- “Porque creemos que ya no podemos esperar más, necesitamos un compromiso global a todos los niveles para poner fin a esta vulneración de los derechos humanos”
Por Nerea Martínez
SemMéxico/AmecoPress. Madrid, España. 10 de febrero 2021.- Con motivo del Día Internacional de Tolerancia Cero a la Mutilación Genital Femenina, la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF) celebra este año su X edición de las Jornadas Internacionales contra la MGF. El interés es dar visibilidad a la MGF, una forma de violencia de género que afecta a más 200 millones de mujeres y niñas a nivel global y que se práctica en más de 90 países del mundo.
Desde UNAF muestran la necesidad de pactos internacionales para un mayor desarrollo de nuevas políticas y estrategias para prevenir y erradicar la MGF, también para poder ayudar a las supervivientes. Muchas de estas mujeres no denuncian por miedo a las represalias que pueden tener o porque ven que el sistema no les ayuda lo suficiente y lo consideran inútil.
Hay muchos tipos de MGF, pero lo que tienen en común todas ellas es que es un tipo de violencia de género, es una práctica que forma parte de unos valores tradicionales que buscan la aceptación social de las niñas dentro del grupo; en las comunidades donde se sigue realizando, se piensa que con la MGF se defiende su posición social y que se las protege, y el rechazar esta práctica hace que no se puedan casar o que se las expulse de la comunidad.
En cuanto al trabajo de intervención, las expertas que han participado en las jornadas, han mostrado las tres líneas básicas de actuación, que serían prevención y reparación mediante acciones de sensibilización, la protección integral facilitando el acceso a mujeres y niñas, y por último, la formación de profesionales socio-sanitarios.
Yolanda Besteiro, presidenta de la federación estatal de Mujeres Progresistas, explica que la respuesta penal, que fue de las primeras que se plantearon, “no es una respuesta suficiente y en algunos casos es incluso contraproducente”, por lo que se debe dar más visibilidad a esta violencia de género y buscar otras formas de erradicarla.
Hay una evolución en el tratamiento de esta forma de violencia de género a nivel internacional. Antes la MGF era vista como una cuestión antropológica, pero la población va tomando conciencia de cómo afecta a la salud, y comprendiendo que es un acto de violencia contra la mujer, un acto más perteneciente a las prácticas patriarcales y es a partir del año 2000 cuando ya se empieza a ver como un delito contra las mujeres y se pone el enfoque en las leyes criminales. Durante años, los esfuerzos por eliminar la discriminación contra las mujeres incluyeron la lucha por combatir costumbres y prácticas dañinas, pero no se hacía referencia a la MGF. Tampoco se refiere a la ablación de manera específica la Convención sobre los Derechos del Niño (1989). Es con el Protocolo de Maputo en 2003 y luego en Europa, con el Convenio de Estambul, en 2011, cuando la MGF comienza a abordarse desde el enfoque de los derechos humanos.
Alfonso Barragues, director adjunto de la oficina de enlace del UNFPA en Ginebra y asesor superior de relaciones exteriores, apostaba por el “reto ambicioso” de lograr que la MGF “sea eliminada en 2030; aun teniendo en cuenta la situación de la COVID y el impacto socio-económico, creemos que es posible si hay ese apoyo político, si existe esa voluntad y apoyo financiero que no es tan excesivo, solo es priorizar los derechos de las mujeres y las niñas en la agenda global”.
Pero para lograrlo hay que afrontar algunos desafíos. La MGF forma parte de mitos y creencias, hay que desvincularla de la idea de que está relacionada con la religión y conseguir que se vea como un problema social. Otro reto viene planteado por la creciente medicalización, que consiste en hacer MGF en hospitales, aunque así sea más seguro y saludable, lógicamente sigue siendo muy perjudicial para la salud. La COVID-19 se ha convertido en el problema principal, desplazando a otras situaciones; además, los confinamientos y los problemas de movilidad asociados a la pandemia han hecho que muchas niñas dejen de ir a las escuelas, un lugar en el que se les hace seguimiento y que les aporta seguridad; de hecho, se estima que durante la pandemia, ha habido dos millones de casos de MGF en el mundo.
Durante la jornada, que contó con la participación de expertas de diversos países, se destacó la importancia de contar con informes que contribuyan a conocer en profundidad la situación de la MGF. En el caso de Portugal, si bien cuentan con muy buenas estadísticas, el grado de impunidad para quienes infringen la ley que condena la práctica de MGF es todavía alto –solo condenan al 7% del total de denuncias-, lo cual transmite el mensaje de que no vale la pena denunciar. Las expertas insistieron en la necesidad de disponer de leyes y medidas de prevención y de protección a las víctimas.
Bárbara Tardón Recio, Asesora del Ministerio de Igualdad del Gobierno de España, concluía: “El patriarcado ha tenido controlados los derechos sexuales y reproductivos de la mujer” pero con las nuevas políticas, las ayudas ONGS… se va reduciendo toda forma de violencia de género, incluida la MGF. Tardón explicó que el Ministerio de Igualdad quiere ampliar los tipos de violencia que serán atendidas por el 016, que incluirá la MGF, fortalecer las instituciones públicas, que deben ser implacables, y aprobar una estrategia nacional para conseguir eliminar todos los tipos de violencia de género, incluida la MGF.