Lorena Piedad
Para Piedad y Concepción
SemMéxico, Pachuca, Hidalgo, 24 de noviembre, 2021.- Hace unos días vi la película Cosas imposibles, dirigida por Ernesto Contreras, pero escrita por Fanie Soto, una mujer que con su guion da voz a las miles de historias que permanecen en el silencio sobre el maltrato en el matrimonio. Me impactó la manera en la que el personaje principal Matilde (interpretado por la gran Nora Velázquez) representa la soledad, el miedo, la tristeza, la desesperación y la frustración generadas por vivir 46 años bajo la violencia física y psicológica.
Una mujer adulta mayor que tras la muerte de su abusador (conocido coloquialmente como el esposo) padece los estragos de la violencia ejercida debido a que cree que todavía la acompaña a donde quiera que vaya para recordarle que es una inútil, una torpe, que no es nadie sin él. Inevitablemente frente a la pantalla me pregunté: ¿Cuánto abuso vivieron nuestras abuelas?
Fanie Soto visibiliza a toda una generación de mujeres, que hoy son nuestras abuelas, donde la violencia en el matrimonio fue normalizado porque “así era la vida, así eran los hombres y porque así les tocó vivir”. ¿Cómo habrían sido sus vidas si no se hubieran casado a los 15, 16, 17 años? ¿Si no hubieran sido madres a esa edad? Niñas criando bebés. Niñas a cargo de una casa y de una relación donde jamás tenían el poder. El poder ser.
Hoy posiblemente esas mujeres nos dirán que no se arrepienten, que ese matrimonio, que esa esclavitud romantizada es lo mejor que les pasó en sus vidas. ¿Saben por qué? Porque tienen que expresarlo de esa manera o serían juzgadas porque después de cumplir su rol de esposa/madre sumisa y abnegada ahora deben (porque la sociedad se los exige) ser abuelas amorosas, libres de sus maridos, hijos e hijas, pero prisioneras de sus nietas y nietos.
A veces esas mujeres son juzgadas o menospreciadas por su devoción a la religión, por su creencias en sus santos, por su devoción a sus distintos dioses, pero algún día les hemos preguntado por qué. ¿Y si la religión fue un refugio para su soledad, una fuga para sus frustraciones? ¿Y si era posible para ellas soportar el abuso solo por la promesa de que algún día un dios compasivo las salvaría de aquello?
“Nuestras abuelas eran fuertes y aguantaron mucho”. No. Nuestras abuelas no tenían con quien hablar, con quien expresarse con libertad y la solución era resistir. Nuestras abuelas fueron el frente que limpió el camino para nosotras. Nuestras abuelas son revolucionarias. Fueron la resistencia.
El Día Naranja
Mañana jueves es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en el que año con año, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) busca sensibilizar sobre esta pandemia en la que diariamente 137 mujeres son asesinadas por miembros de su propia familia, en la que 1 de cada 3 mujeres ha sufrido abusos a lo largo de su vida.
Este año, la ONU dicta que “aunque todas las mujeres, en todas partes del mundo, pueden sufrir violencia de género, algunas mujeres y niñas son particularmente vulnerables, ejemplo de ellas son las niñas y las mujeres más mayores, las mujeres que se identifican como lesbianas, bisexuales, transgénero o intersex, las migrantes y refugiadas, las de pueblos indígenas o minorías étnicas, o mujeres y niñas que viven con el VIH y discapacidades, y aquellas en crisis humanitarias.
“Los efectos psicológicos adversos de la violencia contra las mujeres y niñas, al igual que las consecuencias negativas para su salud sexual y reproductiva, afectan a las mujeres en toda etapa de sus vidas”.
La lucha por la eliminación de la violencia contra las niñas y mujeres es asunto de todas y todos. ¿Cómo podemos aportar al cambio?
1. Conoce los indicios del maltrato porque dejan secuelas físicas y emocionales. Si crees que una mujer es víctima de violencia aprende cómo puedes ayudarla. Si eres tú, busca ayuda. Ya no estamos solas.*
2. Escucha y cree a las sobrevivientes porque cuando una mujer cuenta su historia de violencia da el primer paso para romper el ciclo del maltrato. Dile: “Te creo, estoy contigo”.
3. Deja de apoyar la cultura de la violación donde es normalizada y justificada la violencia sexual e inicia con frases como “estaba borracha”, “la mujer llega hasta donde el hombre quiere”, “iba vestida como puta, eso pedía”, por mencionar solo algunas.*
Este 2021 el lema es “Pinta el mundo de naranja: ¡Pongamos fin a la violencia contra las mujeres YA!”. Recuerdo todavía cuando los gobiernos emitieron su día naranja (cada 25 de mes) y un funcionario vestía aquel día su playera de ese color y proclamó discursos con estrategias de erradicación, pero al llegar a casa golpeó a su compañera. Qué ironía. No es suficiente vestirse de naranja y queda un largo camino por recorrer.
De tarea: Ver la película mexicana Cosas imposibles / Abraza a tu abuela (si todavía tienes ese privilegio) conviértete en un apoyo emocional para ella, en una confidente. Pregúntale: ¿Qué te hubiera gustado hacer en la vida? Quizá la respuesta te sorprenda / Únete a las actividades del 25N.
*https://www.unwomen.org/es/what-we-do/ending-violence-against-women/faqs/signs-of-abuse indicios del maltrato
*https://www.unwomen.org/es/news/stories/2019/11/compilation-ways-you-can-stand-against-rape-culture cultura de la violación