Mujeres, en primera línea ante los efectos del cambio climático
La escasez de los recursos esenciales negativo a la producción agrícola de las mujeres rurales e indígenas.
SemMéxico/AmecoPress, Madrid, España, 7 de noviembre, 2021.- La Conferencia de las Partes (COP26), organizada por Reino Unido con la participación de Italia, ha comenzado el 31 de octubre en el SEC Centre de Glasgow, Escocia, y se prolongará hasta el 12 de noviembre donde los y las dirigentes intervendrán para anunciar las acciones que favorecerán en la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, estas promesas no pueden cumplirse de manera efectiva sin considerar a las mujeres son las más vulnerables en sufrir los efectos del calentamiento global.
La igualdad de género en la lucha contra el cambio climático sigue siendo un tema pendiente en la agenda de la Conferencia de las Partes, ya que menos del 25 por ciento de los puestos influyentes en el equipo de liderazgo son ocupados por mujeres. A pesar de que en la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo de 1992 establece en su Principio 20 que “las mujeres tienen un rol fundamental en la gestión ambiental y en el desarrollo. Por lo tanto, su plena participación es esencial para lograr el desarrollo sostenible”. Sin embargo, no será posible conseguir la paridad de género hasta el año 2044.
No será posible conseguir la paridad de género hasta el año 2044
Por ello, es necesario fomentar la participación de las mujeres, ya que los acuerdos internacionales serán los que marcarán el destino de las mujeres rurales e indígenas, víctimas de esta injusticia climática provocada por la actividad del ser humano. Según el Banco Mundial, América Latina y el Caribe son las regiones más vulnerables a los efectos del cambio climático, cada vez más intensos y frecuentes, provocando un gran impacto económico. En los países en desarrollo, las mujeres que se dedican a la agricultura producen entre el 45-80 por ciento de los alimentos. Un medio de subsistencia, ingresos y seguridad alimentaria que se encuentra en riesgo ante los desastres naturales como las inundaciones y sequias. Según la ONU, esta última podría ser “la próxima pandemia”.
Como consecuencia de este impacto sobre los recursos naturales considerados esenciales para la vida humana, la inseguridad alimentaria es otro de los problemas que fomenta esta desigualdad de género vinculada a la socioeconómica, ya que las mujeres son las primeras en sufrir las consecuencias de la producción inestable de alimentos. Según datos del Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe (OIG) publicados en 2019, por cada cien hombres en hogares pobres, hay 112,7 mujeres en una situación similar. Por otro lado, según un informe del PNUD de 2019, la proporción de fallecimientos entre mujeres fue superior al 60 por ciento en los fenómenos climáticos extremos ocurridos en los últimos veinte años.
Las mujeres son las primeras en sufrir las consecuencias de la producción inestable de alimentos
Para combatir esta situación de injusticia, con respecto a las mujeres indígenas y rurales, es necesario que la comunidad internacional las incluya en las negociaciones para la planificación y elaboración de políticas públicas, ya que son las primeras en enfrentarse a este desafío global.
Por otro lado, la presencia de las mujeres en la defensa del medio ambiente es sobresaliente. Esto se debe a que siguen luchando en integrar el género en las políticas de desarrollo sostenible y en fomentar la presencia de mujeres en el liderazgo para reducir de manera efectiva los efectos del cambio climático. Por ello, en noviembre de 2020, Antoinette Vermilye, Bianca Pitt y Elise Buckle fundaron la campaña ‘She changes climate’ con el objetivo de exigir un 50 por ciento de participación de las mujeres en los equipos de liderazgo de la COP26, ya que solamente ocupaban un 15 por ciento. Sin embargo, según está transcurriendo la COP26, varias organizaciones están denunciado la falta de mujeres en las negociaciones.
La clave para conseguir unas políticas eficaces es vincular la gestión medioambiental con los gobiernos y organizaciones de la sociedad civil, y asegurar que el género y el cambio climático vayan de la mano en las agendas nacionales y subnacionales.Foto: archivo AmecoPress.