- Une el cuidado del planeta con el cuidado de la vida
- Mujer, discapacidad o pobres las más afectadas en casos de desastres
Sara Más
SemMéxico/ SEMlac, La Habana, Cuba, 3 de junio, 2024.- Cada vez son más y diversas las voces que, desde el ecofeminismo, abogan por compromisos, acciones, políticas y cambios en favor de la existencia armónica y sostenible con la naturaleza. Posturas que necesitan crecer y extenderse también en Cuba.
Así lo enfatiza Lizette Vila, realizadora audiovisual y directora del Proyecto Palomas, casa productora audiovisual para el activismo social. En ese camino necesario, un paso ha sido empezar a impulsar el intercambio sobre los presupuestos y prácticas feministas en este campo, asegura.
Bajo el título de Diálogos ecofeministas, Vila moderó un panel en la última edición deI Festival Internacional de Cine y Medio Ambiente del Caribe, Isla Verde, que se realizó a finales de abril en la Isla de la Juventud, al sur de La Habana.
El evento, presidido por el reconocido actor, director y artista plástico Jorge Perugorría, es un espacio creativo que persigue impulsar acciones en pos de convertir a esa pequeña isla en un referente regional de transformación desde el desarrollo local sostenible y como destino cultural, turístico y medioambiental, declaran sus organizadores.
Cuando el mundo clama cada 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, por la protección del planeta en que vivimos, más mujeres toman la palabra para decir que sin ellas no es posible.
«Lo más valioso de ese encuentro, además de poner el tema en discusión, intercambiar y aprender unas de otras, es que ya se quedará este espacio como permanente en estos festivales. Es muy bueno, porque lo necesitamos», comentó Vila a SEMlac.
El ecofeminismo, un movimiento social plural reconocido como práctica política y corriente de pensamiento, une el cuidado del planeta con el cuidado de la vida.
A la par, sustenta que existe un fuerte vínculo entre la subordinación histórica de las mujeres y la explotación destructiva de la naturaleza, como parte de la doble opresión a la cual se les somete.
Sin embargo, no es posible simplificar la práctica ecofeminista a una sola mirada, porque se nutre de vivencias plurales, personales y colectivas, como evidenciaron las panelistas en la jornada de intercambio, que agrupó a un centenar de personas, la gran mayoría mujeres.
Salir del extractivismo
A la italiana Carla Vitantonio, representante en Cuba de Care Internacional, le ha tocado atender y auxiliar a no pocas personas en medio de desastres, entre ellas mujeres de diferentes situaciones económicas, color de piel o fe religiosa, entre otras condiciones.
«Las que tienen una discapacidad o provienen de una clase baja son las más afectadas en estos casos», expuso como ejemplo.
Cuando ocurre algún evento climático o ambiental negativo, que tiene una raíz en una mala interacción con la naturaleza, las mujeres se quedan a cuidar a las personas ancianas, niñas y niños. Son además quienes elaboran la comida, cargan el agua, atienden a la familia, agregó.
«El ecofeminismo vale igualmente para reconocer que, cuando hablamos del daño que se hace a la naturaleza, la primera afectada es la mujer; pero puede ser también la primera en actuar para recuperar una relación de valor con la naturaleza», sostuvo Vitantonio.
Igualmente, el ecofeminismo revela que el cuerpo de la mujer, como la Tierra, es un cuerpo del cual se extrae para la reproducción y la producción, porque la cultura nos enseña que no podemos tomar decisiones propias, para nosotras, abundó.
«Por eso propongo el ecofeminismo como una fuente de reflexión para con la tierra y revolucionar: salir del extractivismo y entrar en un enfoque de sororidad y conexión con la naturaleza», apuntó.
En opinión de la científica Silvana Birchenough, de Gran Bretaña, se trata de poner en valor la fuerza, capacidad y garra de las mujeres en la convivencia con la naturaleza.
Como ocurre con los cultivos de ostiones en el norte de Chile, expuso, que solamente se llevan por mujeres «capaces de recuperar el recurso y hacer el trabajo, pero también de crear los instrumentos, redes de pesca, de arrastre y canastos; de crear oportunidades económicas», reflexionó.
Entre avances y deudas
En Turquía, donde hace mucho tiempo se habla de ecoderechos, la austriaca Petra Holze cree que estas luchas van por buen camino, aunque aún queda mucho por hacer.
«Tenemos muchas mujeres en ciencia y tecnología, en lugares de poder, pero aún seguimos teniendo muchos problemas en las comunidades y en los escenarios rurales, por el regreso del fundamentalismo religioso a la actividad política», sostuvo.
Para la mexicana Eleonora Insunza, quien preside Cinema Planeta, el Festival Internacional de Cine y Medio Ambiente de México, las mujeres están a la vanguardia en temas ambientales. «No solo porque damos de comer y buscamos el agua; sino porque estamos en este lugar de la naturaleza, en este hogar que tenemos que mantener y crear como espacio de paz», reflexionó.
En Latinoamérica, los cuerpos y los territorios siguen siendo avasallados como en la época de conquistas y guerras, en opinión de Florencia Santucho, quien dirige el Festival Internacional de Cine Ambiental de Buenos Aires, creado en 2010.
«A pesar de no estar más en la etapa colonial, vivimos hoy una forma neoliberal de ocupación de los territorios y quienes los defienden muchas veces son las mujeres de ese lugar, que ponen el cuerpo, el alma y el deseo en construir un mundo más justo», comentó y recordó a la luchadora hondureña Berta Cáceres, asesinada bajo total impunidad.
Por suerte, añadió, «el ecofeminismo nos recuerda que somos parte de un círculo amoroso de larga data, desde nuestras ancestras hacia nuestras futuras generaciones» y «el arte y la cultura son herramientas importantes, porque podemos lograr empatía con historias ajenas», argumentó.
Una realidad que, igualmente, ha vivido la cubana Kenia Rodríguez, de la Televisión Serrana, un proyecto de producción audiovisual que articula arte y transformación social desde las montañas del oriente cubano.
«No tenemos una señal abierta, sino que vamos por las comunidades haciendo nuestras propias proyecciones, junto al trabajo comunitario, en especial con las mujeres y con las familias», detalló.
Generar conciencia de las opresiones de género y del saqueo ambiental; trabajar con los hombres; promover la economía circular y potenciar las capacidades, posibilidades y recursos de cada territorio se identificaron como eslabones necesarios en la apuesta por construir un sistema más justo, equitativo y sostenible para el planeta y para la vida.
Vila agradece especialmente al Festival Internacional de Cine y Medioambiente del Caribe, Isla Verde y a la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, por haber propiciado y establecer ya como permanente estos «Diálogos ecofeministas», liderados por Palomas.
«No fue un espacio más; fue un escenario de reivindicación de una deuda social importante en Cuba, pues no se ve a las mujeres en todos estos espacios de riesgo», precisó Vila, quien reiteró el compromiso de seguir propiciando estos debates.
SEM-SEMlac/sm