Bellas y airosas | Nacer Margarita y apellidarse Michelena

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Elvira Hernández Carballido

SemMéxico, Pachuca, Hidalgo, 24 de julio, 2024.- Llegó al mundo la noche del 21 de julio de 1917 en una vieja casona de Pachuca. A su madre la asistió Goya, la fiel mujer otomí de lengua dulce y suaves manos morenas. Fue una hermosa niña de fulgurantes ojos azules… Se llamará Margarita. Su padre, Leopoldo, el castellano recio con su muro de amor inexpugnable, no había regresado de la mina con cuya dureza se hablaba de tú. Goya limpió a la niña y la vistió con la ropita que Benita le tejió con sus manos de hada celta.

El nacimiento de Margarita Michelena fue recuperado con esta evocación amorosa por su hija Andrea Cataño. Ese día, el aire suspiraba esperanzador, pero al mismo tiempo la fuerza de un huracán pronosticaba el nacimiento de una hidalguense que arrullaría palabras, levantaría torbellinos de poesía y tifones periodísticos. 

Margarita fue una niña que desde pequeña descubrió su vocación de poeta. Ella misma afirmaba que cuando le leyeron los poemas de Luis de Góngora su corazón infantil aceleró el ritmo y quedó marcada por siempre por la poesía. Se dedicó a escribir porque supo que de esa manera se delataba. En toda entrevista repetía que la mejor manera de conocerla era leyendo sus poemas.

Decidida, se fue a estudiar a la Facultad de Filosofía y Letras a la UNAM, donde conoció a Octavio Paz y Jaime Sabines. Entre lecturas y charlas, borradores y hojas blancas, su vocación tomó fuerza, la poesía era su manera de expresarse y de vivir. Su primer libro fue Paraíso y Nostalgia (1945).  

Como otras mujeres contemporáneas también lo hicieron, Margarita Michelena además de escribir poemas, publicaba libros y colaboraba en diversas publicaciones literarias, pero al mismo tiempo tuvo otros trabajos “formales”. Fue guionista de programas radiofónicos y participó en 1952 en Radio Femenina, la primera estación hecha por mujeres en México. Fue productora del programa “Mundo Femenino”. En 1962 en la Secretaría de Educación Pública dirigió la revista literaria El libro y el pueblo.  

En esta época escribió la frase de un comercial que tiempo después sería considerado el ejemplo más representativo de la publicidad mexicana por ser sintético, efectivo e informativo, estuvo compuesto solamente por tres palabras: Mejor, mejora, mejoral. Su pasión por los idiomas le permitió dedicarse al oficio de la traducción. En 1971, tradujo por primera vez a Charles Pierre Baudelaire, gran influencia en su propia obra.

Margarita se enamoró y estuvo casada con el pintor Eduardo Cataño, tuvieron dos hijos: Andrea y Jesús. El amor de su vida falleció en 1964. Tal vez en su luto decidió decirle adiós a la poesía, pues en 1969 ella publicó sus dos últimos libros: El país más allá de la niebla y Reunión de Imágenes.

En 1978 formó parte de la página editorial de Excélsior. Luego, en 1980, colaboró en la revista Siempre. Escribió en la prensa hasta el último día de su vida. Su estilo mordaz y su forma de dominar la argumentación, le ganó el respeto de sus lectores. En 1980 decidió fundar Cuestión, el primer periódico de información general dirigido y escrito por mujeres. La propuesta no fue hacer un periodismo feminista sino un periodismo hecho por reporteras que dominaran todos los géneros periodísticos y la información general. El lema fue: “La expresión de la mujer en la noticia”. 

Tuvo intensos debates desde su trinchera periodística. Discutió con Alaíde Foppa, tuvo un fuerte enfrentamiento con Manú Dornbierer, Raúl Velasco y varios políticos mexicanos. Sus palabras nunca cayeron en el insulto o la burla, argumentaba con verdadera inteligencia y sabiduría. 

Margarita solamente guardó silencio por primera vez con su muerte, el 27 de marzo de 1998.  Jaime Sabines, escribió: “Tantos quieren decirnos cómo vivir, qué pensar, en cuáles formar preparase a la muerte que su ruido me aturde. Ya no sé nada. Hoy sólo quiero refugiarme en tus versos”. 

Cuando el crítico Dionicio Morales entrevistó a Margarita Michelena le compartió una anécdota personal:

Para terminar, le cuento una anécdota mía con una comunicadora cultural: “¿Quién crees, Dionicio, que sea la mejor poeta de México?”. ¿Viva o muerta? Le respondo. “Viva”, dice ella. Sin titubear digo que Margarita Michelena. La comunicadora cultural menciona otro nombre. Y le digo que no estoy de acuerdo. Ella defiende su argumento diciendo que Margarita tiene 30 años de no escribir poesía. Yo le contesto: “Bueno, Cervantes tiene 400 años que ya no escribe”. Margarita Michelena se ríe y me contesta que ya lo había leído en un periódico. Le Gustó muchísimo mi respuesta. 

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