El Colapso del Mundo
Natalia Vidales
SemMéxico. Sonora. 1 de abril de 2020.- Ya no es novedad la gravedad del problema. Todos tenemos conocimiento de que un nuevo virus sin vacuna ni tratamiento y sumamente contagioso se apoderó del mundo, sin respetar fronteras ni clases sociales, ni edades. Y lo está colapsando.
A ese virus lo conocemos, y lo conocemos muy bien. Es el COVID-19 que llegó con enorme fuerza por la facilidad de su transmisión a todos los confines del planeta. Y esla tecnología actual la que nos ha permitido, como nunca antes, darle seguimiento desde su aparición en Asia y su nefasta diseminación a otros continentes.
Y esa es una de las diferencias de esta Pandemia con otras que han azotado a la humanidad a lo largo de la historia –recordándose todavía la “gripe” española de principios del siglo XX que mató a más personas que las siguientes dos guerras mundiales en Europa- pero siempre la vida…vuelve a surgir -dejando detrás la devastación y una estela de dolor por la pérdida de tantos seres queridos.
Hoy, por esa tecnología en las comunicaciones, podemos saber que se ha detenido la actividad económica, política y social en muchas naciones, pero tenemos la esperanza de que esto será temporal, al igual que el tiempo que pasemos en el aislamiento forzoso en nuestros hogares. Nada es para siempre, reza una buena frase por ahí que bien podemos tomar en cuenta.
Entonces, pudiéramos aprovechar ese valioso tiempo para que, cuando todo regrese a la normalidad -en un futuro que puede estar cerca o lejos-, seamos mejores seres humanos que antes ya que, desafortunadamente, la historia nos enseña que pese al dolor, el sufrimiento y la muerte que ha aquejado al mundo…el hombre suele no cambiar en su interior (de hecho, lo más importante), y lo podemos asegurar porque pasada la crisis, la vida ha seguido igual o peor que antes: con guerras, violencia, deterioro del entorno y, sobre todo… con una egoísta individualidad.
¿Qué sucederá en nuestra generación durante y después de la Pandemia? ¿Volveremos a nuestra vida cotidiana de igual manera en que existíamos antes de esta catástrofe viviendo una gran mayoría en su mundo particular y contaminando, sin ningún límite ni respeto, a nuestro planeta? ¿los científicos y los líderes gubernamentales continuarán con su lucha de poder destinando miles de millones de pesos a la investigación nuclear enfocada a las armas, y a la conquista del espacio, los mares y la tierra, en vez de atender las enfermedades y problemáticas -físicas, sociales y mentales- de los seres humanos?
Ó…¿cambiaremos y obtendremos mayor conciencia, respeto, solidaridad y sensibilidad para con nuestros semejantes y nuestro entorno?
En estos días de encierro que ya tenemos en México -que irán aumentando en los próximos días- se nos brinda una oportunidad única, extraordinaria, para que -en medio de un gran mal- se de el surgimiento de un nuevo Ser interior.
La empatía y la bondad, al igual que otras virtudes, son algo que urge a lo largo y ancho de nuestro planeta incluyendo, por supuesto, a nuestro querido México.
Y estas virtudes pueden surgir ahora que tenemos un encierro forzoso, para reflexionar en que lo que hemos hecho — dejado de hacer o permitir que les suceda a otros seres humanos– no ha sido lo mejor, ni lo correcto y que va en deterioro del bienestar comunitario. Podemos fortalecer nuestro espíritu y nuestra actitud, para que aflore lo mejor de cada cual, y podamos así retomar la ruta correcta, alejándonos del peor de los destinos.
El hombre no solo ha dañado su entorno sino también se ha ido dañando a sí mismo y ha olvidado que todos tenemos un compromiso social y moral que debemos cumplir.
¿Seremos capaces de afrontar ese reto?. Por que superada la crisis, enseguida se tendrá sin duda que responder de una superior manera. Solo así la historia escribirá que los pobladores del año 2020 hicieron (hicimos) lo correcto.
Está en las manos de todos hacer que, cuando la epidemia pase, el sol brille de nuevo y nuestro entorno sea más puro en todos los sentidos. Ese es el nuevo reto de la Humanidad y nuestra responsabilidad.
Lo anterior significará que, en su plena realidad, el colapso logró evitarse. Menos que eso, sería inaceptable.