La falta de un Sistema Nacional de Cuidados impacta al desarrollo de nuestro país y visibiliza la ausencia del Estado en su reconocimiento.
Norma G. Escamilla Barrientos*
SemMéxico, Cd. de México, 2024.- En mayo de 2023 escribí mi columna De cuidados y descuidos legislativos, en el cual me centré en la urgencia de concluir el procedimiento de la Ley de cuidados, ya que de ello deriva la creación del Sistema Nacional de Cuidados. Así también, plasmé algunas de las iniciativas que, en torno a ello, realizaban algunas organizaciones nacionales e internacionales, instituciones, la Cámara de Diputados, la Comisión de Bienestar y el parlamento abierto del Congreso de la Ciudad de México.
A un año y meses, la propuesta sigue en la congeladora del Senado de la República, lo cual trunca la creación del Sistema Nacional de Cuidados.
Ahora, parto del concepto de cuidados de la investigadora uruguaya Karina Batthyány, quien ha aportado 20 años de investigación en el tema para la construcción de políticas públicas en su país y en Costa Rica, así como en América Latina y el Caribe. Ella define a los cuidados como “la provisión diaria de atención social, física, psíquica y emocional a las personas. Esta provisión de cuidados puede asumir distintas características, que variarán desde formas voluntarias hasta profesionales, remuneradas o no remuneradas”.
En tal sentido, quienes histórica y estadísticamente han realizado esta provisión de manera naturalizada son las niñas y mujeres, a partir de la división sexual del trabajo, donde a los hombres se les asigna el espacio público, productivo, remunerado, y con un horario establecido, y a las mujeres y niñas se les asigna el espacio privado, reproductivo, no remunerado y sin fin, porque se realiza las 24 horas, los 365 días del año, sin goce de sueldo, ni vacaciones.
De ahí que éstas “deberán” según su rol cuidar de manera “voluntaria” y no remunerada. Respondiendo también a los estereotipos, de ser dulces, cuidadosas, maternales y pacientes, romantizando así su impacto.
Parte de los cuidados más comunes a realizar son los relacionados con los hijos e hijas, el padre, la madre, la suegra, el suegro, hijas e hijos con algún síndrome y/o incapacidad temporal o permanente, a lo cual se suman las actividades domésticas: limpieza, compra y preparación de alimentos, entre otros, y en el caso de que realice un trabajo remunerado, se convertirá entonces en su tercera jornada.
Por fortuna, el tema de los cuidados se fue posicionando en la agenda de género, gracias a la Organización Mundial de la Salud (OMS), la academia, organismos internacionales, organismos no gubernamentales, partidos políticos y sociedad civil.
Y no es, hasta la pandemia que se visibilizó de manera estruendosa el trabajo de las cuidadoras. La Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC) del 2022 registró que de las personas de 15 años y más, que brindan cuidados, 23.8 millones son mujeres, con respecto a 7.9 millones de hombres.
Cifras que marcan un impacto en las niña y mujeres cuidadoras de manera personal y colectiva. Desde lo personal, regularmente dejan de lado la vida propia, escuela, divertimento, trabajo y pareja, en el caso de las niñas transitan de la infancia a la adultez al hacerse cargo de alguien más, en tanto “sirve” a otros, se invisibiliza a sí misma, se vive con poca confianza, “aprende” a subordinarse, y ante su realidad, pierde las expectativas para su desarrollo.
Desde el impacto físico, somatiza sus emociones no externadas, presenta sintomatología orgánica como dolores de cabeza, de estómago, cansancio permanente, insomnio, dolor de cadera y de cuerpo, entre otros. En lo emocional, transita por duelos, estrés, depresión, culpa, responsabilidad, enojo, frustración, y burnout. En lo social, carga la doble y tercera jornada, vive con precariedad económica y laboral, derivada del rezago educativo o suspensión de estudios. Todo esto y más la lleva a tener una desigualdad económica, a lo cual se suman otras desventajas. (Norma Escamilla)
De ahí, la urgencia del Sistema Nacional de Cuidados, ya que la vulneración a los derechos de las niñas y mujeres principalmente, y a su impacto en torno a los cuidados, también impacta al desarrollo de nuestro país, visibilizando cada vez más la ausencia del Estado.
*Publicado originalmente en La Cadera de Eva