José Martínez Cruz
SemMéxico, Cuernavaca, Morelos. 31 de enero 2022.- La muerte es dejar de hacer las cosas que amaste. Una vez cumplidas las tareas que te propusiste hacer, se inicia la ceremonia del adiós. Somos apenas instantes. Qué cosa fuera un corazón sin latido, un cuerpo deambulando a la deriva. Tan natural como respirar, llegado el momento, dejar de hacerlo. Somos lo que hacemos, un amasijo de sentimientos e ideas, acciones y voluntades, razón de vivir la vida.
Tan contrario a la razón es la violencia con la que se arranca la vida a quien aún tiene camino por andar. Tan inhumano como deleznable, tan atroz como inaceptable.
La muerte violenta que se lleva a quienes iluminaban con su presencia, es una forma de imponer la lógica del miedo que paralice la esperanza en que todo puede ser mejor. No lo lograrán. No podrán asesinar la dignidad que nos levanta del suelo mismo.
Los tres asesinatos de periodistas al inicio de 2022 hicieron elevar las voces de miles de trabajadores y trabajadoras de los medios de comunicación en todo el país. Periodismo en riesgo, libertad de expresión bajo ataque, fue el mensaje que se expresó en plazas públicas y frente a edificios gubernamentales, ante el silencio del poder.
El feminicidio de Ana Luisa Garduño Juárez, defensora de derechos humanos y activista integrante de colectivos de familiares que exigen justicia, cimbró las conciencias y golpeó los sentimientos de una sociedad que se ha movilizado y luchado por erradicar las violencias machistas y patriarcales que carcome cada día las relaciones sociales en un Morelos lastimado por la impunidad. Su asesinato ocurrió en el municipio de Temixco, uno de los 8 municipios que desde 2015 se encuentran en Alerta de Violencia de Género, solicitada por la Comisión Independiente de Derechos Humanos al documentar 530 feminicidios en todo el estado, incluyendo el cometido en contra de Ana Karen Huicochea Garduño, hija de Ana Luisa, ahí mismo en 2012. Hasta el último día de su vida mantuvo la lucha por justicia para su hija y acompañando a víctimas que cada día hacen más larga la lista del horror cotidiano que nos estremece. Dejó entre sus notas, leídas por su hijo de apenas 17 años de edad, un cúmulo de tareas y acciones jurídicas y sociales, que ya no podrá llevar a cabo, pero nos convocan a redoblar esfuerzos para que no sea el olvido su muerte definitiva. Demandamos una investigación exhaustiva por parte de la Fiscalía General de Justicia contra quien cometió este feminicidio.
Recordamos junto a jóvenes que portan carteles y graban un rap de denuncia, las tareas que dejó pendientes Rodrigo Morales, luego de ser asesinado por su labor de defensa del medio ambiente y documentar fotográficamente las luchas y movimientos sociales. También el canto y las palabras que no se dijeron pueden ser, no solo añoranza, sino motivo de búsqueda de lo que sigue pendiente.
En cada marcha, asamblea, mitin y jornada de lucha donde se recuerda a Samir Flores, se asume colectivamente los sueños que él forjó en la comunidad de Amilcingo, a través de su voz que difundió a través de la radio comunitaria, transmitiendo la información verídica sobre las consecuencias de muerte que traería la termoeléctrica de Huexca, el gasoducto a las faldas del Volcán Popocatépetl y el acueducto del río Cuautla que impacta las siembras de los campesinos de Ayala. La misma voz que ahora llevó por los países del viejo continente europeo su compañera de vida, Liliana Velázquez, asumiendo las tareas que quedaron inconclusas, consciente de que Samir no murió, el Estado lo mató.
Las acciones que llevan a cabo miles de personas en defensa de un pago justo del servicio del agua y el predial en Cuernavaca, reivindican con su nombre la memoria de quien defendió a los jornaleros agrícolas explotados por el ingenio azucarero, Gustavo Delgado Salgado, quien fuera brutalmente asesinado, así como usuarias y usuarios de la energía eléctrica exigen tarifa social y la luz como derecho humano, enarbolando el camino que siguiera Marco Antonio García, quien fuera dirigente sindical del SME y quien fuera privado de la vida de manera artera.
La vida está en todas partes. Somos lo que hacemos, lo que pensamos, lo que amamos. La vida cambia, cambiemos también lo que no nos gusta de la vida. Un mundo para vivir la vida y no para morir en vida. Conocer los sueños, aspiraciones, vivencias, luchas, que se llevan a cabo en cada lugar lejano o cercano, para fortalecer los lazos sociales y superar las indiferencias que se transforman en violencias. Un abrazo que nos ayude a superar la nostalgia. Aprendamos juntos a construir colectivamente nuestro propio destino. Y gracias por ser y estar.
No olvidar.
El 31 de enero a las 10 de la mañana en el zócalo de Cuernavaca, se llevará a cabo un acto como parte de la Jornada Nacional de Lucha en defensa de los derechos laborales. La convocatoria para ésta movilización nacional de la clase trabajadora ha sido lanzada por las organizaciones sociales y sindicales de la Nueva Central de Trabajadores y la Unión Nacional de Trabajadores, por lo que desde el Pacto Morelos por la Soberanía Alimentaria y Energética expresaremos las demandas por las cuales nos unimos cada año en esta fecha, para elevar nuestra voz de protesta y exigir el respeto a los derechos humanos, laborales y sindicales, que han estado bajo ataque por las políticas neoliberales y privatizadoras que deben ser erradicadas de manera urgente.