- Entre enero y agosto 246 mujeres víctimas de discriminación FGJCMX delito sin especificar el tipo de exclusión
- Carolina fue víctima de agresiones que suponen un acto de lesbofobia a tan solo unas cuadras de su casa; tuvo que dormir en el Centro de Sanciones Administrativas, conocido como el Torito, para que su agresor tuviera una sanción.
Ariadna Lobo
SemMéxico/La Lista, 1º. de diciembre, 2021.- Carolina Hidalgo, de 39 años, es médica veterinaria y su clínica se encuentra en la colonia Roma Norte, un céntrico vecindario con restaurantes y comercios en la Ciudad de México. A pocos metros de su lugar de trabajo, mientras compraba papel de baño en una farmacia, un hombre llegó e interrumpió a la trabajadora que atendía en ese momento a Carolina para pedir un cubrebocas. Carolina pidió que se respetaran los turnos y enseguida, el hombre comenzó a insultarla, le lanzó un golpe en la cara y tras forcejear, le pateó la rodilla izquierda.
“Fue una agresión de género completamente porque también fui agredida por mi orientación sexual. Ese momento yo lo describo como de 0 a 100. Esta persona se voltea a verme, estamos pegados, él ya está en el mostrador, se voltea a verme y me empieza agredir: ‘Así son todas las pinches lesbianas, quieren que las atiendan de inmediato’. Utilizó palabras como: lencha y cosas por el estilo”, cuenta Carolina a La-Lista.
Carolina describe a su agresor como un hombre de 55 años y de 1.90 metros de altura. Ella es delgada, mide 1.64 metros, tiene el cabello corto y, en ese momento, pintado de morado. “Ignoré por completo su existencia en el mundo. Él continúa todo el tiempo al lado mío, viéndome hacia abajo, pegándome el cuerpo y me sigue agrediendo”, dijo Carolina. Las agresiones verbales aumentaron y el hombre comenzó a llamarla “feminazi” y “mamona”.
“Cuando me estaba agrediendo pedí, por favor, que hicieran algo. Se estaba volviendo físico porque ya me estaba empujando con el cuerpo”, dijo Carolina y recordó que en ese momento pensó: ‘¿qué está pasando?, me va a golpear. Voy a ser uno de esos casos, en que me van a golpear’.
Carolina optó por pedirles a las empleadas detrás del mostrador que llamaran al encargado, con la intención de que su agresor supiera que ella vive por ahí, que la conocen y así piense dos veces antes de golpearla, pero él respondió: “Yo también soy cliente y soy más cliente que tú” y remató: “¡Yo soy más puto que tú!”.
Nadie se acercó a ayudarla, ni las trabajadoras de la farmacia, ni el guardia de seguridad de la farmacia. “Ahí es donde me doy cuenta que estoy sola. Completamente sola y ellos no iban a hacer nada”.
Sin datos oficiales sobre violencia y discriminación contra mujeres por su orientación sexual e identidad de género
De enero a agosto de 2021, la Fiscalía General de Justicia capitalina ha registrado 246 mujeres víctimas de discriminación, sin embargo, dentro de este delito no se especifica el tipo de exclusión, pues de acuerdo con el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) existe discriminación por “origen étnico o nacional, el sexo, la edad, la discapacidad, la condición social o económica, la condición de salud, el embarazo, la lengua, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil”.
La Encuesta sobre Discriminación por motivos de Orientación Sexual e Identidad de Género 2018 (Endocig) de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y el Conapred reveló que el 54.9% de las personas lesbianas sintió discriminación por algún motivo; al 30.5% se le negó el acceso a un derecho y el 23.6% recibieron malos tratos por parte de policías.
De acuerdo con la asociación Letra S, dedicada a la defensa de los derechos de las personas de la diversidad sexual, las mujeres homosexuales viven una doble violencia: “son víctimas a la vez de la violencia de género y de la violencia lesbofóbica. Es decir, por su condición de mujeres y por su condición de lesbianas”, indica el informe La otra pandemia: Muertes violentas LGBTI+ en México, 2020.
Sofía Poiré, miembro de la organización feminista Balance, explica que la lesbofobia se da por tres factores: el estigma social sobre las relaciones entre mujeres, que “genera asco” o desaprobación, como en el caso de los hombres homosexuales, pero está atravesado por el factor de género, es decir, que también representa un fetiche para hombres heterosexuales que ven a las mujeres como un objeto.
El segundo factor que Poiré describe es el hecho de que existen mujeres que no se relacionan con hombres, ya sea por decisión propia o por su orientación sexual. “Esto es algo que podría afectar a una mujer asexual o a una mujer que decide estar soltera, en el sentido de que se considera que una mujer tiene más valor a partir de tener un hombre, un marido y eventualmente formar una vida en familia tradicional y ser madre, y relacionarse con mujeres no permitiría eso”, explicó Sofía Poiré.
El tercer factor para que haya lesbofobia que la activista nombra es la expresión de género, la cual en las mujeres homosexuales no siempre es femenina ni acorde a las normas de género, como lo que se espera de la imagen de una mujer. “Tenemos el cabello corto, no nos maquillamos, tenemos cierta vestimenta, o inclusive como cierto lenguaje corporal que podríamos nombrar como masculino, y eso también es reprobado porque no está bajo las normas de género, que espera que las mujeres nos comportemos de manera femenina”.
Policías ignoraron protocolo de actuación
Cuando aumentaron las agresiones de tono, Carolina sacó su celular para grabar y tener alguna evidencia de las agresiones por miedo a que él la golpeara.
“Me dijo: ‘Tú me grabas y yo te rajo tu madre’. Y ahí me sorraja un golpe. Sale mi celular volando, me dio un golpe frontal”. Carolina comenzó a defenderse como pudo y le soltó una patada al hombre, en ese momento el guardia de seguridad intervino para sujetarla a ella. Cuando el agresor salió de la farmacia, para abordar una camioneta estacionada en doble fila, el guardia de seguridad soltó a Carolina y ella fue detrás de él.
“Le dije a la de la farmacia que le hablara a una patrulla y me pongo enfrente de él y con todo mi cuerpo lo detengo, entonces él agarra y me suelta una patada en la pierna izquierda y el golpe me da en la rodilla”, narró Carolina. En ese momento, comenzaron a forcejear mientras ella gritaba: “¡Por favor, ayúdenme! ¡Este señor me pegó y se quiere dar a la fuga!”
Carolina contó que a bordo de la camioneta de su agresor se encontraba una persona que lo único que le dijo a ella, fue que lo dejara ir. Alrededor de la escena, algunos vecinos se reunieron, pero ninguno intervino, hasta que un joven, que corría por la zona, se detuvo.
“Fue el único que dijo algo y le dijo a esta persona que ya me dejara, que yo era una mujer y que no me pegara”. Habían pasado alrededor de seis minutos entre el comienzo de la agresión y la llegada de la Policía.
Dos patrullas llegaron y Carolina le dijo a un agente que quería denunciar la agresión. “No puedes andar por la vida golpeando gente ni teniendo miedo de ir a la esquina de tu casa a comprar un papel de baño. Voy a denunciarlo. Tiene que haber una instancia”, dice que pensó en ese momento y ella llamó a su esposa para pedirle su cartera y que la acompañara a hacer una denuncia por lesiones.
Por separado, a ambos los trasladaron a la Coordinación Territorial Cuauhtémoc 2, pero no para que presentara su denuncia, sino para presentarlos como infractores ante el Juzgado Cívico por “pelear en la vía pública”, una falta administrativa, y no por lesiones y discriminación, delitos por los que Carolina quería denunciar y que sólo se puede hacer ante el Ministerio Público.
A pesar de que Carolina le explicó a los policías lo que había sucedido y las agresiones de las que fue víctima. La Policía de la Ciudad de México cuenta con el Protocolo de actuación policial de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México.
En su artículo segundo, el protocolo indica que: “La Policía de la Ciudad de México, en sus actuaciones, deberá preservar los derechos humanos de las personas que pertenezcan a la Población Lésbico, Gay, Bisexual, Transgénero, Transexual, Travesti e Intersexual”
En los principios rectores del protocolo, el artículo 2.1 señala que: “no tratarán como sospechosa o responsable de la comisión de una falta o delito a las personas LGBTTTI por la sola razón de su orientación sexual, identidad o expresión de género y características sexuales”. Y que “en la aplicación e interpretación de las leyes, las autoridades deben ajustar sus actuaciones favoreciendo en todo tiempo la protección más amplia de la persona”.
Sin embargo, estos ejes rectores son enunciativos y no limitan la actuación de la policía.
Discriminación por ser mujer y por ser lesbiana
“Ellos me llevaron como si me hubieran encontrado en la calle, borracha y peleándome con alguien. Esa fue la causa por la que me presentaron”, explicó Carolina y aseguró que intentó presentar el video que le tomó al hombre cuando la agredía, sin embargo, le dijeron que no podía hacerlo porque ella estaba ahí para hacer servicio comunitario, para cumplir una sanción o irse detenida.
Carolina relata que, al llegar al centro de justicia, el hombre la siguió agrediendo antes de entrar a las instalaciones, le dijo machorra, y que estaba loca. “Todo enfrente de los policías y los únicos que le dijeron algo fueron los viene viene que estaban retenidos ahí”, apuntó Carolina. Una vez dentro de las instalaciones, su agresor declaró ante las autoridades que tenía VIH y que era una persona de la tercera edad, por lo que le recomendaron que le diera el perdón y se fueran.
Carolina relata que mientras ella se encontraba detenida y con un escolta a su lado, su agresor entraba y salía del lugar y aseguraba que estaba herido. “Ambos entramos con el médico legista y yo estaba empezando a cojear. Yo quería regresar a terminar mi denuncia, pero no pude porque me mandaron al hospital por una lesión importante en la rodilla”, dijo.
Al llegar al Hospital Balbuena y ser revisada, Carolina comenzó a llorar. “Yo nunca pensé que fuera a ser una víctima en la esquina de mi casa. Me pusieron un yeso, me rompieron el pantalón y sufría de mucho dolor. Todo el tiempo estuve custodiada, me dieron la receta, pero no los medicamentos. Él salió con una venda en la rodilla”.
Al regresar al Juzgado Cívico, Carolina tuvo que decidir: llegar a un acuerdo para que ambos quedaran libres o dormir en el Centro de Sanciones Administrativas para que su agresor tuviera una sanción. Decidió quedarse detenida 36 horas para que no hubiera impunidad.
“Quiero ir detenida para que él se vaya, no le voy a dar el perdón”, le dijo a la jueza en turno. Eran las 18:00 horas, Carolina había pasado todo el día allí, traía muletas, no le dieron su receta, el dolor de la rodilla seguía y pasó la noche en el Torito.
No al silencio
Al día siguiente, Carolina y su abogada, Fabiola Higareda, acudieron a la Fiscalía de Investigación de Delitos Cometidos en Agravio de Grupos de Atención Prioritaria, en la agencia investigadora del Ministerio Público dedicada a la comunidad LGBTTTI, donde se abrió una carpeta de investigación por discriminación y violencia de género en contra de su agresor y se inició una indagatoria contra los policías que la detuvieron y la jueza cívica por arbitrariedad en el proceso.
A Carolina se le practicó un peritaje psicológico para evaluar la afectación de la agresión. Su vida cambió. “Yo no sé si volvería a denunciar una agresión. Estoy pasando por un momento muy difícil de mi vida. Yo era esa persona que alentaba a las mujeres a que denunciaran, pero esto que me pasó a mí, no lo entiendo y la autoridad ya no me da confianza”, dice después de lo que vivió.