- Murió el pasado 6 de junio, a los 80 años
- Poeta y militante comunista; pionera de la reflexión sobre la tercera edad en las mujeres
Gloria Analco
SemMéxico, Cd. de México, 10 junio 2019.- Ella, nació 18 de febrero de 1939 en la Ciudad de México. Fue poeta historiadora, militante socialista y feminista. Fundó la página “La Mujer en el Mundo”, en el periódico El Día. Se convirtió a partir de 1995 en una promotora permanente por los derechos de las mujeres de la tercera edad. Participó en la fundación del Centro Cultural “Benita Galeana” y en el Grupo “Rosario Castellanos” (1994) y militante del Partido Comunista en la Coordinación Nacional de la Mujer. Cultivo una poesía intimista de una claridad hiriente. Falleció alrededor de la medianoche. Su nombre completo era María Marcela del Rosario Guerra Tejada.
Al
morir acababa de concluir el poemario No
basta con el mar… en el que consignó, ‘‘si muriera ahora, mientras trabajo,
alguien diría al encontrarme: menos mal, estaba escribiendo como siempre”.
María Guerra Tejada es una poeta, teórica
marxista-leninista, perteneció al Partido Comunista, fue docente en el CCH,
donde se jubiló tras 29 años de impartir clases de Historia y Estética, fundó
grupos de reflexión para mujeres de 50 y 60 años, fue periodista coordinando
dos páginas en el periódico El Día, y aunque nunca militó en ningún grupo
feminista, ha dado cursos de historia del feminismo.
A ella le ha gustado cultivar amistades que han
enriquecido su vida, como con Benita Galeana, a quien acompañó a Cuba, en 1988,
donde Fidel Castro abrazó a Benita, y ella le comentó que ese abrazo le sirvió
para vivir feliz el resto de su vida; también la acompañó a Panamá, en 1989, cuando
Benita fue invitada con alfombra roja por el general Manuel Antonio Noriega; y
María trabó, asimismo, buena amistad con la ex gobernadora de Zacatecas, Amalia
García Medina, con quien compartió el trabajo militante en el Partido
Comunista, en su fase final antes de quedar fusionado en el PSUM, y compartió
su poesía con Rosario Castellanos, cuando era adolescente.
Entró a la UNAM, en 1968, a estudiar Historia en la
Facultad de Filosofía y Letras, y cuando comenzaron a funcionar los CCH
(Colegios de Humanidades), a principios de los años 70, concursó para una plaza
de profesora y la obtuvo. Empieza entonces su actividad docente con una
duración de casi tres décadas. Hizo la maestría sobre Estudios
Latinoamericanos.
María Guerra es una mujer decidida, de fuerte carácter,
que no le gusta rendir cuentas a nadie, salvo si hay una disciplina que seguir.
Su vida está plagada de cosas interesantes, dignas de ser contadas. Participó,
por ejemplo, en 1995, en los Diálogos de San Andrés, formando parte de un
contingente de mujeres llamado “Grupo Rosario Castellanos”, el cual se conformó
en respuesta a la convocatoria a la Convención Nacional Democrática que hizo el
Subcomandante Marcos.
Nació en la Ciudad de México, el 18 de febrero de 1939,
de madre guatemalteca, llamada Delfina Tejada, y padre yucateco, Jorge Guerra
Leal. Fue una familia numerosa, de 11 hermanos, destacados profesionistas, y
dedicados cuatro de las mujeres y tres de los hombres a las tareas de la
docencia, algo que especialmente les inculcó su padre.
Su madre tocaba el piano, era su pasión, y su padre era
abogado que sentía inclinación por las causas sociales, y que lo llevó a actuar
en muchas ocasiones en defensa de los campesinos, algo que dejaría huella en
ella e influiría en sus ideas.
María Guerra empezó a participar en política cuando
ingresó al grupo de estudio llamado Estrategia, que editaba una revista con el
mismo nombre, la cual tenía una gran aceptación en el público estudiantil de las
librerías. Estaba integrado por Alonso Aguilar, Jorge Carreon y Fernando
Carmona, entre otros.
Era un grupo político que basaba su estudio en la teoría
política marxista-leninista, y el trabajo de ella, dentro de ese grupo,
consistía en la difusión de la revista, además de prestar mucha atención a su
formación política.
Fue el preámbulo a su entrada al Partido Comunista, cosa
que hizo después de regresar de unas vacaciones en la, en ese entonces,
República Democrática Alemana (RDA), donde en esos momentos su hermano Ricardo
Guerra era el embajador de México.
En ese país le impresionó el desarrollo de la seguridad
social, especialmente la atención y énfasis que el gobierno ponía en los
programas sociales a favor de la mujer, sobre todo de las mujeres que daban a
luz, quienes podían pasar tres meses en casa con sus bebés, con goce de salario.
La entusiasmó ese sistema, y cuando regresa a México
decide ingresar al Partido Comunista, en 1980, después de que charlas con un
amigo terminan convenciéndola.
Ahí va a desarrollar una tarea política vinculada al
proyecto de maternidad voluntaria y el derecho al aborto, aunque también le
interesa cuestionar la política interna del PC a través de su Comisión
Internacional, donde ingresa y tiene vínculos con mujeres de Centroamérica.
Desde sus comienzos en el PC ella se sentía más radical que muchos de sus
compañeros, en el sentido de querer ir más a fondo en la lucha comunista.
En ese entonces, Amalia García Medina era la coordinadora
nacional de la mujer en el PC, y trabaja estrechamente con ella en diversos
temas, lo que las acerca y las convierte en excelentes amigas.
Cuando se disuelve el Partido Comunista, en 1982, para
fusionarse con otras fuerzas políticas y formar el PSUM, ella ingresa a ese
nuevo partido que reúne a todas las fuerzas de izquierda, pero no se vinculó
estrechamente a la tarea política porque observó constantes pugnas por cuotas
de poder que desde el principio se producen, y algo parecido sucedió en el Partido
de la Revolución Democrática (PRD), luego de que se disuelve el PSUM para
integrarse al nuevo partido, por lo cual dejó de ser activa militante desde
1990.
María Guerra coordinó, entre 1987 y 1994, dos páginas en
el periódico El Día, tituladas: “Infancia, mito y realidad” y “La mujer en el
mundo”, trabajo que quisiera volver a repetir, ya que le trajo muchas
satisfacciones.
Gran parte de su tarea política fue orientada hacia la
educación, además de los temas de la mujer, sobre los que va a trabajar casi
toda su vida. Pero también le interesó profundizar en el tema de la función
económica del trabajo doméstico, sin el cual, ella piensa, “se caería el mundo
entero”. Propone entonces que la mitad del trabajo doméstico la realicen las
mujeres y la otra mitad los hombres.
Para ella, el feminismo es la lucha en contra de la
opresión a las mujeres, sea por el Estado, el gobierno, el hombre o cualquier
otra entidad.
También tuvo una cercanía importante con Vilma Espín, quien
fue presidenta vitalicia de la Federación de Mujeres Cubanas, cuyo contacto le
permitió impartir cursos sobre historia del feminismo en Cuba, y le abrió las
puertas para escribir sobre el llamado “Periodo especial”, que tuvo lugar en
Cuba en los años noventa.
María Guerra relegó la poesía en aras de la política,
cosa de la que se lamenta. Publicó su primer libro de poesía, titulado: “En
donde duele el tiempo”, en 1990; el segundo, “Vocación de Viento”, en el año
2000, y el tercero, “No es un río”, en 2008. Su inclinación por la poesía es
muy poderosa. Su poesía es realmente muy vigorosa.
Una de las vivencias que más la enriquecieron como persona
fue la amistad que entabló con Benita Galeana, quien de joven había pertenecido
al Partido Comunista. Su casa ahora es un museo que se organizó en su memoria.
Benita fue una de las mujeres mexicanas más importantes del siglo XX, que vivió
hasta los 91 años, y luchó por un estatuto jurídico y el seguro social para los
trabajadores, entre otras cosas.
María describe su amistad con Benita como una relación
madre/hija. Su vínculo con ella fue muy estrecho, y compartieron momentos muy
sobresalientes. Ambas viajaron a Cuba, en 1988, a un encuentro de mujeres,
donde Fidel Castro recibió a Benita y cariñosamente la abrazo. Ella diría a
María, posteriormente, que con ese abrazo de Fidel iba a vivir feliz el resto
de su vida.
Al año siguiente, Benita le dijo en una ocasión a María
que ya tenía otro novio, se estaba refiriendo al general Manuel Antonio
Noriega, en esos momentos presidente de Panamá, a quien le había enviado la
autobiografía que escribió y llamó “Benita” con una dedicatoria, en la que se presentaba
como su novia, en recompensa porque él se había enfrentado a los
estadounidenses. La respuesta no tardó en llegar y Noriega la invitó a visitar
Panamá.
Benita le pidió a María que la acompañara y juntas
viajaron al país centroamericano. Fueron recibidas con la alfombra roja, y en su
habitación del hotel cinco estrellas, Benita encontró un enorme ramo de flores
con una dedicatoria del general Noriega: “Para mi novia Benita”. Luego la
recibiría en el palacio de gobierno y charlaría ampliamente con ella.
Cuando se produjo el movimiento zapatista, en 1994,
Benita ya estaba en silla de ruedas –moriría un año después-, pero eso no fue
un impedimento para llegar hasta Chiapas a hacerle los honores al subcomandante
Marcos.
Entre otras expresiones artísticas de María vinculadas
con la política, como su poesía en muchos casos, puede contarse el corrido que
le compuso a Lucio Cabañas cuando murió, en 1974. Ella sintió mucho su muerte,
y buscó perpetuar su memoria en un corrido, que incluso prestó los derechos
para una película.
He aquí la estrofa que se repite: “Lucio Cabañas caminó
sin miedo por la montaña, porque sabe que su pueblo en la lucha lo acompaña.
Camina Lucio camina y no te detengas que el pueblo está ya cansado de tanta
muerte y miseria”.
Actualmente, además de la poesía, María dedica parte de
su tiempo al “Grupo de Reflexión para Mujeres Rosario Castellanos” que formó
desde 1993 para mujeres de 50 y 60 años, y en los cuales se tratan los temas
del origen de la opresión, la doble moral, maternidad o no, y las mujeres y la
culpa, entre otros. Al principio los impartía sólo ella, pero luego de dos años
se incorporó a ellos su hija Raquel, psicoanalista, y desde 1995 trabajan como
un solo equipo.
Estos talleres han significado para María la expresión más
bella de lo que ha tenido, además de sus hijos, desde luego. Ella se casó con
un estadounidense, Sam Larson, profesor, quien también perteneció al Partido
Comunista. Se divorciaron a los nueve años de matrimonio. Tuvieron tres hijos:
Raquel, Samuel y Jorge, que le han dado cuatro nietos. Samuel es sonidista que
escribió el libro “Pensar el Sonido”, y Jorge es biólogo, dedicado a los temas
de la biodiversidad.
Más tarde, conoció a Jorge Turner Morales, panameño,
quien fue embajador de su país en México, político, diplomático e intelectual,
con quien vivió 20 años, hasta la muerte de él, acaecida muy recientemente.
Ella se autodefine de la siguiente manera: “He sido muy
libre y tal vez muy terca en mis planteamientos”. *
SEM/ga