SemMéxico/Cladem, Guadalajara, Jalisco, 30 de octubre, 2021.-La semana pasada se dio a conocer el caso de Angelica, una niña indígena que huía con su abuela después del cuarto intento de ser violada por su suegro, quien la había comprado para su hijo hace 4 años; Angelica y su abuela también fueron detenidas y la madre de Angelica golpeada hasta abortar por parte de la policía comunitaria en el estado de Guerrero, el caso se convirtió en mediático y obligó a las autoridades a dejar en libertad a Angelica y su abuela, y que pusiera en prisión preventiva por violación equiparada al suegro.
Esta semana AMLO visitó el Estado de Guerrero, que disque para hablar de ciertas cosas, pero no sobre la venta de niñas que es una práctica común en algunas comunidades de este Estado, porque esos casos, para él representan la excepción y no la regla, porque según él, conoce muy bien a estas culturas y solo se les está estigmatizando.
No señor presidente, no estamos estigmatizando ni siendo clasistas, como usted lo aseguró, está práctica, a pesar de estar dentro de los usos y costumbres de los derechos de los pueblos indígenas, es violatoria a los derechos humanos de las niñas y las mujeres.
Por cientos de años la práctica del dote se ha mantenido en ciertas comunidades indígenas, estas prácticas consisten en la venta de niñas a partir de los 12 años de edad por parte de sus padres, a sus futuros “esposos” o “dueños” quienes suelen ser los “suegros”. El dote puede constar de un pago monetario que va desde los 30 mil hasta los 300 mil pesos, pero también las pueden vender por mezcal, o un chivo, dependiendo el valor que se les asigne a la niña, y la riqueza de la familia que la comprará. Este pago se exige por parte del padre de la niña como “compensación” por lo invertido durante su crianza. Así es, indignante, ¿verdad?
Bueno, pues la crítica y la erradicación de este tipo de prácticas le parecen estigmatizantes y clasistas a nuestro presidente. Señor Andrés Manuel, la venta de estas niñas es la vil representación de un sistema que vulnera la libertad y libre desarrollo de las niñas y las mujeres, no estamos hablando desde nuestros privilegios, sino desde el sentido común de lo que es el respeto a la dignidad humana y a los derechos humanos.
Durante estas prácticas las niñas que son vendidas son abusadas sexual, física y emocionalmente, son obligadas al trabajo y maternidad forzada, se convierten prácticamente en las esclavas de su “nueva familia” y deben complacer no solo al marido sino al suegro también, puesto que es él quien pagó por la pequeña.
Según datos del INEGI, en 2020 las personas indígenas representaban el 15% de la totalidad de la población. En México contamos con 68 pueblos indígenas, cada uno tiene su propia lengua originaria; de los más de 17 millones de personas indígenas, una gran mayoría, justo como la Constitución lo señala, se rigen por sus propios usos y costumbres.
Guerrero es uno de los estados más pobres de México, cuenta con una gran población indígena, y específicamente las personas de la comunidad de la Montaña, quienes viven en pobreza extrema, no tienen acceso a servicios básicos, y pareciera que tampoco a derechos humanos, es aquí, en esta comunidad donde la práctica del dote sigue siendo común, donde es la regla y NO LA EXCEPCIÓN, como lo expuso AMLO, de hecho se calcula que alrededor de 300 mil niñas han sido vendidas en los últimos años, de igual manera, se calcula que alrededor de 3mil niñas de entre los 9 y los 17 años dieron a luz en el último año. Entonces, ¿alguien me puede decir cuantas niñas más necesita nuestro presidente ver que son vendidas, violadas, abusadas, forzadas al trabajo infantil y a la maternidad para indignarse y considerarlo como una práctica violatoria a los derechos humanos?
Señor presidente, esta práctica intolerable constituye una grave violación a los derechos humanos de las niñas y las mujeres que lo sufren, en contra de la más elemental de las condiciones de la vida que es el derecho a la libertad y a la autodeterminación, a la integridad física y al desarrollo armónico de sus potencialidades desde el principio, además de tener los agravantes de violación y abuso sexual, maternidad forzada, trabajo infantil y trata de personas. Está práctica es, en definitiva, contraria al principio de interés superior de la niñez, principio legal constitucional y de convencionalidad, pues se encuentra en las convenciones internacionales a las que México se ha sometido, con autonomía propia.
México es un país multicultural, y las personas mexicanas nos sentimos orgullosas de la diversidad cultural de nuestro país, es gracias a estas comunidades indígenas que nuestra gastronomía, medicina natural, conocimientos ancestrales, cuidado y entendimiento de nuestra madre tierra y muchas más tradiciones que han aportado a la cultura mexicana, es que nuestro país es internacionalmente reconocido por su riqueza. Respetamos sus usos y costumbres, reconocemos su importancia y aportes culturales, sin embargo, exigimos que sus prácticas, especialmente aquellas relacionadas con la niñez y las mujeres, sean apegadas a los derechos humanos, respeten la dignidad humana y el libre desarrollo.
Mtra. en DDHH, Sandy G. Torrez Chávez
Co-Coordinadora, CLADEM Jalisco