Opinión | Paralelismos, Evo y Errejón

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Drina Ergueta

SemMéxico, La Paz-Bolivia,  7 de noviembre,  2024.- El 18 mayo del 2011, la Universidad Complutense de Madrid, un jovencísimo Íñigo Errejón, con su carita de niño, defendía su tesis doctoral con su trabajo “La lucha por la hegemonía durante el primer gobierno del MAS en Bolivia (2006-2009): un análisis discursivo”, donde los movimientos sociales bolivianos y Evo Morales tenían un rol protagónico. Tres días antes, en las calles de las principales ciudades de España se había iniciado un movimiento (15M) que daría lugar al nacimiento de Podemos, un nuevo partido de izquierda que prometía “tomar el cielo por asalto”. Hoy, luego de traiciones y divisiones en el partido, por recientes y sorprendentes denuncias de abusos machistas, Errejón está defenestrado de la política y la vida pública. Hay, evidentemente, ciertos paralelismos con el recorrido del instrumento/partido político más importante del último siglo en Bolivia (MAS-IPSP), y con su líder Morales.

A Errejón y a Pablo Iglesias, el rostro más conocido de Podemos y también académico, ambos teóricos del populismo de izquierda, les llamó profundamente la atención el proceso vivido en Bolivia desde mediados de los años 90 hasta la llegada al poder de Evo Morales, en 2006, porque los movimientos sociales bolivianos habían logrado crear un instrumento político que les permitía tomar el gobierno de manera democrática, se habló de una revolución pacífica, y transformar las estructuras sociales en las que la población indígena históricamente marginada accedía a espacios sociales prohibidos y reservados para la población considerada blanca. Así, se nacionalizaron empresas estratégicas o se establecieron nuevas condiciones impositivas, se amplió el Estado, con una coyuntura favorable se lograron grandes ingresos y se redistribuyeron mediante bonos y construcción de infraestructuras. También hubo denuncias de corrupción que en algunos casos se sancionaron. 

Evo ganó tres elecciones y estuvo 14 años en el gobierno hasta 2019. Con el gobierno de facto de Jeanine Áñez se le iniciaron 29 procesos que no prosperaron, entre ellos uno por estupro y es este caso, al que hoy se le han sumado nuevas denuncias, que pende como espada sobre un Morales, que vive lo que parece una caída política inevitable, enfrentado a su ex ministro y actual presidente Luis Arce, con un movimiento social dividido y un MAS-IPSP muy debilitado. 

Por su parte, Errejón, hasta hace dos semanas lideraba Sumar, un nuevo partido que es socio del PSOE en el gobierno español y que surgió tras la ruptura con Podemos de Iglesias y en cuyo discurso los postulados del feminismo son uno de los ejes de la agrupación. Por eso, que se supiera que varias mujeres, gran parte exparejas, acusan a Errejón de tratos vejatorios y denigrantes, y de lo que podría considerarse violencia psicológica, ha caído como un balde de agua fría sobre la izquierda y el feminismo. Si un hombre feminista tiene este comportamiento, ¿en quién se puede confiar? 

Al otro lado del Atlántico, en Bolivia, las organizaciones sociales fueron incorporadas en el gobierno y en la toma de decisiones. Hoy todavía lo están, pero divididas y sólo la fracción que apoya a Arce. En todos estos años, pese a conquistas como la paridad en el Parlamento y algunas normativas legales de dudoso cumplimiento, aquí no se habló de feminismo como eje político. En todos los espacios de poder los hombres dominan el escenario y sus masculinidades también. A Evo Morales desde hace años se le ha conocido por sus comentarios y bromas de profundo contenido machista, lo que se ha difundido masivamente por la oposición que no es feminista sino lo contrario. Por ello, a diferencia de Errejón, no extrañan las denuncias sobre que al expresidente le gustan las jovencitas menores de edad y de que habría aprovechado su posición de poder para acceder a ellas.

Errejón, empujado por las circunstancias, renunció a todos sus cargos políticos y públicos y hoy está perdido. Evo Morales lleva a cabo (hasta este martes 5 en que se escribe este artículo) una especie de batalla final, con bloqueo de caminos infructuoso y una huelga de hambre, para poder ser candidato en 2025 y para evitar un proceso judicial también, en un contexto social en el que no todos recuerdan su aporte al país y en el que él ya no puede justificar un supuesto comportamiento delictivo hacia las mujeres. Se vive un nuevo tiempo y en él se ha de tomar en cuenta que los actos machistas pueden tener consecuencias, unas veces por justicia otras por conveniencia política.

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