* Violencia obstétrica: naturalizada, sistematizada e invisibilizada.
* Indispensable un marco jurídico para regularizar el parto
Redacción
SemMéxico/SEMlac, La Habana, 24 junio 2019.- Aunque no hay registros estadísticos en Cuba que den cuenta de un fenómeno como la violencia obstétrica, profesionales de la salud reconocen que es una problemática hacia la que hay que volver la mirada, en tanto el parto humanizado es un derecho de toda mujer.
En ello coincidieron ginecobstetras y otros especialistas afines durante una
mesa de discusión dedicada a la violencia sobre la mujer, como parte del
programa del XVII Congreso de la Sociedad Cubana de Obstetricia y Ginecología, que sesionó del 18 al
21 de junio en la nación caribeña.
Para la doctora Alba Marina Atienza Barzaga, un elemento fundamental es
concientizar que la violencia obstétrica es violencia de género.
«Va mucho más allá de las situaciones en el momento del parto, si bien es
en ese donde más se evidencia. Está relacionada con la salud sexual y
reproductiva, lo que hacemos y no debemos durante el proceso de planificación
familiar, el aborto, el tratamiento a las
mujeres en etapa del climaterio; es decir, con el trato hacia esta mujer que
atendemos día a día», dijo la especialista.
Reconocer que existe
La violencia obstétrica es definida como aquella que ejerce el personal de la
salud sobre el cuerpo y los procesos
reproductivos de la mujer, expresada en tratamientos deshumanizados, abuso de
medicalización y transformación de procesos naturales en patológicos, señaló
Atienza Barzaga.
A su juicio, esta problemática tiene tres características fundamentales que
inciden en su ocurrencia: está naturalizada, sistematizada e invisibilizada.
Una de las prácticas cotidianas es la cesárea mal indicada. «Todavía
pensamos que es otra forma del parto, y es verdad, pero la hacemos de forma
frecuente sin darnos cuenta que estamos causando una lesión, muchas veces sin
preguntarle siquiera a la mujer. Nos desesperamos y olvidamos que la Organización
Mundial de la Salud, desde 2014, aboga por el parto humanizado, que es lo
fisiológico», señaló la experta.
Según expuso, son indiscutibles los logros alcanzados con la
institucionalización del parto, sobre todo en la atención de complicaciones,
pero con la tecnificación de la obstetricia se violenta cada vez más a las
mujeres.
Entre las formas de violencia a las que estas pueden ser sometidas, mencionó
varias que ocurren incluso de forma no intencional por parte del personal
sanitario: obligar al parto acostada o inmovilizada; negar u obstaculizar la
posibilidad de cargar y lactar al bebé inmediatamente después del parto, cuando
este no presenta ninguna complicación que requiera de cuidados intensivos; no
atender oportunamente las emergencias obstétricas y llegar de forma tardía,
entre otras.
Asimismo, la doctora Atienza Barzaga refirió procederes como la rotura de la
bolsa, sin explicarle a la paciente; la violencia verbal y críticas por llorar
o gritar; la falta de acompañamiento de un familiar o su pareja; apresurar el
parto con exceso de medicalización, realizar inducciones sin verdaderos
criterios y la episiotomía de rutina.
En tanto, el doctor Guillermo Rodríguez Iglesias mencionó además la utilización
de fórceps sin indicación correcta y consentimiento, la maniobra de Kristeller,
tactos reiterados por más de una persona y el curetaje uterino sin anestesia.
Otra de las variantes más frecuentes es la restricción de comidas y bebidas en
pacientes de bajo riesgo, sometidas con frecuencia a ayunos prolongados, cuando
está demostrado que las bebidas azucaradas, incluso dos horas antes de una
operación, favorecen la recuperación del paciente, ejemplificó el especialista.
La doctora Atienza Barzaga enfatizó en que la violencia obstétrica no solo se
vincula a quienes asisten el parto, sino a todo el servicio: pantrista,
auxiliar de limpieza, técnicos de laboratorio, enfermeras, entre otros.
«Se hace indispensable un marco jurídico que, además de
reconocer el hecho, determine legalmente las acciones que correspondan para
prevenir y proteger a las mujeres de este tipo de violencia. La utilización del
consentimiento informado debe dejar de ser una opción para convertirse en una
premisa obligada en nuestra actuación», afirmó.
Se trata de proporcionar una experiencia de parto y nacimiento positiva, dijo
el doctor Rodríguez Iglesias. Algo fundamental, en opinión de la
realizadora Lizette Vila, directora del Proyecto
Palomas, pues las experiencias se convierten en hechos culturales, y el parto y
nacimiento de un hijo no debería cargarse de otro significado que el de la
infinita ternura, sostuvo.
La violencia sobre la mujer en las ciencias de la salud no incluye solo la
obstétrica, apuntó el doctor Rodríguez Iglesias. «Si tenemos la obligación
de declarar que una paciente tiene una Infección de Transmisión Sexual, ¿hasta
qué punto no tenemos el deber de declarar que fue violentada?»,
reflexionó.
Hay mujeres que llegan a la consulta con signos evidentes de violencia y la
mayoría de los profesionales aún no se sienten obligados a tomar conducta al
respecto, señaló.
Aunque no existen estudios detallados al respecto en Cuba, la ausencia de
una ruta crítica para el abordaje de la
violencia de
género en los servicios de salud es una vieja demanda, coincidieron los
especialistas.
SEM-SEMlac