MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
SemMéxico. Cd. de México. 29 de octubre, 2020.- ¿Quién o quiénes andan nerviosos/as en estos tiempos de pandemia y arrebatos políticos?
No es nuevo eso de acusar al contrincante de andar con nervios porque no logra crecer en la preferencia electoral y, por ende, procede con desatinos y barbaridades en busca de mantenerse en el poder o lograr espacios en éste manto sagrado.
Pero en la línea discursiva del licenciado López Obrador ha cobrado el sentido de la descalificación, de minimizar a niveles de burla a los contrincantes, a quienes no piensan como él y de ahí trascendió al reto con matices de desprecio, sobre todo porque él es el dueño del poder y procede con ese centralismo que tanto criticó.
Mire usted, la negociación y el cabildeo desde hace tiempo forman parte del esquema de análisis, discusión y negociación del paquete económico en el Congreso de la Unión, especialmente en la Cámara de Diputados, donde por ley se atienden los asuntos de carácter económico y fiscal, por ende.
Incluso, ello derivó en la legislación del Pacto Fiscal mediante el cual se consideró la mejor mecánica para distribuir recursos presupuestales a gobiernos estatales, de acuerdo con sus necesidades y espíritu de equidad.
Aunque nunca hubo tal porque entidades de menor participación en el Producto Interno Bruto perciben recursos que no generan y sin los cuales difícilmente estarían en condiciones de atender necesidades propias.
Así, gobernadores, alcaldes, integrantes del gabinete, rectores de universidades públicas y, en fin, responsables de entes que requieren participación del gasto público, incluso empresarios inquietos por la miscelánea fiscal, se apersonaban en pasillos del Palacio Legislativo de San Lázaro con el objetivo de ser escuchados por miembros de las comisiones de Presupuesto y Cuenta Pública y de Hacienda y Crédito Público, y lograr una parte del pastel presupuestal y/o amainar decisiones de nuevos impuestos o el incremento en existentes.
El tema de los dineros ha sido un problema atendido con las prioridades del momento; reformas recurrentes tanto en la recaudación como en la distribución no han logrado encontrar una solución que deje contento a nadie.
Por eso, el Pacto Fiscal fue, en efecto, legislado en la época de Felipe Calderón con ese objetivo: encontrar el mecanismo para repartir el pastel presupuestal o de qué forma estados y municipios, entes públicos y órganos descentralizados obtienen un pedazo de la cobija billonaria más insuficiente, sobre todo en estos tiempos de crisis generada por la pandemia del coronavirus.
El punto es que Andrés Manuel López Obrador, montado en el poder centralista que avanza paulatinamente hacia su consolidación merced a las reformas impulsadas y aprobadas por la mayoría de Morena en el Congreso de la Unión, ha decidido pasar por encima de la oposición que reclama equidad y alerta respecto de ese poder absoluto que arrasa sin atisbos de negociación, ausente la mínima posibilidad de discusión de altura.
¿Cuál ha sido la mecánica presidencial para pasar por encima de la oposición y de voces que demandan diálogo? La descalificación.
A la oposición la acusa de estar nerviosa y en consecuencia de proceder en contra del interés público, le asigna calificativos que imaginan a los tiempos decimonónicos cuando el país estaba desagarrado y falto de cohesión, gobernado por políticos radicales y atados al pasado del poder virreinal.
¿Es esa la característica del México contemporáneo? Bueno, el licenciado Andrés Manuel se ha montado en ese discurso que borda con la oferta de un país mediocre, aquel en el que los jóvenes deben estar satisfechos por tener un trabajo con salario suficiente para vivir, mas no con el que posibilite aspirar a estadios superiores de vida.
Por supuesto, verdad de Perogrullo, hay intereses contrarios a los de la 4T que pretenden mantener canonjías y reaccionan incluso violentamente, como las organizaciones criminales, y retan a un gobierno que se asume justiciero pero procede ñoño y entrega a las Fuerzas Armadas el control de ese presupuesto federal sin medida, para mantener la calma y limar asperezas en una especie de pedir perdón por las ofensas hechas en campaña.
En este escenario, la reacción de los gobernadores integrantes de la Alianza Federalista es apenas elemental entre quienes buscan esa tajada del pastel del Presupuesto de Egresos de la Federación, porque la crisis económica les golpea y, sin duda, carecen de la vía de cabildeo que les permita obtener una mayor porción del gasto público, más allá de las participaciones federales.
Pero no solo es eso, no. Cuando los diez gobernadores integrantes de esta Alianza decidieron abandonar a la Conferencia Nacional de Gobernadores, lo hicieron porque ésta ya no era el medio de interlocución con el presidente López Obrador, quien los despreció una y otra vez y les negó audiencia. No quiso reunirse con ellos.
De ahí el imperativo de alzar la voz y demandar diálogo, porque ésa fue la primera demanda de estos gobernadores e incluso de los que se quedaron en la Conago, incluidos los de filiación oficialista que, en una postura pueril, firman un documento en el que manifiestan su apoyo al Presidente, quien ha demostrado que no los necesita.
Pero, bueno. Es elemental que la polarización ha llegado a un punto en el que Morena con su nuevo dirigente, el diputado Mario Delgado Carrillo, alfil del licenciado López Obrador, no tiene margen de maniobra para operar las urgencias electorales de un Andrés Manuel López Obrador que está severamente preocupado por lo que ocurrirá en la elección intermedia que se dirimirá en las urnas en junio de 2021, con el antecedente de Coahuila e Hidalgo.
Por eso, por eso la actitud de restar autoridad a los gobernadores; por eso se burla de ellos, por eso se niega a reunirse con ellos, porque no tiene herramientas para discutir, tanto que tuvo que echar mano de Arturo Herrera Gutiérrez, secretario de Hacienda, para restregar a los gobernadores del PAN que fueron legisladores del PAN en el gobierno de un panista, Felipe Calderón, cuando se aprobaron las reglas del Pacto Fiscal.
–Presidente, preguntarle sobre esta Alianza Federalista de los 10 gobernadores que amenazan con dejar el pacto federal—planteó una ciudadana (no hay garantía de que quienes preguntan en la conferencia mañanera sean periodistas).
–Bueno, pues están en su derecho, nada más que no hay ninguna posibilidad de que se rompa el pacto federal—respondió el licenciado López Obrador. Y se fue largo:
“Primero, porque si tienen vocación democrática tendrían que preguntarles a los ciudadanos de los estados que gobiernan. Les recomendaría que apliquen el mandar obedeciendo.
“Segundo, porque sería una reforma a la Constitución que tendría que aprobarse en el Congreso, con todo un proceso que llevaría a controversias, que le correspondería a su vez resolver al Poder Judicial.
“¿Qué es lo que está sucediendo?
“Pues estamos en temporada de elecciones y entonces se están agrupando en contra nuestra pensando que así van a tener votos.
“Nosotros consideramos que esto es normal, es legítimo, respetamos esas posturas y como le tenemos respeto y confianza al pueblo sabemos que no hay ninguna preocupación, no hay nada que temer, porque la gente ya no se deja manipular; aun cuando a nuestros adversarios o a la oposición los medios de información le den todos los espacios, todo el tiempo, ya la gente está muy consciente; aunque no va a gustar mi habla, ya la gente está muy avispada. Entonces, eso es todo”.
—¿No se reuniría usted con ellos para tratar de arreglar las cosas?—planteó la interlocutora
–No, porque no hay materia. Los está atendiendo el secretario de Hacienda y yo no voy a permitir que utilicen la institución presidencial, hay que cuidar la investidura–respondió
—¿Es un chantaje, presidente?
–Es una actitud propia de la temporada electoral. No sé qué estén viendo, qué estén sintiendo, qué les estará pasando. Y andan muy nerviosos, pero no sólo ellos, sino el Frenaaa 1, el Frenaaa 2, los medios, con excepciones, están buscando agruparse en contra de nosotros y están desatados.
Hoy sale otra entrevista en El Universal, ahora del director editorial del Reforma, Lázaro Ríos. Lo mismo, en contra del gobierno, que se afecta la libertad de expresión. Imagínense, ¿cuándo se iba a ver que el encargado editorial del Reforma fuese entrevistado ampliamente por El Universal?
Están trabajando de manera conjunta El Universal y el Reforma, Junco y Ealy Ortiz, que no quieren venir aquí a acompañar a los de Frenaaa que, por cierto, están muy pocos quedándose, los dirigentes están durmiendo en hoteles y en sus casas, y aquí se quedan nada más muy poquitos, es muy escenográfico, deberían de venir a acompañarlos, ya les voy a mandar a poner, sino una enramada, una carpa grande, con hamaqueros para ponerles unas hamacas a Ealy, a Junco, a Claudio X. González, a Krauze, a Aguilar Camín, etcétera, etcétera, etcétera. Ya basta, ¿no?, de simulación, porque usan a la gente–. Hasta aquí la respuesta del licenciadopresidente.
¿Basta de simulación? ¿Por qué evadir la responsabilidad de dialogar con sus opositores y llevarlos al extremo de plantear una especie de secesión a la mexicana? Andrés Manuel los reta, dueño del máximo poder público del país puede darse ese lujo; ellos, elemental, heridos en el amor propio le responden en el mismo callejón de barriada. Vaya espectáculo; ¿de quién es el miedo? Digo.
@msanchezlimon
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