otras que violentan derechos consagrados en nuestra Constitución.

¿Cuáles son las violencias machistas menos visibles y que se han naturalizado más en la sociedad patriarcal y racista?
A mi juicio, las violencias machistas menos visibles son las que tienen como ámbito las familias, porque quedan en un espacio íntimo, a lo interno del hogar, en el cual no es fácil incidir desde afuera. Estas violencias han sido naturalizadas en el proceso del funcionamiento familiar, a lo largo de la historia.
En esas circunstancias, son evidentes las desigualdades sociales, las múltiples discriminaciones y la vulnerabilización de las mujeres negras y mestizas.

¿Recuerdas la primera vez que experimentaste maltrato por ser mujer negra? ¿Cómo fue esa experiencia?
Realmente, durante muchísimos años yo viví al margen del racismo y la discriminación; pensaba que no era un problema en la sociedad cubana. No sentía que yo podía ser discriminada. Cuando tomé plena conciencia del tema, comencé a luchar.
Hace unos años, un hombre blanco que ostentaba un cargo de dirección en un centro de trabajo, cuyo nombre prefiero reservarme, le dijo a otra persona que no estaba de acuerdo con una propuesta laboral a mi favor porque había algo en mí que no le gustaba.
Transcurridos unos meses y analizando otras circunstancias, entendí que me discriminaba por mi color de la piel, mi físico (soy obesa) y mi edad.
La experiencia me inyectó la fuerza que tengo hoy para luchar por los derechos, desde espacios donde solapadamente se invisibiliza a las mujeres negras.

¿Qué recursos personales y apoyos cree necesitan las mujeres racializadas para enfrentar estas violencias?
Lo más importante es la formación, contar con las capacidades para enfrentar la lucha contra las violencias y las discriminaciones. Algo muy importante: denunciar las violencias, romper el silencio y desenmascarar a quienes violan los derechos de las mujeres racializadas en cualquier ámbito, muchas veces bajo la máscara de la aparente ingenuidad.
No debemos temer a los retos, por difíciles que parezcan. El mayor apoyo está en lo que podamos ofrecernos cada una de nosotras y lo que seamos capaces de hacer, según nuestras propias experiencias de vida. La divulgación es también un apoyo necesario.
*lisycolor5@gmail.com

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