Vida y Lectura| Dolor y política

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Marcela Eternod Arámburu

SemMéxico, Aguascalientes, 31 de julio, 2023.- Cuenta Marta Lamas Encabo que, al inicio de la pandemia, obligada a estar varios días de abril de 2020 en un hospital, al cuidado de un hijo enfermo, pensó que iba a morir y que no le gustaría que eso ocurriera sin dejar por escrito sus reflexiones sobre las cuestiones que, dentro de su largo caminar en el feminismo mexicano, más le inquietaban y los sentimientos que la abrumaban, resultado de algunas situaciones (incidentes) que la hirieron profundamente, provocándole un claro dolor.


Desde mi perspectiva, las motivaciones de Lamas para escribir “Dolor y Política. Sentir, pensar y hablar desde el feminismo” dan cuenta de tres notables talentos que, sin menoscabar otros, caracterizan a la autora en lo que quizás podríamos llamar su período de madurez intelectual: 1) el conocimiento de sí misma que le permite identificar, procesar y analizar ontológicamente emociones y sentimientos; 2) la capacidad de racionalizar y teorizar con un amplio instrumental conceptual, empírico, metodológico y analítico las complejidades del feminismo en sus distintas vertientes; y 3) el valor, entendido como arrojo, bravura y coraje, revestido de honestidad y decencia intelectual y afectiva.


La autora escribe que la génesis de este libro se debió a varios incidentes que al principio le causaron sorpresa y malestar, más tarde preocupación y angustia y, finalmente, se transformaron meses después en puro dolor, el cual fue un motor para escribir “Dolor y política”. Primero, “una manzana de la discordia” (el trabajo sexual), sobre la que hay —dentro del feminismo— distintas concepciones y posiciones que han llevado a un grupo de reconocidas luchadoras dentro del amplio movimiento de las mujeres a tratar de expulsar a Lamas del feminismo mexicano.


En agosto de 2018, las mexicanas organizaron una manifestación de apoyo a las feministas argentinas que estaban dando una batalla crucial para que se aprobará la interrupción legal del embarazo en su país. En esa manifestación apareció una muy visible manta que acusaba directamente a Lamas de ser cómplice del patriarcado.

Acostumbrada a recibir ataques por sus posiciones políticas y su activismo feminista y a pesar de saber que lo personal es político, le tomó más de un año entender el perverso origen de esa pública acusación y no fue sino hasta meses después, cuando en la Cámara de Diputados de la CDMX el mismo grupo de feministas desplegó otra manta que decía “Marta Lamas. La voz del neo-patriarcado, la neo-esclavitud de las mujeres.

Lamismo fuera del feminismo” que se dio cuenta que se trataba de un ataque directo cuyo origen era su posición ante el trabajo sexual, principalmente de las mujeres y sus luchas por ser consideradas trabajadoras con derechos y deberes.


La líder del grupo empeñado en excluir, denostar y descalificar a Lamas, radicalizada por sus certezas, siendo una feminista reconocida y una sólida defensora de los derechos de las mujeres, eligió el camino del linchamiento público y el oprobio ante las contrarias posiciones que ambas tienen en relación con las trabajadoras sexuales. Posiciones que se pueden matizar con un esfuerzo de delimitación conceptual y metodológico que separe el trabajo sexual de la trata de personas y permita el diálogo entre ellas, buscando puntos coincidentes para la acción política.


Otro de los incidentes que impulsó la escritura de “Dolor y Política” fue la feroz crítica que le hicieron a Lamas por su libro “Acoso. ¿Denuncia legitima o victimización?” que fue muy mal recibido por un sector de muy entusiastas feministas que la acusaron de justificar el acoso, el hostigamiento, la violación sexual y el feminicidio. El librito provocó no solo una “espiral de significación”, como bien lo explica la autora, sino un tornado emocional de resignificación despiadado. En lo personal, después de releer el libro sobre el acoso, encuentro que las posiciones críticas y reflexivas de Lamas no tenían espacio —en ese momento— cuando el “MeToo” había abierto las compuertas y millones de mujeres encontraron la manera de compartir su dolor, su rabia y su frustración por haber vivido situaciones de acoso, hostigamiento, incesto, violación y otras atrocidades. El ambiente emocional de denunciar y exhibir no dejaba espacio para los matices, por importantes que estos fueran.


Un tercer incidente, vinculado tangencialmente con el libro sobre el acoso, tuvo lugar en un ambiente universitario, supuestamente abierto y dialogante, cuando se le impidió a la doctora Lamas hablar de género, diciendo que era inaceptable que ella pretendiera hablar del tema o enseñar algo cuando todos sabían que estaba al servicio del sistema político, era una acérrima defensora del acoso y el hostigamiento y pretendía incorporar a los hombres en las luchas del feminismo. Así, con un solo comunicado incendiario se borraban 50 años de estudio, teorización y construcción del feminismo crítico mexicano y 50 años de activismo feminista que había logrado construir organizaciones sólidas, y estrategias políticas para alcanzar metas tan importantes como la no criminalización del aborto o la ampliación de los derechos de las mujeres. Qué podía enseñar una mujer blanca, burguesa, heterosexual y vieja a las jovencísimas y rabiosas activistas de las nuevas generaciones.


Fueron estos incidentes transformados en dolor los que dieron origen a un texto de enorme utilidad para entender el feminismo y su diversidad, sus problemas, sus etapas (las olas no como un vaivén de avances y retrocesos, sino como un impulso renovado con nuevos elementos) y sus crecientes retos que obligan a la construcción de una nueva agenda política. “Dolor y Política” es un libro que da claridad, es un libro que ilustra, que permite aprender de su erudición y refiere a muchas otras autoras (y autores) interesantes que amplían nuestros conocimientos y brindan elementos para una mejor comprensión de nuestros tiempos.


Así, podemos reflexionar sobre una política de no violencia contra las mujeres, sobre nuestra necesidad de justicia, o sobre la utilidad de la indignación, la rabia o la ira ante las demandas feministas que se tratan con profunda indiferencia. Podemos identificar a nuestros “principales enemigos” y dialogar sobre cómo enfrentarlos sumando fuerzas y estableciendo compromisos políticos, no porque nos queramos, sino porque tenemos metas comunes que nos obligan a luchar contra los prejuicios, las “fronteras identitarias” que nos dividen y la “razón arrogante” que obstaculiza la deliberación colectiva.


En este libro podemos encontrar elementos para entender la “temporalidad afectiva”, el “malestar sobrante” y lo que significa un “feminismo crítico, renovado, rebelde, solidario y poético”. Un libro sólido, claro, explicativo, útil y formativo. Pero, además, conmovedor y potente. Un libro que exige una lectura que devenga en diálogo con nosotras y con los otros para impulsar políticamente un feminismo de la igualdad, la emancipación y la gobernanza. La ventana de oportunidad es el 2024.

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