El sol deja al descubierto los secretos, los primos que se aman bajo la mesa, las lágrimas que ocultaron la guerra interior, la furia convertida en veneno de amor, la rivalidad de las hermanas, mientras que una laguna se seca y deja al descubierto un templo.
Después de La loca de la casa, Rosa Montero nos trae en esta entrega una reflexión sobre el arte de escribir, la imaginación selvática de todo artista, así como la delgada línea entre la creatividad y la locura.
El niño que sobrevivió a la fiebre gracias a los rezos de su abuelo villista y cristero al Padre Pro, el que se fue una vez a Veracruz solo, el que cuidaba a sus hermanas, y acompañaba a su madre enfermera cuando ella tenía que salir en la noche a inyectar
Desde mi centro, como sucesión de Fibonacci voy extendiendo mi ser al mundo, todo nace desde el corazón; ese músculo lleno de vitalidad fue el primero que se formó después de que fui mórula y será el que se detenga en el momento de dejar mi forma física.