Cuba: Violencias cruzadas, también al parir

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  • Las que pertenecen a grupos marginados enfrentan prejuicios que exacerban esa violencia
  • Interseccionalidad, necesaria en el análisis y en las propuestas

Lirians Gordillo Piña

SemMéxico/SEMlac, La Habana, 5 de mayo, 2025.- La violencia obstétrica, un problema aún tabú en la sociedad cubana, del cual comienza a hablarse poco a poco, puede agravarse cuando se cruza con otras formas de discriminación como el racismo, el capacitismo y la homofobia, confirman testimonios y análisis especializados.


«Las mujeres gestantes que pertenecen a grupos marginados enfrentan prejuicios específicos que exacerban la violencia obstétrica», afirma Yamila Ramos, profesora e investigadora auxiliar en la Universidad de Ciencias Médicas de Cienfuegos, a 227 kilómetros de La Habana.


La edad, el color de la piel, el estatus social, el lugar de residencia, la orientación sexual o vivir con alguna discapacidad las expone a situaciones de vulnerabilidad en una sociedad en la que perviven el racismo y el patriarcado, a pesar de la lucha de activistas y especialistas que los reconocen y abordan.


«Las adolescentes suelen enfrentar juicios morales sobre su sexualidad o capacidad para ser madres, reciben comentarios despectivos como: ?eres demasiado joven para entender? o enfrentan actitudes que las infantilizan», ejemplifica Ramos.


La investigadora advierte que las mujeres mayores pueden ser estigmatizadas como «riesgosas» o «irresponsables» por concebir tarde, lo que puede traducirse en tratos condescendientes o hipervigilancia médica innecesaria e, incluso, ser sobre medicalizadas, agrega la especialista.


Ramos reconoce, además, que la existencia de barreras estructurales afecta a las embarazadas que viven en zonas rurales pues suelen experimentar dificultades en el acceso a servicios especializados, además de ser tildadas de «ignorantes» o «descuidadas» y, en consecuencia, recibir menos explicaciones sobre procedimientos o tratos menos empáticos.


Las mujeres en situación de discapacidad, alerta la experta, pueden ser objeto de dudas sobre su capacidad para maternar o incluso sufrir presiones para que decidan no reproducirse.


Anaely, Diana y Zaida son tres cubanas que experimentaron en sus vidas algunas de las barreras, formas de discriminación y maltrato de las que da cuenta Ramos.
«Tengo dos hijos, la primera vez me atendieron muy bien gracias a mi hermana, que trabajaba en un hospital y era enfermera; ella me acompañó todo el tiempo y fue mi intérprete. Pero en mi segundo embarazo no fue así. Existieron muchas barreras, sobre todo comunicativas», cuenta a SEMlac Anaely Betharte Gutiérrez, una mujer sorda, quien además es vicepresidenta de la Asociación Nacional de Personas Sordas e Hipoacúsicas (Ansoc) en La Habana.


Por su parte, Diana prefiere no recordar el momento del parto pues vuelven a su memoria los gritos y la falta de higiene en el salón.


«Yo fui maltratada en el momento del parto, no puedo decir que fue por negra, pero sí creo que por ser joven, en mi caso tenía 19 años. Los doctores no dejaron pasar a mi mamá ni a otros familiares para que supieran de mí y me demoré mucho», refiere la muchacha, quien ha pedido no ser identificada.


Zaida también vivió los prejuicios de la edad, pero desde el otro extremo. Comenzó su embarazo con 37 años y tuvo a su bebé cumplidos los 38. Fue catalogada como «madre añosa» y cuenta a SEMlac que, a pesar de estar sana todo el tiempo, «un ginecólogo se empeñó» en que tenía que ser diabética o hipertensa como su mamá, aunque no tuviera ningún síntoma.


La trataron como una enferma, lo que llevó a hospitalizaciones innecesarias y un trato diferenciado cargado de preocupaciones. Sin embargo, sintió más prejuicios y discriminación por su poder adquisitivo.


«Me parece que no fue tanto racial, sino de estatus social. Si tú no tienes, no vales. Si tú tienes un poquito más, entonces te tratamos un poquito mejor. Si tienes amistades en el lugar, no hay problema. Me parece que fue un poco más eso que algo racial», opina Zaida, quien también pidió no ser identificada en este reportaje.
Con décadas en el activismo afrofeminista y queerDiarenis Calderón opina que los prejuicios impactan en el proceso de atención al embarazo y el parto.


«El primer momento donde comienza la violencia obstétrica es en la consulta para hacer la captación del embarazo, pues el personal de salud asume que la gestante debe estar acompañada por un hombre y, por demás, ser heterosexual. No cabe el margen a crear un espacio abierto a otras sexualidades», declara Calderón, integrante de la Articulación Afrofeminista y una de las coordinadoras del colectivo Nosotrxs.


Para la activista, la representación mediática y social sobre las mujeres negras sostiene estereotipos machistas y racistas e impacta en la vida cotidiana. Todo esto, opina, puede repercutir negativamente en el trato que reciben en diferentes ámbitos, incluyendo los servicios de salud materno-infantil.


«Quizás alguien crea que no tiene relación una cosa con la otra; pues sí. Si no se te representa con dignidad, tu vida cotidiana transcurre en zonas de violencia. La cotidianidad en las escuelas, en los hospitales, tiene un vínculo estrecho con esta representación social desde la discriminación y el maltrato», insiste Calderón.


Por su parte, Betharte Gutiérrez opina que el no reconocimiento de las necesidades específicas de las mujeres sordas constituye una barrera estructural que les afecta en el embarazo y posparto.


«Yo quisiera luchar para que las personas sordas podamos contar con un acompañante en el momento del parto. Pero eso no sucede, te dicen: ?todo el mundo para afuera? y quedamos incomunicadas si no tenemos ni intérprete, ni un familiar que conozca la lengua de señas», expresa.


«Cuando el médico explica algo de manera profunda, nosotras no tenemos cómo saber ni podemos aclarar dudas sobre tratamientos y procedimientos. Incluso nos hacen preguntas que son importantes y no podemos responder: ¿cómo no sentimos?, ¿cómo ha estado el bebé?, si defecamos después del parto. Y, además, si quien te atiende está usando nasobuco no se puede ni leer los labios», agrega Betharte Gutiérrez.

Interseccionalidad, necesaria en el análisis y en las propuestas


El concepto de interseccionalidad fue presentado por la jurista y teórica norteamericana Kimberlé Crenshaw en 1989; como enfoque ha sido asumido por la academia y el activismo para reconocer, denunciar y proponer alternativas a la articulación entre los sistemas de dominación: colonialismo, capitalismo, racismo y patriarcado.


A pesar de su utilidad para abordar la compleja realidad social, la perspectiva interseccional aún no se encuentra extendida en la investigación social, ni en la política; un hecho que trasciende a Cuba.


Una búsqueda en publicaciones digitales especializadas permitió identificar seis artículos científicos que tienen como centro las violencias obstétricas en el país; la mayoría con un enfoque centrado en la práctica y los servicios médicos, además de explorar en las manifestaciones y percepciones sobre este tipo de maltrato y las pautas que deben distinguir la atención al parto respetuoso.


En estos materiales no aparecen alusiones explícitas a imaginarios, estereotipos o relaciones de poder marcados por el color de la piel, el origen geográfico, el poder adquisitivo y, mucho menos, vivir en situación de discapacidad o la orientación sexual. Todas estas son variables que, como indican los testimonios, las mujeres gestantes sienten que sí impactan en la atención de salud.


Entre los analizados, solo el texto La violencia gineco-obstétrica como expresión de la violencia basada en el género. Perspectiva desde el derecho penal cubano, de la jurista Amy Mae Hernández Espino, profesora de la Universidad de La Habana, sistematiza normas nacionales que sí identifican como agravantes las violencias de género y también la discriminación por color de la piel, orientación sexual e identidad de género.


«Como docente e investigadora considero que mitigar los estereotipos y prejuicios en los servicios de salud requiere un enfoque multidimensional. Primero, es crucial incorporar la perspectiva de género y derechos humanos en la formación de profesionales de la salud, con asignaturas obligatorias que aborden estereotipos, violencia obstétrica y atención intercultural», considera la estudiosa cienfueguera Yamila Ramos.


Para Diarenis Calderón también es clave el enfoque de derechos humanos y justicia social en el análisis de esta problemática.


«Es necesario alzar la voz para buscar una sociedad justa, con equidad social, donde las mujeres y las niñas tengan una mejor calidad de vida, donde la violencia y todas sus expresiones sean reconocidas y delimitadas para denunciarlas», opina la activista.


En relación con las normativas, Betharte Gutiérrez menciona como un paso de avance la aprobación del Decreto Ley 94/2024, que establece la lengua de señas cubana como un idioma.


«Espero crezcan los deseos de aprender la lengua de señas para eliminar la barrera comunicativa que afecta a nuestra comunidad, que, aunque sea minoritaria, tiene participación e integración en la sociedad. Tenemos el derecho a sentir que nos atienden bien», concluye.


Poco a poco, las mujeres y especialistas comprometidos con la solución del problema comienzan a empujar el enfoque interseccional en los análisis sobre las violencias. Tres reconocidas voces de la academia cubana fueron entrevistadas por SEMlac sobre esta problemática en el debate Violencia de género y color de la piel: en busca de enfoques interseccionales.


Entre sus recomendaciones, las expertas incluyen profundizar en las investigaciones sobre violencias desde un enfoque interseccional, ampliar el trabajo social y la participación ciudadana en la implementación de las políticas.
Al mismo tiempo, en el ámbito de la salud global, aparecen publicaciones de referencia que remarcan el valor de la interseccionalidad para abordar la salud materna.


En 2024 la revista eClinicalMedicine, publicada por la editorial The Lancet – de referencia internacional en el ámbito de la salud y la medicina- publicó el artículo «Salud materna en el período perinatal y más allá. Hacia un mañana mejor: abordando las relaciones de poder de género interseccionales para erradicar las inequidades en la salud materna«.


En el texto se afirma que «mirar las diferencias a través de una sola dimensión no refleja cómo los impulsores fundamentales de las inequidades en salud materna -incluyendo el racismo, la discriminación étnica o basada en castas, y las relaciones de poder de género- operan».


El equipo internacional de especialistas que tuvo a su cargo la redacción del material resalta el valor de las perspectivas feministas, críticas y decoloniales, las cuales no solo denuncian las opresiones, sino que «fomentan el desarrollo de enfoques más sofisticados para evaluar el impacto» de los sistemas sanitarios y enfoques médicos en la salud materna.

SEM-SEMlac/lgp

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