Por Lirians Gordillo Piña
SemMéxico/SemLac. La Habana, Cuba. 29 de diciembre 2020.- Iglesias cristianas y proyectos ecuménicos en Cuba apuestan por la inclusión y la justicia de género como proyecto de futuro para sus comunidades de fe y la sociedad toda.
«Los espacios de fe, ecuménicos, inclusivos y diversos son muy importantes para la sociedad cubana, de la cual formamos parte. Ellos fomentan el disfrute de los derechos humanos y tributan al bienestar y la felicidad», afirma Marieta Machado Batista, una de las coordinadoras de la Red Fe x Cuba en Santiago de Cuba, a unos 760 kilómetros de La Habana.
«Ninguna persona puede ser feliz si se siente discriminada, apartada. La buena noticia del Evangelio de Jesús es para la humanidad toda», asegura.
Fe x Cuba surgió en 2012 y reúne a personas cristianas y líderes de comunidades de fe de todo el país. Es una de las experiencias que, desde sus inicios, ha promovido el reconocimiento de la diversidad sexual y apuesta por la equidad de género.
Según declaran en sus principios, la red aspira a una iglesia «con compromiso social, que se arriesga a transformarse y a transformar el mundo y afirma el amor, la misericordia, el respeto a las diversidades, la justicia, equidad de género e integridad de la creación como valores del Reino.»
Esta iniciativa forma parte de una tradición ecuménica cristiana existente en el país, de amplio compromiso social y popular, diversa, con fuerte presencia comunitaria y que ha apostado por el diálogo entre las distintas denominaciones.
Poco a poco, con esfuerzo y tiempo, la equidad de género se fue abriendo paso en el entramado religioso, ecuménico y social cubanos a través de redes, programas en comunidades de fe, espacios formativos y proyectos comunitarios.
Para la pastora Dora Arce, estos espacios tienen la misión de transformar todos aquellos ámbitos, vínculos y situaciones que sostienen las relaciones desiguales de poder entre mujeres y hombres.
«Es necesario darle un viraje a la manera en la cual, históricamente, la iglesia ha mirado a las mujeres, las ha tratado, desempoderado, les ha quitado voz y espacio; las ha colocado en el ámbito doméstico o en todos los espacios que simbolicen ese espacio privado», declara Arce a SEMlac.
Estas iglesias y movimientos se distinguen por una visión amplia y contextual de la fe y la Biblia, a lo cual Marieta Machado Batista suma la apuesta por el respeto mutuo, la libertad de expresión, el reconocimiento del otro y de la otra como sujetos de derecho y la celebración de la vida.
«Promover el respeto, la igualdad, el amor y la dignidad de los seres humanos, y en especial de las personas más vulnerables, debería ser objetivo fundamental en nuestras comunidades. Predicarlo en nuestras iglesias es loable, pero ser parte activa de estas causas y proyectar esa luz en nuestra sociedad es un llamado urgente», opina la pastora Elaine Saralegui líder de la Iglesia Metropolitana (ICM) en Cuba.
ICM en Cuba es una iglesia afirmativa e incluyente de las personas LGBTIQ. Su pastorado y ecumenismo se distingue también por apoyar al activismo a favor de los derechos de las personas sexo-género diversas y por una postura desafiante al heteropatriarcado.
«Como activista LGBTIQ+, siento que se sigue un discurso políticamente correcto, que teme la división en las iglesias y que, finalmente, no deriva en una radical inclusión», opina Saralegui.
«Muchas veces se teme a la radicalidad (ir a la raíz), a las personas con conciencia de sus exclusiones, a la crítica, a la confrontación de los privilegios y las desigualdades que generan violencia. Incluso, he visto que llaman fundamentalismo a dicho posicionamiento radical», reflexiona Saralegui.
Prácticas, espacios y discursos renovadores
Un llamado a la comunión en el amor, la humanidad, dignidad y derechos de las personas circula en mensajes, campañas y espacios comunicativos cristianos inclusivos.
Aunque no son mayoría, estos discursos son una alternativa a los fundamentalismos homofóbicos y antiderechos que han saltado a las redes sociales y otros espacios públicos de la nación del Caribe.
Entre las propuestas recientes se encuentra Voces Ecuménicas, una página en Facebook activa desde 2020. Con el hashtag #creoenelamordeDios, la página lleva a las redes un lenguaje de respeto, solidaridad y reconocimiento.
«El objetivo es aunar voces que están en diferentes espacios, grupos y denominaciones; trata de crear un espacio común donde todas esas reflexiones, pensamientos, propuestas, memorias puedan ser compartidas y también hacer una convocatoria al respeto, al valor de la gran diversidad que nos representa, al rescate de los vínculos históricos que tenemos especialmente las denominaciones protestantes en Cuba», explica Arce a SEMlac.
«Voces Ecuménicas promueve un espacio de confianza, celebración y comunión entre quienes pensamos que el ecumenismo no necesariamente tiene que ser monolítico, que podemos disfrutar y celebrar las diferentes maneras que tenemos de ser iglesia», agrega.
Promover un mensaje positivo, de inclusión y reconocimiento en las redes sociales es un aspecto en común entre diferentes iniciativas. Por ejemplo, la campaña Cristo ama mis colores se ha desplegado en distintos espacios digitales con mensajes de reafirmación y celebración de personas cristianas LGBTIQ.
Para Arce, no es casual que exista tanto interés por el espacio virtual. «Es en las redes donde se está dando el debate y, por supuesto, si queremos sumarnos presentando esta otra mirada, ahí es a donde tenemos que ir; independientemente de que nuestra presencia en las redes es un espejo de lo que estamos haciendo también en otros espacios», afirma.
La pastora Elaine Saralegui comparte el criterio de que es importante movilizar hacia el cambio desde diversos escenarios.
Por su experiencia en ICM, afirma que los espacios ecuménicos permiten llegar a más personas e iglesias y considera esencial propiciar diálogos y aprendizajes donde las personas «activistas LGBTIQ+ radicales, con plumas, explícitas, orgullosas, también participen y, sobre todo, tengan voz».
«Es desde la pluralidad que podremos ir deconstruyendo prácticas generadoras de desigualdades e ir construyendo espacios afirmativos, respetuosos, diversos, coloridos, solidarios, equitativos, que puedan ser referente para la Cuba que estamos edificando y que se está enfrentando a conservadurismos y fundamentalismos antiderechos», sostiene Saralegui.
Desafíos para transformar desde la raíz
Aunque la apuesta por el bien común guía los espacios religiosos inclusivos, no faltan retos y contradicciones en el camino.
Comprender la integralidad de los seres humanos, la diversidad dentro de la iglesia y su rol como parte indisoluble de la sociedad es uno de los desafíos actuales, según Machado Batista.
«Apostar por la equidad de género constituye un desafío en sí, en medio de un contexto inyectado por el fundamentalismo religioso, que defiende la interpretación literal del texto sagrado. Yo diría más bien la interpretación a conveniencia, porque ahí donde recurren para violentar al otro y la otra, para discriminar, también dice que ‘Dios no hace acepción de personas»’, opina.
Por ejemplo, la aceptación y celebración de cuerpos, sexualidades e identidades no heteronormativas siguen enfrentado resistencias.
La pastora Saralegui reconoce que ha sido más fácil la entrada de la perspectiva de género que el reconocimiento y trasformación del sistema cisgénero heteronormativo, también presente en la iglesia.
«Debemos comenzar a ver al ser humano desde sus cuerpos, vulnerabilidades, exclusiones, interseccionalidades. Debemos admitir –parafraseando a nuestra Obispa Carmen Margarita Sánchez de León– que hemos sido nosotrxs, como parte de las instituciones religiosas, quienes hemos secuestrado las espiritualidades, los cuerpos, el erotismo de las personas», reflexiona Saralegui.
Para la pastora Arce, iglesia y sociedad van de la mano en la lucha por la inclusión, compartiendo desafíos, riesgos y resistencias.
«Los retos que enfrentamos las iglesias y las comunidades de fe que apuestan por la equidad de género y que, por lo tanto, también tienen una propuesta inclusiva, son los mismos que enfrenta todo el mundo, la sociedad en general.
«Soy de las que creo que el día en que logremos desmontar o por lo menos desmantelar el patriarcado, en un 70 por ciento, estaremos desmantelando el 90 por ciento de los problemas que tiene el mundo de hoy. Lo creo, tanto como creo en Dios», afirma con vehemencia Arce.