* R. López Moreno nos sube a “La Nave de los Locos”
Jorge Herrera Valenzuela
SemMéxico, 13 de agosto, 2020.- Al llegar a los 78 años (11 de agosto) un chiapaneco cumple uno más de sus propósitos como escritor, además de ser un laureado poeta, premiado por sus cuentos, narrador radiofónico y conductor televisivo. Incursionó en el diarismo mexicano, profesor de varias generaciones de periodistas y catedrático universitario. Es autor de una treintena de libros, excelente conversador y sobre todo un respetado y querido amigo.
Cuando mi amigo y colega Carlos Ravelo me obsequió una copia del más reciente libro de Roberto López Moreno, me llamó la atención el título, “La Nave de los Locos” y la curiosidad me llevó a iniciar la lectura de ese “Ensayo sobre Política y Cultura”, subtítulo de la obra. Solamente les comentaré, para empezar, que el autor hace una relación detallada del origen de ese título y menciona a quienes lo han usado desde hace muchísimos años.
Este libro de 185 páginas, además de la “Palabras Preliminares” y una “Breve Advertencia”, Roberto nos lleva de la mano para entender lo que estamos viviendo en México y encontramos amplia referencia a los movimientos políticos que se desarrollaron en países como Cuba, Venezuela y Nicaragua. En ese capítulo inicial, de 16 en total, es muy claro el mensaje de López Moreno al internarse en el campo de la política.
Desde que empecé a leer el capítulo “Más de 500 años de Resistencias y Reincidencias”, de las páginas 21 a la 40, constaté que estaba a bordo de “La Nave de los Locos”, en cuanto al no despejar la vista de cada una de las líneas. Es de los textos que lo absorben a uno, lo atraen de tal forma que no para hasta llegar a la última página.
Nacido en Huixtla, Chiapas, Roberto desde siempre es amante de la literatura, de la poesía y escritor de cuentos, ocupando mucho de su tiempo en redactar sus narraciones y platicar con él es un aprendizaje de muchas cosas cotidianas que por la celeridad con que vivimos, dejamos de lado. Lo conocí en los años 70 cuando ingresó al diario La Prensa y me confesó que su deseo no era precisamente ser reportero. Sin embargo, se desarrolló con mucho profesionalismo y “cubrió” noticias de diferentes tópicos.
Obvio que el ilustre chiapaneco era un bohemio en todo el sentido de la palabra y no pocas veces lo acompañé en veladas literarias combinadas con botana y tragos. “La Nave de los Locos” me da oportunidad a saldar una deuda con Roberto, a quien después de compartir el desayuno, le prometí comentar sobre su pasión por diversas ramas de la literatura y recordar a sus paisanos Jaime Sabines, Rosario Castellanos, Eraclio Zepeda Ramos e inclusive ahora recordé a otro amigo y diarista chiapaneco-poeta, Pepe Falconi Castellanos. También menciono a Julio Serrano Castillejos, poeta y abogado, originario y residente de Tuxtla Gutiérrez.
No hubo mestizaje, violación sí
En el ensayo sobre política, parte esencial del libro, López Moreno afirma: “no hubo mestizaje, hubo abuso sexual; el sentimiento de la india (sometida) a la brutalidad europea, la violación sin más. El poderoso extranjero imponiendo su voluntad sobre la nativa desvalida”. Esta referencia encuadra en las acciones de los españoles que arribaron a Tenochtitlán.
En otro de los párrafos nos precisa que resulta absurdo a estas alturas pretender “que los representantes del gobierno español ofrezcan una disculpa a México por el exterminio que significó la conquista española”. Agrega que “se enfocó mal el asunto porque solo se pretende ver como un problema de nacionalidades”. También leemos que: “La lucha de la resistencia iniciada hace más de 500 años persiste hasta nuestros días, dado que los pueblos se niegan a morir por aplastamiento”.
La indefensión del reportero
Los dos últimos capítulos en “La Nave de los Locos”, Roberto hace revelaciones muy reales. La tarea del reportero diarista siempre ha sido en extremo peligrosa. En las manifestaciones callejeras cuando interviene la policía, de cualquiera de los tres niveles, el reportero llega a ser blanco de las agresiones. En la actualidad, se sabe que en México ejercer el periodismo es sumamente expuesto a perder la vida. La delincuencia organizada mata a los reporteros que los atacan y a los que no se sujetan a sus lineamientos.
Pero hay casos en que los guardaespaldas, guaruras o pistoleros, son los agresores y López Moreno relata lo que le ocurrió cuando fue comisionado para cubrir la inauguración del Museo Rufino Tamayo Arte Contemporáneo, en el Bosque de Chapultepec, de la Ciudad de México. “En el momento en que me acerqué al pintor Tamayo para hacerle una pregunta, cayó sobre mí la furia de la guardia blanca, propinándome la paliza de mi vida”.
En la redacción del diario se dirigió al director y éste le pidió que le contara cómo había estado la ceremonia y le ordenó redactar la nota “sin ninguna cosilla desagradable”. Cuenta en su recuerdo: “Descorbatado, con la camisa rota, manchada de sangre, le hice el relato”, pero no hubo apoyo alguno. Aunque en el libro no lo cita López Moreno, ese suceso ocurrió el 29 de mayo de 1981 y los agresores fueron los “pistoleros” de Televisa, empresa patrocinadora del evento. El autor sí citó a la televisora, sin mencionar que en esos días era reportero-redactor del diario La Prensa.
Finalizo comentando que la edición está dedicada a la periodista Flor de María Mendoza Quino. Las ilustraciones son trabajo realizado por Luis Roberto García Ortega. En las oficinas del Club de Periodistas, presidido éste por el amigo y colega José Luis Uribe, puede usted adquirir un ejemplar. “El comercial” es sin costo alguno.
jherrerav@live.com.mx