Un juez de la CDMX giró una orden de aprehensión contra el médico Jesús «N», conocido por inducir el parto en sus pacientes, entre otras prácticas que constituyen violencia obstétrica.
Redacción
SemMéxico*, Ciudad de México, 8 de abril, 2024.- Después de lucrar con la maternidad más de dos décadas, el ginecobstetra que se jactó de ser quién entendía el “parto humanizado” en México, y que es acusado de drogar, mentir y violentar a sus pacientes con consecuencias devastadoras, Jesús “N”, ya es buscado por las autoridades.
El médico cirujano que atraía a pacientes y personal con sus credenciales y encantos, ahora tiene una orden de aprehensión por el delito de práctica indebida del servicio médico en grado de tentativa, girada por un juez de control de la Ciudad de México el pasado 25 de marzo.
En el mandato judicial no se precisa el número de víctimas de Jesús “N” ni el tipo de prácticas que realizó. Sin embargo, el colectivo “Con Ovarios” informó a La-Lista que lleva la cuenta de al menos 50 casos en los que el doctor incurrió en una serie de delitos que bien pueden englobarse en violencia obstétrica.
Las negligencias cometidas por el médico y documentadas por las propias víctimas se resumen en partos inducidos sin consentimiento, procesos de reproducción asistida con irregularidades, fallecimiento de bebés por omisiones y medicamentos mal administrados, así como estudios apócrifos para justificar intervenciones quirúrgicas innecesarias.
El número de víctimas y de afectaciones es, quizás, incalculable, pues el caso más antiguo del que el colectivo tiene registro data de 2006, y el último ocurrió en diciembre de 2023, hasta que Con Ovarios decidió accionar legalmente contra Jesús “N” y su clínica, Pronatal –ubicada en las instalaciones del hospital Bite Médica–, la cual ya fue cerrada por las autoridades.
Hoy, Jesús “N” es considerado prófugo de la justicia, ya que se encuentra ilocalizable pese a la orden de aprehensión en su contra.
“Queremos dar con su ubicación no solo para que el doctor no siga eludiendo a la justicia, sino también para que no continúe ejerciendo su práctica médica que pone en riesgo la vida y salud de muchas mujeres”, señaló Con Ovarios en un comunicado.
El modus operandi de Jesús “N”
Teresa –nombre ficticio para proteger su identidad– acudió con el doctor Jesús “N” en 2016. Recuerda que en aquella época el médico se había hecho de una fama de “rockstar” de los “partos humanizados” en México, país que ocupa el segundo lugar en cesáreas a nivel mundial (48.7% de los nacimientos), según un informe del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).
“Si tú quieres tener un parto respetado, humanizado, tienes que hacer un esfuerzo extra. Ese fue mi caso. Yo quería un parto natural. Mi deseo era simplemente que respetaran los tiempos de mi cuerpo y de mi bebé, y que si no había ninguna complicación médica yo no tenía que ir a un quirófano. Así que llegué con este doctor afamado por practicar ‘partos humanizados’, pero resultó ser un procesador de inducciones de parto”, lamenta Teresa en entrevista con La-Lista.
Los costos que el doctor manejaba no eran accesibles. A eso se refiere Teresa con “hacer un esfuerzo extra”. Incluso, considera, se equiparaba a los de los hospitales privados más prestigiosos de la Ciudad de México, como el ABC o el Ángeles Metropolitano. La primera consulta con Jesús “N” estaba en 2 mil 200 pesos y de ahí, según el tratamiento a seguir, los precios se elevaban. El parto “humanizado” costaba 70 mil pesos, pero lo más caro era el quirófano, su “mina de oro”.
La atmósfera del consultorio era parte importante de su negocio: un espacio innovador, tipo spa, con aromaterapia, productos naturistas y plantas. Un ambiente que, a decir de Teresa, inspiraba confianza y tranquilidad. Y la actitud del doctor era otro plus: amable, “bonachón” y alguien que parecía de verdad preocupado por el bienestar de sus pacientes.
A todo ello se sumaban sus títulos, sus años de experiencia, su máster en reproducción asistida y genética molecular, avalado por un centro de renombre internacional, y sus premios.
Teresa llegó a la clínica en su semana 38 de gestación. Una noche anterior había tenido contracciones leves que le indicaban que el momento se acercaba. Cuando fue a consulta, Jesús “N” checó su dilatación con un tacto “extremadamente doloroso” y la pesadilla comenzó.
“Me dijo que me iba a alinear el cérvix, entonces me hace una maniobra con la que yo entré a consulta caminando y salí casi a gatas. Y de pronto empezaron las contracciones y Jesús me dijo ‘hoy nace tu bebé’, yo no sabía lo que estaba pasando, pero solo pensé ‘ya empezará mi labor de parto’. Me mandó a una sesión de acupuntura porque supuestamente eso facilitaría la salida de mi bebé, pero las contracciones ya eran insoportables”, narra.
Cinco horas después del tacto nació el bebé de Teresa. En todo ese lapso el médico no se volvió a presentar con su paciente sino hasta 20 minutos antes de dar a luz. Llegó con la recomendación de practicar una cesárea, pues había complicaciones en el parto. La duda de Teresa (su acompañante en el embarazo) intervino y pidió más tiempo, así que Jesús “N” solicitó a una de sus enfermeras darle un té de canela.
“En ese momento quedé impactada con el poder de la canela porque después de tomarlo yo estaba pujando sin tregua. En el momento no lo sabía, pero en el té venía disuelto misoprostol, y el gel con el que me hicieron el tacto también tenía un medicamento que sirvió para acelerar el trabajo de parto. Yo estuve a punto de que me mandaran a quirófano, porque ahí ganan el triple: hubiera tenido que pagar anestesiólogo, quirófano, dos noches de hospital y lo que se sumara”, relata.
El bebé de Teresa nació muy pequeño, mientras que ella sufrió durante cinco horas contracciones que fueron 10 veces más dolorosas que lo habitual, todo con la esperanza de tener el tan prometido “parto humanizado” que le vendió el doctor Jesús “N”.
Hoy, el hijo de Teresa tiene trastorno del sueño a sus siete años de edad. Aunque no tiene pruebas científicas que demuestren su hipótesis, atribuye esta situación al parto inducido. Además, menciona que en el colectivo Con Ovarios el 80% de los bebés que nacieron bajo esta práctica con Jesús “N” tiene algún trastorno: desde autismo hasta hiperactividad.
“El asunto con la violencia obstétrica es que hay unas muy evidentes, pero en otras, como en mi caso, es muy sutil. Básicamente me drogaron sin mi consentimiento y yo me entero de este modus operandi de Jesús hasta que leí una nota periodística en 2021. Ahí entendí que mi parto no había sido humanizado y que mi hijo y yo fuimos víctimas de este tipo de violencia”, enfatiza Teresa.
Liora –otra víctima de parto inducido por Jesús “N” en 2019– señala que el doctor ya había sido demandado en dos ocasiones, en las que habría resultado perjudicado de no ser por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), que determinó en tercera instancia que la paciente que lo demandó había sido la responsable de la muerte de su bebé.
La máxima autoridad judicial del país libró de una sentencia al médico, quien prescribió los medicamento a la víctima causándole un daño irreparable, y dicha resolución impulsó -sin proponérselo- que las afectadas escalaran un peldaño más en la búsqueda de la justicia.
“Este caso ya lo atrajo la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH) con el fin de acusar a México de un juicio muy injusto y de revictimizar a la paciente, pero ¿por qué tenemos que llegar a ese punto? ¿Por qué no podemos obtener justicia en casos muy obvios, como este, en el que el bebé perdió la vida por el medicamente que este doctor recetó?”, cuestiona.
¿Y los otros responsables?
A partir del proceso que se inició contra Jesús “N”, las víctimas han expuesto a dos responsables más, que hasta ahora se habían librado de las acusaciones: el hospital Bite Médica, que exigen se haga responsable de los hechos, y el equipo médico del hospital, que fue omiso o negligente en decenas de casos.
Con una carta dirigida a una de sus pacientes, Bite Médica –con clave de registro de la Cofepris 233300201A1683– se deslindó de la violencia obstétrica y las negligencias médicas que fueron ejercidas por Jesús “N” y su equipo al interior de sus instalaciones.
A inicios de 2024, La-Lista envió un mensaje a través de redes sociales a Bite Médica para obtener información sobre su situación con el doctor Jesús “N”; pero en su respuesta el hospital se limitó a afirmar que el médico ya no formaba parte de su plantilla de expertos: “El doctor ya no es parte del equipo desde 2023, por lo que queremos invitarte a conocer nuestros servicios y directorio médico”.
En tanto que, en una solicitud de información presentada por La-Lista a la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), la autoridad señaló la “inexistencia de información” sobre quejas o denuncias contra Bite Médica por violencia obstétrica. E indicó que de 2021 a 2023 se han realizado 547 visitas a hospitales privados en la Ciudad de México por alguna denuncia, aunque no especificó los motivos.
De acuerdo con la Cofepris, cuando un hospital incurre en alguna práctica que pone en riesgo la vida y la salud de las personas se aplican sanciones administrativas, como amonestaciones, multas, clausura temporal o definitiva y/o arresto por hasta 36 horas.
En lo que respecta al caso de Jesús “N”, es la única persona que hasta el momento cuenta con orden de aprehensión por los hechos descritos, sin embargo, “Con Ovarios” acusa que hubo todo un equipo que sabía de las prácticas: enfermeras, personal de recepción, personal administrativo y médicos asistentes, quienes también deben enfrentar la justicia.
En este sentido, Teresa teme que un juez vuelva a fallar a favor de Jesús “N”, pues él aún posee los expedientes médicos de sus pacientes y fácilmente podría manipularlos para deslindarse.
“En México, como pacientes, no podemos acceder a nuestros expedientes médicos a menos que nuestro doctor nos los expida, y si él no me quiere dar yo como paciente no tengo manera de pelear y denunciar lo que me hicieron. En nuestro caso, la fiscalía será la encargada de pedir los expedientes, pero él lleva meses enterado de qué lo estamos acusando. Entonces tiene acceso libre a modificar nuestros expedientes para salir impune”, agrega Teresa.
Violencia obstétrica, en el limbo legal
La violencia obstétrica fue reconocida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2014 como el “trato irrespetuoso y ofensivo que sufren las mujeres durante el parto en centros de salud, que no solo viola los derechos a una atención respetuosa, sino que también amenaza sus derechos a la vida, la salud y la integridad”.
Han pasado 10 años desde el reconocimiento de este tipo de violencia por el organismo internacional, y aunque sí se reconoce en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, falta que exista en el Código Penal Federal.
El Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) documentó que, en la actualidad, solo Chiapas, Estado de México, Guerrero, Quintana Roo y Veracruz consideran a la violencia obstétrica como un delito en sus códigos penales. Mientras que en junio de 2018 el Congreso de Aguascalientes reformó su código penal para incorporar conductas que constituyen violencia obstétrica, aunque no se nombra al concepto como tal.
“Estamos en un limbo legal que nos deja completamente vulnerables a las pacientes y les da las ventajas a los médicos. Yo no entiendo por qué esta persona (Jesús ‘N’) no está vinculado a proceso desde hace tiempo. Y creo que la respuesta está en que no hay un delito como tal para perseguirlo por lo que nos hizo. Si no se nombra, ¿cómo lo penalizas?”, sentencia Teresa.
Liora puntualiza que, mientras la medicina siga actuando de la misma forma y no se implementen leyes armonizadas en los estados, la violencia obstétrica seguirá ocurriendo con total impunidad.
En el este proceso, dice, Jesús “N” está siendo persiguiendo por responsabilidad profesional, “como si se tratara solo de determinar si es buen médico o no”, y por ende, muchos otros delitos quedan en el limbo. Así que, hace un llamado a las y los legisladores a crear una iniciativa en la materia, mientras que a las y los médicos les pide preparase desde una perspectiva de género.
“Es gravísimo que te den medicamentos para inducir tu parto, pero es lo que se le está permitiendo a muchos médicos, es una práctica normalizada porque las leyes no lo prohíben. Por eso queremos que este caso sea el ejemplo para que otros médicos que también hacen esto lo piensen dos veces, no pueden hacer negocios a costa de nuestras vidas y nuestro sufrimiento”, concluye Liora.
*Publicado en la página oficial Con Ovarios, marzo 2024