Un recorrido por las páginas de la literatura universal
Enriqueta Burelo Melgar
SemMéxico. 18 de junio 2019.- Un recorrido por las páginas de la literatura universal nos llevan a cruzar un sendero plagado de imágenes sensuales, eróticas, sutilmente sugeridas “Poco a poco, mi boca fue resbalando hacia el tobillo. Para mi sorpresa ella no dijo nada, me dejó hacer. Mi lengua llegó al empeine, y de allí a la punta del dedo gordo. Arrodillándome, me metí en la boca los tres primeros dedos…”.
Esta frase forma parte de la novela Diario de un Viejo Loco, de Junichiro Tanizaki publicada en 1961.Esta novela es el diario de Utsugi, un hombre de setenta y siete años, que a causa de una enfermedad tiene los días contados. En el diario, Utsugi relata que está enamorado de la joven esposa de su hijo y de sus pies, objetos de deseo con los que tiene una obsesión enfermiza. Ella es la única razón que le mantiene con vida, y ella se aprovecha de esta relación incestuosa para obtener regalos extravagantes y lujosos mientras mantiene la excitación de su suegro.
Quiero hacer este recorrido para mostrarles como la literatura erótica muestra a las mujeres en diversas épocas haciendo uso de su poder de seducción, siendo seducidas o libres en el goce de su cuerpo.
Las páginas del Decamerón de Giovanni Bocaccio, escrito en 1351, nos habla de una inusual libertad sexual, es la novela erótica de la Edad Media y en ella los personajes femeninos presentan ciertos rasgos que típicamente se han atribuido a las mujeres, como la necesidad de ser protegidas por los hombres o mostrar rubor al escuchar los relatos más subidos de tono. Aunque luego sean ellas las que cuentan historias en la misma línea y en general, tienen un papel muy activo, que rompe los tópicos más trillados. En estos relatos no se ve a la dama que espera ser amada de forma platónica, sino a una mujer que satisface sus deseos carnales en todo momento. Y lo que es más revolucionario aún: no se le recrimina por eso sino que, incluso, se justifica su adulterio. Por tanto, El Decamerón también es innovador en cuanto al trato que las mujeres recibían en la Literatura de entonces (y de siempre…).
Dando un brinco en el tiempo en 1928, se publica El amante de Lady Chatterley de David Herbert Lawrence nos refleja a través de Constance, la protagonista, de cómo estaban cambiando las mujeres y de cómo el mundo que estaban dejando atrás se estaba convirtiendo algo mucho más agobiante para ellas de lo que había sido. En su época, esta novela causó gran escándalo en una sociedad puritana del Reino Unido, tanto así, que fue censurada debido a las relaciones sexuales tan explícitas que se describen. Constanza, está casada con un hombre de la clase alta, quien quedó parapléjico a raíz de una lesión de guerra. A su vez, la protagonista mantiene un romance con Oliver Mellors, el guardabosque de la mansión familiar.
Los años 20 son los grandes años del comienzo de la liberación de la mujer, en el que las mujeres se incorporaron al mercado laboral y en el que empezaron a vivir una vida más que como esposas. Constance es un producto de su tiempo. Sus padres, modernos e intelectuales, le dieron una educación y le ayudaron a pensar por ella misma. Constance no puede ser simplemente un ángel del hogar y esa es una de las cuestiones que marcan a su personaje.
El Amante, de Marguerite Duras Premio Goncourt en 1984 y llevada al cine en 1992, esta novela autobiográfica narra, con la intensidad del deseo, la historia de amor entre una adolescente de quince años y un acaudalado comerciante chino de veintiséis, que se desarrolla en los escenarios coloniales de Indochina. Esa jovencita, bellísima pero pobre, no es otra que la propia Marguerite Duras, quien rememora no sólo su singular vivencia sino también las apasionadas y tensas relaciones que desgarraron a su familia y que, prematuramente, grabaron en su rostro los implacables surcos de la madurez.
El libro más famoso de Henry Miller es Trópico de Cáncer, célebre por sus descripciones sexuales, detalladas y francas, considerada además como una de las obras maestras de la literatura del siglo XX. Sexus no se queda atrás. En ella, el protagonista tras un encuentro casual con una joven bailarina, iniciará una relación ardiente y devastadora de siete años. Entre partes oscuras, tristezas y abortos, se encuentran también en la novela escenas de sexo llenas de orgasmos, envuelta de reflexiones sobre la vida y la literatura.
A pesar de vivir en una sociedad patriarcal donde la sexualidad y el erotismo están prohibidos para las mujeres, ellas disfrutan de estos placeres en la clandestinidad y los espacios prohibidos, si son descubiertas, son exhibidas con una letra roja en el pecho que las presenta como adúlteras, a ser lapidadas como en el oriente medio o encerradas en un manicomio por furor uterino.
Hoy escribimos nuevas páginas en nuestros diarios donde contamos nuestras pasiones y encuentros, bajo el amparo del Dios Eros, el dios romano del amor, pulsión de vida, opuesto a thanatos, pulsión de muerte Si bien el concepto del erotismo se relaciona generalmente con el sexo, lo cierto es que no se limita a él: el erotismo incluye también una parte de sensualidad, enamoramiento, vinculación, juego y vitalidad.
Las mujeres estamos descubriendo nuestros cuerpos, nuevos placeres, desde al autoerotismo, la tecnología que se ha incorporado gratamente, la pieles que se unen o separan con suavidad y descubren lo que no conocían sus partes más oscuras y sensibles, que están en espera de todo.