Llama experta a medios de comunicación a profundizar la experiencia de las víctimas de abuso sexual en  conflictos armados

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Presentó un estudio periodístico en la UNAM sobre masacres en Colombia donde hubo  abuso sexual

Mónica Echavarría dijo que no mirar a las mujeres abusadas en conflictos socio-políticos en Colombia, también es violencia 

Elda Montiel

SemMéxico. Ciudad de México. 27 de julio 2024.- La violencia contra las mujeres en los medios de comunicación también hace  invisibles  los abusos sexuales en las masacres de Colombia, no profundiza en la  experiencia de las víctimas, mostrarlo como un delito igual o menos importante que el asesinato y la tortura, señala la doctora Mónica Echavarría, experta en derechos humanos e igualdad de género y comunicación de la Universidad Carlos lll de  Madrid.

La investigadora colombiana dio a conocer las conclusiones de una                investigación sobre el  seguimiento de notas periodísticas en masacres llevadas a cabo por Paramilitares y la Fuerza Pública en territorios indígenas y urbanos de Colombia.

La presentó en el conversatorio “Reparar a las víctimas y sobrevivientes de violencias sexuales en contextos de conflictos socio-político desde la comunicación y el periodismo” organizado por el Centro de Estudios de Género de la UNAM (CIEG-UNAM),

Concluye que no importa que dijeron las víctimas y sobrevivientes del abuso sexual en las masacres de la población campesina de El Salado (2000); la región indígena wayuu de Bahía Portete (2004), y en la Operación Orión en el Barrio de la Comuna 13 en la Ciudad de  Medellín (2002).

Destacó que la prensa replica, una y otra vez, los hechos sin indagar como desde el rol de género asignado a las mujeres socialmente han sido vulneradas sin dimensionar el daño que ocasionaban y alimentando una pedagogía de la crueldad.

Desde la concepción paramilitar, el poder de liderazgo de las mujeres indígenas era inconcebible y fueron aleccionadas al igual que toda la comunidad. Fue una manifestación de poder contra el liderazgo de las mujeres indígenas Wayuu y doblegar a los hombres en su dignidad de guerreros.

La comunicóloga considera que las periodistas y los medios de comunicación “no podemos quedarnos con esa deuda histórica cuando podemos cambiar la realidad de millones de mujeres en el mundo”. 

Consideró que los medios de comunicación deben generar espacios de duelo haciendo una ruptura con el pacto de silencio que genera el victimario y entendiendo al duelo como un escenario político que saca a la violencia sexual del plano de lo privado para que se entienda como un problema social y público.

De las conclusiones destaca que el abuso sexual se toma como un daño colateral de la guerra, sin profundizar en las víctimas y darles reconocimiento social en conflictos socio políticos. La mayoría de los productos periodísticos investigados no tienen  como tema principal ni siquiera  como  secundario el delito de violencia sexual,

Existe una espectacularización de los medios con relación a las masacres, ya que los periodistas se sienten más cómodos dando a conocer cuerpos destrozados por machetes que cuerpos violentados sexualmente.

No existe espacio para las víctimas, los medios se centran en los victimarios, se muestran los delitos de violencia sexual como delitos de menor gravedad.

Recuerda que el conflicto armado colombiano ha durado más de 60 años entre grupos guerrilleros y el estado, en este contexto citó a Rita Segato, la antropóloga argentina.

Explicó  que el mandato de masculinidad es un mandato de violencia, de dominación. El sujeto masculino tiene que construir su potencia y espectacularizarla a los ojos de los otros.

En las nuevas formas de las guerras, la violencia contra las mujeres es un discurso de poder dirigido a los liderazgos femeninos en contextos indígenas, demostrar quien tiene el poder a quien está en contra. Porque ya no se busca el poder como tal, quienes son los protagonistas de esta nueva guerra buscan más dinero, espacios del narco, poder territorial y por eso es difícil negociar con estas guerras.

Además las nuevas formas de las guerras están caracterizadas en un espacio paraestatal, porque se encuentra controlado por corporaciones armadas con participación de efectivos estatales y paraestatales. En esa esfera de paraestatalidad en franca expansión, la violencia contra las mujeres ha dejado de ser un efecto colateral de la guerra y se ha  transformado en un objetivo estratégico de este nuevo escenario bélico.   

Concluye que los medios de comunicación no realizan análisis, seguimiento o investigación por lo que  han hecho una distinción de las víctimas que merecen procesos de justicia y cuyas vidas merecen ser lloradas.

También mencionó el caso de la Niña Emberra (2020) que es el abuso sexual por siete soldados a una niña indígena, y los abortos forzados de las FARC, es este último recibe más importancia el enfermero que realiza los abortos que las víctimas.

En la Masacre de El Salado, sólo siete productos periodísticos de 35 hablaron de la violencia sexual. En la Operación Orión dos productos periodísticos hablan de algún tipo de violencia sexual.   En la Masacre de Bahía Portete  sólo cinco productos periodísticos de 40 hablaron de la violencia sexual.

Las Masacres  

Bahía Portete. El 18 de abril de 2004, aproximadamente 40 paramilitares entran a Bahía Portete, en La Alta Guajira, y con lista en mano torturan y asesinan a por lo menos 6 personas, cuatro de ellas mujeres; profanan el cementerio, saquean y queman varias casas, generando así el desplazamiento forzado de más de 600 indígenas wayuu. Según informes de medicina legal tenían indicios de haber sido violadas sexualmente, y mutilación de senos.

Aquí menciona que fue una decisión de la comunidad no hablar de la violencia sexual pero eso no exime a las y los periodistas de analizar a la masacre desde los elementos de dominación interseccional.   

El Salado y Operación Orión

La masacre de El Salado fue perpetrada entre el 16 y el 21 de febrero del 2000 por 450 paramilitares, que apoyados por helicópteros, dieron muerte a 60 personas en estado de total indefensión. Tras la masacre se produjo el éxodo de toda la población, convirtiendo a El Salado en un pueblo fantasma. 

El 16 de octubre de 2002 se inició la Operación Orión, la mayor acción armada realizada en un territorio urbano a raíz del conflicto armado en Colombia. La operación militar  fue acompañada de la Fuerza Pública en sus labores de allanamiento y captura de supuestos colaboradores de la  guerrilla.

Recomendaciones

Al evidenciar aciertos y desaciertos en la labor periodística al cubrir los casos de violencias sexuales en ocasión del conflicto colombiano, propone una serie de recomendaciones para un quehacer periodístico que contribuya de manera efectiva a la reparación de las víctimas.

Las sobrevivientes de violencia sexual en los conflictos sociales y políticos colombianos desde los medios de comunicación y el periodismo requieren duelos colectivos y  reparación del daño.

Proceso de duelo colectivos porque solo así pueden entrar a los espacios políticos a discutir su derecho a reconocimiento social de su labor es tan grave como la tortura, la desaparición o la muerte misma.

Propone que hay que darle voz a las víctimas y sobrevivientes a sus procesos, no sólo a sus historias, específica que muchas de ellas no quieren hablar de lo que pasó, sino como salieron y que es lo que quieren contar.  Aunado al seguimiento periodístico se entrevistaron a víctimas.

Se recomiendan géneros periodísticos que hagan visible la voz de las mujeres. Encontrar nuevas y mejores formas de hablar de las violencias sexuales en el marco del conflicto  armado. Conocer los contextos. Capacitación en memoria histórica.

Pero sobre todo hizo énfasis en que la violencia sexual no es un delito monocausal, no es un producto de enfermos  mentales, como lo quieren hacer aparecer son violencias basadas en género.

Advierte que si bien se presentan recomendaciones para el caso colombiano, estas también pueden ser tomadas para la reparación de víctimas y sobrevivientes de diversas violencias basadas en género que ocurren en contextos de violencia social y/o política en diferentes países de América Latina.  

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