Claudia Almaguer
SemMéxico, 28 de septiembre, 2020.- “Los niños no vienen con un manual de instrucciones, la crianza es una tarea desafiante hasta en las mejores circunstancias y muchos padres cuidan a sus hijos en medio de diversas dificultades”. Así comienza un video introductorio de la iniciativa “Crianza para la salud de por vida”, un proyecto de la Organización Mundial de la Salud y la UNICEF encaminado a prevenir el maltrato infantil mediante programas de prevención en países de escasos recursos.
Podría considerarse que México no encaja en esa visión, pero en el 2019 el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) señaló que en nuestro país había 52.4 millones de personas en situación de pobreza y 9.3 en condiciones de pobreza extrema, es decir, familias que no tienen acceso a bienes y servicios básicos y en el peor de los casos no cuentan con el mínimo indispensable para alimentarse.
Ahora hay que añadir lo indicado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en cuanto a la pérdida de 15.7 millones de empleos a causa de la pandemia de Covid 19, el deterioro de la calidad de vida por la disminución de ingresos y las dificultades para buscar otros recursos en tanto dure la contingencia.
Precisamente la UNICEF elaboró una encuesta para medir los efectos de la Covid-19 en las familias que están criando niñas y niños haciendo un seguimiento mensual, los resultados no son buenas noticias: los hogares con niños están padeciendo mayor presión debido a la pandemia, lo que se traduce en menos recursos, menor seguridad alimentaria y mayores niveles de estrés. Destacan aquí algunos señalamientos:
- 35.2 % de los hogares con niñas, niños o adolescentes reportan que uno o más de sus integrantes perdió su empleo o fuente de ingresos entre febrero y junio de este año.
- 1 de cada 3 hogares con niñas y niños experimentó inseguridad alimentaria moderada o severa, es decir, se quedaron sin alimentos o pasaron hambre por falta de dinero o recursos.
- 39.7 % de los hogares reportaron haber dejado de vacunar a los niños durante la contingencia o haberles aplicado solo algunas de las que les correspondían.
- 35.7% de los hogares presentaron síntomas severos de ansiedad, y en aquellos con 3 o más niños y niñas la incidencia de síntomas severos de ansiedad sube a 44.3 %.
Debido a estas problemáticas también se ha reportado un aumento de las tensiones y discusiones en casa además de alteraciones en niñas, niños y adolescentes que se traducen en estados agresivos o de alerta constante, insomnio y dolores de cabeza, síntomas asociados a la ansiedad de sus cuidadores.
Digámoslo de otra manera, en estos momentos hay muchas personas preocupadas por la situación económica, conviviendo todo el tiempo, con una tremenda carga de cuidados, sin tener a la mano una red de apoyo, sin poder enviar a sus hijos e hijas a la escuela y este conjunto de situaciones pueden conducir a la violencia afectando la vida de los integrantes de la familia, en este caso de los más pequeños.
Considerando todo esto es urgente construir estrategias en primer lugar para dar apoyo a los hogares vulnerables solventando las necesidades más apremiantes, porque en medio de las crisis no es igual encontrarse en la zozobra absoluta de no saber si seremos capaces de alimentar a la familia el día de mañana a tenerlo resuelto, pero principalmente porque debe disminuirse el riesgo de que niñas y niños lleguen a ser víctimas de agresiones, ya que en ese escenario no hay razones que valgan para violentar a un menor de edad, por eso cualquiera puede denunciar los malos tratos ante las autoridades, por eso los delitos en su agravio se persiguen de oficio y tienen penas mucho más severas.
Lo que nos lleva a la segunda necesidad, brindar herramientas para gestionar los problemas de salud mental que se están presentando, así como nuevas maneras de aplicar la disciplina en el hogar, estos son otros tiempos en donde se concibe a niños y niñas como sujetos de derechos, ya no como objetos de sus padres, por eso también ha quedado atrás la legitimación a los castigos corporales y el uso de la violencia para la resolución de conflictos, porque además con ello de hecho no se arregla nada sino que se arruina la vida:
Los niños y niñas que padecen abusos son más proclives a volverse violentos. En cambio, quienes son tratados con afecto y en una crianza responsable tendrán menores posibilidades de tener problemas con la ley, abandonar la escuela, desarrollar depresión, adquirir adicciones e involucrarse en prácticas sexuales de riesgo.
En más de una ocasión la diferencia en el futuro de una hija-hijo la hacen sus padres y madres. A más ver.
Para mayor información
Recomendaciones a padres y madres para mejorar el estado emocional de sus hijos e hijas
https://www.unicef.org/mexico/ni%C3%B1as-ni%C3%B1os-y-adolescentes-durante-el-covid-19
Disciplina positiva para una mejor salud mental y física y una infancia feliz
https://www.unicef.org/es/historias/como-disciplinar-tu-hijo-de-manera-inteligente-y-saludable
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