AMLO ya hace historia; rompe moldes y protocolos

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Peña, ¿su mandadero?

Buendía y Camarena, sus sangres manchan las manos de Bartlett

Martha Elba Torres

SemMéxico. Morelia. 2 de agosto de 2018.- A poquito más de un mes de las elecciones que le dieron el triunfo, sin la constancia de mayoría que lo declarará –entonces sí- como Presidente electo y que se retrasa por culpa del PES, y todavía tener que esperar largos cuatro meses para tomar ocupar el cargo, una o uno se puede dar una idea del estado mental y emocional de Andrés Manuel López Obrador.

Está angustiado, desesperado por concretar ya, algo del montonal de promesas de campaña, pero los plazos legales son eso y no se pueden alterar. Así que, como siempre, ha optado por la fácil: romper todas las formas políticas y asumirse  ya como Presidente. Al grado de decirle, a través de mensajeros, al Presidente en funciones hasta el 30 de noviembre, lo que tiene que hacer.

Quiero entender. Peña Nieto anda de vacaciones, y anteayer, desde la escalinata de los anuncios de la colonia Roma en la Ciudad de México, dice a los medios que le pedirá a Peña Nieto, que nada más reciba la constancia -en los primeros días de septiembre-, le enviará su iniciativa para la creación nuevamente de la Secretaría de Seguridad Pública Federal, para que la presente de inmediato a la Cámara de Diputados y entre en vigencia el 1 de diciembre que asume, entonces, la Presidencia.

No está en duda, que en tres meses, su aplanadora en San Lázaro saca la Ley. Pero de eso, a que agarre a Peña de sirviente, no solo se me hace majadero, sino –con todo respeto- estúpido.

Y explico por qué.

Para ¿qué carajos le manda decir a través de los chismosos de la prensa que lo quiere de gato? En todo caso, se lo plantea en corto –como si no pudiera-, lo convence de la importancia de probar estrategias distintas en seguridad, y en una de esas le dice que sí.

Entonces Peña Nieto anuncia que enviará como iniciativa preferente la propuesta de su sucesor, porque las circunstancias del país así lo ameritan, y todos felices y contentos. López tendrá junto a él a su secretario de Seguridad Pública y Peña por lo menos no queda como un pendejo –perdón por la palabra-, sino como un acto de buena fe y cortesía para su sucesor.

Pero no. El Peje es el Peje y hace las cosas a su manera, equivocadamente piensa esta columnista, en su desesperación por transformar un país, que aunque no lo acepte abiertamente, sabe que le llevará más tiempo natural y jurídico y le costará más de lo que suponía o le habían dicho.

No creo que las formas con que su relevo se ha conducido estos últimos 33 meses le caigan bien a Peña, que guste o no será el Presidente hasta el 30 de noviembre. Pero en sus zapatos, me cae que yo lo mando a la tiz y que se aguante hasta que tenga la original y verdadera Banda Presidencial cruzando sobre su pecho…

                                                                                                         ***

Y esto viene al caso, porque ese mismo miércoles 3, en Michoacán, el gobernador Silvano Aureoles hizo una revelación a los medios locales que nos permite revisar un detalle de ese encuentro que sostuvo López Obrador con la Conago, el 12 de julio pasado y que no había trascendido.

Molesto ya de tanta declaración con afán joditivo sobre seguridad y el manejo del presupuesto, y las ínfulas del dirigente estatal de Morena, Roberto Pantoja, que ya se siente “coordinador” presidencial aun cuando no siquiera ese cargo existe en la Constitución, pues explotó.

A la naciente cúpula política morenista local inflada por los desplantes de su líder espiritual, le dijo que se esperen tantito para que se acuerden que no es lo mismo ser borracho que cantinero, y que sobre los intermediarios entre el Ejecutivo Federal y los estatales, le dijo muy claramente a López Obrador que esa figura rompería el Pacto Federal, que no es otra cosa más que la esencia misma de nuestra nación: unidades territoriales soberanas que acuerdan compartir sus productos para su redistribución. Pero hoy Amlo, como caudillo decimonónico, quiere revivir a los virreyes para él concentrar todo.

Y es que no es solo Silvano el gobernador que no está dispuesto a tratar con el Presidente a través del corre ve y dile. Son también Jaime Rodríguez de Nuevo León y el jalisciense Enrique Alfaro los que han levantado la voz.

Leí en eloccidental.com, declaraciones de un tal José Jaime Montes, que será el coordinador en Sinaloa, que dijo a los gobernadores que “tendrán que acatar el mandato del pueblo, que quiere un gobierno diferente”. Que esta columnista se acuerde, nunca López Obrador, en ninguna de sus campañas, planteó la creación de este cargo, pero también adelantó que ya estaba por reunirse con el gobernador Quirino Ordaz, para comenzar a trabajar juntos.

El pasado martes 31 de julio, Roberto Pantoja se refirió al poco interés que mostraba Aureoles Conejo para reunirse con él. ¡Perdón! -Yo no puedo atender o empezar a coordinar con alguien que no existe, respondió el mandatario michoacano.

Esto evidentemente demuestra, que “ya saben quién” o alguien de la casa de la colonia Roma, giró la orden a quienes serán los “coordinadores” de buscar acercamiento con los mandatarios estatales. Otra vez, erróneamente, porque no son los tiempos ni las formas.

El caso que el ambiente cada vez se torna más pesado y todavía faltan cuatro largos meses…

                                                                                                         ***

Pero para que el ánimo “del pueblo” no decaiga –no se qué jodidos somos los que no estamos de acuerdo con Amlo-, ya anunció gira por todo el país, a partir del 16 de septiembre y hasta finales de noviembre. Rinde protesta y reiniciará sus giras porque la suya “será una Presidencia itinerante”. No les digo.

Entonces es cuando me pierdo en el bosque de tantos y tantos anuncios. ¿Pues qué no había dicho que todos los días iba a revisar el tema de seguridad con su gabinete? A menos, claro, que lo haga en el estado donde ande. Pero si ya los secretarios no van a usar helicóptero o avión para traslados, pus no llegaron.

Lo más patético, es que no hay nadie que le recuerde lo que dijo el día anterior.

Pero estaba con sus recorridos y ahora sí, no tengo ni idea, si como Presidente electo correrá la atención al respectivo gobernador de su presencia a la entidad. Para ser sincera, no creo, pero ya nada sorprende respecto a López Obrador.

El dirigente morenista en Michoacán había dicho que López vendría al estado, en diciembre. Pero esta semana y toda vez que el primero de septiembre asume la presidencia municipal de Morelia Raúl Morón, se especuló sobre una invitación para que encabece la fiesta grande de la ciudad que se conmemora el 30 de septiembre. A este evento, con desfile y toda la cosa, asiste el Presidente.

Pero ¿cuál en este escenario? ¿el que todavía no sale o el que todavía no entra?

Ta´cañón. Difícilmente los veo juntos, en el Jeep, abriendo la caravana y hombro a hombro, en el balcón central de Palacio de Gobierno saludando a los contingentes.

A lo que voy, es que efectivamente, Amlo está haciendo historia, no con su proyecto de la cuarta transformación, sino con el rompimiento de todos los moldes políticos y de protocolo conocidos hasta ahora. Si es bueno o malo, cada quien lo juzga, lo importante es que cumpla. Así lo mandata “el pueblo”…

                                                                                        ***

LA COMIDILLA

El descaro de Manuel Bartlett al eludir su responsabilidad sobre el fraude electoral que le arrebató la Presidencia a Cuauhtémoc Cárdenas y que hoy los morenistas defienden porque ya caducó. Ya se le quitó lo corrupto, como se cura lo gay, según unas sectas.

Hace un año, en entrevista con Reforma, reconoció que Salinas de Gortari no ganó la elección de 1988 y que para imponerlo, Miguel de la Madrid mandó resguardar y luego quemar las actas de escrutinio, previo acuerdo con los líderes PAN y del Frente Democrático Nacional. De este último, con CCS, eran dirigentes Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, hoy junto a Andrés, ya perdieron la memoria.

Pero como él solo era el secretario de Gobernación y presidente del Comité Federal Electoral, pues no fue su culpa.

Me duele que los periodistas se vuelvan tan desmemoriados también, cuando nuestro oficio es precisamente registrar la historia.

Poco he leído en estos días, sobre el Bartlett tirano, déspota, omnipresidencial como lo vimos actuar en el sexenio del gris De la Madrid; que así como ordenó el asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena a manos del narcotraficante Rafael Caro Quintero en 1985 y del periodista Manuel Buendía en 1984, por sus investigaciones sobre este capo.

En 2015, un ex agente de la DEA pidió al Presidente de México que abriera una investigación sobre el senador poblano y que se le citara a declarar para entregar las pruebas contundentes que tenía sobre los dos homicidios.

¿Y qué hizo Peña? Nada. Como en éste, y decenas de casos de corrupción más que nunca quiso o pudo investigar. Hoy, su indolencia, que con su pan se la coma. A Bartlett, ya lo perdonó “el pueblo” y la memoria periodística.(a)

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