- Inaudito querer desviarlo como costumbre antigua en la política nacional
- Académicas piden a la UNAM ir al fondo y atender la demanda
- ¿Cuáles manos extrañas? en un país donde asesinan 10 mujeres diariamente
Por la Redacción
SemMéxico. Ciudad de México. 10 de febrero 2020.- Un nutrido grupo de académicas de la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM adviertien que en el conflicto de las jóvenes estudiantes de esa casa de estudios es la cultura política nacional, muchos grupos e intereses quieren montarse, desviar y usar el movimiento de las mujeres organizadas intentando “explicarnos” a este movimiento como un mero producto de “manos externas”, buscar a los “líderes”, acusar a las “tribus”, es equivocado, sostienen.
Lo que es urgente denunciar es que estos grupos pretenden oscurecer el problema y, sobre todo, negarse a ver a las estudiantes como agentes políticos plenos. Buscan negarse a cambiar el trato que se mantiene con ellas.
Señalan que, frente a un problema recurrente, documentado y antiguo, la UNAM tiene hoy la oportunidad de sentar un precedente fundamental para el país con mayor índice de la violencia contra las mujeres. Agregan que “no estamos dispuestas a dejar que dicho movimiento y sus demandas, y la centralidad del problema al que apunta, quede borrado tras las conjeturas de que otros intereses lo mueven”.
La declaratoria que circula profusamente en redes sociales y mensajes directos señala que reiteran la legitimidad del movimiento de las mujeres organizadas en contra de la violencia de género en la UNAM.
Encabezadas por Márgara Millán de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) y Diana Fuentes de la Facultad de Filosofía y Letras reiteran la urgencia de que la Universidad entre en un proceso serio, profundo y de largo alcance, que incorpore a toda la comunidad, para reconocer las violencias de género, hacerlas visibles y sancionarlas, para encontrar las formas de prevenirlas y desmontarlas.
Eso requiere una gran disposición política y una enorme capacidad de mediación para lograr los urgentes cambios estructurales, institucionales, normativos y de trato cotidiano que las estudiantes han denunciado.
Enseguida el manifiesto, para el cual se están juntando firmas de adhesión:
Ciudad de México a 9 de febrero de 2020
No están solas
Como académicas de la UNAM, desde hace meses, hemos visto cómo las jóvenes
estudiantes de esta casa de estudios, han denunciado la violencia que viven en
nuestros recintos, y cómo se han organizado en diferentes planteles para visibilizar
esta realidad, que se ha normalizado ya sea en el trato o en las aulas. Violencia entre pares, o que proviene de los profesores o de las autoridades; violencia que se expresa de múltiples formas. Quienes han encabezado esta denuncia, también se han organizado para dejar testimonio de lo que no funciona en los mecanismos que hasta ahora la Universidad ha ideado para “erradicar” la violencia de género.
Y, desde hace al menos cuatro meses, se ha recurrido a paros y tomas de las facultades y escuelas, de cara a la lentitud institucional frente a los problemas que enfrentan y al ambiente reactivo y negacionista de lo que hoy, a todas luces, se muestra como un problema muy grave, en un país donde se asesina a diez mujeres por día.
Como académicas de la UNAM, hemos entrado en diálogos diversos con esas
estudiantes y hemos reconocido sus formas particulares de organización horizontal y de toma de decisiones; también las hemos reconocido como el sujeto político que son.
Las hemos visto mantener los paros y en esos espacios seguir construyendo un
horizonte común en y para la Universidad.
Muchas de nosotras preferirían seguir desarrollando propuestas y alternativas con los espacios de la Universidad abiertos; muchas otras consideramos que si no hubiera sido por estas acciones, la UNAM seguiría minimizando el problema de la violencia de género. Con todas las diferencias, lo que sí sabemos todas es que, gracias al movimiento de esta generación, la UNAM tiene hoy la oportunidad de sentar un precedente fundamental para el país con mayor índice de la violencia contra las mujeres. Y no estamos dispuestas a dejar que dicho movimiento y sus demandas, y la centralidad del problema al que apunta, quede borrado tras las conjeturas de que otros intereses lo mueven. No nos queda duda de que, siguiendo la costumbre de nuestra cultura política nacional, muchos grupos e intereses quieren montarse, desviar y usar el movimiento de las mujeres organizadas de la UNAM. Pero “explicarnos” este movimiento como un mero producto de “manos externas”, buscar a los “líderes”, acusar a las “tribus”, es de nuevo obliterar el problema y, sobre todo, negarse a ver a las estudiantes como agentes políticos plenos y negarse a cambiar el trato que se mantiene con ellas. Por eso, reiteramos la legitimidad del movimiento de las mujeres organizadas en contra de la violencia de género en la UNAM, y reiteramos la urgencia de que la Universidad entre en un proceso serio, profundo y de largo alcance, que incorpore a toda la comunidad, para reconocer las violencias de género, visibilizarlas y sancionarlas, a modo de encontrar las formas de prevenirlas y desmontarlas.
Como hemos señalado antes, ello requiere una gran disposición política y una enorme capacidad de mediación para lograr los urgentes cambios estructurales, institucionales, normativos y de trato cotidiano que las estudiantes han visibilizado.
Márgara Millán (FCPyS) y Diana Fuentes (FFyL) – REUNIREMOS FIRMAS SOLIDARIAS DE ACADÉMICAS, TRABAJADORAS Y ESTUDIANTES (SÓLO MUJERES) DE LA UNAM Y DE OTRAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS, HASTA EL DÍA 12 DE FEBRERO, A LAS 16 HRS., EN EL CORREO filospraxis@gmail.com – Por favor, manden su nombre y lugar de adscripción.
SEM/sl