La Vía Láctea es una labor que realizan de forma gratuita, para llevar a niñas y niños un espacio de libertad, creación, emociones y sensaciones, refieren sus integrantes. Foto tomada de @lavialactea_de_laproa/IG
Redacción
SemMéxico/SEMlac, La Habana, Cuba, 10 de agosto, 2024.- Crecimiento podría ser la palabra para definir al proyecto La Vía Láctea, porque de ello es de lo que más hablan sus impulsoras, mujeres que se autodefinen como madres, cubanas, artistas y soñadoras.
Esta iniciativa, gestada en el seno de Teatro La Proa, es una experiencia dedicada a llevar el teatro a niños y niñas entre uno y cinco años de edad, a partir de los resortes del Teatro Espontáneo y de los principios de la Educación Montessori.
Sus creadoras, Brenda Chávez, Niurbis Santomé, Isabel Cristina López Hamze y Amanda Thalía Vázquez, se propusieron establecer un espacio de libertad creativa donde los infantes sientan que pueden expresarse y a ese sueño se le han unido otras personas, como Sailin Carbonell, Amanda Oropesa, Ana Lilian Medina y Alynn Benítez Castellanos.
“El proyecto, en primer lugar, me ha permitido acercarme al teatro no ya como espectadora, sino como ‘hacedora’”, comentó a SEMlac Benítez Castellanos, quien valoró el trabajo como una forma novedosa de teatro.
Ella explica que la experiencia va mucho más allá de las particularidades del público que, en ocasiones, nunca antes ha visto un títere o un violín, ni ha participado de un espectáculo. La escena, además, se traslada a un salón de círculo infantil u otros escenarios de esa naturaleza, en lugar de ocurrir en una sala teatral.
“Durante la función, se rompen los límites espaciales y no se imponen reglas que coarten el accionar de niñas y niños, quienes participan desde las primeras acciones, a partir del concepto de ‘teatro espontáneo’”, subrayó esta ingeniera en Telecomunicaciones, que hoy incursiona en el mundo de la música y la fotografía.
A Brenda Chávez, licenciada en Música por la Universidad de las Artes, violinista, compositora y con un hijo pequeño, La Vía Láctea la ha convertido en “mejor madre”.
“He podido ver diferentes infancias y entornos; eso me ha preparado más para entender y acompañar a mi hijo, para jugar mejor con él, tener más recursos para estimularlo y hacerlo feliz”, dijo a SEMlac.
Precisamente, crear un espacio para sus hijos y que ellos fueran quienes las guiaran y enseñaran a compartir con otros niños, estuvo en el centro del surgimiento del proyecto, el 24 de marzo de 2023.
A Brenda Chávez La Vía Láctea la ha convertido en “mejor madre”, pues ver diferentes infancias y entornos la ha preparado mejor para entender y acompañar a su hijo. Foto tomada de @lavialactea_de_laproa/IG
Ese día realizaron su primera función en la guardería La Isla de los niños, ubicada en el Vedado, en La Habana, y desde entonces han apostado por impulsar un entorno respetuoso, donde a pequeños y pequeñas no se les mande a callar o a sentarse, puedan fluir con la música y el teatro, cada uno a su ritmo y según sus necesidades, como refieren en sus publicaciones en redes sociales.
Teatro para comenzar la vida
“Pensamos en el público de uno a cinco años, a lo que se le llama la primera infancia, porque las experiencias de teatro para esas edades no son muchas en el país”, detalló la teatróloga Isabel Cristina López Hamze.
“Hay muchos grupos de teatro para niños, pero no hay ninguno que trabaje de forma exclusiva para la primera infancia, que es un rango de edad complejo y para el cual hay que estudiar mucho”, apuntó.
Preparar cada presentación implica tener en cuenta siempre el periodo del desarrollo por el que atraviesan las y los infantes a quienes se dirigen. Para los pequeños de segundo año de vida –que es la denominación que en los círculos infantiles cubanos dan al rango de edades de uno a dos años–, priorizan lo musical, la interacción con texturas, los colores y el libre movimiento; mientras que con los de tercer año (2-3 años) trabajan más las rondas tradicionales, explicó López Hamze.
“Para los de cuarto año de vida (3-4 años) tenemos algo que nosotros llamamos la excursión, que es como un viaje imaginario en el que vamos por un campo y los niños van encontrando diferentes estímulos. Como son más grandes, tiene que ver más con los movimientos físicos y con que los niños corran, salten…”, agregó.
Las experiencias de teatro para los públicos de la primera infancia no son muchas en el país, detalló la teatróloga Isabel Cristina López Hamze. Foto tomada de @lavialactea_de_laproa/IG
Con los de quinto y sexto año de vida trabajan otras capacidades, como la pintura a partir de la música, siembran plantas, hacen manualidades y los enseñan a confeccionar títeres sencillos. La creación, la espontaneidad y la libertad son la base de estos espacios, donde pueden aparecer temas diversos, dependiendo de la edad, capacidades y atención del público.
Para Brenda Chávez, todo esto supuso un reto que le ha permitido ser mejor artista. “La preparación musical y el repertorio que he tenido que aprender ahora son superiores a cuando empecé. Mi papel como acompañante ha mejorado mucho, porque como violinista son pocas las veces que tenemos ese rol. Además de tener que bailar y actuar en cada función”, confesó a SEMlac.
Valoró que el componente espontáneo que surge en cada actividad, como el llanto de un niño, una riña por algún material, o querer tomar el violín la han desafiado a pensar en cómo resolverlas de la manera más sabia y amigable.
Alynn Benítez Castellanos también considera La Vía Láctea como un aprendizaje, pues desde su rol de fotógrafa ha aprendido a apoyar a sus compañeras en el canto o animando en ciertas acciones, pero también interactuando con los niños.
“Algunos se quedan rezagados, se entretienen o disocian y con mucho cariño y un mensaje claro les indico adónde deben dirigir la atención. Algunos quieren jugar con la cámara e interactúan conmigo como si fuera parte activa del espectáculo”, relató.
Profesionalmente también resultó un reto, porque es fotografía en movimiento “mucho movimiento, realmente”, acotó, y no siempre ocurre en las mejores condiciones de iluminación.
“Ello, unido a las limitaciones de la cámara que poseo, ha requerido de estudio y profundización en técnicas de edición. Una de mis grandes satisfacciones viene luego de la función, cuando compartimos las fotos y las chicas me felicitan. Es ahí cuando llegan los aplausos que me animan a seguir, a superarme”, expresó.
Isabel Cristina López Hamze, quien también es Máster en Pedagogía del Teatro, remarcó la novedad de la experiencia, pues en Cuba se hace mucho teatro para niños y teatro de títeres, pero ningún grupo trabaja específicamente para la primera infancia, ni desde el punto de vista de la teatrología ni de la práctica teatral.
Sin embargo, La Vía Láctea no va de ese protagonismo, comentó; es una labor que realizan de forma gratuita para llevar a niñas y niños a un espacio de libertad, creación, emociones y sensaciones.
De obstáculos y recompensas
Esta es una entrega no exenta de sacrificios, pues implica llevarla a la par de los compromisos laborales.
“Por ejemplo, estoy en dos orquestas y siempre hay posibilidad de que me llamen para otros proyectos. Lidiar con todo el trabajo y sus horarios diferentes e inestables, además de ser mamá, es a veces muy estresante. Pero es lo lindo que cada una de nosotras: a pesar de estar complicadas, siempre hacemos un espacio para nuestro encuentro, como reflejo de nuestra conciencia sobre la importancia que tiene este proyecto”, comentó Brenda Chávez.
Las creadoras del proyecto se propusieron establecer un espacio de libertad creativa, donde niñas y niños sientan que pueden expresarse. Foto tomada de @lavialactea_de_laproa/IG
Alynn Benítez Castellanos señaló que a menudo es difícil coincidir todas para alguna función, porque tienen otros trabajos y responsabilidades; sin embargo, eso no detiene la presentación, escogen un formato menor y ajustan el programa según las integrantes que participan, siempre tratando de que la duración y calidad no se afecten.
“Somos muy celosas con esto y, cuando no podemos cumplir con ello, movemos de fecha la función”, acotó.
Las dificultades con el transporte para llegar a tiempo a cada presentación, o la falta de materiales para confeccionar los títeres, origamis, barquitos de papel, estrellitas y títeres de dedos que usan y regalan son obstáculos que, sin embargo, no las desaniman. Usan recursos donados o reciclan ellas mismas, pues las manualidades son una pieza esencial en sus presentaciones, contó Benítez Castellanos.
Con una hija de 24 años, refirió que asumió el trabajo de La Vía Láctea con el pensamiento de cuánto le hubiera gustado que su hija hubiera podido disfrutar de actividades similares. Por eso no es de extrañar que sostenga que el mayor impacto del proyecto en su vida es la felicidad que le aporta.
“Los días que empiezan con estas funciones son días felices. Las chicas tienen una energía limpia y linda que luego se multiplica en la alegría, sorpresa y agradecimiento de niñas y niños, y también de las educadoras y padres que nos acompañan”, apuntó.
En tanto, Brenda Chávez resalta como logro el poder conectarse cada una desde sus diferencias artísticas y entenderse.
“Comprender en la escena cuándo debemos repetir una canción, o darle un cierre rotundo, suplir alguna falta de alguna de nosotras, aprender a tocar y cantar al mismo tiempo; y también estar al tanto de las necesidades especiales de algún niño o niña en medio del programa, para poder modificar lo que teníamos pensado en pos de su inclusión y bienestar”, afirmó.