Tras las teclas de género: mediaciones para el tratamiento de género en revistas juveniles cubanas

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 Lianet Gómez Abraham

SemMéxico/SemLac, La Habana, Cuba, 10 de octubre, 2023.-  En su libro Reinventar el periodismo: hacia una contracultura feminista en los medios de comunicación, la periodista cubana Isabel Moya1 agrupaba algunas tendencias del tratamiento de género en los medios de prensa. Una de las principales tiene que ver con la ausencia de una transversalización de la perspectiva de género en la línea editorial de muchas instituciones mediáticas.

 A su vez, otro fenómeno relacionado con lo anterior es la falta de conocimiento de las teorías de género entre profesionales y personas que dirigen medios, lo cual deriva en que se entienda que abordar las relaciones de género es sinónimo, exclusivamente, de visibilizar temas “de mujeres”. Comunicar con enfoque de género pasa, en primer lugar, por erradicar la violencia simbólica que se ejerce desde los medios y el sexismo en el lenguaje, pero en su expresión más interpretativa involucra deconstruir la cultura patriarcal y romper estereotipos y roles atribuidos a mujeres y a hombres.

Sin embargo, no se ha desarrollado en profundidad la investigación acerca de cómo los procesos organizativos y políticas culturales determinan los discursos de género, y son muy pocas las indagaciones que se centran en comparaciones de escenarios periodísticos.

Este artículo resume los principales resultados de una tesis de grado de Periodismo. Presentada en 2021 en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, que analizó el tratamiento de género en dos publicaciones juveniles cubanas: las revistas Muchacha y Alma Mater. Para la investigación, se asumió como categoría las “mediaciones culturales” que transversalizan el tratamiento de género; entendidas como aquellas con una clara influencia sociocultural, que atraviesan –de manera habilitante o constriñente– el abordaje de fenómenos y hechos de la cotidianeidad, y contribuyen a determinar los modelos de feminidad y masculinidad en un contexto y momento histórico concretos.

Para el desarrollo del proyecto se analizaron todos los trabajos de las revistas Muchacha y Alma Mater, publicados entre 2015 y 2020, con temáticas relacionadas con los estudios de género. Muchacha y Alma Mater: Mirar en el centro de su discurso Siguiendo la ruta metodológica del Monitoreo Global de Medios2 , que mide la producción periodística atendiendo a: la “referencia a leyes o políticas sobre equidad y derechos”, las noticias dedicadas a “visibilizar a las mujeres” y el “cuestionamiento de los estereotipos de género”, puede apreciarse que, en las dos publicaciones estudiadas, es menor la proporción de trabajos que se refieren a normas jurídicas vinculadas a los derechos y la equidad y mayor la de aquellos que cuestionan estereotipos o visibilizan a las mujeres.

Igualmente, resulta 1 Moya, I. (2013). Reinventar el periodismo, hacia una contracultura feminista en los medios de comunicación. España: Euskadi-Cuba. 2 El Proyecto de Monitoreo Global de Medios (GMMP), es una iniciativa de investigación y promoción sobre la igualdad de género en las noticias y el periodismo, coordinado por la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana (WACC). PERSPECTIVAS Género y medios evidente que en Muchacha se produce mucho más en estos temas que en Alma Mater, algo directamente relacionado con los perfiles editoriales de ambos medios.

 No resulta extraño que, por su línea editorial, la totalidad del contenido de Muchacha se encaminó a visibilizar a las jóvenes en diversas aristas, pero las representa muy poco en su relación con el género masculino. Lo anterior no está en sintonía con su eslogan: “una revista para Muchachas, que no excluye a los muchachos”.

Ocurre con frecuencia que, incluso en materiales conscientemente elaborados desde perspectivas inclusivas, se visibiliza a las mujeres mucho más que a los hombres.

Al estudiar la muestra de Alma Mater, se obtuvo que solo 15.8 por ciento de los textos analizados visibilizó a las mujeres, en cualquier arista. Y aunque su público es más diverso, el propósito de la revista sigue siendo la comunidad universitaria. En un contexto en el cual las mujeres son mayoría en las aulas universitarias, aún resulta insuficiente el trabajo de esta publicación para otorgarles protagonismo a las jóvenes.

 En aquellas propuestas que visibilizaron a las mujeres, la generalidad fue dirigida a expresar y reconocer situaciones de igualdad entre hombres y mujeres, en lugar de denunciar escenarios de desigualdad. A partir del análisis de ambas revistas, se obtiene que en Alma Mater fue escaso el cuestionamiento de los estereotipos de género: solo poco más del 20 por ciento de todos los trabajos cumplen con esta variable.

 Por otra parte, en Muchacha se evidenció que alrededor del 60 por ciento de los textos cuestionaron estereotipos, pero básicamente en torno a las mujeres. No obstante, en las dos publicaciones resultaron muy pocos lo contenidos que reprodujeron roles sexistas socialmente construidos.

 Resultó común que se cuestionaran roles de género al visibilizar a las mujeres en funciones que tradicionalmente se asocian a los hombres. A la vanguardia estuvo la revista Muchacha a partir de la sección Yo seré.

 Mediaciones en el proceso de construcción de sentido de la comunicación Las mediaciones, reconocidas como procesos que permiten u obstaculizan determinados resultados en cualquier práctica social, tienen un fuerte componente cultural. Por ello, se articulan para actuar de manera interrelacionada en todos los momentos del proceso de construcción de la comunicación de las revistas Alma Mater y Muchacha.

En este sentido, a partir del análisis anterior, fueron identificadas dos mediaciones culturales fundamentales:

  1. Déficit de especialización de los periodistas que incide en la incorporación del enfoque de género en los contenidos mediáticos. Se aprecia una débil sistematización de las capacitaciones sobre enfoque de género, pues aun cuando existen algunas políticas de especialización coherentes y eficaces dentro del sector periodístico –y desde los sectores académico e institucional– ocurren manifestaciones de desmotivación de profesionales de la prensa hacia la superación e incorporación de la perspectiva de género en los trabajos periodísticos.
  2.  Frágil incorporación de la cultura profesional que se traduce en los mecanismos asumidos por los periodistas para darle seguimiento a un tema: desde lo que es noticioso, hasta la definición del género periodístico y de las fuentes de información que se emplean. Tras intercambios con periodistas de ambas redacciones sobresalen dos cuestiones relacionadas con la especialización.

Algunos carecen de herramientas para incorporar el enfoque de género en la producción periodística; en tanto, otros afirman tener habilidades para el manejo de los temas desde esta perspectiva. De tal forma, se establece una notable desventaja, que influye en la trasmisión de contenidos con enfoque de género, pero también en las formas de agendar o proponer contenidos que cumplan estas características.

Un elemento notable parte desde lo que entienden algunos reporteros como enfoque de género. Al indagar acerca de si han recibido preparación específica para trabajar conscientemente el enfoque de género, se obtuvo que tanto Alma Mater como Muchacha cuentan con periodistas que han participado en talleres o cursos de esta índole, organizados por el Instituto Internacional de Periodismo José Martí, la Unión de Periodistas de Cuba y el Centro Martin Luther King; además de cursar diplomados internacionales o involucrarse como activistas de proyectos sobre igualdad social.

No obstante, la diferencia entre las redacciones es que en Alma Mater hay periodistas que reconocen acercarse al tratamiento de género sólo porque “el contexto lo sugiere”, y los reporteros de Muchacha coinciden en estar avalados por algún tipo de especialización y vocación hacia estas cuestiones.

En el intercambio, algunas personas reconocieron que la especialización en género resulta fundamental, pues “ayuda a desmontar la estructuración que tiene el patriarcado y facilita la producción de contenidos alejados de la reproducción de estereotipos, y en los que se privilegie la igualdad social” (periodista, Alma Mater).

Además, todos los profesionales consultados coincidieron en que la ausencia de especialización determina la profundidad con que se incorpora la perspectiva de género. Sin embargo, resulta notable que, aun cuando Muchacha tiene periodistas con más nivel de especialización en género que Alma Mater –y por tanto mayor y más expedito acceso a determinadas fuentes especializadas-, privilegió un periodismo más cronicado y de menos profundidad en los análisis.

Uno de los periodistas de Muchacha insistió en que, desde los medios de comunicación, se torna complicado hacer un recorrido por toda la complejidad que propone la perspectiva de género. En general, las publicaciones suelen quedarse en el plano reflexivo del tema, cuestionar de forma creativa y articular fuentes que logren un abordaje exhaustivo de las situaciones.

En primer lugar, existe una notable distinción entre lo que explícitamente conciben las políticas editoriales de las revistas. Según el criterio de los encuestados, en Alma Mater se fue ganando una visión de género de forma empírica, desde la pluralidad interna; es decir, se diversificó la mirada de la universidad con asuntos que resultaron tabúes en determinado contexto: las llamadas carreras blandas, las identidades sexuales y de género en el marco estudiantil, el uso de las redes sociales responsables y las prácticas sexuales.

 En ese sentido, periodistas de este medio enfatizaron que los trabajos con perspectiva de género se hicieron también desde una conciliación personal de los autores o las alianzas con otras instituciones especializadas en el tema. Si bien se incursionó a nivel de contenido en el enfoque de género, en las rutinas internas no se incorporó esta perspectiva, por lo que los contenidos partieron desde la sugerencia propia o el apoyo en el proceso de elaboración. Sin embargo, el colectivo de la revista Muchacha enunció una serie de premisas que desde la política de la Editorial de la Mujer condicionan la incorporación de la perspectiva de género en la publicación.

Entre ellas están: utilizar el lenguaje no sexista; visibilizar las realidades de las mujeres; develar la discriminación por sexo, género y raza; tratar de forma coherente la violencia de género sin revictimizar y encaminar los trabajos a romper estereotipos.

Por su parte, los reporteros de Alma Mater comentaron que la aprobación de los trabajos que claramente tuvieron un enfoque de género estuvo motivada por el interés del público y también del colectivo de la revista. En tanto, otros le atribuyen a este tratamiento un importante peso contextual: “campañas, jornadas o algún revuelo nacido de circunstancias”.

 En Muchacha se consideró que, desde su perspectiva, el enfoque de género debe ser una constante en todo lo que se publica, por tanto, los tópicos fueron intencionados, al menos desde la concepción. Como parte de la cultura profesional, las formas de apropiarse de los contenidos y convertirlos en noticia constituyen también una mediación por la cual atraviesa el tratamiento de género en dichas redacciones. Como se comprobó en epígrafes anteriores, Alma Mater y Muchacha conciben el ejercicio del periodismo de forma diferente. Tras el análisis de contenido quedó demostrado que Muchacha tuvo una tendencia a privilegiar los géneros de opinión, sobre todo la crónica, y también los trabajos en los que la voz del reportero funge como fuente autorizada. Sin embargo, para parte del colectivo de la revista esto no constituye un problema, “pues hacer un periodismo desde la individualidad, permite acercarse al público joven que no acepta imposiciones” (periodista, Muchacha).

Además, en la misma redacción hay quienes consideran que ningún género periodístico limita a tratar estos temas, por lo que la especialización vuelve a tomar protagonismo cuando reafirman que la profundidad de una problemática depende de la sensibilidad y experticia del profesional.

 El trabajo de Muchacha entre 2015 y 2020 es propositivo, en la medida en que alerta sobre las problemáticas de las adolescentes y brinda pistas para construir espacios equitativos, pero no profundiza en las causas e implicaciones de las desigualdades. La revista, en el período, no suele hacer trabajos en profundidad, ni privilegia el contraste de fuentes especializadas.

En contraste, algunos periodistas de Alma Mater, aunque reconocieron que no existe toda la estadística que quisieran, afirman que cuando se accede a fuentes especializadas se suelen encontrar datos para sustentar los análisis de género. Una evidencia de este último comentario es que justo en el período que abarca esta investigación fue publicada en Cuba la Encuesta Nacional de Igualdad de Género 2016, con datos concretos al respecto; sin embargo, no tuvieron un correlato en Muchacha y sí en Alma Mater.

La reconfiguración de las mediaciones culturales en las revistas juveniles Para lograr una reconfiguración de las mediaciones culturales que transversalizan la perspectiva de género en los medios analizados se hace necesario, en primer lugar, articular de forma consciente el enfoque de género como categoría de estudio para la comunicación, partiendo además de entender los procesos de construcción de contenidos en los medios.

Como bien define la conceptualización de las mediaciones, estas no siempre tienen una función negativa sobre los procesos, sino que pueden actuar de manera habilitante. Mediante la actual investigación, las mediaciones culturales identificadas pueden reestructurarse, a partir de los emisores y desde los procedimientos editoriales que rigen las dinámicas de las revistas Muchacha y Alma Mater.

Si bien el funcionamiento de los medios integra una serie de nociones asociadas a los modos de concebir la información periodística, resulta determinante el rol de los emisores en el proceso de construcción de la noticia. Por ello, además de los elementos asociados a las maneras de hacer de cada medio, el periodismo actual exige una reconfiguración del profesional de la prensa.

Ha quedado demostrado que, en materia de género, muchas veces los mecanismos de superación y especialización están garantizados desde la academia y las instituciones; sin embargo, poco afianzados desde la praxis periodística.

Por tanto, es preciso sistematizar las capacitaciones en género y aprovechar las herramientas que la perspectiva de género brinda para el análisis integral de los fenómenos, en aras de indagar en las causas y las desigualdades de las asimetrías sociales. Además, urge elevar la cultura profesional y organizacional desde los medios, sobre la base de lograr contenidos que deconstruyan estereotipos y contribuyan a un ejercicio de conciencia de género.

En la prensa, los flujos productivos determinan la dinámica de trabajo de los medios, así que lo que logra posicionarse en la agenda mediática muchas veces acaba por ser parte del entorno referencial de los sujetos. El escenario de las publicaciones juveniles deviene no solo una vía para posicionar ciertos temas, sino que funge como espacio de educación y socialización de la vida de la juventud nacional. Siguiendo lo anterior, es imposible hablar de un divorcio entre la construcción simbólica de los medios y el mundo referencial del público.

En un contexto en el que los temas de equidad e igualdad social están posicionados desde muchísimas aristas sociales, los medios, desde sus contenidos, deberían ser potenciadores y catalizadores de situaciones que reduzcan las vulnerabilidades. Es imposible llegar al público juvenil, que ya tiene acceso a un espectro de plataformas comunicativas amplísimo, con contenidos superficiales o meramente expositivos.

Si bien las historias de vida ayudan a sensibilizar a los lectores, hace falta un ejercicio del periodismo profundo y cuestionador, más que propositivo, que vaya a datos y muestre evidencias. Pero nada de ello se logra si, en primer lugar, no se enfatiza en una socialización educativa en género en todas las instancias, desde fuerzas decisivas hasta el personal que opera en la producción editorial.  La cultura profesional deberá ir de la mano de un estudio de los paradigmas actuales de la comunicación y avanzar hacia la diversidad de fuentes y datos, que apuesten por el contraste de la información

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