Desobediencia
Olimpia Flores Ortiz
SemMéxico. 14 de diciembre 2020.- La sensación de libertad al deambular sin rumbo fijo según tu libre albedrío y a expensas de ti misma-mismo, misme, ya es cosa del tiempo pasado. No aprecio que me vigilan porque tengo sensación de libertad.
Se consagra el avance biopolítico de control por medio del cuerpo porque resulta que a dónde va tu cuerpo van tus datos sin que tengas que anunciarlo. Tú ya no eres tú, sino una fuente permanente de información ambulante para efectos de seguridad pública, para la política, para la publicidad. Poco a poco cedemos el terreno de la autonomía, bajo el influjo consumista y el miedo: Vigilancia total. Todas, todos, todes somos de un target así como todas, todos, todes somos sospechosos de facto.
El Estado también quiere la información que ya posee la publicidad. Esta semana se aprobaron en la Cámara de Diputados las reformas a la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión para crear el Padrón Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil que se integrará con la información de las personas y de las empresas concesionarias de líneas telefónicas móviles, obligadas a “colaborar con las autoridades competentes en materia de seguridad y justicia por la comisión de delitos”. Avaladas con 392 a favor y 44 en contra, pasaron al Senado de la República. No hay ya fuerza política con representatividad, que defienda la privacidad ni la intimidad, sino cesión de libertades de manera consensuada. No hay más manera de eludir la vigilancia, a no ser que “quedes fuera” de circuito: sin redes, sin comunicación, sin registro. Sólo eres cuando te inscribes.
A la disposición policíaca quedará expuesta por Ley la información de tus hábitos, tus creencias, tus gustos y aficiones, tus costumbres, tus secretos.
Además, con 426 votos a favor, uno en contra y 3 abstenciones, el pleno de la Cámara de Diputados aprobó también el dictamen con el que se expide una nueva Ley General de Población, en la que se contempla la creación de la nueva cédula de identidad para la población mexicana.
Con esta ley, la Secretaría de Gobernación queda facultada para integrar una base datos con la información de cada ciudadano o ciudadana, incluyendo sus datos biométricos, con lo que por fin habrá la tan buscada cédula de identidad.
“La Cédula Única de Identidad Digital se expedirá a toda la población del país y a los mexicanos residentes en el extranjero, la cual podrá ser impresa o mostrarse a través de dispositivos electrónicos”.
Y se crea el Servicio Nacional de Identificación Personal, responsable de validar la identidad de cada persona, y por lo que se pagarán derechos.
Indudablemente en términos de planeación y diseño de política pública, es fundamental saber quiénes somos y donde estamos; como también es cierto que se presenta una paradoja con la invasión a la intimidad y la anulación de la privacidad, porque no sólo tendrás un registro, sino que la exposición de tus datos biométricos te hace estar a la disposición permanente.
Por datos biométricos de identificación vamos a entender aquellos por medio de lo cuales se puede codificar, medir, almacenar, comparar o reconocer las características propias de una persona, en cuanto al aspecto físico, estado corporal, y actitudes conductuales. Y son tales como la imagen facial, huella digital, iris ocular, entre otros.
Información es poder, y ese poder ya lo detentan quienes administran todas las bases de datos que la trafican legal e ilegalmente. Históricamente las Leyes de Reforma le otorgaron al Estado la información relativa al transcurso de la vida de cada persona; pero hoy día, esta información fluye al hacerla depender de los vaivenes de los cuerpos humanos vivientes. Toda vicisitud se presenta como una oportunidad de saber inmediatamente dónde y qué haces con riesgo de imputación, de clasificación y de perfilarte como cierto tipo de persona, sujeta a detección, valoración e interpretación y por supuesto a permanente juicio de facto y a priori. No hay más singularidad, no hay más presunción de inocencia, no hay más privacidad ni intimidad. Todo lo que te configura como persona única, pasa a formar parte de un banco de datos en donde no eres más que estadística. Y ya sabemos, que la estadística no es aséptica ni neutral.
Ahora la cédula de identidad consignará también “por libre autoadscripción” la pertenencia étnica indígena o afrodescendiente. En México la visibilidad del otro no mueve a respeto, sino a clasificación, distancia y juicio. Es inevitable, porque es un modo arraigado y ancestral de la convivencia basada en la discriminación y en la segregación.
Esta tendencia contemporánea que justifica el hacer visibles a los sujetos, bajo el argumento de que hasta verles les ubicas en tanto sujetos de derechos, institucionaliza la estratificación social de todo tipo. Te registro para no perderte de vista y precaverme de ti. Y hasta de tus actividades bancarias me entero.
El dictamen enviado al Senado de la República para completar el ciclo legislativo de esta Iniciativa, para sus efectos constitucionales, se justifica aludiendo a que se establecen las bases de coordinación interinstitucional para formular y conducir la política de población e interculturalidad en el contexto de la dinámica demográfica, que garantice el derecho a la identidad que establece el artículo Cuarto Constitucional y del que dependerá el acceso a los derechos humanos.
País de centralismo y autoritarismo resignificados, de complicidad criminal en las esferas del Estado y de profunda estratificación social, le atribuye a esta cédula los alcances para contrarrestar el racismo, discriminación por cualquier causa, segregación, misoginia, homofobia, censura religiosa, xenofobia y el discurso de odio, por razones que van del origen, la identidad, la religión, el género, la discapacidad, las condiciones de salud, la orientación sexual y todo otro tipo de marginalización y exclusión.
La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez, afirmó que con el proyecto del Sistema Nacional de Identidad Digital se construye un México moderno con énfasis en la inclusión y la reducción de las brechas de desigualdad.
Arma de dos filos.
