Olimpia Flores Ortiz
SemMéxico, 11 de octubre, 2021.- De los fetitos miniatura traídos y llevados por Miguel Serrano Limón a la exhibición pública en vivo de un feto en gestación; tal evolución atestiguamos.
La Comisión Episcopal Mexicana y las así llamadas organizaciones provida, reaccionaron ante las recientes decisiones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a favor de la despenalización del aborto y de la invalidación de la objeción de conciencia del personal del sector salud.
Por eso convocaron a una marcha sobre el Paseo de la Reforma en la Ciudad de México, el pasado domingo 3 de octubre, “a favor de la vida” y en contra del aborto, en cuyo escenario y precisamente al pie del Ángel de la Independencia frente a la masa fanática, realizaron un performance in situm – “el baby shower más grande”- con una adolescente de quince años embarazada y casi a término, a quien le practicaron un ultrasonido que además fue grabado digitalmente para su difusión.
Violencia pura, abuso total. ¿Qué otra cosa puede decirse del flagrante atropello al derecho a la intimidad y el resguardo de la identidad de esta persona adolescente? El dilema entre la intimidad del cuerpo y el cuerpo desprovisto de toda posibilidad de intimidad.
El contexto de la medida pedagógica
La artimaña como medida pedagógica, es burda, es engañosa y es manipuladora al pretender confundir entre embrión y feto, cuando el límite a establecer en la práctica de un aborto legal es de 12 semanas. Pero también es criminal porque atenta contra los derechos y las libertades de niñas, adolescentes y mujeres. Bien dice Olga Sánchez Cordero que “Los embarazos de niñas infantiles y de adolescentes presuponen una violación equiparada, así de fuerte”.
El boletín de la Dirección General de Comunicación Social de la UNAM del 3 de septiembre de 2021 dice que “México ocupa el primer lugar a nivel mundial en embarazos en adolescentes entre las naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, con una tasa de fecundidad de 77 nacimientos por cada mil adolescentes de 15 a 19 años de edad.”
Y que “en nuestro país 23 por ciento de los adolescentes inician su vida sexual entre los 12 y 19 años de edad. De acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Población comienza a una edad promedio de 15.5 años, y estadísticas del Instituto Nacional de Perinatología indican que sucede a los 14.6 años, en promedio.” https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2021_729.html
¿Es esta la medida de pedagogía social que merece o necesita la población adolescente diversa del México de la tercera década del Siglo XXI?
El 10% de los embarazos adolescentes resultan de la violencia sexual, perpetrada en su mayoría (80%) por hombres de la familia directa, familiares, vecinos o conocidos de la víctima. En pandemia el encierro en casa en nada ha ayudado a disminuir los delitos sexuales.
Las condiciones de hacinamiento en colonias de las periferias metropolitanas precarizadas y en las comunidades indígenas son un factor de riesgo para las adolescentes.
Pero además tenemos el factor cultural “usos y costumbres” en el que las niñas son madres muy tempranamente y aún se les vende o se concertan matrimonios de interés; y en donde incluso el incesto es solapado.
El paradigma
De la acción espectacular en el Ángel, se desprende un discurso de la sexualidad que se justifica en el vínculo del matrimonio, el noble fin de la reproducción y el sustento amoroso: ha de ser “buena, normal, natural, bendita…dentro de los límites de la heterosexualidad marital, monógama, procreativa -no comercial-, en pareja, privada, con alguien de la misma edad, dentro de una relación, sin pornografía, donde intervengan sólo los cuerpos y no se lleven a cabo prácticas insólitas”; es, a decir de Hortensia Moreno, una “sexualidad decente” en La sexualidad reproductiva como paradigma epistemológico. Revista de Estudios de Antropología Sexual 2015. Primera época, volumen 1 número 6. Instituto Nacional de Antropología e Historia. 2015
Este discurso monolítico, pasa por encima de la complejidad que atañe a la etapa adolescente de la vida que es de transición y ambigüedades. Va hacia el mundo que se construye para sí (mesianismo), desde el mundo de la infancia que se derrumba (transgresión), según el Profesor investigador Alejandro Klein. División de Ciencias Sociales y Humanidades en Campus León, Universidad de Guanajuato en su ensayo Imágenes psicoanalíticas y sociales de la adolescencia. Un complejo entrecruce de ambigüedades. https://www.redalyc.org/pdf/180/18026361005.pdf
Y esta ambigüedad es la que explica por un lado el poder de fascinación de la adolescencia, como la vivencia de peligro que despierta. Un ideal a construir, pero también un ideal a temer. Es una lucha entre la tendencia al equilibrio homeostático y la energía anti-homeostática entre las cuales no hay límites claros, sino indeterminación y oscilación, entre las que se mueve, sin la necesidad de escoger entre una u otra.
Es entre esas ambigüedades en donde se juegan las subjetividades de las, los y les adolescentes. Los cuerpos ahora interpelados por las tecnologías de la virtualidad; pero además las de la inmortalidad biotecnológica. Trastocados los parámetros espacio-temporales de las generaciones antecesoras.
Las subjetividades de la nueva era
¿Cómo se cultiva a las personas adolescentes de la nueva era? ¿Cuáles son las ejemplaridades a las que pueden recurrir como modelo? ¿Cuál es el horizonte socialmente sexuado al que pueden aspirar? ¿Cómo ser persona adulta? El ser hombre, el ser mujer, y el desasosiego de la desobediencia identitaria que da lugar a la diversidad sexual justo en esta etapa.
El cuerpo que no solo es biológico, sino también semiótico, constituye un sistema de signos y significados. Es en sí mismo un lenguaje. En la adolescencia se cobra sentido del propio cuerpo como el continente de la travesía de la vida hacia la muerte.
La experiencia del cuerpo es siempre única y diversa en su vivencia; no puede ser explicada a partir de un discurso integral y único. Desde la vivencia personal, es la síntesis de uno/una/une en lo diverso, y es la continuidad.
La adolescencia en sí misma ambigua y oscilante, remite a complejos procesos de construcción de identidad, reafirmación sexual, nuevos vínculos y nuevas inserciones institucionales, contexto en el que el cuerpo de las mujeres es sobre todo un cuerpo para los demás.
Entre otros factores de constitución de subjetividad de una etapa etaria cuyo desorden se concibe como transitorio, esperándose que llegue a la normalidad y la adaptación social. El adulto o la adulta (binariamente) a la cual finalmente advendrá cada persona adolescente enlazándose por fin a una imagen disciplinada del mundo que ha proyectado así sus fantasías.
Corolario
El performance del magno baby shower no puede corresponder al universo de las subjetividades de las adolescencias de la contemporaneidad más que como paradigma hegemónico impuesto por la fuerza, las restricciones y el castigo.
Que se sobreponga la vitalidad de la autodeterminación y la diversidad.
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