Palabra de Antígona

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La guerra contra las mujeres, ellas reaccionan

  • Señor presidente ¿Cuál mano negra?
  • Las jóvenes universitarias y su alzamiento imparable, ni lo ven ni lo oye

Por Sara Lovera

SemMéxico. Cd. De México. 11 de febrero de 2020.- Ayer me dijo una amiga que estamos en el dintel de una guerra. La guerra desatada contra las jóvenes levantadas contra el sistema patriarcal, de cara a la negativa, en los círculos oficiales, de reconocer que la discriminación es el motor y el motivo que ha generado, una reacción imparable frente a la violencia contra las mujeres en las universidades. Ninguna mano negra, ni manipulación, ni fakes news, le aclaro al señor presidente. 

Esta mañana la noticia fue que nuevas escuelas iniciaron un paro temporal, porque no se entiende, no se reconoce que la única “mano negra” en la  UNAM, es la indiferencia de varias décadas y generaciones de autoridades universitarias donde su profesorado es  machista y abusador y sus campus a lo largo del tiempo se han llenado de atropellos no investigados por las rimbombantes oficinas universitarias de defensa de sus integrantes.

En 2013 por primera vez, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) emitió una recomendación –la 45/2013–contra la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) por un caso de acoso sexual y lesiones perpetradas por un profesor en contra una estudiante de bachillerato, recomendación que la UNAM desautorizó alegremente, casi con las mismas palabras presidenciales de hoy.

O recuerdo que en 1977 sucedió una violación tumultuaria contra una maestra-alumna de la Facultad de Filosofía y Letras que defendida por las feministas de mi época fue desatendida por la UNAM y a cambio el procurador del Distrito Federal –hoy CDMX- lanzó una especie de bando para aumentar las penas por violación tumultuaria, luego de las denuncias públicas y nuestra raquítica pero firme movilización.

La lista es enorme. En 2017 las estudiantes de Filosofía y Letras,  con un tendedero elocuente señalaron, con nombre y foto a un perpetrador, quien luego se dedicó a intimidar y lanzar amenazas a periodistas y medios que simplemente narraron lo que ahí pasaba, nada sin embargo inmutó a la Recotoría. Ese año fue asesinada Lesvy Berlín Osorio,  el 3 de mayo. Y ello se sumó a las protestas y demandas.

Ese mismo año en noviembre en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES),  y el Secretario General Ejecutivo de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, A.C. (ANUIES), firmaron  una Carta de Intención con el propósito de realizar acciones para erradicar actos de discriminación, acoso sexual y hostigamiento sexual contra las mujeres en las universidades del país, ¿Qué sabían? y ahora se trata de desestabilizar a la máxima casa de estudios, ¿sí, cómo no?

Es decir el camino es largo. No hemos callado desde la lucha por la autonomía universitaria, ni dejamos de recordar la manera en que las autoridades trataron al movimiento estudiantil del 68’ como recordó recientemente Joel Ortega o lo que escribió Imanol Ordorika el 8 de febrero en La Jornada, “el discurso se repitió con más fuerza y encono en la larga huelga del Consejo General de Huelga, en 1999-2000. También se les llamó infiltrados, agitadores, representantes de intereses políticos externos inconfesables. Las manos negras se ubicaban tanto en el gobierno del Distrito Federal como en diversos grupos denominados ultraizquierdistas. La demanda central de gratuidad fue lograda a un alto costo, la entrada de la policía a la UNAM y la detención de centenares de estudiantes” A las estudiantes de hoy se les trata de anular al hablar de mano negra y de desestabilización. Buscan explicaciones simplistas, agregó.

En todo este tiempo efectivamente, como dice el presidente Andrés Manuel López Obrador nadie se inmutó ni escandalizó sobre los hechos cotidianos que suceden en los recintos universitarios, silencio y ocultamiento al que ahora se suma el mismísimo presidente y habla de “mano negra”, como si nos fuéramos a tragar el cuento de que la protesta –si airada, altisonante, “violenta- tiene tras sí una mano que “mece la cuna” y quienes alzan la voz no razonan por sí mismas. 

La tremenda  fortaleza de las jóvenes, a las que otros sectores con miradas limitadas exigen “organización y estrategia”, mirando al pasado remoto,  sin entender que hay un acumulado de hartazgo, con expresiones muy diversas frente a la simulación en la que autoridades, rectorías y élites políticas desestiman, no obstante que  como dice la carta de académicas y universitarias, no se espantan de que vivimos en un país violento, donde las mujeres somos víctimas de un entorno devastador e inhumano y se ciega la vida de más de 10 mujeres diariamente y se acumulan denuncias no atendidas en todo México, del hostigamiento visible, la violación y los asesinatos de mujeres.

No sé si reír o llorar. Hoy  mismo en su cuenta de Twitter Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de Ciudad de México, aseguró que su administración exigirá la máxima condena en contra del presunto asesino de Ingrid Escamilla, joven que fue desmembrada el pasado sábado en su propia casa en la alcaldía Gustavo A. Madero. Si chula.

Y digo que no sé si llorar o reír porque en la CDMX hace un par de días que la madre de Lesvy Berlín Osorio, narró vehemente cómo en esta ciudad la Jefa de Gobierno  y su equipo hace actos mediáticos, sin rendir cuentas y sin cumplir con acciones a las que supuestamente se han comprometido. Como diría la maestra Marcela Lagarde, frente a la violencia feminicida el Estado está rebasado, tanto como los operadores gubernamentales tratan de tapar el sol con un dedo y en la práctica no hacen lo que debieran hacer.

Ahí está el asesinato sin solución de María del Sol Cruz Jarquín, sucedido en junio de 2019 en donde, ni siquiera se ha castigado electoramente a los responsables de que Ma. del Sol, hace 255 días se encontraba obligada por su jefe, el Secretario de Asuntos Indígenas en Juchitán donde no debía estar y el fiscal ha dejado escapar a los presuntos responsables materiales del asesinato. Por eso no se si reír o llorar, de palabras y ofrecimientos, protocolos y carpetas de investigación me como un taco. Se llama indiferencia y simulación.

Y ahora se ha desatado esa guerra. Una magistralmente documentada  por Susan Faludi en Reacción, la guerra contra la mujer moderna (Planeta 1992), premio Pulitzer, donde narra cómo, tras la segunda guerra mundial, se quiso inútilmente regresar a las mujeres a su casa, luego de que estas sostuvieron con su trabajo el de miles de hombres y garantizaron la economía, entre otros, de los Estados Unidos. 

Reacias las mujeres adquirieron en todo el mundo lo  que hoy llaman “empoderamiento”, se negaron a dejar de un lado el bléiser e iniciaron un largo camino hacia sus derechos sociales y económicos. Faludi narra todas y cada una de las intentonas por cortarles su ascenso. 80 años después no es posible que las  élites del poder y el presidente López Obrador nos llame, a la mitad de la población, “grupo vulnerable”, “manipulado”, que maneja fakes news o noticias falsas. 

Habría que reflexionar, si los hombres son capaces de humanizarse, que ninguna persona inventa su proceso de victimización, ni inventa ataques que soñó solo por aparecer en las noticias. No los veo, o como dice Falude, si hay una reacción tóxica del patriarcado ante el levantamiento y las voces que por ahora son difíciles de parar. Nadie esperaba estos días la reacción del estudiantado politécnico en el mismo sentido y las recurrentes reacciones de muchas mujeres en otros campus desde hace un lustro.

Desgraciadamente, voces periodísticas  y hombres de la comentocracia -con reconocidas excepciones- se han sumado a la explicación oficial, ecos de una explicación simplista y a histórica. Algo me dice que necesitamos mantenernos en la solidaridad, la denuncia y las acciones que un día logren taladrar los cerebros que no miran, no se inmutan y se van por el camino más sencillo, por no entender que el sistema que defienden está matando a las mujeres. Veremos.

saraloveralopez@gmail.com

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