Olimpia Flores Ortiz
Escribo sobre Rosario Robles desde mi afecto personal.
SenMéxico, 25 de octubre, 2021.- Me refiero al afecto que de raíz latina es alteración del alma. Rosario desde siempre, ha afectado mi alma.
También es probable que Rosario no haya tenido observadora más crítica que yo. Pero cierto que no soy quien, para referirme a sus debilidades, cuando apenas lidio con las mías.
Y no tengo idea de cómo ella me concibe en su vida, si es que lo hace.
En todo caso, lo que nos vincula es el lazo original cuando compartíamos secta de izquierda en la Facultad de Economía, apenas siete años después del 68.
Teníamos la vida sectaria en torno al dogma, unidas por nuestra profesión de fe; así las que entonces éramos compartíamos la idea, pero también libros, casa, ropa, abalorios, bolsas, zapatos…amigas…hombres.
El GIR (Grupo de Izquierda Revolucionaria) un grupúsculo muy revolucionario y organizado, éramos una joya: estudiábamos para argumentar nuestra política y militábamos. Largas horas dedicadas al matiz de la posición y que seguido coronaban en una larga y compensatoria noche de baile. Éramos radicales en tanto línea de masas y hacíamos la Revolución desde la posición verdaderamente correcta. Cuando suena por ahí Paquito el Che, me acuerdo de Rosario.
A Rosario y a mí, parece que nos acompañó al servicio público la impronta de “todo el poder al pueblo” de nuestra radicalidad maoísta que nos ha dado un cierto modo de hacer las cosas. Fue marca indeleble.
Y teníamos un colegiado dirigente en el que la líder estudiantil sentaba sus reales muy ella con su elocuente contundencia siempre tan enfática y definitiva que me ha gustado siempre. Rosario hablaba en nombre del GIR (que además tenía células en otras escuelas y CCHs), de la Asamblea de la Facultad, y del Movimiento Estudiantil.
A las mujeres de nuestra Revolución de aquel entonces, no sólo se nos removía la cabeza, sino que también nos conmocionaba el cuerpo. Van junto con pegado: es el cuerpo el que se topa con el feminismo. Y así fuimos todas, desafiantes del Estado y de la tradición y la moral del sistema como forma de vida y en carne propia.
Rosario y yo, las mujeres de esa generación de levantiscas, colocamos en el debate nacional a la opresión de las mujeres y a sus demandas libertarias; y las hicimos competencia de Estado. No es poca cosa.
Y esas de entonces y todas las del conjunto de feminismos, deberíamos tener presente en esta hora de Rosario en que es víctima de injusticia, el factor decisivo que fue para la despenalización del aborto en la Ciudad de México.
Feministas: Rosario es de las nuestras. ¿Por qué no estamos en las redes? ¿Por qué no estamos en los medios? ¿Por qué no estamos en las calles?
El derecho a la justicia limpia debe reclamarse siempre incondicionalmente. La Justicia no puede empañarse con la violación al derecho de una persona imputada a un debido proceso. La Justicia queda bajo sospecha. Reclamemos por la salud social de vivir en un Estado en el que tengamos la certeza de que la Justicia es justa.
Parece que a Rosario la han encarcelado antes de juzgarla y que la saña se aplica porque es mujer.
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