Olimpia Flores Ortiz
SemMéxico, Cd. de Oaxaca, 8 de febrero, 2022.- La conformación del yo del sujeto/sujeta/sujete, es un proceso individual y subjetivo que se produce en la interrelación con sus entornos originales inmediatos, para empezar su madre, su familia.
El cuidado de la subjetividad de las personas que se traduce en derechos humanos es entonces la primera razón de Estado. Por eso se consagran en el primer artículo de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
¿Qué quiere hacer la 4t con su proyecto de la Nueva Escuela Mexicana? Diluirlos en los derechos de comunidad, disolver al sujeto/sujeta/sujete en la jerarquía de la colectividad por encima de las personas. Allí no hay derecho a la diferencia ni a la disidencia.
Es la pretensión más criminal de todas las que impulsa el obradorismo para socavar los avances democráticos del país, como si fueran sinónimos de neoliberalismo.
No puedo más seguirle buscando el lado a este régimen de un solo hombre que llevará a las mentalidades infantiles hacia el pensamiento único. Ahora sí es necesaria la sublevación. Es una tragedia que, para salir de la engañifa de la democracia neoliberal y su endémica desigualdad, del latrocinio y la corrupción, México sólo haya podido darse el mediocre caudillo que hoy lo gobierna sostenido por la ignorancia y el revanchismo masivo con la escribanía de teoriquillos de cuarta, transfigurados en ideólogos del régimen. Volver atrás no es opción, pero este presente es de terror. No veo el futuro.
La Nueva Escuela Mexicana es anticonstitucional
Escribe mi amiga Laura Frade por estos días (ella experta en política educativa), el artículo que intitula Comunidad o individuo Falacia del falso dilema, citando al documento de la Secretaría de Educación Pública “Marco curricular y Plan de Estudios” que contiene su justificación de motivos para sellar la contrarreforma educativa:
“Pensar entonces que la persona debe estar subsumida en la identidad colectiva de la comunidad, con la intención de servirla de manera que esto “permita la construcción de una idea del ser humano encarnada en el sujeto colectivo que forma un todo con la naturaleza…” y que por tanto: “La vida de la persona adquiere sentido en tanto es comunidad[…]”, […] resulta en sí misma una violación a los derechos humanos porque en muchos casos es la propia comunidad, valga la redundancia, la que los violenta, incluso esto llega a ser identificado como un saber cultural propio.” https://drive.google.com/file/d/1eLX2qAVSafVHsb4za42XHdBt4PZ5M6Ht/view?fbclid=IwAR1wwn8ruZ5nU6isjPboDhB1-0mzcD8wrG4d3RGlNIKIp07l_y1vMRagAfI
No hay pensamiento más colonial que el de la noción de sacrificio individual en aras de la colectividad; es tan cristiana la noción sacrificial en la que el yo de las personas no importa, sino su inmolación por la comunidad. ¿El señor Amlo es que no puede darse cuenta de que él es portador de la peor agencia colonial de las mentalidades que es la religión? ¿Y de que está violando a la Constitución?
Retrocedemos a la cultura de la obediencia, no del libre discernimiento: obediencia al Padre, al progenitor que lo encarna y al Estado.
¿Qué no son las comunidades las portadoras de la tradición que niega el derecho a ser de las personas? En esencia la comunidad pasa por encima de los derechos individuales, como si estos fueran sinónimo de individualismo y no potencia de la misma comunidad. La comunidad de la obediencia al bien común es la del inmovilismo que da por resultado culturas muertas. Si no fuera por las mujeres de las comunidades que hoy hacen política, estaríamos entonces celebrando al patriarcado que les niega el derecho político, el derecho de elección de su vida, porque empieza por negarles el derecho de ser dueñas de su propio cuerpo y con ello de su destino: la sujeción por el cuerpo, que es el mensaje del colonialismo de las religiones judeocristianas.
¿Cómo se va a tener espíritu crítico que les imprima dinamismo a las comunidades? Si la última palabra es la de la tradición.
Ir un siglo para atrás, eso es lo que quiere López Obrador, a las revoluciones del siglo XX, la soviética y la china, que negaron a la individualidad y en el nombre de la comunidad purgaron a las disidencias y anularon el derecho a las diferencias. ¿No fue el nacional socialismo otro ejemplo del totalitarismo en nombre de la pureza racial, otro bien comunitario? La comunidad NUNCA ha sido la solución porque en sí misma es retardataria, esa sí conservadora y es violenta; digamos también que no al enaltecimiento indigenista.
No se construye comunidad socavando a la democracia; sino al contrario, haciéndola florecer por y en la diversidad.
No se hace comunidad negando a la individualidad de las personas, sino educándolas para tener aprecio de sí. Del aprecio de sí es el único lugar del que puede surgir el respeto por todas las demás personas. No será de la obediencia o del ostracismo comunitario.
En la negación de la individualidad, ¿cómo será posible cuestionar las relaciones de poder a toda escala? Las de la familia patriarcal, las de la comunidad intolerante, las de un gobierno fascista como el que se pinta.
Siguiendo a Laura Frade: “Una falacia es un engaño o mentira que se esconde bajo cierto juego de las palabras. Una falacia de falso dilema implica que se establece una disyunción entre dos opciones que dé inicio son falsas, pero que al establecerlas comparativamente se genera la idea de que solo la elección de una sirve para llegar a la verdad…”
Es una falacia de falso dilema pretender que lo individual y lo comunitario son disyuntivos. Al contrario, se corresponden.
Digamos NO al proyecto de la Nueva Escuela Mexicana. Amerita sublevación, más que una escalada de memes.
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