Aurora Reyes es considerada a primera representante femenina del muralismo mexicano
En las mesas de reflexión, realizadas en el Centro Nacional de las Artes, participan ponentes de México, Argentina y Honduras
Redacción
SemMéxico, Ciudad de México, 2 de junio, 2022.- Revisar el trabajo de las artistas que fueron parte del movimiento muralista mexicano, así como difundir las prácticas contemporáneas, es tema del coloquio Mujer creadora – mujer imaginada. El reto de las muralistas en los andamios, se lleva a cabo de manera virtual y presencial, del 1 al 3 de junio en el Aula Magna del Centro Nacional de las Artes, con transmisión en vivo por redes sociales.
El encuentro, que se realiza en el marco de la conmemoración del centenario del muralismo mexicano, es organizado por el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de las Artes Plásticas (Cenidiap), como parte de las estrategias #VolverAVerte y “Contigo en la distancia” de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través de la Subdirección General de Educación Investigación Artísticas (Sgeia).
La titular de la Sgeia, Mónica Hernández Riquelme, subrayó que este homenaje a las muralistas y artistas en general contribuye a la transformación de la realidad
actual.
Este espacio de reflexión —detalló— permite analizar, no solo el tema de género, sino las desigualdades, discriminación e inequidad a la que se han enfrentado las artistas a lo largo de su historia. “Es la oportunidad de revisar la producción de las mujeres en todos los espacios artísticos con su estética y con su apreciación de la realidad”, comentó.
Al inaugurar el coloquio, Hernández Riquelme se dijo entusiasmada porque el encuentro sea un espacio para las nuevas generaciones. “Me parece fundamental que este tipo de reflexiones también las hagamos para aportarles nuevos elementos a los y las artistas de las escuelas del Instituto”.
El director del Cenidiap, Carlos Guevara Meza, indicó que el coloquio es una oportunidad para reivindicar la colaboración de mujeres artistas, de generaciones y países diferentes, en el gran movimiento de vanguardia iniciado en México hace 100 años.
“Por fortuna, la investigación ha permitido conocer los ocultamientos, la marginación, invisibilización y exclusión de los discursos académicos y de crítica de arte, de las artistas. Por ello, la comunidad del Cenidiap, en particular sus investigadoras, llevan décadas en la lucha por la reivindicación del trabajo de estas creadoras, en un contexto en el cual la violencia de género, por desgracia, alcanza niveles inusitados e inaceptables”, subrayó.
La directora general adjunta del Centro Nacional de las Artes (CNA), Ángeles Castro Gurría, precisó que un centenario brinda la ocasión para mirar alguno de los ángulos del movimiento muralista en México. “Ver con una nueva mirada circunstancias, hechos y personajes, a los que se les debe reconocer un valor que hasta ahora les ha sido escatimado, particularmente a las mujeres muralistas”, expuso.
Para el CNA es satisfactorio ser el espacio para los debates actuales y para la revisión del pasado, a la luz de los temas que hoy nos ocupan con miras a encontrar otros matices de nuestra historia y afinar los instrumentos que nos sirvan de guía, señaló.
La investigadora del Cenidiap y coordinadora del coloquio, Guillermina Guadarrama Peña, dijo que este espacio es un homenaje, más que un reconocimiento, por el trabajo que las artistas mexicanas y extranjeras tuvieron en el movimiento del siglo XX y presente. “El arte mural ha sido una actividad dominada por varones, al menos en ese siglo, por ello son muy pocas las muralistas conocidas”.
En este espacio se presentarán muralistas de los años veinte que iniciaron el rompimiento con el sistema patriarcal de su época, como forma de resistencia, hasta las prácticas contemporáneas de artistas latinoamericanas con técnicas propias. También se consideró revisar la visión masculina sobre la imagen femenina en algunos murales.
Guadarrama Peña agregó que reflexionar sobre las obras murales realizadas por mujeres, atendiendo la perspectiva de género y resaltando cuestiones estéticas, artísticas y de activismo político, es una tarea pendiente en estos tiempos de emergencia feminista. Para culminar los trabajos y celebración del centenario, se realizará un foro donde las muralistas actuales mostrarán sus producciones.
En el coloquio participan especialistas de universidades y centros de investigación de México (Aguascalientes, Ciudad de México, Durango, Morelos y Puebla), Argentina y Honduras.
Aborda ejes temáticos como: las muralistas que vinieron de lejos; mujeres muralistas y acción política; miradas e imaginarios en torno a lo femenino y retos y perspectivas actuales.
Con estas actividades la Subdirección General de Educación e Investigación Artísticas (Sgeia) reitera su compromiso de propiciar espacios para la discusión y análisis del papel que han desempeñado las mujeres en la historia cultural de nuestro país.
Para consultar el programa completo se puede ingresar a la página del Centro http://cenidiap.net/j/es/; también se transmite en vivo a través de las redes sociales del Inbal.
ELLAS
Una mujer con el rostro suplicante es arrastrada de los cabellos por un hombre que a la vez destruye un libro en el aire. Mientras el cuerpo de la mujer es tirado enérgicamente, otro hombre, cuyo rostro es imposible de ver por el gran sombrero que porta, la golpea con la cantonera de un rifle. El acto es observado por un trío de niños que se resguardan detrás de un muro, incluso uno parece esconder su rostro ante la imposibilidad de concebir este acto de violencia.
La escena forma parte del mural Atentado a las maestras rurales, pintado en 1936 y ubicado en el Centro Escolar Revolución, localizado al sur del Centro Histórico de la Ciudad de México; se trata de una obra elaborada por Aurora Reyes, considerada la primera mujer muralista de nuestro país.
Las obras murales en México realizadas por mujeres son bastas; sin embargo, poco se ha hablado de ello, pues el muralismo en nuestro país tiene una identidad marcada por la influencia e impacto del trabajo de quienes son considerados “Los tres grandes del muralismo”: Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco.
Sin embargo, más allá de esa narrativa existe una diversa obra de mujeres mexicanas y extranjeras que formaron parte de un movimiento de artistas que transformaron de manera radical el arte público en México durante el siglo XX y que en sus obras reflejaron la preocupación social que marcó la época y la generación de creadores a la que pertenecieron.
Rina Lazo (1923-2019)
Originaria de Guatemala y fallecida recientemente, esta pintora arribó a México en 1946 tras ganar una beca para estudiar pintura en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda. La llegada de Lazo a México se dio cuando el muralismo ya estaba convertido en una de las actividades culturales más importantes del país. Fue asistente de Diego Rivera, con quien trabajó en el icónico mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central. Rivera se convertiría en maestro de Lazo, y ésta en una pieza destacada del muralismo mexicano.
Algunas de sus obras murales son El agua, origen de la vida sobre la tierra (1951), ubicada en el Cárcamo de Dolores en Chapultepec; La universidad, la familia y el deporte en México (1952), plasmada en el Estadio Olímpico Universitario; El pueblo en demanda de salud (1953), localizado en el del Hospital La Raza; y La gloriosa victoria (1954) en el Palacio Nacional de la Cultura de Guatemala.
Elena Huerta (1908-1997)
Esta artista es autora del que es considerado el mural más grande hecho por una mujer en México, se trata de un trabajo de 450 metros cuadrados ubicado en Saltillo, Coahuila, estado en el que se encuentra la mayor parte de su obra. Sus murales se encuentran en la Escuela Superior de Agricultura Antonio Narro, el Instituto de Ciencias y Artes de Saltillo y en el Centro Cultural Vito Alessio Robles.
Hermanas Marion y Grace Greenwood
En la década de 1920 comenzaron a llegar a México artistas de diferentes naciones atraídos por la noticia de que en nuestro país se había gestado un importante movimiento artístico con contenido social; es decir, el muralismo mexicano. Entre esos artistas se encuentran las hermanas Marion y Grace Greenwood, originarias de Brooklyn, Estados Unidos. Ambas estudiaron en la Art Students League de Nueva York y en la Académie Colarossi en París.
El acercamiento de Marion Greenwood con el muralismo se dio a través de Pablo O’Higgins, quien le enseñó la técnica del fresco; a continuación, ella misma transmitió estos aprendizajes a su hermana Grace. El primer mural que realizó Marion fue Mercado en Taxco (1933), ubicado en el Hotel Taxqueño, en Guerrero. Posteriormente se trasladó a Morelia, donde realizó diversas comisiones y Grace se desempeñó como su asistente.
En Morelia pintaron Hombre y máquina, ubicado en el Museo Regional Michoacano, y Paisaje y economía de Michoacán, ubicado en el Colegio de San Nicolás. Asimismo, en el Mercado Abelardo L. Rodríguez de la Ciudad de México, Grace Greenwood pintó la obra La minería (1935); mientras que Marion Greenwood plasmó Los alimentos y su distribución por el canal de la Viga (1935) y La industrialización del campo (1935); a su vez ambas realizaron el mural Trabajadores de todos los países, uníos (1935).
Las obras plasmadas por estas mujeres hacían referencia a la lucha de las clases sociales, la lucha obrera, el anticolonialismo y la libertad de expresión.
Electa Arenal (1935-1969)
Además de poeta y escultora, esta artista mexicana se desempeñó hábilmente en la obra mural monumental; recibió formación en esta expresión artística con su madre, Elena Huerta, a quien asistió en los frescos de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, en Coahuila; también colaboró con Diego Rivera en los murales exteriores del Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria. Más tarde formó parte del Taller Escuela Siqueiros y participó en la realización de los murales del Polyforum Cultural Siqueiros y de la Sala de la Revolución del Museo Nacional de Historia.
Algunas de sus obras más famosas se encuentran en Cuba, a donde viajó motivada por los ideales de la Revolución Cubana; destacan Canto a la Revolución (1962), Átomos y niños (1963), Revolución Cubana (1965), Infancia (1963), Maternidad (1964) y Palomas (1965). Murió a finales de la década de 1960 al caer de un andamio mientras asistía al muralista David Alfaro Siqueiros en la realización de un mural.
Valetta Swann (1904-1973)
Fue una pintora y escultora inglesa que se asentó en México, donde desarrolló una prolífica obra, logrando montar diversas exposiciones individuales incluso en el Palacio de Bellas Artes. Sus trabajos representaban escenas de la vida rural, el campo, las tradiciones y la cotidianidad de las mujeres. Algunas de sus obras murales son Sinfonía cósmica (1960) y Las delicias (1964), esta segunda creada para el Museo Nacional de Antropología.
Fanny Rabel (1922-2008)
Esta artista de origen polaco se desarrolló en la pintura de caballete, el grabado, la escenografía y la pintura mural. Fue discípula de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y Frida Kahlo. Estudió en La Esmeralda y formó parte de Los Fridos. Su obra se alejó de los temas políticos y se centró en cuestiones de emotividad. Algunas de sus obras son Alfabetización (1952), ubicada originalmente en Coyoacán y actualmente desaparecida, y Sobrevivencia de un pueblo por su espíritu (1957) localizada en el Centro Deportivo Israelita de la Ciudad de México.
Aurora Reyes (1908-1985)
Es considerada la primera mujer muralista de México; además fue una escritora, activista política y maestra. Originaria de Chihuahua, migró a Ciudad de México, donde ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria, institución en la que desarrolló una gran amistad con Frida Kahlo.
Más tarde estudió en la Academia de San Carlos, donde desarrolló sus habilidades artísticas; no obstante, Reyes fue una gran autodidacta. Sus pinturas se enfocaron en resaltar los problemas de los desprotegidos y desarrolló su estilo en el retrato, mostrando predilección por los rostros femeninos.
El primer mural que pintó Aurora Reyes se encuentra en el Centro Escolar Revolución y es titulado Atentado a las maestras rurales (1936), en el que reflejaban algunas de las preocupaciones de Reyes, como la educación y la lucha por mejorar las condiciones laborales de las mujeres trabajadoras.