Quiero pensar que todavía quedan personas interesadas en proyectar programas, a futuro inmediato, para comenzar la titánica misión de devolver la seguridad, la paz y la tranquilidad en un País que sufre, de costa a costa y de frontera a frontera, la peor etapa de 200 años como República Mexicana.
Muchas veces “me morí de risa”. En el tablado del teatro, en la pista del centro nocturno, viéndolo en la pantalla del televisor. Un comediante del humorismo sano.
La División de Poderes, los ordenamientos Constitucionales y la honestidad gubernamental fueron pisoteadas, una vez más, en una demostración de que nada de que la Ley es la Ley.