Cuba: El activismo es esencial para eliminar las desigualdades

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 Dixie Edith*

SemMéxico/SemLac, La Habana, Cuba, 29 de marzo, 2024.-  La profunda crisis económica que afecta hoy a Cuba y el poco conocimiento de la población, pero también de quienes ejecutan las políticas, son obstáculos para implementar el Programa nacional contra el racismo y la discriminación racial, reconocieron especialistas y activistas durante un encuentro en La Habana, el 18 de marzo.

Para la psicóloga María del Carmen Zabala, una preocupación derivada de esa crisis económica, marcada por un déficit significativo de recursos, es cómo se podría afectar la marcha de un programa social como este, en un escenario donde hay que trabajar para atender las urgencias.

«En segundo lugar está la complejidad de la problemática y la diversidad de posiciones que existen en torno a las causas de la discriminación, su reconocimiento como problema y qué tipo de acciones tomamos para atenderlas», enumeró Zabala, investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), durante el II Encuentro Nacional sobre Racialidad, Equidad y Políticas Sociales para el Desarrollo.

Convocado por la Fundación Nicolás Guillén, el Centro de Intercambio y Referencia sobre Iniciativas Comunitarias (Cieric) y el proyecto AfroAtenAs, dentro de la Plataforma de Participación y Equidad Cuba, de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude), el evento tuvo como antecedente uno similar en febrero de 2023, en Matanzas, a unos 100 kilómetros de La Habana.

Para la socióloga Mayra Espina, otro desafío es la persistencia de condiciones que reproducen desventajas asociadas al color de la piel, de generación en generación.
«La investigación ha mostrado que hay mecanismos estructurales que sustentan la discriminación, aunque se elimine el prejuicio cultural. Por tanto, debemos actuar al unísono sobre ambos: factores estructurales y subjetivo-culturales», precisó Espina.

«Si no cambian los factores materiales, es difícil que la subjetividad cambie. Las subjetividades son un factor para reproducir la desventaja. Esos dos elementos se refuerzan mutuamente y actúan en el presente cubano», insistió.

Las desigualdades racializadas desde el abordaje de la investigación inclusiva; las políticas locales para la equidad racial; el racismo y la salud colectiva y los afrofeminismos fueron analizados desde las experiencias de Zabala y Espina, pero también de Zuleika Romay, Geydis Fundora, Yulexis Almeida, Maydi Estrada, Norma Rita Guillard y Yaniset Núñez, académicas, investigadoras y activistas comprometidos con estas problemáticas.

El encuentro puso la lupa en los desafíos y fortalezas para la implementación del Programa nacional contra el racismo y la discriminación racial, aprobado en noviembre de 2019 en Cuba; pero también propició el intercambio de herramientas y metodologías que ayuden a incorporar la dimensión del color de piel en proyectos territoriales para el desarrollo inclusivo y sostenible.

Para Zabala, un desafío «no menor» es la capacitación y la sensibilización «de los decisores en general y de quienes tienen un mayor nivel de involucramiento con el programa». Y aludió a la comunicación y visibilidad del programa.

«Si hacemos un ejercicio de observación en la televisión cubana y contamos cuántas informaciones aparecen, por ejemplo, sobre el Programa para el Adelanto de las Mujeres y cuántas sobre el programa contra el racismo, veremos un desbalance acentuado», apuntó.

La psicóloga también identificó como deuda lo limitada que ha sido la participación ciudadana en torno a la problemática racial. «Se han dado pasos, pero aún insuficientes. Se necesitan espacios de diálogo entre decisores, activistas, la academia, las comunidades y tener acceso a informaciones y estadísticas que tengan en cuenta la variable color de la piel», agregó.

A juicio de Geydis Fundora, para poder implementar un programa contra el racismo es importante construir de manera colectiva «repertorios de acción que sean multiactorales» y que articulen lo que está haciendo el Gobierno en el nivel nacional, desde el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030, con lo que está ocurriendo en los territorios.

Entre los ámbitos principales donde existe desigualdad racial en la sociedad cubana, Fundora citó la distribución de la propiedad, la ocupación y los ingresos; pero también instó a identificar las causas de esas brechas, tanto las más históricas como la esclavitud, como otras más actuales.

En línea con Fundora, la investigadora Zuleica Romay, escritora y directora del Programa de Estudios sobre Afroamérica, de la Casa de Las Américas, llamó la atención acerca de cómo ese daño causado por la esclavitud «no es solo material, ni físico, sino también emocional, psicológico» y urgen acciones para repararlo.

Para ello, los enfoques interseccionales emergieron como herramienta esencial durante el debate.
«La desigualdad racial tiene que ser tratada en sí misma, en sus peculiaridades y lógicas de reproducción; pero, a la vez, en el entramado que forma con otras brechas. La interseccionalidad te da un panorama de cuáles son las correlaciones más fuertes en términos de generar desventajas, como el género, la raza, el territorio y las generaciones», explicó Espina a SEMlac.

Para Espina, las crisis generan oportunidades y, en el caso de Cuba, se manifiestan en más investigación científica y publicaciones, la aprobación de políticas sociales y el desarrollo del activismo.
A su juicio, se trata de «un escenario óptimo para el cambio, para la promoción de equidad social con reconocimiento de la diversidad».

«Hoy está configurado un movimiento social que aboga por la superación de las desigualdades racializadas. Y esa es una fortaleza. Ahora, de esta policrisis no se sale sin participación, esfuerzos ciudadanos, consensos y solidaridad. A ese triángulo academia-política-ciudadanía hay que darle el mayor apoyo, reconocimiento y fortalecimiento.

Romay, por su parte, también defiende en particular el valor de la participación y el activismo.
«Los activismos contribuyen a la reparación desde las interconexiones que construyen, que tienen mucho que ver con el mundo de los afectos y crean espacios de socialización totalmente nuevos. El activismo está siendo capaz, poco a poco, de resocializar a la gente, de cambiar los espacios y de cambiar la naturaleza de las relaciones sociales», insistió.

*dixiedith@gmail.com

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