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Usos y abusos que roban la niñez

Elba Narcía Cancino, corresponsal

Matrimonio infantil una ganancia financiera

Redacción 

SemMéxico, San Cristóbal de las Casas, Chis., 22 agosto 2016.- En el trayecto de San Cristóbal de las Casas al municipio indígena tsotsil de San Andrés Larrainzar, en la zona de Los Altos de Chiapas, el padre Joel Padrón, narra una serie de anécdotas sobre matrimonios infantiles y matrimonios arreglados, los cuales asegura “van disminuyendo notablemente”.

“En algunas comunidades es tradición el contrato matrimonial hecho por los papás y frecuentemente es a iniciativa del papá del joven, con el fin de fortalecer los lazos entre las familias y la unidad comunitaria”.

El sacerdote se dirige a una comunidad indígena a media hora de distancia de San Andrés Larrainzar, va a oficiar un servicio religioso; este es el segundo viaje que lleva a cabo en ese sábado lluvioso, su contacto frecuente desde hace casi 50 años con los pueblos indios de Los Altos de Chiapas, le hace un gran conocedor de los usos y costumbres de la región. 

En su narración explica que en los matrimonios arreglados en las zonas indígenas, rara vez la opinión de las niñas es tomada en cuenta y por lo general son los padres quienes hacen los acuerdos. Si acaso se le llega a preguntar a la muchacha, ella por lo general acepta “por compromiso familiar o por su cultura, pues no tiene opción para decir que no”.

Alguna vez le llegaron a contar, pero dice que no le consta, que a veces el papá del niño o de la niña propone que éstos vivan juntos desde pequeños “para que se vayan entendiendo mientras crecen y después se formalice el matrimonio”.

“Ahora, afortunadamente eso es cada vez menos, ya hay mucha comunicación entre los jóvenes, salen de su comunidad, salen de su medio”.

Cuenta el sacerdote que en muchos casos, las jovencitas llegan a tener problemas psicológicos, “se trastornan, se desequilibran, tienen, como dicen en las comunidades indígenas, “mal espíritu”, “como si el demonio llegara a poseer a estas jovencitas”, pero ese trastorno es resultado del choque cultural ocasionado cuando ellas son sacadas de su entorno familiar y pasan al control de los suegros.

“Cuando me mandan a llamar para que les haga oración porque tienen ‘mal espíritu’, yo les digo -comenta el sacerdote-, permítanle que vaya a su casa a pasar el fin de semana, o que la lleve el esposo y déjenla unos dos o tres días y eso resuelve el problema”.

María Teresa Olvera Caballero, del Consorcio de Organizaciones por la Vida y la Libertad de las Mujeres y las Niñas, una organización que trabaja principalmente en la región indígena de los Altos de Chiapas, asegura que desde la costumbre, tener hijas y criarlas “ha sido considerado como una inversión a largo plazo, en la medida que recibirán dinero, trabajo o regalos cuando sean pedidas en matrimonio”.

Olvera Caballero expuso el caso en Nueva York, en marzo pasado en el marco del evento paralelo en la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW 60) de Oxfam y del proyecto de Debida Diligencia.

“El matrimonio prematuro es una ganancia financiera para las familias de esta región, marcada por la marginación extrema.  

“Hace décadas -y aún ahora-, algunas jóvenes eran dadas en matrimonio muy pequeñas y el novio iba a trabajar de manera gratuita como parte de la concertación matrimonial durante uno o dos años con la familia de la esposa. En los últimos años esto ha cambiado y esa inversión se paga actualmente con dinero en efectivo”, aseguró.

Enamoradas

Como es costumbre en los lugares calurosos del estado de Chiapas, en la colonia San Antonio, municipio de Chiapa de Corzo, la familia de Ana Yerli Marroquín González se sienta afuera de la casa para disfrutar el fresco de la noche.

Ana Yerli, quien tiene 16 años, está sentada en una mecedora y vestida con bermudas y camiseta holgada, no oculta sus siete meses de embarazo. Parado junto a ella está su primer hijo, Héctor Yahir.

Cuenta Ana Yerli que durante su primer embarazo se vio muy grave, pues se le subieron las plaquetas, ella dice que no se preocupó porque no sabía lo que eso significaba, pero aun así, con este segundo bebe en camino, ha tenido más cuidados.

A sus 37 años, Gabriela, la madre de Ana, ya es abuela. Ella también se casó joven, a los 18.

“Nosotros como padres -explica Gabriela-, lo que queríamos era lo mejor para nuestras dos hijas, pero la juventud hoy en día está muy desatada y muy pequeñas agarran obligaciones”.

Ana Yerli conoció a su esposo, Israel Molina cuando él tenía 21 y ella apenas cursaba la primaria. Israel cree que las reformas al Código Civil, las cuales prohíben el matrimonio antes de los 18 años, son una buena medida para evitar que los muchachos y las muchachas “agarren compromiso a corta edad” porque luego se arrepienten, pero ni él ni Ana dicen haberse arrepentido.

Los papás de Ana habrían querido para sus hijas una vida mejor que la de ellos “trabajamos muy duro para que no les faltara nada, para que no se quedaran como nosotros, como macetas, en el corredor”.

Hay quienes consideran que el matrimonio prematuro de las jóvenes se debió a que les dieron demasiada libertad, pero Guadalupe asegura que ellos decidieron educarlas así “para que vieran lo que en realidad es la vida”.

Según datos del Registro Civil del estado de Chiapas, en 20 de los 122 municipios de la entidad se concentra la mayor presencia de matrimonios de menores, entre esos municipios se encuentra la capital del estado Tuxtla Gutiérrez y las ciudades más importantes de la entidad, Tapachula, Comitán Ocosingo, San Cristóbal de las Casas y Chiapa de Corzo.

Los datos de esa institución indican que, por cada cien matrimonios en la entidad, 15 corresponden a menores de edad.

María de la Luz y Rosa Margarita son hermanas y también son vecinas. Radican en la colonia San Antonio en el municipio de Chiapa de Corzo. Ambas son menores de edad, María tiene 16 años y Rosa 14.

Ambas se escaparon con sus novios porque “estaban muy enamoradas”, además ya no querían estudiar; María terminó la primaria y Rosa cursó hasta el cuarto grado.

Ellas aseguran que son felices y que siempre quisieron tener una familia. Sus maridos no les pegan, pero de cualquier modo, si algún día ellas tienen hijas, les aconsejarán que no cometan el mismo error, porque la vida en pareja implica muchas responsabilidades.

Las dos viven en la casa de sus suegros, sus maridos trabajan en un rancho, “en la vaquería”, dicen ellas.

La realidad de los matrimonios infantiles en el estado de Chiapas varía de región a región, la situación no es la misma en las zonas urbanas que en las rurales o indígenas. Un común denominador parecen ser las condiciones de pobreza y marginación, la falta de oportunidades, información, educación, opciones de desarrollo.

Hay quienes aseguran que la prohibición del matrimonio infantil no impedirá que los y las niñas, los y las adolescentes opten por la vida en pareja a temprana edad.  

“La prohibición de matrimonios de menores de edad por sí sola no va a resolver el problema, la legislación es tan solo una herramienta para proteger, particularmente a las niñas y a las adolescentes pues al casarse se colocan en una situación de mayor vulnerabilidad”, asegura Jennifer Haza, directora de Melel Xojobal A.C., organización civil de San Cristóbal de las Casas.

Señala que junto con la legislación, se requiere implementar un sistema integral de protección a la infancia, con la articulación de todas las instituciones y con la participación activa de la sociedad civil.

Porque, asegura, los matrimonios infantiles son una práctica que violenta los derechos de las niñas colocándolas en una situación de desventaja, con factores de discriminación y desigualdad de género, donde niñas y adolescentes no son consideradas en la toma de decisiones, no tienen condiciones para negociar, para proponer, para decidir sobre sus proyectos de vida sino que están supeditadas a las prácticas patriarcales de las comunidades.

Los usos y costumbres vs la ley

En las oficinas centrales en la capital del estado de Chiapas, unos 20 oficiales del Registro Civil de la zona centro acuden a su reunión mensual, en la cual, como es usual, hacen entrega de la información sobre matrimonios, decesos y nacimientos en su municipio.

En esta ocasión, las y los funcionarios han recibido una circular fechada el 3 de mayo de 2016, la cual les instruye a que en lo sucesivo “se abstengan de realizar matrimonios que involucren minoría de edad de uno o ambos contrayentes”.

“No está por demás prevenirles que ni con dispensa de edad podrá celebrarse dicho acto, evitando en todo momento ser omisos de esta recomendación”, indica el documento firmado por la directora, Flor de María Coello Trejo, quien no ha dejado de hacer público su escepticismo sobre las reformas al Código Civil y al Código de Procedimientos Civiles. En dichas reformas, mediante el decreto No. 231 publicado en el Periódico Oficial tomo III de fecha 6 de abril de 2016, en su numeral 145, se establece que solamente las personas mayores de 18 años podrán celebrar el contrato de matrimonio, sin excepciones.

“En Chiapas tenemos muchas zonas de usos y costumbres y hemos tenido muchos problemas, nos han insultado porque dicen que no tenemos que prohibir que se casen”, asegura la funcionaria al ser entrevistada.

Coello Trejo considera que antes de establecer una prohibición, debieron consultar a los funcionarios y funcionarias, a la población, a los distintos actores y actoras sociales, hacer un estudio tanto en zonas rurales como urbanas para poder tener un diagnóstico real de la situación en la entidad.

Al recibir la circular, las y los oficiales del Registro Civil expresan su confusión. No están seguros si podrán llevar a cabo los matrimonios agendados con antelación, tampoco saben si la dispensa de ley otorgada antes de la reforma pierde validez. Pero las indicaciones son muy claras y vuelven a leer el documento que acaban de recibir: “No está por demás prevenirles que ni con dispensa de edad podrá celebrarse dicho acto, evitando en todo momento ser omisos de esta recomendación”.

Yuseth Molina Melchor, oficial de la colonia Galecio Narcía, municipio de Chiapa de Corzo, cuenta que una niña de 13 años y un joven de 26, tenían la boda agendada desde el mes de marzo pero estaban a la espera de la dispensa del juez, “los papás estaban muy enojados porque ya habían preparado todo y no se les autorizó la boda porque la contrayente era menor de edad”.

Hay casos en los que el matrimonio es el recurso para la “reparación del daño”, es decir, cuando las niñas ya están embarazadas lo que los padres quieren es que el muchacho se haga responsable.

La directora del Registro Civil se pregunta quién protege a los recién nacidos, si las reformas al Código Civil tuvieron lugar para velar por los derechos de las niñas, niños y adolescentes; ella considera que aún faltan reformas al Código Penal. 

La oficial del municipio de Jiquipilas, María Ofelia Salazar Ovando, asegura que “hay una desbandada de huidas”, es decir, que las parejas están escapando a vivir juntas, “los estamos haciendo irresponsables”, dice.

El debate gira entonces en torno a la prohibición, Dalila Hipólito Carrillo, oficial del Registro Civil del municipio de Cintalapa, cree que cuando en un país algo se prohíbe es cuando más se hace y considera que la educación, la concientización, la sensibilización a los niños y niñas, a los padres y madres, a los maestros y maestras, a los líderes comunitarios es más importante que restringir los derechos desde una perspectiva jurídica.

Las reformas al Código Civil fueron la respuesta al llamado que hizo el Senado de la República a 25 congresos estatales, entre ellos al de Chiapas, y en palabras del presidente de la mesa directiva del Congreso de esta entidad, Eduardo Ramírez Aguilar, se trata de una medida “atinada” que protege y promueve los derechos de las niñas, niños y adolescentes. “Lo que se pretende con esta acción es coadyuvar para que las oportunidades de desarrollo de las y los adolescentes no se vean truncadas como consecuencia de un matrimonio temprano”. 

Diez años de Igualdad

Diez años de Igualdad

Diez años de Igualdad

Sara Lovera

Sara Lovera

SemMéxico, 18 agosto 2016.- Cuando estudié civismo en la escuela secundaria me enseñaron que en la Constitución se amparaban las garantías individuales y colectivas a toda persona que siendo extranjera pisara tierra mexicana. Hoy las reformas constitucionales de 2011 amplían y definen derechos y protección a los humanos reconocidos mundialmente.

Por eso duele el relato, la constante que viola los derechos de las y los migrantes. Es superlativo e indignante cuando acaba de cumplir 10 años la Ley General de Igualdad entre Mujeres y Hombres, y 41 años la modificación al Artículo 4, que estableció la igualdad para las mujeres en un país, donde la costumbre y la ignorancia cunden en contra de más de la mitad de la población.

Las cosas han cambiado. Cierto. Pero la parte sustantiva de la discriminación no. Como no ha cambiado el modo y forma como se aplica la ley en México o, más bien, como no se aplica. Cómo funciona el encubrimiento, la complicidad de unas instituciones y otras y cómo la ignorancia impide una reacción social, cuya capacidad y peso hicieran cambiar algunas cosas.

Increíble lo que sucede en la práctica, luego de los inflamados y razonados discursos. Las celebraciones como la sucedida en el Senado a propósito de la primera década de esta ley de igualdad; de la presencia hace apenas unos días del jefe del ejecutivo en una sesión de apertura que le da carta de naturalización a una Sistema Nacional de Igualdad.

Pero estas cosas pasan. Se registran, hay protestas cibernéticas, indignación de unas horas; luego se olvida. O se envía al archivo de la memoria, del juzgado y de los medios, ahora más desolados que nunca, todo en una nube de chips y líneas perdidas en el universo.

Veamos este relato: Ixtepec, Oaxaca, la tierra sobre su rostro era lo que menos angustiaba a María de Jesús la noche del 29 de julio de 2016. Lo que más quería en ese momento era proteger a su hija Karen, de seis años de edad quien también bocabajo ahogaba el llanto, aterradas por los criminales de Guatemala y Honduras, mejor conocida como la Mara.

El relato habla de cómo esta mujer pensó en ir al norte. Atravesar la frontera con México; una y otra vez, pero cuando ya lo había casi logrado fue detenida por loa migra mexicana. La historia completa está publicada en semmexico.org el 17 de agosto, fecha de la promulgación de la ley.

El relato de la corresponsal, Roselia Chaca, parte de una entrevista: ahora, sentada en un parque de Ciudad Ixtepec después de luchar por cuatro días para recuperar a su hija denuncia que los agentes federales, durante la cacería, golpearon la motocicleta donde iba su hija hasta derribarla.

“Mi niña todavía trae los golpes de la caída en el pie. Le dispararon a la llanta de la moto, eso me cuenta mi niña pero ellos lo niegan. A mi hija la tuvieron en un cuarto con otras mujeres y le decían que la había abandonado, que la iban a regresar a su país sola, mi hija lloró durante dos días en el encierro hasta que la rescatamos”.

Hermanos en el Camino, fundado por el sacerdote Alejandro Solalinde Guerra, denunció ante la Comisión de Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) a la jefa del retén del INM en La Ventosa, ahí en el Istmo, ella Margarita Guadalupe Altamirano Charis, por violentar los derechos de Katherine.

José Alberto Donis Rodríguez, responsable del albergue, dice que pidió a la delegación del Instituto la entrega de la menor, pero la Altamirano amenazó con retener a la madre también.

También fue inútil querer poner en práctica el discurso con frecuencia escuchado de unificación familiar, del bienestar supremo de la infancia contemplada en la Ley para la Protección de los Derechos de las niñas, niños y Adolescentes. El activista pidió ayuda a la CNDH y luego acompañó a María de Jesús a denunciar los asaltos ante la Fiscalía de Atención al Migrante. Luego, el 2 de agosto la hondureña se presentó ante la subdelegación del INM en Salina Cruz para comenzar los trámites de refugio para ella y su familia por ser víctimas de violencia.

Después de cuatro días de trámites la niña Katherine volvió con su madre. La familia permanece en el albergue de Ixtepec a la espera de una del INM y la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados haga algo sobre su petición.

Todavía recuerda la madre cómo estaban en su periplo tiradas entre los arbustos espinosos en una llanura de la zona oriente del Istmo de Tehuantepec, en el sur de Oaxaca; como mordían el polvo y el corazón les galopaba al máximo mientras sobre sus cabezas luces de lámparas las cazaban.

Seguramente María de Jesús Matute Canales no olvidará las razones de su migración, y cómo no olvidará que ser mujer, migrante, pobre, madre, hondureña, en México no vale nada. Las mujeres y muchos hombres son tratados como basura, en un país donde se celebra la igualdad sólo en el discurso. Una tremenda realidad.

El gran legado de Fidel Castro

El gran legado de Fidel Castro

ESCARAMUZAS POLÍTICAS

Gloria Analco

SemMéxico, 17 agosto 2016.- Fidel Castro sorprendió a sus contemporáneos al saberse la gran transformación que había experimentado la sociedad cubana mediante la Educación, donde como líder político había puesto su mayor empeño. Eso tardó en conocerse en el mundo y luego que sus poderosos enemigos buscaran afanosamente en minimizarlo.

Gabriel García Márquez por el cumpleaños 61 de Fidel, escribió: “… lo más lamentable, tanto para Fidel Castro como para sus oyentes, es que aun las y los mejores periodistas, sobre todo europeos, no tienen ni siquiera la curiosidad de confrontar sus cuestionarios con la realidad de la calle. Anhelan el trofeo de la entrevista con preguntas que llevan escritas de acuerdo con las obsesiones políticas y los prejuicios culturales de sus países, sin tomarse el trabajo de averiguar por sí mismos cómo es en realidad la Cuba de hoy, cuáles son los sueños y las frustraciones reales de su gente: la verdad de sus vidas”.

La población cubana, hay que remarcarlo, ha vivido sus vidas enfrascada en el estudio y sentando las bases del futuro, gracias a la Revolución.

El himno nacional de Finlandia dice: “Somos un país pobre, que no tiene oro. El recurso que tenemos es nuestro pueblo. Así, invertimos en nuestro pueblo. Toda persona tiene que recibir la formación, educación, para ir tan lejos como su capacidad lo permita…” Ese himno le vendría bastante bien a Cuba.

Lo cierto es que lograr un pueblo culto y capacitado, que es el que tiene las mayores posibilidades de éxito, fue el que se forjó con la Revolución liderada por Fidel Castro, quien acaba de cumplir 90 años.

El UNICEF, agencia del Sistema de la Organización de las Naciones Unidas, dice que “las cifras cuentan historias sobre las circunstancias en que las niñas y niños nacen, son atendidos, crecen, aprenden, trabajan y se relacionan con los demás”.

La Revolución de Fidel tiene cubierto ese expediente: En Cuba, si no hay suficiente comida, los infantes comen primero. En Salud, la niñez cubana registra una tasa muy baja de mortalidad, y se desenvuelve en un ambiente con uno de los índices de violencia más reducidos del mundo.

Gobierno y sociedad, se afanan en que la niñez reciba lo mejor: aquello que prioriza sus derechos humanos.

Lo más fundamental de los pueblos: la Educación, tan costosa en estos días que vivimos en cualquier parte del mundo, es un expediente ya cubierto por la Revolución Cubana.

“La educación cubana es un ejemplo para el mundo”, declaró la UNESCO, país que -afirmó- “tiene un Índice de Desarrollo de la Educación para Todos muy elevado, incluso si se compara con los países desarrollados”.

Esto ha venido a probar fehacientemente que a las y los revolucionarios cubanos el pueblo sí les ha importado. Cualquier otra cosa que se diga es mera verborrea.

gloriaanalco@gmail.com

Se casan niñas para restablecer “orden familiar”

Gabriela Ramírez

Se casan niñas para restablecer “orden familiar”

Gabriela Ramírez

SemMéxico, Toluca, Edomex., 15 agosto 2016.- En el Estado de México a pesar de estar prohibido, miles de niñas se casan cada año legalmente porque los jueces otorgan dispensas a los contrayentes, aunque sean menores de edad, por causas graves o justificadas.

Incluso la violación de una menor se equipara al matrimonio cuando la niña tiene menos de 15 años. 

“La ley contempla que en caso de violación por equiparación cuando se trata de una niña menor de quince años y el caso de que esta haya dado su consentimiento para la cópula y no concurra modificativa, la edad requerida para contraer matrimonio es de trece años”, señala el código civil.

Juan Martín Pérez, director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) explica que los matrimonios infantiles en la actualidad se permiten en 25 estados, uno de ello, el Estado de México. 

“En el apartado jurídico tenemos todavía mucha complicidad machista que hace que éstas cosas persistan.

“Tenemos una cultura machista en el ámbito rural y urbano, pero sobre todo en el rural, que considera a las niñas y mujeres como propiedad del varón”, expresó. 


El pasado mes de febrero, el Senado de República hizo un llamado a los congresos estatales de 25 entidades, entre ellas el del Estado de México, a reformar sus códigos civiles y demás disposiciones aplicables para elevar la edad mínima para contraer matrimonio a los 18 años, sin ninguna excepción. 
Seis meses después, la ley sigue sin cambios y ninguna iniciativa se ha presentado en esta entidad.

Me casé a los 15 años porque me embaracé. Mi novio entonces tenía 21. Nuestros papás organizaron todo muy pronto y tuvimos una fiesta muy bonita”, recuerda Elizabeth, una joven del municipio de Capulhuac.

Elizabeth dejó de estudiar, tiene tres hijas y un esposo que atiende un local de maquinitas. La historia de Irene es similar, solo que ella decidió irse con el novio al cumplir los 16 por la violencia que había en su casa.

“Vivía en Ecatepec y había problemas en mi casa, mi papá tomaba mucho. La verdad no me dio miedo hacer mi propia familia”, comenta Irene quien ahora tiene 22.

El sociólogo mexiquense, Francisco Paredes, explica que en la entidad con 125 municipios que alberga las dos zonas metropolitanas más grandes del país, existen grandes concentraciones poblacionales y serios problemas de violencia, específicamente violencia contra las mujeres, en sus casas. 


Señala que muchas niñas salen de sus hogares buscando un afecto que no encuentran en casa.  

Y el matrimonio en estos casos, se da en edades tempranas y por un embarazo previo, pues sigue siendo una forma de “restablecer el orden familiar”, explica el sociólogo. 
En el caso de las comunidades indígenas y en los cinturones de pobreza del norte del Valle de Toluca, el matrimonio infantil es una práctica relacionada con la marginación donde las niñas se ven orilladas a salir de sus casas. 

“En estas comunidades como la mazahua y la otomí, a las y los niños de 14 o 15 años ya se les considera como personas adultas, que deben tener responsabilidades y su propia familia, por lo que ya no pueden estar bajo el cuidado y manutención de sus padres”. 

En contraste, en la región sur, señala Paredes, donde hay comunidades colindantes con Michoacán y Guerrero, con altas tasas de migración juvenil hacia Estados Unidos, el matrimonio infantil no es tan frecuente. 

Por su parte el antropólogo social Carlos Fuentes asegura que el matrimonio infantil se presenta sobre todo en aquellos hogares donde los padres a su vez se casaron antes de los 18 años. 

“Los padres trasmiten este tipo de cultura a sus hijos”, señala.

Durante el año 2014, en el Estado de México se registraron tres mil 161 matrimonios de niñas. De ellos 149 eran menores de 15 años y tres mil 12 de niñas de 15 a 17 años, la mayoría de los casos están vinculados a un embarazo previo. 
Matrimonios infantiles en la entidad

El dato mas reciente del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) revela que hace tan sólo dos años, 16 niñas de solo 13 años contrajeron matrimonio ante el registro civil en la entidad.

El mismo año, 133 niñas de 14 años formaron una familia y 457 niñas de 15 años.

La cifra de menores de edad casadas con 16 años aumentó a 1 mil 21 y a 1 mil 534 para las de 17 años.

Según datos de la ONU Mujeres, a nivel nacional, el 21 por ciento de las mujeres de 20 a 24 años de edad se casaron antes de cumplir los 18 años. 

En el Estado de México ésta cifra es de a 18. 3 por ciento.

En muchas comunidades indígenas en la entidad prevalece el matrimonio infantil, señala el antropólogo social Carlos Fuentes, quien explica que persiste la idea de que una hija es una carga, si tienen varones aportarán a la familia. 

“Por ello buscan casar a las niñas pronto para quitarse un gasto”. 

Esta situación va más allá.

En Toluca, uno de los municipios donde más matrimonios infantiles se registran, se asienta un grupo importante de otomís. 

Rigoberto Valdés Martínez, indígena otomí que vive en San Andrés Cuexcontitlán, en Toluca, dice que ésta práctica es normal en su comunidad. 

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“Es muy común que los jóvenes y las muchachas de 13 a 15 años se empiezan a hacer novios. Ahí empieza una presión de los padres, hay esa creencia de que si no te casas joven, no te vas a volver responsable. En los hombres se piensa que si no se casan pronto se van a hacer vagos o se van a dedicar al alcohol”. 

Agrega que muchos comienzan entonces su vida sexual a temprana edad sin información y las niñas tienen embarazos no planeados.  

“Cuando eso pasa pues se juntan, esperan a que nazca el bebé y luego pues esperan a tener dinero porque acá si te casas hay que hacer una fiesta grande, hay que ir a la iglesia y hay que invitar a los de la comunidad, de otra forma, si solo se casa por el civil, es como si no valiera”. 

Rigoberto Valdés sostiene que el matrimonio a temprana edad genera en las parejas un tipo de estatus como de personas “responsables”. 

Incluso quienes no se han casado a temprana edad y quienes no ha cumplido con los ritos de la boda, ni siquiera son considerados para desempeñar algunos roles en la comunidad. 

“Si no estás casado pues nadie te busca para ser padrino o mayordomo, por ejemplo”. 

Valdés es coordinador de una biblioteca autónoma denominada el Cantón Libertario cuya finalidad es acercar a las y los jóvenes de su comunidad con el arte. 

“Nos aferramos a este espacio para lograr un cambio social. Queremos que las y los jóvenes vean que hay otras cosas, que no basta con acabar la secundaria, que puedan leer, que puedan aprender a bailar, a cantar, a tocar algún instrumento, en fin. Yo creo que así podemos hacerles ver que hay otras oportunidades que van más allá de solo casarse”. 

Gloria Valdés, hermana de Rigoberto, una indígena otomí, añade que sus amigas comenzaban a “irse” con los novios desde la primaria.  



“En secundaria es muy común ver cómo las mujeres dejan sus estudios, se van porque se embarazan y al poco tiempo las ves ya con dos o tres hijos.” 

La prevención Wendy tiene 14 años y vive en unión libre con su novio. No ha tenido hijos ni se ha embarazado, pues acudió a la Unidad de Medicina Familiar 22 del IMSS en Toluca para elegir un método anticonceptivo. 




“Nos llevábamos muy bien. No soy la única, hay más chavas que a mi edad ya se juntan, no es nada del otro mundo. Mientras todo vaya bien, todo es bueno. Quiero terminar mis estudios en medicina forense. Los dos nos apoyamos, estamos juntos desde hace cinco meses, él tiene 18 años”. 

Según personal de el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en la entidad se han impulsado grandes esfuerzos para prevenir los embarazos en adolescentes. Algunas jóvenes acuden a pedir información, sobre todo aquellas que ya han tenido al menos un bebé. 

Ana Cristina Gallardo, médica pasante de la UMF 22 señala que aproximadamente el 25 por ciento de las pacientes que acude para elegir un método anticonceptivo son menores de edad. 



“Vienen solas o con sus parejas, casi nunca con sus madres. Algunas buscan algún método anticonceptivo cuando ya han tenido un bebé. Algunas no quieren cuidarse porque sus parejas o sus suegros quieren una familia más grande, pero tratamos de informarlas”.


Esta tarea de prevención e información se hace también en coordinación con las autoridades municipales. 

Ana Aurora Muñiz, síndica del municipio de San Mateo Atenco explica que se realizan esfuerzos para terminar con el embarazo en adolescentes y el matrimonio infantil. 


“Tenemos la obligación de hacer políticas públicas integrales. Difundimos y nos alineamos a la estrategia federal por ejemplo con la campaña “Cómo le hago”. 


“Hay mucho por hacer, pero estamos convencidos de que con la unión de esfuerzos de los tres niveles de gobierno, podremos combatir esta situación”.

Tienen parejas adultas, 82 % de niñas casadas

Juana María Nava Castillo


Coahuila la tasa de fecundidad más alta en el país

Redacción

SemMéxico, Saltillo, Coah., 8 agosto 2016 .- Coahuila, ubicada al noreste del país, es una de las entidades con el mayor índice de matrimonios infantiles de México: ocho de cada 10 niñas que se casan, lo hacen con adultos, solo dos de cada 10 se casa con un pareja menor de edad como ellas.

El matrimonio de las niñas es casi siempre una consecuencia de los embarazos tempranos, la estimación señala que el porcentaje es de casi un 80 por ciento, y también, en gran medida, motivadas por la presión de los padres y madres se casan por cuestiones del “honor familiar” o por obtener seguridad social para la futura madre y del bebé por nacer.

Pero una unión producto de un embarazo, lleva a un 35 por ciento de las niñas a tener un segundo embarazo, dice la titular de la Procuraduría para Niños, Niñas y la Familia (Pronnif), Yezka Garza Ramírez, por ello la política pública está enfocada en la prevención, con diversas estrategias interinstitucionales, además de que con la prohibición del matrimonio se intenta desincentivar los segundos y terceros embarazos.

Más niñas y menos esposas

“Lo que queremos atacar es esta cultura arraigada que existe en el norte, pues seguimos luchando con las mamás de las niñas, sobre todo, cuando se van con el novio o que ya tuvieron relaciones sexuales y se embarazan, las casan, probablemente como una medida de protección, pero para nosotros definitivamente todavía no cumplen un periodo como niñas, todavía no son adultas, ni siquiera legal ni física ni intelectualmente, como para tener un rol de esposas o un rol de madres”, añadió Garza Ramírez.

El Código Civil y el de Procedimientos Civiles del Estado de Coahuila prohibió las uniones matrimoniales antes de los 18 años. Apenas en septiembre de 2015, se eliminó la dispensa que permitía los enlaces a los 16 años.

“Esta modificación nos obliga a las autoridades a emprender acciones que eliminen la idea de que el matrimonio es la mejor solución para los embarazos de menores”, señaló la titular de la Secretaría de las Mujeres, Luz Elena Morales, quien destacó que en esta tarea se han sumado los esfuerzos de todas las dependencias del actual gobierno.

El 8.6 por ciento de las y los jóvenes, de entre 15 y 19 años, en el estado están unidos o casados.

Hay que seguir de cerca qué impacto va a tener la eliminación de la dispensa y, por otro lado, transformar básicamente la cultura de la población que vincula embarazo con matrimonio porque “¿quién le va a responder a la niña?”, señaló.

Mencionó la Estrategia Estatal de Prevención del Embarazo en Adolescentes del Estado de Coahuila, encabezada por la Secretaría de la Juventud, con la asistencia técnica del Fondo de Población de las Naciones Unidas.

La Estrategia reconoce que dos de cada 10 nacimientos en Coahuila son de madres adolescentes de entre 15 y 19 años. También que en el año 2013 el 10.1 por ciento de los alumbramientos fueron de niñas entre 10 y 17 años. Lo que significa seis mil 325 nacimientos de madres en ese rango de edad.

“Se vinculó mucho la reforma del Código Civil con la estrategia de prevención del embarazo. En esta estrategia hay un comité donde estamos todas las secretarías, y donde están los principales focos que son las secretarías de Salud y de Educación, donde detectan los principales casos, y la Procuraduría de los Niños, Niñas y Familia que donde se le da todo el seguimiento, pero también el Registro Civil, donde en su momento se brindó toda la capacitación y la sensibilización para los oficiales”, precisó Luz Elena Morales.

En Coahuila, las oficialías del Registro Civil son autónomas del presupuesto público. Y aunque la prohibición del matrimonio infantil repercute en los ingresos de los titulares, éstos deberán acatar la reforma legislativa, ya que de lo contrario son sujetos de sanción penal, establecida en cuatro años de prisión.

Matrimonios con hombres mayores de 18 años

Las estadísticas oficiales revelan que Coahuila ocupa el quinto lugar nacional en el índice de matrimonios de las niñas antes de cumplir los 18 años. De acuerdo con ONU Mujeres, con datos del INEGI, el 27.26 por ciento de las mujeres de 20 a 24 años, se unieron antes de cumplir los 18; el 7.33 por ciento lo hicieron antes de los 15.

La mayoría de las mujeres unidas, el 49.6 por ciento tienen solo primaria o no la terminaron; mientras que el 48.5 por ciento tienen secundaria, y solo el 10.9 por ciento preparatoria.

En la zona rural es más alto el índice de uniones o matrimonios, con el 35.6 por ciento, en tanto que en el área urbana es del 26.1 por ciento. También el estrato socioeconómico muy bajo registra el mayor índice de matrimonios o uniones con el 49.6 por ciento, mientras que el medio-alto tiene el 12.6 por ciento.

“No es esa la vida que yo quería”

“Te vas de tu casa porque tus papás te exigen estudiar y buenas calificaciones, y eso representa muchos problemas, pero no te das cuenta que cuando sales de tu casa y te casas se duplican”, dice Lorena quien se casó a los 16 años de edad, pero se embarazó cuando aún no los cumplía.

Rocío Lorena Rodríguez Pérez, tiene ahora 33 años, vive en Saltillo, la capital de Coahuila, y a pesar de que dice que el matrimonio temprano resultó no ser la vida que quería, reconoce que para otras mujeres ha sido más difícil, ya que no cuentan con el apoyo de la familia.

En su caso no fue así, ella siempre recibió apoyo de su madre y padre, de quien dice son personas muy abiertas y liberales, ambos con preparación profesional. “Ellos me decían que no me casara, pero para mí era una vergüenza tener un bebé sola y me casé con el novio con el que empecé una relación desde los 12 años”. Terminó hasta la secundaria y ya no hizo la Preparatoria también por vergüenza del embarazo.

Lorena tiene ahora un hijo de 16 y una niña de 10. Ha estado separada de su pareja por periodos, pero regresan. Dice que de niña le faltó la presencia de su mamá en casa, aunque cuando se le pregunta cómo educaría a su niña, dice que como su mamá porque es una mujer fuerte, meta que se propone lograr. La cita como ejemplo para otras mujeres porque trabaja y es muy activa a sus 60 años.

Reyna Victoriano tiene 28 años. Tiene seis años en Saltillo y pide limosna para sus tres hijas a un costado de la catedral. Llegó desde Querétaro con su esposo con quien se casó a los 15 años; él tenía 16. ¿Por qué te casaste Reyna? Su respuesta fue: “No sé”.

A los catorce años Ángela Yoana Reyes Rosell tuvo su primer hijo. Se casó a los 16 por un segundo embarazo. Ahora tiene 32 años y dos hijos y una hija. Dice que estudió secundaria, y ya no siguió por falta de recursos y por el machismo de su pareja, quien también era menor de edad al casarse, no continuó estudiando y se dedicó “a la obra”.

Ángela Yoana está enterada de que hay ahora una ley que prohíbe los matrimonios antes de los 18 años, pero afirma que eso no desmotivará las uniones. “Lo único que hará esa ley es no tener un papel firmado, aunque no se casen, al salir embarazadas decidirán vivir en unión libre. Son las mismas obligaciones; para mí el único beneficio es que se ahorrarán el divorcio.

“Yo no estoy contenta, pero soy feliz porque tengo a mis hijos. Mis sueños no están cumplidos, pero lo lograré. Yo aconsejaría a otras que no se casen, que todo llega a su tiempo, porque a la larga te arrepientes; no vale la pena adelantar los tiempos, disfruten cada etapa de la vida”.

Uniones en los últimos cinco años

De acuerdo con los archivos de la Dirección de Registro Civil en esa entidad, del año 2011 al año 2015 en Coahuila se casaron siete mil 423 niñas entre los 13 y 17 años de edad, de las cuales seis mil 088 se casaron con una pareja mayor de 18 años, es decir el 82 por ciento, y mil 335 lo hicieron con una pareja también menor de edad, (18 %).

Esto contrasta con la declaración de la titular de la Pronnif, Yezka Garza Ramírez, quien manifestó que el 70 por ciento se casa con parejas menores y el 30 por ciento mayores de edad, y alertaba que en algunos de los casos podría tratarse de delitos sexuales, por lo que se hicieron reformas al Código Penal para considerar violación equiparada a quien sostenga relaciones con una menor de 15 años, con o sin consentimiento.

Siguiendo con las cifras, y desagregando por grupos de edad, en ese mismo lapso se casaron cinco niñas de 13 años, tres de las cuales con un hombre mayor. También contrajeron nupcias 117 niñas de 14 años, de las cuales 85 lo hicieron con una pareja mayor de 18.

De las 457 niñas casadas a los 15 años de edad en ese periodo (2011 a 2015), 345 lo hicieron con un hombre mayor y 112 con una pareja menor de 18 años. Además, se casaron tres mil nueve niñas de 16 años, de las cuales dos mil 348 lo hicieron con una pareja mayor, y 661 con uno menor de edad.

Por último, en esos cinco años contrajeron nupcias tres mil 835 menores de 17 años, la mayoría, tres mil 307 lo hicieron con una pareja mayor de 18 años, y 528 también con menores.

Dora Alicia Garza, directora del Registro Civil del Estado de Coahuila, señaló que sí se les dio capacitación a las y los 159 oficiales de la entidad. Y aunque dijo que el impacto económico en los ingresos de las oficialías puede ser mayor en las ciudades más grandes, todos están obligados a no celebrar matrimonios infantiles. Para ello hay un monitoreo permanente en todas las regiones.

La iglesia se ajusta a las disposiciones civiles

La Iglesia se tiene que ajustar a los ordenamientos internacionales de derechos humanos y a los esfuerzos del Estado Mexicano por tutelar los derechos de la niñez a través de las normas civiles, dijo el Vicario Judicial de la Diócesis de Saltillo, Mario Alberto Cruz Méndez, quien puntualizó que aunque el Código de Derecho Canónico de 1917 y de 1983, existe la dispensa para la celebración del matrimonio de las niñas no menores de 14 y los niños no menores de 16, (Canon 1083), en 1984 la Conferencia Episcopal Mexicana acordó subir la edad a 16-18.

En caso de que se celebren matrimonios a menores de 16 años, estos deben ser con la licencia del obispo, (Canon 1071), lo cual no va a suceder ahora con la reforma de las leyes civiles en el caso de Coahuila, pues no podemos realizar enlaces que no son reconocidos por la ley, agregó.

“El Derecho Canónico respeta los criterios del Estado para disciplinar. Puede ser permitido, con permiso del ordinario el enlace de una viuda o divorciada, pero de un niño no. Porque la iglesia en este caso, es muy diferente el ámbito de los adultos y niños. Si el ordinario da dispensa a un menor de edad, entonces es cómplice de delito.

“No solamente en el ámbito administrativo, sino la ley civil es muy clara que el criterio fundamental que ha motivado al cambio a la edad, no es por capricho, sino porque es un derecho que se está tutelando, que exige por la protección de la vida, salud, todos los derechos que el niño tiene. Entonces tiene que sumar. El estado tiene la obligación de capitalizar todos sus recursos en la niñez. Entonces en esta modificación, la Iglesia tiene que sumarse, porque no va en contra de la moral, al contrario. Favorece la protección de los más débiles.

“Es un delito y un pecado, porque es la simulación de un sacramento, entonces hay una sanción canónica a criterio del obispo, pero también es un pecado grave, porque estás utilizando el sacramento haciendo pasar una realidad que no existe”, manifestó Cruz Méndez.

Apenas el 16 de junio de este año, la Diócesis de Saltillo, encabezada por el Obispo Raúl Vera, determinó, a través del decreto titulado “Instrucción sobre la edad mínima para el matrimonio”, no otorgar licencias, ni dispensas que establecen sus propios cánones, ni los acuerdos de la Conferencia Episcopal Mexicana, respecto de la edad mínima para casarse, por lo que se exhorta a los párrocos a corroborar que la pareja de contrayentes tenga cumplidos 18 años y, en lo posible, tener la certeza de que se hayan casado por las leyes civiles.

Esto fue producto del acuerdo del Consejo Presbiteral, que se apega a los cambios en los Códigos Civiles del Estado, con vistas a erradicar los criterios que pongan en riesgo la vida y el desarrollo de las personas menores de edad.

Matrimonio infantil, una práctica común en México

Gabriela Ramírez


Para las niñas es un escape de la violencia familiar y para las familias una forma de reparar el honor

Gabriela Ramírez

SemMéxico. Cd. de México, 18 julio 2016.- El matrimonio representa para las niñas, una forma de escapar de la violencia en sus hogares y para las familias la vía para “reparar el honor” en caso de un embarazo a temprana edad.

En México el matrimonio infantil es una práctica común. Según datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2014, en 23 de las 32 entidades al menos una de cada cinco mujeres entra en unión conyugal antes de cumplir 18 años de edad.

Este fenómeno no es exclusivo de zonas rurales o poblaciones indígenas, pero está asociado a condiciones económicas y educativas.

De acuerdo al informe publicado en 2012 del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNPFA) “Marrying too Young. End Child Marriage”, en el que se presenta la prevalencia y tendencias del problema en países en desarrollo, México tiene una tasa de matrimonio de menores de edad de 22.9 por ciento, que si bien está por debajo del nivel crítico de 30 por ciento, es de las más altas de América Latina (sin incluir el Caribe), solo superada, por Honduras, Guatemala, Brasil y Colombia.

El panorama nacional

Según datos de la ENADID 2014, Chiapas es la entidad que ocupa el primer lugar en matrimonio infantil: 8.4 por ciento de matrimonios en menores de 15 años y 30.4 por ciento en menores de 18 años. En esta entidad se rebasa el nivel crítico de 30 por ciento destacado por UNFPA.

Durango, Campeche y Tabasco se encuentran entre las entidades con más casos de matrimonio antes de los 15 años.

Nayarit, Zacatecas y Chihuahua entre las primeras en matrimonio en menores de edad, pero no entre las de menores de 15 años.

Once entidades federativas presentan las tasas de matrimonio infantil más altas en mujeres urbanas (entre 20 y 25 por ciento), destacan Aguascalientes, Baja California Sur, Guanajuato, Michoacán y Nuevo León.

En el caso de las mujeres rurales, únicamente en dos entidades no se rebasa el nivel de 20 por ciento pero se ubican muy cerca de este nivel: Baja California Sur y Aguascalientes, con tasas de 19 y 18 por ciento, respectivamente.

En Chihuahua, Veracruz, Chiapas y Oaxaca cerca o más de la mitad de las mujeres con educación primaria entraron en unión conyugal antes de cumplir 18 años, alcanzando hasta 62 por ciento en las dos primeras.

Respecto a la situación de las mujeres indígenas, en Campeche, Quintana Roo y Yucatán no se observan diferencias significativas en las tasas de matrimonio infantil entre las hablantes y las no hablantes de lenguas indígenas.

Sin embargo, en Veracruz la proporción de jóvenes hablantes de lengua indígena que se unieron antes de los 18 años es más del doble con las no hablantes: 56 por ciento contra 24.
En Chiapas y Oaxaca, las entidades con mayor porcentaje de jóvenes de 20 a 24 años hablantes de lengua indígena, la diferencia entre las hablantes y no hablantes en la proporción de unidas antes de los 18 años es de al menos diez puntos porcentuales: 40 por ciento contra 27 y 33 contra 22, respectivamente.

Cuestión de desigualdad de género

Según ONU Mujeres México, el matrimonio infantil es un fenómeno predominantemente femenino resultado de una clara diferenciación de género.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de la Juventud 2010, 3.9 por ciento de los varones de 20 a 24 años de edad se unió conyugalmente antes de cumplir la mayoría de edad, mientras en las mujeres la cifra es de 17.3 por ciento.

Éste hecho permite dar cuenta cuenta de que las mujeres menores se han unido con varones considerablemente mayores que ellas.

Datos de la ENADID 2014, señalan que 21.5 por ciento de las mujeres de 20 a 24 años de edad se unieron antes de cumplir la mayoría de edad, mientras 3.8 por ciento, antes de cumplir 15 años.

El 14 por ciento de las niñas que se unieron antes de los 15 años, solo contaba con estudios de primaria, mientras que en aquellas que aprobaron al menos un año de secundaria, esta cifra se dedujo a la mitad.

La legislación

Recientemente en la Ciudad de México se puso en marcha una reforma al Código Civil para eliminar el matrimonio infantil.

En el ámbito nacional, el 30 de abril de 2015 la Cámara de Diputados aprobó reformas al Código Civil Federal, que instituyen la edad de 18 años como mínima para contraer matrimonio en México tanto en varones como en mujeres.

En 25 entidades los Códigos Civiles no establecen una edad mínima de 18 años para contraer matrimonio o bien, permiten dispensas para que menores puedan unirse con el consentimiento de padres o tutores.

Seis entidades, y ahora la Ciudad de México, no permiten el matrimonio infantil.

Organizaciones civiles han exigido a las autoridades que armonicen los códigos civiles estatales. El Observatorio de Violencia Social y de Género en Campeche ha impulsado en Change.org una petición para que los gobiernos de los Estados, las Comisiones de Igualdad de los Congresos locales y a la Comisión Nacional de Derechos Humanos incorporen en sus códigos civiles la prohibición explícita de la dispensa que permita el matrimonio infantil y que armonicen las leyes secundarias.

Hasta el momento la petición ya ha alcanzado más de 23 mil firmas.

Los valores tradicionales

El matrimonio representa para muchas niñas una forma de evadir la violencia que viven en sus casas, pero sigue siendo un valor importante en la sociedad actual.

Cinthya, nombre ficticio de una mujer cuya identidad no ha querido revelar, es originaria de la Ciudad de México. Antes de cumplir los 14 años se fue con su novio, un hombre que entonces tenía 28 años.

La razón de la huida, más allá del amor, del romance y por supuesto de una conciencia plena del paso que estaba a punto de concretar, fue huir de la violencia en su casa donde compartía el techo con siete hermanos.

Luego de escapar con el novio hacia Hidalgo y desatar la furia de su familia, Cinthya accedió a casarse por presión de su suegra, por la iglesia, por el civil y con vestido blanco, así quedó limpio el honor de la familia y, claro, el de la novia.

“El matrimonio es el vehículo para restaurar el orden y el honor de la familia y de la mujer, no se si es la mejor alternativa, yo creo que en lugar de eso las niñas merecen más atención y tener más y mejor información relata esta mujer que al paso de los años ha conseguido un importante puesto político en la Ciudad.

Lo que estaba por venir era algo que no había imaginado. No tenía idea de lo que sucedería en “la noche de bodas”, de lo que era el sexo y por supuesto de las responsabilidades que le trajo el estar casada.

Así , sin saber, llegaron dos hijos, con ellos más responsabilidades y la obligación de trabajar para mantenerlos. Incursionar en Tupper Ware le hizo adquirir una serie de herramientas que la llevaron al mundo de las organizaciones sociales y posteriormente a la política.

El matrimonio no fue para siempre. Cinthya se divorció y años después encontró una pareja con la que conoció “un amor diferente”.

“En mi primer matrimonio no supe nunca lo que era el amor, es más ni siquiera disfrutaba ni sabía que podía disfrutarse el sexo, eso lo descubrí ya mucho más grande”.

Cinthya atribuye éste hecho en su vida a la falta de atención de los padres. Es de las pocas mujeres que han podido romper el ciclo de una vida con pocos recursos y con oportunidades limitadas. La mayoría no logra y sus descendientes replican los patrones.

“Las niñas necesitan atención, necesitan información y sobre todo saber que pueden construir un futuro, que no todo consiste en tener un matrimonio” concluye.

Matrimonio infantil una puerta al abismo

Violencia y embarazo prematuro, sus dos componentes

Soledad Jarquín Edgar

SemMéxico, Oaxaca, Oax., — julio 2016.- Flor tiene ahora 38 años y cinco hijas e hijos.

Desde los ocho años cuidaba pequeños en casas ajenas. Un día su madre decidió dejar Pluma Hidalgo, población asentada en la Sierra Sur de Oaxaca, así que en una mula subió sus pertenencias y caminó con sus hijos rumbo a la capital oaxaqueña, pero Florecita no iría con ella.

“Tú aquí al menos tienes trabajo”, le dijo.

Ella lloró, mientras veía a toda su familia perderse entre los montes. Florecita se quedó con la familia para la que trabajaba y recibió toda clase de maltratos.

Dos años después, su mamá mandó por ella, aunque en realidad era porque una señora necesitaba una niña para que le ayudara en la casa, esta vez en la capital mexicana.

Seis meses después la devolvió y le pagó por sus servicios 150 pesos “con un montón de monedas”.

Por fin, Florecita se estableció con su familia, como siempre cuidaba a tres de sus hermanos pequeños, ahí mismo conoció a su futuro marido, con quien huyó después de que su madre la trató mal, la golpeó e insultó, al igual que uno de su hermanos mayores, por haber llegado tarde de un baile la noche anterior, “así ya no sirves”, le dijo su madre, mientras su hermano la vilipendió. “Yo estaba consciente que no había pasado nada”, dice tranquila.

Florecita explica que antes de los 13 y pese a las dificultades que enfrentaba, su mundo era de “color rosa”, comparado con lo que se convirtió su vida cuando a los 13 “huyó con su marido”, entonces sí, todo se volvió negro, pues el muchacho de apenas 19 tenía desde entonces un problema de alcoholismo, tanto que la dejaba sola por días, sin dinero para comer aunque ya estaba embarazada.

Así, en esas horas largas de soledad y hambre, Florecita soñaba con ser secretaria y trabajar en una oficina, mientras su vientre crecía cada día.

Todavía recuerda cómo el personal médico del IMSS, donde nació su primera hija en junio de hace 24 años, les decía: ¿Qué van hacer’ Llora la niña, llora la mamá y llora el papá. Esto no es juego y ahora tienen una muñeca de carne y hueso.

En Oaxaca durante 2015, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 29 menores de 15 años contrajeron matrimonio. “Nada, en comparación con las niñas que sin casarse son obligadas a vivir con un hombre, aún cuando éste tuviera su misma edad”, expresa Ximena Avellaneda Díaz, Directora del Centro de Capacitación en Liderazgo y Gestión Comunitaria del GESMujer.

Sostiene que el problema mayor entre las niñas y adolescentes oaxaqueñas se da en las uniones tempranas, es decir, que no necesariamente se casaron por alguna de las leyes, la civil o la religiosa, pero cuentan con el aval de la comunidad, de las autoridades y no son mal vistas porque así es el uso y la costumbre.

Afirma que las uniones tempranas o, en su caso, los matrimonios infantiles son un tema recurrente cuando en los seminarios o talleres estudian uno de los ejes más importantes: los derechos reproductivos y sexuales.

El problema es que las uniones tempranas que son más recurrentes que el matrimonio infantil no tiene ningún registro oficial, pero al margen de las cifras Avellaneda Díaz afirma que muchas de las niñas adolescentes son obligadas a unirse a personas que generalmente son mucho mayores que ellas, lo que repercute de forma terrible en su vida, porque hay un primer embarazo que se da casi de manera inmediata, dejan la escuela automáticamente y se ven sometidas a tratos violentos con mucha frecuencia.

Ocultas las niñas de 10 y 11

Efectivamente, las estadísticas oficiales no dan cuenta de las uniones o matrimonios tempranos, las niñas de 12 son puestas en el grupo que va de 12 a 19 años, dejando fuera que en algunos casos las niñas se unen a una pareja entre los 10 y los 11 años de edad.

La Encuesta Intercensal 2015 destaca que el 6.5 por ciento son solteras, en tanto que 8.4 por ciento son casadas o unidas, en el grupo de 12 a 19 años de edad.

La académica e investigadora de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, Leticia Briceño Maas, revela que muchas veces se trata de matrimonios o de uniones forzados y que se pueden presentar entre los nueve y los 13 años de edad.

Avellaneda Díaz como Briseño Maas coinciden en que la educación permite a las niñas y jóvenes postergar un casamiento y también el nacimiento de sus hijos e hijas.

Briseño Maas, fundadora en la UABJO de la Dirección de Equidad y Género y ex secretaria Académica de la misma institución, indica que los matrimonios infantiles son decisiones que las niñas no toman desde la consciencia plena con implicaciones en su salud por los embarazos no deseados, problemas de mortalidad materna.

En 2011, la Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos (Ddser) informó que la mortalidad materna en mujeres menores a 20 años era de que 69.1 por cada 100 mil nacidos vivos y en 2015 la tasa de mortalidad materna en general en la entidad fue de 46.7 por cada cien mil mujeres.

La investigadora plantea que con los matrimonios infantiles hay una transmisión intergeneracional de la pobreza; limita sus posibilidades de futuro, dejan la escuela, además de ser un factor de riesgo de violencia, desde la emocional y física hasta la sexual.

Expuso que muchas veces las niñas son casadas o las juntan porque entre más pequeñas, según la costumbre, es posible que la dote aminore o que sea más valiosa. Otras veces, las niñas son vistas como un “bien de cambio”, tienen bajo nivel jerárquico, contribuyen al gasto de la familia y se convierten en propiedad del esposo. También el matrimonio o la unión temprana, ante la pobreza, es una alternativa para las familias e, incluso, se piensa que estarán seguras teniendo un esposo.

Recuerda el caso de una niña de 13 años, casada con un albañil. Esta unión se hace con la aprobación de las autoridades, sin embargo, ella es sometida a agresiones sexuales y violencia física.

Sin duda, plantea la investigadora, hay una complicidad de las autoridades, las iglesias y la sociedad.

Recuerda que en 1999, cuando trabajaba en Coesida, asistió a una capacitación. “Un médico hizo una exposición sobre enfermedades de transmisión sexual y presentó el caso de una niña de nueve años que había contraído el virus del papiloma humano. Éste había sido contagiado por su esposo, además, dijo el médico, la niña era frecuentemente violentada. En ese momento pensé que detrás de la historia clínica estaba la historia de una niña y, sin duda, ese hecho marcó mi trabajo posterior”.

La Directora del Centro de Capacitación en Liderazgo y Gestión Comunitaria del GESMujer planteó que son muy diversas las razones que obligan a las niñas y adolescentes a una unión temprana o un matrimonio infantil, decisión que en ocasiones ni siquiera toman ellas sino su familia, en otras ocasiones salen por esa puerta debido a las presiones, porque van mal en la escuela, porque se acostumbra el casamiento temprano o algunas más huyen de la violencia en sus hogares.

Lo que sí es definitivo, explica, es que las niñas y adolescentes, después de un casamiento temprano, es común que enfrenten un embarazo para lo cual tampoco estaban preparadas ni en lo físico como tampoco en lo emocional.

En Oaxaca, de acuerdo al programa de A a la Z, México sin matrimonio de niñas en la ley y en la práctica, el 25.2 por ciento de mujeres de 20 a 24 años de edad se unieron antes de los 18 años y es por tanto uno de los ocho estados con más alto porcentaje de uniones tempranas.

Además ocupa el tercer lugar de matrimonios de menores de 15 años con 5.09 por ciento, superado sólo por Chiapas y el norteño estado de Coahuila.

18 años, sin excusa ni pretexto

El 10 de diciembre de 2015, el Congreso local decretó las reformas al Código Civil para el estado de Oaxaca, las fracciones II y IV el artículo 105; fracción I y último del artículo 156; se adicionan las fracciones VIII y IX del artículo 100, y se derogan la fracción II del artículo 100 y los artículos 151, 152 y 155, con los cuales se establece que no podrán contraer matrimonio las y los menores de 18 años, además de eliminar todas las dispensas, permisos o excepciones en las personas que no sean mayores de edad y que antes de esa reforma podían expedir ambos padres, solo la madre o el padre, abuelos y tutores.

Alejandro Solalinde, sacerdote católico, señala que el Derecho Canónico establece como edad mínima para casarse los 18 años, luego de que se ajustaran las leyes católicas con las leyes civiles y en caso contrario, si se efectuara una boda religiosa entre menores de 18 años es motivo de nulidad de este sacramento.

Como lo señalaron Briseño Maas y Avellaneda Díaz, Solalinde agrega que antes de los 18 años, las niñas y los niños no tienen la madurez suficiente para tomar una decisión de esa naturaleza, significaría un desastre o un fracaso para ellas y para ellos.

Si se casa a las y los niños se les interrumpe su proceso de maduración, de individualización, cada uno tiene que ensayar en la adolescencia su propio espacio, su definición sexual, su sociabilización con el medio, el hacerse responsables y autónomos, de lo contrario seguirán siendo niños y niñas casadas, afirmó el sacerdote.

Solalinde reconocido como defensor de los Derechos Humanos de las y los migrantes opina que si todavía algunos sacerdotes validan este tipo de matrimonios estarán incumpliendo a lo que señalan las leyes canónicas.

El sacerdote expone que en 1982, cuando llegó a Oaxaca, fue enviado a servir en la parroquia de San Pedro Amuzgos. Era común que las madres y padres presentaran a parejas de jovencitos y jovencitas para casarse. Pero el caso que más recuerda es el de Betito, un niño de 12 años a quien su familia quería casar con otra niña de su edad.

“Yo me negué y les explique que estaban tan chiquitos que ni siquiera podrían tener relaciones sexuales. La mujer me contestó que no era así, que empezarían a dormir juntos como hermano y hermana, y que cuando llegara el momento tendrían relaciones, a pesar de eso, me negué y la familia se molestó mucho”, refiere Solalinde.

Salto generacional

Ana María Emeterio Martínez, coordinadora del Centro de Atención Integral de la Mujer Ayuuk, señala en entrevista que a ella le tocó romper con “una costumbre” que sí vivieron su madre y su abuela.

En las dos generaciones anteriores a la de ella, una mujer de 15 años era considerada una quedada en la gran mayoría de las comunidades mixes. Su abuela se casó poco antes de los 15, su mamá a los 12.

Cuando su abuela era niña o adolescente no había escuela. La generación de su mamá pudo estudiar hasta tercer grado de primaria, pero su abuelo decía que no necesitaba ir, que bastaba con “buscarle un buen hombre”.

Ana María Emeterio tuvo más posibilidades y estudió una licenciatura, tiene poco más de 30 años, lleva dos años casada y espera a su primer hijo.

En la década de los cincuenta, las niñas no la tenían fácil. Los maestros no querían a las niñas en la escuela, no les hacían caso, no les revisaban las tareas y no las tomaban en cuenta, solo se dedicaban a atender a los niños, explica Ana María Emeterio.

“Algunas mujeres me contaron que esa fue una de las razones por las que dejaron de ir a la escuela, pues muchas de ellas tenían que caminar mucho para llegar a la escuela y sentían que su esfuerzo no era valorado, dejaron la escuela y pronto terminaron casadas”.

Sus antecesoras tenían como destino casarse, tener hijos y vivir cuidando su casa.

La generación de Ana María Emeterio, compuesta por apenas 27 muchachas y muchachos tuvieron más oportunidades de ir a la escuela. Al menos cinco terminaron una carrera universitaria fuera de la Sierra Norte de Oaxaca, todas mujeres, dice llena de orgullo. Aunque dos más se casaron terminando la Secundaria y otras dos se embarazaron en ese lapso y dejaron la escuela.

Ana María Emeterio refiere que la historia de su abuela y de su madre estuvo a punto de repetirse, si no hubiera sido porque su papá le preguntó si ella quería casarse con el muchacho que había pedido su mano cuando ella apenas estaba estudiando la secundaria. “Le respondí enojada que ni siquiera conocía al muchacho. Mi papá se sintió tranquilo y me dijo, no te preocupes, si no quieres casarte no te vas a casar”.

Con su madre la historia es distinta. Su abuelo tenía propiedades y tierras y decía que a sus hijas nada les iba a faltar y que ni siquiera era necesario que fueran a la escuela. Pero el abuelo es asesinado por órdenes de un cacique de la región, cuando su mamá tenía 12 años.

Apareció un hombre ante las autoridades para decir que quería casarse con mi mamá que tenía tres años trabajando en las tierras de mi abuelo, era una especie de demanda. Mi abuela respondió que sí, que trabajaba en la finca cafetalera pero que no había ningún compromiso, que se le pagaba por su trabajo. La autoridad le dio la razón a mi abuela, pero apareció otro hombre diciendo que ya hasta le había entregado el anillo de compromiso, algo que ni siquiera se usaba en esas poblaciones asentadas en la Sierra Norte de Oaxaca. Mi abuela negó tal compromiso.

Entonces las autoridades decidieron apresar a mi mamá, pero mi abuela dijo que sería ella la que se iría a la cárcel mientras se aclaraban las cosas pues la niña no sabía nada. Cuando finalmente la dejaron libre, unos días después, ella determina que es necesario encontrarle un marido a su hija, porque al estar “solas” corrían peligro. Así que hicieron un trato con la familia de mi papá, que era un poco mayor.

Ana María Emeterio explica que tuvieron tiempo de conocerse, sus padres se casaron primero por la iglesia y después por lo civil, pero ella tenía apenas 12 años. Sobrevivieron 13 hijas e hijos, tres o cuatro más murieron en los primeros años de vida.

Mi madre me contó que le hubiera encantado ir a la escuela, pero su abuelo pensaba que no tenía ninguna necesidad de aprender, pues iba a heredar sus bienes.

“Para qué estudias, le dijo, solo tenemos que fijarnos en un buen hombre que te pueda mantener y pueda mantener todo lo que yo he construido”. Sin embargo, con la muerte de su abuelo, la historia de su madre cambió, señala Ana María Emeterio.

SEM/SDV/SJE

Nos hacen falta

Mujeres y Política

Hay personas que siempre harán falta, me refiero a quienes hacen buen periodismo.

Soledad Jarquín Edgar

SemMexico, 22 mayo 2016.- Nos hacen falta y cuando ya no están nos faltan todavía más.
En México nos hacen falta todas las personas que han sido asesinadas, las víctimas de la violencia -mujeres y hombres de todas las edades- ajusticiadas por el crimen que jala el gatillo, que entierra el puñal; pero, sobre todo, víctimas de la delincuencia de cuello blanco que cuidan por la perpetua impunidad.
Hoy, su ausencia es más notoria, nos hacen falta, siempre estaremos más perdidos sin ellos y ellas, son nuestros hermanos, hermanas, las hijas de otras mujeres, los hijos de otras personas que no conocemos, los padres y las madres desconocidas, y también conocidos…Esa es la siniestra realidad de México.
Y aunque esta vez hablaría de todas esas personas, creo, lo siento, que hay personas que siempre harán falta, me refiero a quienes hacen buen periodismo. Nos hacen falta sus voces, sus plumas, sus anhelos de vivir en un país libre, L-I-B-R-E con todas sus letras, sin delincuentes asechando nuestras vidas, sin narcotraficantes poderosos o pequeños, sin funcionarios y funcionarias corruptas o vulgares reyezuelos (me encanta esa palabra y su intención), sin tanta palabrería que se lleva el viento al lugar del olvido.
Nos hace falta Miroslava Breach, sí, su crimen como el de Javier Valdez, nos indigna; nos provoca rabia saber que hay más de 120 historias terminadas antes de tiempo en lo que va de este siglo, historias de hombres y mujeres que solo hacían su trabajo. 
Periodistas que leímos, vimos y tocamos a través de sus escritos o que incluso coincidimos en un lugar, alguna vez, no hace tanto. Así nos cruzamos en la vida, así nos hablamos en ese lenguaje difícil de decir las cosas, desde la subjetividad de las circunstancias, desde la verdad que duele y perfora el hediondo lugar de la autoridad que no se inmuta. 
Y hoy, su ausencia nos recuerda que cada día estamos más solos y somos más huérfanas de sus palabras, de sus descubrimientos, de su valentía, de su indignación y de su razón.
Pero lo que más nos molesta es saber que nada cambia. Que en este país ningún funcionario es despedido por inepto, por mentiroso, por corrupto, por pedir moches, por exhibir sus riquezas desmedidas y obtenidas defraudando al pueblo que dicen servir. 
Ninguno. Jamás hemos visto que un Presidente renuncie. Ese no es nuestro caso. Ningún diputado o senador se separa de su cargo por lo agarraron en un cochupo o votando partidariamente y no por el pueblo.
No he visto, a pesar de los pesares, a un presidente municipal reconociendo que se equivoca, pero eso sí, como en el caso de Oaxaca, da clases de moral desde su tribuna edilicia, rodeado de sus pajes, cual patriarca, predicando su verdad, su hegemonía y su decisión de hacer las cosas no como dictan las normas sino como mejor le conviene, eso tiene un nombre, se llama corrupción, como gritaron el pasado miércoles feministas indignadas por las patrañas, porque negocian con los asuntos de las mujeres.
Su ausencia es un desatino para México, este país que parece acostumbrarse a la muerte y desaparición de mujeres y hombres, que deja de inmutarse y de exigir, porque cada quien tiene sus luchas y sus hondas preocupaciones, cuando en el fondo estamos frente al mismo escenario: la impunidad, el no castigo a quienes cometen los delitos. Es uno más, una más. Se descarna la existencia de esas mujeres y de esos hombres, se convierten en números, en cifras negras y al final no pasa nada.
El gremio periodístico se indigna, sale a la calle, grita, exige. Se hacen homenajes y se piden minutos de silencio. Del lado oficial, el gobierno de Enrique Peña Nieto anuncia acciones para la libertad de expresión y para la protección de periodistas y defensores. ¿Qué significado tendrá eso para las familias de esas víctimas? Seguramente ninguno. La realidad supera todo. México es un país inseguro para el gremio periodístico, un país inseguro para las mujeres. Se confirma cada día, a pesar de todo, que México es un país de impunidad.
¿Cómo llegamos hasta aquí? Hay muchas respuestas, la más clara es que la falta de justicia es un permiso no escrito y lo otorga quienes son responsables de la seguridad de las personas, es claro entonces que el reclamo sea para el gobierno o los gobiernos. 
Nos queda clarísimo que el poder del narcotráfico ha tocado todas las entrañas del sistema político mexicano, pero todavía hay quienes se indignan, quienes denuncian, así lo hicieron Miroslava Breach y Javier Valdez y muchos y muchas periodistas, no porque sean valientes, sino porque están convencidas que callar es permitir.
Por eso cada vez nos hacen falta sus voces y sus textos. La lección es dura y muy cruel, inyecta miedo o al menos eso pretenden. El narcotráfico esta apuntando a las plumas libres, pero no son los únicos. Ahí están los “pequeños poderes” de algunos dictadores electos democráticamente, intolerantes, ambiciosos y corruptos, dispuestos a disparar , a censurar o a desprestigiar al periodismo inconveniente para sus fines.

* Obama, con un discurso subversivo; Fidel, como combatiente

* Obama, con un discurso subversivo; Fidel, como combatiente

* Obama, con un discurso subversivo; Fidel, como combatiente

Gloria Analco

SemMéxico. 2 abril 2016.- No era la primera vez que los cubanos que habitan la isla escuchaban a un estadounidense de muy alto nivel dirigirse a ellos.

A Barack Obama le antecedió -en cierto modo- Condoleezza Rice, Secretaria de Estado durante el gobierno de George W. Bush. Eso sucedió cuando Fidel Castro cayó enfermó y se retiró él mismo del poder, en julio de 2006.

Rice llamó en un discurso, al día siguiente, a todas las naciones democráticas a juntarse para pedir la liberación de los “presos políticos”, la restauración de las libertades fundamentales y una transición que condujera rápidamente a elecciones multipartidistas en Cuba.

Su mensaje fue difundido por Radio y TV Martí, medios financiados con el presupuesto de Washington, para que lo que iba a decir no pasara desapercibido, de ser posible, a ningún cubano de la isla.

Y a sabiendas de que su imagen y voz llegaban a Cuba, se dirigió a los cubanos para brindarles el apoyo de Estados Unidos.

“Estaremos con ustedes para garantizar sus derechos. O sea, hablar como quieran, pensar como les agrada, practicar una religión como lo deseen, y elegir a sus dirigentes, libre y equitativamente en elecciones democráticas. Estados Unidos respeta sus aspiraciones como ciudadanos soberanos”.

Palabras más o palabras menos, eso mismo fue lo que Obama les dijo a los cubanos en un mensaje transmitido en directo por la televisión, con la anuencia de la dirigencia cubana.

En aquella ocasión en que habló Rice, había un profundo distanciamiento entre los dos países, por lo que su presencia en Cuba, por medios electrónicos, fue algo impuesto.

Esta vez, se trataba del propio Presidente de los Estados Unidos lanzando su arenga política, con la que prácticamente llamó a la sublevación del pueblo cubano en contra de sus dirigentes, al igual que hizo Rice.

“Creo que los ciudadanos deberían ser libres de decir su opinión sin miedo, de reunirse, de criticar a su gobierno y de protestar pacíficamente… Y sí, creo que la gente debería ser libre de elegir sus Gobiernos en elecciones democráticas y libres”, dijo Obama.

Y frente a la evidencia de que la oposición interna –promovida por Washington- fracasó y no logró tener arraigo en Cuba y no tiene una muchedumbre que le siga, entonces, en palabras de Obama, “el futuro de Cuba tiene que estar en las manos del pueblo cubano”.

Dejó entrever hacia dónde irán ahora los financiamientos -en vez de a la oposición- al pedir “menos restricciones para la iniciativa privada para abrir negocios”.

Ahí ven los Estados Unidos una poderosa fuente de reclutamiento para que el pueblo cubano termine por darle la espalda al régimen socialista, después de haber debilitado su economía al máximo con el bloqueo que aún persiste y, con ello, de apretarle el cinturón al pueblo cubano.

La respuesta de Fidel Castro al discurso de Obama fue acorde a sus dichos. Consideró que utilizó “palabras más almibaradas” por decir que ambos países son “amigos, familia y vecinos”, y le sugirió que no tratara de elaborar teorías sobre la política cubana.

Fidel, uno de los hombres mejor informados del mundo, no podía dejar de reparar en lo que escondían las palabras de Obama, además de que fue muy abierta su intención de adoctrinar al pueblo cubano.

Si alguien sabe a pie juntillas cómo vive Cuba el bloqueo y sus graves consecuencias, es Fidel Castro.

Por eso, en la mano que supuestamente Obama extendía al pueblo cubano, Fidel veía el garrote que traía en la otra.

gloriaanalco@gmail.com